Sobre Walter Benjamin: Fue en Portbou

Resumen Latinoamericano / 18 de octubre de 2018 / Iñaki Urbanibia

Interesante libro que trata de rastrear en las últimas horas del pensador germano…aquel tenaz “buscador de perlas”, que dijese Hannah Arendt, y “trapero” que cual rey Midas convertía en oro los desechos que hallaba en su impenitente búsqueda

Álex Chico ( Plasencia, 1980) cogió su cuaderno de notas y pertrechado de las lecturas acumuladas partió hacia la localidad gerundense con el fin de conocer el escenario del fin del pensador germano, y tratar de hurgar en el lugar del fin con el pretendido objetivo de hallar más pistas acerca del trágico final. Se ve, no obstante, que el bagaje del escritor, por lo que apuntan ciertas derivas hacia otros lugares y personajes, iba bien surtido.

Como digo, y él lo cuenta en su «Un final para Benjamin Walter» (Candaya, 2018) se dirigió a la localidad mediterránea y no es que el pueblo transformase el propósito de su viaje pero sí que le hizo poner el foco de manera destacada en el pasado, el presente en declive del pueblo, y las causas de tal situación en la que, acuerdos europeos mediando, convirtieron a Portbou y a otros localidades vecinas como Cerbère, al norte, en pueblos encerrados en sí mismos, casi como localidades fantasmales, las aduanas desaparecidas, y dejadas a la buena de dios, la estación que ya, según señala el escritor – y reafirma la guía del lugar, Teresa-, desde el mismo trazado no parecía estar pensado con demasiado tino (casi podríamos decir las estaciones refiriéndonos al caso similar de la población del norte nombrada), ahora con un tráfico no ya escaso sino, digamos que, escaso en llegadas salidas y destinos; a este aislamiento acompaña el deterioro de los establecimientos que vivían como complementarios a la llegada de los trenes. Si Teresa, ya nombrada, le facilita algunos materiales sobre el pueblo, sus explicaciones los completan, al igual que más datos recibe de un amigo local que ha conocido allá, Xavier, con el que charla y pasea, intercambiando palabras e ideas sobre lo divino y lo humano, demasiado humano, y comentando en el Centro Cívico ante los facsímiles del señor Walter, la apatía que domina el pueblo, que es el que mayor media de gente de edad tiene de toda Cataluña.

Chico, convertido en un auténtico flâneur, pasea por el pueblo y lo observa con detalle, deteniéndose con mayo atención en algunos de los lugares por los que anduvo Benjamin, así el hotel Comodoro, del que luego habrá de desplazarse a otro por cierre del anterior, y , por supuesto, con cierta demora acaba yendo a los dos cementerios de la localidad, volcados hacia el mar desde los bordes del acantilado: el uno laico, el otro reservado para los creyentes, y allá observa, y describe, con atento ojo el pasillo-homenaje , creado por Dani Karavan…escaleras que descienden hacia el mar, subidas y bajadas una y otra vez y el sentimiento de encierro que conduce ineludiblemente hacia el final. Por asociación de ideas, recuerda otros cementerios como el cercano, de Collioure, en el que halló descanso el fatigado Antonio Machado, junto a su anciana y agotada madre, o recuerda el de Albert Camus en Lourmarin o el de Bertolt Brecht, o…

También aprovecha la cercanía para encontrar a un compañero de estudios y amigo, Arnaud (entregado al estudio de los refugiados republicanos, incitado por el patético caso del poeta sevillano), amigo con quien camina por Cerbère y contemplan el desconchado Hotel Belvédère du Rayon Vert, con sus pinturas de la realizó para pagar su estancia, Zamora, y otras historias y personajes que por allá anduvieron en los tiempos en que dicho establecimiento bien equipado servía para disfrute de los viajeros en tránsito; y frente a quienes predican el olvido ya que ciertas cuestiones cuanto más se remueven peor huelen (memoria incómoda), nos acerca a la playa de Argelès-sur-Mer , plácida playa de arena fina que en su momento fue geografía de la infamia, con su campo de concentración en el que se acogía (?) a quienes huían de la guerra civil hispana, recibiendo allá un trato realmente nefasto por parte de los guardianes pertenecientes a las tropas coloniales asistidos por los gendarmes, que parecían empeñados en hacer la vida más imposible todavía a quienes escapaban de las garras del fascismo hispano. Campo sin instalaciones de ningún tipo: ni agua, ni electricidad, ni retretes, ni…Al exilio se sumaba el castigo de pertenecer al conjunto de los indeseables: extranjeros y peligrosos. Otros campos como el de Saint-Cyprien, Le Barcarès y Rivesaltes, o también el bearnés de Gurs, vieron, no obstante , ejemplos de solidaridad, de combatividad y de entereza con la creación de Barracones de la Cultura, que servían para organizar exposiciones, espectáculos de danzas y coros, y para suministrar instrucción a todo aquel que lo solicitase; u otro ejemplo de solidaridad y ayuda mutua, la creación de una maternidad, la de Elna, que vio el nacimiento de no pocos hijos de las refugiadas que en tales campos de la vergüenza (la France, terre d´asile), y…nombres de huéspedes célebres y menos célebres de aquellos infectos campos, de cuya existencia solamente queda una placa explicativa a la entrada de la playa hoy rodeada de toda la parafernalia arquitectónica y comercial propia de los estándares turísticos… Y la reivindicada memoria, con W.G. Sebald al apoyo, y el recuerdo de Primo Levi o Imre Kerstéz, o del propio Walter Benjamin, lo que lleva a Chico a peguntarse «hasta qué punto la literatura puede servirnos como medio para rectificar una vida pasada, cualquier vida pasada». Los carteles por las sendas de la montaña sí que recuerdan los caminos y caminantes perseguidos en busca de refugio…hacia el exilio; y la constatación de las constantes que acompañan al exilio de ayer y de hoy: huyendo, buscando refugio con paso cansino y gesto desesperado.

