La ministra de educación porteña, María Soledad Acuña y el jefe de Gabinete y secretario de Seguridad de Lanús, Diego Kravetz fueron denunciados por asociación y enriquecimiento ilícito, negociaciones incompatibles con la función pública y lavado de dinero. Están involucrados en un sistema fraudulento de recaudación implementado desde el Gobierno de la Ciudad. El cuestionado intendente de Lanús, Néstor Grindetti, –ex Socma y amigo de Macri–, es la tercera pata de este negociado, que sin licitación le entregó casi 2 millones de pesos a una empresa del matrimonio.

Días pasados, la ministra de educación porteña, María Soledad Acuña, se dejó caer en una escuela técnica de San Telmo. Ella sonreía para las fotos. Horas después aquellas fotos fueron colgadas en su cuenta oficial de Facebook.

En ese mismo instante, el jefe de Gabinete y secretario de Seguridad de Lanús, Diego Kravetz, se mostró con droga incautada durante un allanamiento en Villa Diamante. El tipo sonreía para las fotos. Horas después aquellas fotos fueron colgadas en su cuenta oficial de Twitter.

Acuña y Kravetz son un matrimonio muy feliz. Pero ahora el destino los somete a una difícil prueba. Sobre sus cabezas acaba de caer una denuncia por asociación ilícita, enriquecimiento ilícito, negociaciones incompatibles con la función pública y lavado de dinero.

El tercer cateto de esta trama es el ex ministro de Hacienda porteño y actual intendente de Lanús, Néstor Grindetti.

La presentación la realizó el integrante de la Fundación Alameda, Lucas Manjon (patrocinado por el abogado Daniel Llermanos), en el juzgado federal a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi. Y se refiere a un sistema fraudulento de recaudación implementado desde el Gobierno de la Ciudad. En realidad el caso había quedado al descubierto en abril de 2017 por una serie de artículos periodísticos publicados simultáneamente por el diario Tiempo Argentino, el portal Nueva Ciudad y Nuestras Voces.

La triple alianza

El primer signo visible de esta historia se remonta al 4 de noviembre de 2015, cuando Grindetti –ya intendente electo de Lanús– anunció el nombramiento de Kravetz en la Secretaría de Seguridad. A la semana, el Ministerio de Hacienda porteño –todavía en manos de Grindetti– hizo un pago de 896 mil pesos a la ignota consultora Signica SRL por un supuesto estudio sobre “satisfacción de contribuyentes”. Y el viernes 20 efectuó otro pago de 972 mil pesos a dicha firma, esta vez por un presunto estudio sobre “satisfacción de proveedores”.

¿Acaso hubo relación entre tales pagos y la designación de Kravetz? Un detalle sugería eso: el socio gerente de Signica SRL no es otro que Kravetz. A su vez, en Lanús es un secreto a voces que la campaña de Grindetti quedó sin fondos en las postrimerías de su carrera electoral. Y –tal como sostuvo una fuente próxima a su despacho– fue ahí cuando apareció la figura salvadora de Kravetz, quien entonces se habría convertido en su recaudador de emergencia. Un gesto que a Grindetti no le salió gratis.

La jura de Kravetz como funcionario de Lanús ocurrió el 9 de diciembre en el Concejo Deliberante local bajo el tenue vitoreo de un grupo reducido de adláteres. Ocurre que ese hombre de mirada huidiza y dentadura de roedor no es muy apreciado en los círculos de la política por su naturaleza camaleónica.

Ese mañana Acuña también asumió como ministra del alcalde, Horacio Rodríguez Larreta. Por entonces ella recomponía su vínculo amoroso, tras un momentáneo distanciamiento, con el flamante funcionario mencionado en el párrafo anterior.

En el aspecto específico de su gestión, la señora Acuña supo mostrarse implacable en la austeridad de sus ofrecimientos para las tratativas paritarias. También le puso garra a la UniCABA; o sea, el resistido proyecto de reforma educativa que propone la creación de una suerte de universidad ad hoc y el cierre de los 29 institutos de formación docente que existen en la actualidad. Sin embargo, en el futuro seguramente se la recordará por haber tenido la gran ocurrencia de proponer un protocolo que exigía denunciar penalmente la toma de colegios secundarios.

¿Es posible que semejante reflejo punitivo lo haya adquirido es su época estudiantil? Porque en su Bariloche natal asistió a un ilustre colegio donde los alborotos no ocurrían, el Instituto Primo Capraro, administrado por un hombre del cual ella –así como confiesa entre sus íntimos– guarda un buen recuerdo: el criminal de guerra nazi, Erich Priebke. Cosas de la vida.

¿O tal vez dicho protocolo le fue sugerido por su cónyuge? Ya se sabe que el señor Kravetz es un reconocido benefactor de la niñez entre cuyos hitos se destaca el furioso ataque policial que encabezó en el comedor infantil Los Cartoneritos, de Villa Caraza, y la infame extorsión a un pibe de 11 años para que confiese crímenes imaginarios en el programa televisivo de Jorge Lanata.

