Así, más que buscar y dimensionar las consecuencias, hay que buscar y dimensionar las causas. La principal, sin lugar a dudas, es el sistema capitalista. Sistema inhumano que solo se preocupa por la productividad para hacer más rico a los ricos, en detrimento y a costa de los pobres.
Mientras más se desarrolla el capitalismo y deslumbra a la humanidad con sus descubrimientos e inventos, más aumenta la pobreza en los pueblos. Carlos Marx, nos recuerda Maldonado Copello, tuvo la agudeza política para determinar esta terrible contradicción tan evidente en el siglo XXI.
Dice: “Una de las grandes contradicciones del capitalismo, señalada por Marx hace 150 años, es que al tiempo que crea una extraordinaria riqueza mediante el avance de la capacidad productiva, crea una también extraordinaria pobreza en el otro extremo”.[ii]
El capitalismo no produce para la humanidad, produce para sí mismo. Por eso se afirma que no maneja relaciones humanas, sino relaciones económicas. Miles de toneladas de pollo, pescado y embutidos, van al mar con mucha frecuencia, simple y llanamente para que los precios elevados no se desplomen.
Esta tragedia sucede en este país sudamericano considerado el país de la “democracia” más antigua del continente, mientras el país considerado “dictadura comunista”, Cuba, no sucede tan denigrante fenómeno y por el contrario, este país socialista caribeño se codea con los grandes países desarrollados del mundo. Qué contraste.
Con qué claridad remata su artículo Alberto Maldonado Copello: “El hambre, es un rasgo inherente al capitalismo, presente aún en los países más desarrollados, aunque obviamente en menor proporción que en los países de capitalismo incipiente”.
También podríamos decir que el hambre es producto de decisiones políticas tomadas por la clase dirigente capitalista. En el caso de Colombia, estas políticas se toman en el parlamento con la honrosa excepción de la heroica oposición. Pero si se trata de ser más precisos en la oficina secreta del Centro Democrático y más concretamente en la embajada de los Estados Unidos.
La solución a esta vergonzosa realidad colombiana se encuentra en la organización, unidad y acción del pueblo colombiano. El pueblo debe pasar a ser clase dominante. Solo así será posible generar los cambios que tanto necesitamos en este país de casi 50 millones de habitantes. No es mirando para las alturas como se resolverá este problema tan aberrante, se resolverá mirándonos entre nosotros con espíritu unitario, rebelde y revolucionario. Ese es el camino, no hay otro.
[i] Semanario VOZ La verdad del pueblo. Edición número 2951. Página consultada 18.
[ii] Ibíd. Página consultada 18.
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