Somos situados en el Portbou como encrucijada de caminos que fue bombardeada y reducida a la nada, enclave desde el que se podía buscar la huida, tanto para un lado o para el otro, dependiendo de los momentos y de quién se huyese…la localidad convertida en punto de partida para hallar el modo de atravesar el charco, por allá pasaron Heinrich Mann y Nelly, Alma Mahler y su esposo Franaz Werfel, Hannah Arendt…que accedieron por la ruta Líster, como más tarde lo hiciese el fatigado Walter Benjamin; nombres célebres y conocidos a la inversa de los seres anónimos que huyeron en sentido inverso, y dando fe de tal desigualdad la cita de quien reivindicó a los perdedores a los olvidados, que consta en el cristal del pasillo de Karavan que se enfrenta al Mediterráneo: «Es una tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica se consagra a la memoria de los que no tienen nombre ».

Chico nos entrega esas vivencias de otros y las suyas en su visita y recuerdos, y nos entrega unas sagaces pinceladas sobre el exilio, sobre el Angelus Novus de Paul Klee y la interpretación de Walter Benjamin que lo utilizó como imagen en sus tesis sobre la historia, un ángel de la historia que mira las ruinas provocadas por el torbellino de la historia [por cierto, permítaseme una anotación personal: en una visita a la localidad, vi alguna lancha con ese nombre e igualmente una taberna], y Chico nos habla sobre los afanes coleccionistas del pensador germano, de su periodo parisino-la capital del Sena representaba para él, con sus pasajes, el siglo XIX en su esencia- con cambios constantes de domicilio, y se/nos planta ante el interrogante de las causas que dirigieron los pasos de nuestro hombre hacia Portbou, con el mítico e inseparable maletín bajo el brazo [algunas versiones dicen que llevaba la versión definitiva de sus tesis sobre la historia que pretendía hacer llegar a Adorno, otras dicen que era una versión acabada de su inacabado Libro de los pasajes parisinos, y los de más allá hablan de la posibilidad que guardase unos diarios de sus últimos tiempos] como contaba su guía para cruzar la frontera por la montaña, Lisa Fittko, …y en sus impenitentes búsquedas Chico para en el hotel Istria, en el que había estado Benjamin y otras personalidades como Gabriel y Galán, y los nombres se le amontonan: Picabia, Duchamp, Man Ray, Kiki de Montparnasse, Tzara, Maiakovski, Aragon o Elsa Triolet…hotel desde que Benjamin escribió a su amigo Scholem adjuntándole diferentes materiales que gracias a tal envío perduraron.