Lo cierto es que aquel individuo es visto con recelo hasta en las filas del PRO. Eso bien lo sabe la propia Acuña, quien en 2011 vio naufragar su sueño de conducir el Ministerio de Desarrollo Social precisamente por su vínculo marital con él. Es que Mauricio Macri no tenía una buena impresión de él. Y pese a que, desde su alianza electoral con Jorge Telerman, ya jugaba a favor del futuro presidente. De hecho, en 2008, cuando pugnaba por perfilarse como figura del Frente para la Victoria (FpV), Néstor Kirchner fue tajante: “Ojo con Kravetz, que labura más para Macri que para nosotros”.

No menos cierto es que su mala fama tuvo un origen paralelo a su debut político. Eso ocurrió en plena crisis de 2001. Por entonces, él era un referente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER). Y fue el primer paso de su cambiante carrera hacia el poder.   Un paso que difícilmente olviden los organismos de derechos humanos. Porque en tales ámbitos se lo recuerda por una estafa a integrantes de HIJOS, quienes jamás recuperaron el dinero de sus indemnizaciones después de que Kravetz los convenciera de invertirlo en una empresa recuperada. El asunto no pudo ser esclarecido por vía judicial ya que esos aportes se hicieron sin su correspondiente documentación.

Dos años más tarde logró encandilar a Miguel Bonasso, quien lo sumó como candidato a diputado porteño en las listas del Partido de la Revolución Democrática. Así fue que durante dos períodos hizo de la Legislatura la base de sus migraciones partidarias. Y en 2012, ya con mandato cumplido, inventó el Instituto de Políticas de Pacificación, una ONG que lo acercaría al Frente Renovador. Aquella pertenencia parecía ser definitiva. Grande fue la sorpresa de Sergio Massa tres años después, al anoticiarse por los diarios que Kravetz asumía como funcionario del PRO en Lanús.

Su jefe político es un típico producto de la cantera del Grupo SOCMA. Actuario de profesión, Grindetti entró allí a los 24 años como cadete y, con la bendición de Don Franco, llegó a engrosar el directorio de Sideco Americana. En tal tránsito hizo buenas migas con el botarate de la familia. De modo que éste, al llegar a la jefatura de la Ciudad, le confirió el control de la economía municipal. Desde ese momento tanto su patrimonio como su prontuario han experimentado un notable incremento.

Entre las pesadillas judiciales de Grindetti se destaca una denuncia por sobreprecios en la construcción de carriles exclusivos sobre la Avenida 9 de Julio. En 2010 fue denunciado por el pago de una comisión de 9,5 millones de dólares a los bancos Credit Suisse y KBR Finance, cuando había otras ofertas con porcentajes más bajos. En aquel mismo año también quedó en la mira por irregularidades en la emisión de 475 millones de dólares de deuda porteña. En 2011, a pedido de un tribunal brasileño, Interpol emitió una orden de captura internacional contra él (dada de baja en 2015) por “delitos tributarios”. Y en 2016 fue imputado por enriquecimiento ilícito en las investigaciones conexas a los denominados Panamá Papers. Pero ahora el problemita que comparte con Kravetz y Acuña enturbia aún más su certificado de buena conducta.

La danza de la fortuna

La denuncia que actualmente está a consideración del juez federal De Giorgi coincide con el contenido de los artículos publicados por Tiempo Argentino, Ciudad Futura y Nuestras Voces en el otoño de 2017. Y profundiza el asunto con detalles reveladores.

Signica SRL, el sello empresarial de Kravetz, fue registrado en 2012. Y como socia figura su prensera, la norteamericana Mariana Feuerman. Recién en noviembre de 2013 empezó a trabajar allí la única empleada, Susana René López, quien desde 2007 es también empleada de la Legislatura. Únicamente entre 2012 y 2014, ese emprendimiento (concebido, según su folletería, para brindar “servicios de consultoría y asesoramiento e información a personas físicas y jurídicas, para campañas electorales o comunicacionales”) le facturó al gobierno porteño más de cuatro millones de pesos. A eso se le añade los dos últimos contratos rubricados por Grindetti en las horas finales de Macri como alcalde por un total de 1.868.000 pesos, desglosados en dos pagos (y por dos trabajos diferenciados) para así eludir los controles establecidos por el propio Gobierno de la Ciudad. Y todo con una sola empleada.

Cabe destacar un detalle: en el proceso licitatorio de tales contrataciones también participó (y perdió) la empresa “Trespuntozero”. Lo curioso es que su número telefónico es el mismo que el de Signica SRL.

Se podría decir que la transición institucional que posibilitó el salto de Kravetz a Lanús y la designación de Acuña en el Gabinete porteño coincidió con una etapa floreciente para ellos en términos económicos. Tanto es así que a principios de 2016 ellos escrituraron un bello departamento en el edificio de la calle Cabello 3329, en Barrio Parque. La ministra acababa de adquirir el 50 por ciento de otra propiedad en el barrio de Núñez. Y en el transcurso de aquel año con su marido también adquirió una cochera y un terreno de 900 metros cuadrados en el Conourbano.

Motivos tuvieron como para tanta sonrisa en las fotos.