Brasil. Parar a Bolsonaro

Resumen Latinoamericano / 30 de septiembre de 2018 / Pedro Fuentes y Juntas

Todavía hay muchas incógnitas electorales en Brasil, algunas de las cuales serán despejadas en este primer turno electoral del 7 de octubre. Tomándolas en cuenta, ya hay una certeza: la instalación en la escena nacional del Trump brasilero, que tiene rasgos similares a las ultraderechas que han aparecido en el mundo en este periodo. Bolsonaro forma parte del proceso mundial del crecimiento de la ultraderecha, que tiene su principal exponente en Trump, pero que se ha extendido en Europa y otros países. El peligro para Brasil y Latinoamérica está a las puertas.

Bolsonaro es más que un fenómeno electoral; es una consecuencia de la grave crisis que tiene Brasil (crisis social, económica y del régimen político). Esa situación está consolidando un personaje al que se puede definir como proto fascista, o ultraderechista. Es aún mas peligroso que algunos de sus predecesores en el mundo. Se trata de un “hombre fuerte”, elevado por un sector del pueblo como un mito o salvador del país, que trae mano dura para enfrentar la crisis.

Tiene base social de masas y sectores fanáticos que se movilizan detrás de su figura. Pero, más peligroso que su círculo más adicto, es un sector del ejército, de las policías, de todas las fuerzas de seguridad, incluyendo las privadas. Sus ‘populares”, muy posiblemente ligados a esos sectores, ya han pasado a hacer una ostentación pública amenazante en las elecciones. Se completa este cuadro con el apoyo de un sector de la burguesía, que por ahora para este primer turno no es mayoritario; el apoyo más consolidado a su candidatura es la burguesía ruralista, a la que gusta especialmente su política de liberación de los permisos de armas.

Como prueba de que las elecciones brasileñas se han convertido en un foco de atención mundial, basta la portada de The Economist, con la foto de Bolsonaro y el título “La amenaza para América Latina”, alertando a los mercados de lo que significaría apoyar semejante candidato. En la misma línea que The Economist está Le Monde, The Guardian, El País etc. No es casualidad: expresa el peligro de lo que significaría semejante elección en Brasil, el país más grande de Latinoamérica, y su impacto en todo el continente.

La ruptura con los “valores” de la democracia burguesa

Desde hace un tiempo venimos escribiendo sobre la crisis de los regímenes democráticos burgueses y el surgimiento del autoritarismo como un aspecto relevante de la situación mundial. La crisis económica crónica abierta en el 2007-2008 aceleró también la crisis de los ya erosionados regímenes democrático-burgueses, que han sido la forma predominante de dominación burguesa y de los partidos tradicionales que le dan forma. La corrupción endémica de los políticos asociados a los grandes capitalistas completa este cuadro. Manuel Castells, un importante especialista de la nueva comunicación en red, explica en su libro Ruptura la “autodestrucción de la legitimidad institucional del proceso político y su crisis de legitimidad” de las instituciones de esa “democracia liberal” en el pueblo. “Por eso, se puede afirmar que es representativa siempre que los ciudadanos piensen estar representados. (..) Si se rompe el vínculo subjetivo entre lo que los ciudadanos piensan y quieren y las acciones de aquellos que eligen y pagan, se produce lo que llamamos una crisis de legitimidad política: es decir, el sentimiento mayoritario de que los actores del sistema político no los representan”.

Polarización

El avance de la ultraderecha tiene terreno fértil en esta ruptura que es una grave amenaza para los trabajadores y el pueblo. Sin embargo, tenemos que evitar hacer una lectura unilateral del mundo y de Brasil. Ya que la brecha que abre esa ruptura provoca también que exista otro polo que no se puede ignorar a la hora de hacer un análisis rigurosa de la realidad, como pedía Lenin. Las movilizaciones democráticas, de luchas sociales que enfrentan tanto a la ultraderecha como a la guerra social que lleva adelante la burguesía en todos los países, no han parado. Si miramos el planeta, hay un ascenso de la lucha de las mujeres, hay movilizaciones democráticas de masas. Y si miramos Brasil, vemos las jornadas de junio, y la movilización democrática de las mujeres que fue fundamental para sacar al arquitecto del impeachment de Dilma de la presidencia de la Cámara de los diputados. Y ahora el #EleNao, un movimiento espontáneo de las mujeres, en el cual Juntas juega un papel de vanguardia importante, se ha trasformado en una gran convocatoria nacional y mundial contra Bolsonaro. Y porque tampoco podemos dejar de reconocer que por las grietas que se abrieron no solo surgen personajes de ultraderecha, sino también Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, por citar los casos más destacados de la política mundial.

No podemos dejar de analizar que un hay también un ala del imperialismo que no comulga con la política nacionalista y proteccionista de “América en primer lugar” de Trump, que rompe el frágil consenso mundial anterior a su mandato, y que aumenta el caos geopolítico y a la guerra comercial. No por casualidad esta última asamblea general de la ONU está siendo patética.