Los últimos tramos del peregrinar de Walter Benjamin se convierte en un despojarse, desprenderse de sus queridas, y mínimas, pertenencias: algunas entregadas a Bataille, otras perdidas en los campos por los que pasó y Marsella…y la vista puesta en Lisboa para partir al otro lado del océano. El hombre con su chaqueta y su maletín, negros ambos, ha de parar cada dos por tres para tomar aire…llegados al pueblo, contacta con la policía franquista con el fin de conseguir algún papel, ya que en aquel momento no tenía nacionalidad reconocida…a la mañana siguiente partían los demás miembros de la comitiva, en el hotel quedó muerto, tras la ingesta de las preparadas dosis de morfina, Walter Benjamin, aquel hombre nacido bajo el signo de Saturno que dijese Susan Sontag, al que siempre la había acompañado el cheposillo [personaje de los cuentos infantiles germanos que traían mala suerte…marcando a los seres con gafe]…no cabe duda – y el comentario, conste que es mío- que resulta cuando menos curioso que los demás no tuvieran problemas para continuar el camino ( o quizá les fuera abierto por la conmoción de los policías al ver el final de Benjamin) mientras que nuestro hombre pusiese fin a su vida ante el temor de ser entregado a la temible Gestapo, las posibles amenazas policiales – cuentan algunas versiones- que bien podía haberse proferido para sacarle dinero… chi lo sa, Chico no se aventura por el terreno de las hipótesis, mas sí se atreve a establecer con precisa precisión los gastos, con calderilla incluida que produjo su muerte enterramiento y funeral , y los objetos que dejó que fueron inventariados ante las demandas de información por parte de Max Horkheimer…y la muerte de Walter Benjamin convertida en mito, y las interpretaciones proliferan, y son exploradas en el libro ( asesinato por esbirros de Stalin, por otros, hasta algunos hablan de ahorcamiento…elucubraciones sobre las dosis de morfina ingeridas, miembros de la Gestapo camuflados colaborando con la autoridades hispanas…)…y cada vez queda menos que viviese aquella época, algunos han muerto, otros se esfumaron y otros se hacen los longuis. Sendas permanentemente abiertas…

Diferenciaba el alemán narración y novela, privilegiando la oralidad de la primera…y Chico contagiado por las indicaciones benjaminianas se dedica narrar, negro sobre blanco, en un balanceo que consigue una ilación entre historias, entre personajes, entre lugares, y visitamos exposiciones y conocemos a una pareja de mujeres asentadas en la localidad gerundense hace más de una quincena de años, Silvia y Vera, que tras muchos viajes y giros en la vida hallaron su hogar allá, y nos da a conocer los cuadernos de poliédricas anotaciones e ilustraciones de diferentes etapas y proyectos de la primera …variaciones que como los buenos conversadores, hacen que broten referencias que parecen disputarse la página y que se abren camino por sendas entrecruzadas del recuerdo, de las citas, de las películas y los libros, y las consideraciones sobre el acto de escribir y sus relaciones personales con la propia dirección que adoptan sus historias, sus narraciones …todo ello en un fluir lento pero sin pausa.

En fin, no es cosa de seguir desvelando el camino, los caminos, que sigue la novela, que al final viene a cumplir un deseo, tal vez no explícito, de Álex Chico de escribir «un diario que querías escribir hace tiempo» y que Portbou y Walter Benjamin han sido los trampolines desde el que se ha plasmado el deseo, o al menos el inicio de sucesivas exploraciones, que son de esperar ya que la escritura de Chico abre diferentes pistas para la rumia y el conocimiento. Y digo, y reitero, que no es cosa de seguir entre otras cosas porque este artículo va tomando una extensión excesiva, además de que por mucho que yo me empeñe en dar cumplida cuenta del libro…este se escapa y disemina por distintos vericuetos, cruces, y diseminaciones controladas y no hay otra que leerlo, pues el autor explica todo lo que digo y mucho más y lo hace con certera prosa.

Indudablemente estamos ante un libro francamente recomendable en el que se vuelcan diferentes géneros entreverándose pensamiento, reflexión, estética, historia…bajo una forma narrada con brillo y sin crujidos en las diferentes derivas que no se pierden sino que siempre hallan el centro de gravedad que sigue el escritor, que logra la fusión, entre narrativa y ensayo, que elogiase Robert Musil, a la que Alfonso Sastre se refiriera como ensayela y que practicase con lúcido y lucido acierto Sebald.

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2 N(otitas). B.: 1) no cabe duda de que a Álex Chico deberían concederle el título de ciudadano de honor de la localidad gerundense, dudo de que alguien haya aclarado tantos aspectos sobre la localidad mediterránea de Girona , y 2) con el nivel y finura que el joven escritor demuestra, a servidor le resulta fuera de lugar que en la página 194 el autor recurra a una expresión burda y falaz ideada por los plumíferos de interior en la lucha anti-terrorista (banda terrorista ETA) cuando tal mención bien podía haber sido expresada de otro modo menos simplificador , esquemático y panfletario…cuestión que a pesar de no ser esencial y no enturbiar, de ninguna de las maneras, la brillantez de la obra sí que, a mi modo de ver, resulta un tanto discordante; y dejo de lado las consideraciones que cada cual tenga, o haya tenido, con respecto a tal organización armada, mas hay modos y maneras de expresar los desacuerdos o condenas…Decía, el siempre ocurrente Oscar Wilde que lo contrario del matiz es la barbarie…pues eso, y la expresión utilizada, tomada en préstamo, es de un tosquedad de libro. Si no lo digo reviento y no es el caso de estropear la alfombra persa.

 

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