Un proto-fascismo muy peligroso

Si procuramos hacer un análisis político riguroso no podemos afirmar que se trata ya de fascismo. Tiene, por supuesto, elementos comunes con el fascismo, pero nos parece que la definición más adecuada es la de proto-fascismo.

¿Qué rasgos comunes tiene y cuales son las diferencias con el fascismo que hemos conocido de Hitler, Mussolini o Franco? Hay características comunes. El carácter populista, la afirmación de un dirigente de mano dura ante la crisis, el anticomunismo, la defensa de los valores religiosos y la negación de los democráticos, el sentimiento antisistema, el apoyo de sectores sociales golpeados por la crisis.

Hay una diferencia fundamental que lo hace diferente al fascismo. Aquel se impuso por medio de derrotas históricas del movimiento obrero; después de situaciones revolucionarias o prerrevolucionarias que terminaron en victorias contrarrevolucionarias. Así sucedió en Alemania, cuando la política ultraizquierdista del tercer período de Stalin desaprovechó la situación revolucionaria abierta y la posterior negativa de hacer un frente único con la socialdemocracia. En Italia, el surgimiento de Mussolini fue el resultado de la pérdida de la situación revolucionaria que abrió en 1921-22, con las ocupaciones masivas de fábricas. Y en España, la derrota de la guerra civil. Ahora, no hay una derrota histórica del movimiento de masas. Hay derrotas parciales por batallas no dadas, pero el movimiento de masas no ha sido golpeado como en aquellos países. Volviendo a Brasil, la dependencia brasileña del imperialismo no puede crear un líder proteccionista como Trump ni nacionalista como Hitler. Bolsonaro combina sus rasgos fascistoides con una política económica ultraliberal de entrega del país al imperialismo. Ni en Brasil ni en el mundo la mayoría de las corporaciones que dominan la economía mundial se han embarcado en un proyecto de este tipo.

Una cuestión general que no podemos dejar de lado para caracterizar al proto-fascismo es la ausencia de una dirección alternativa ante la crisis del capitalismo y la falta de presencia del movimiento obrero como clase internacional. Esto debilita la unidad de la clase obrera como clase internacional para parar la ultraderecha. Facilita la división y que un sector de la clase media y de los trabajadores supongan  base de la ultraderecha.

Diferenciar el proto-fascismo del fascismo es necesario para llevar adelante una política contra este enemigo que tenemos. Primero para mostrar que hay reservas acumuladas en la lucha contra este peligro, pero también para no confundir al movimiento de masas, mostrar sus fuerzas para combatirlo y analizar las mejores armas para hacerlo. Prueba de ello es que #EleNão es mucho más que un movimiento defensivo.

También vale la pena comparar a Bolsonaro con los otros personajes de la ultraderecha mundial y en especial con Trump, alertando de las enormes diferencias que hay entre la mayor potencia y un país que pretendía ser una subpotencia regional.

Hay puntos comunes en todos estos procesos. En EEUU, además de la crisis, jugó un papel importante para esa reacción el terrorismo y la inmigración, factores también determinantes en Europa. En Brasil, junto a la crisis económica y el hundimiento del régimen de la Nueva República un factor decisivo es la inseguridad, el aumento del número de muertos de la población civil, que anualmente son más que los de una guerra.

¿Cuáles son las características por las que da la impresión de que el proto-fascismo en Brasil se está haciendo muy peligroso y puede cristalizar? Si comparamos con EEUU, ese país tiene más margen (por supuesto económico), y también reservas democráticas que son conquistas de dos revoluciones democrático-burguesas. Brasil está atravesando una crisis muy fuerte y tiene menos reservas. Hay que agregar que, a diferencia del resto del Cono Sur, la salida de la dictadura fue negociada y los militares no fueron juzgados. Por eso, no son iguales sus reservas acumuladas en las luchas democráticas del movimiento de masas como en los otros países del Cono Sur y por eso los torturadores y apologistas de la dictadura pueden hablar. Si bien hay un sentimiento democrático amplio, no tiene la contundencia que en los otros países. No por casualidad los militares y Bolsonaro pueden defender la dictadura y las fuerzas de seguridad cuentan todavía con agentes de la dictadura.

Hay condiciones para pararlo

El resultado de las elecciones será importante para despejar algunas incógnitas. Pero de todas maneras, gane o pierda Bolsonaro en el segundo turno, tendremos a este personaje y al movimiento surgido a su alrededor por bastante tiempo, como sucede en todos los países donde el autoritarismo crece.

En Brasil se han creado buenas condiciones para enfrentarlo. La punta de lanza de este movimiento democrático es la movilización convocada por un multitudinario movimiento de mujeres, que gana cada día más fuerza. En la segunda vuelta este movimiento democrático significará el voto por Haddad; tenemos que ser parte de esa unidad de acción de defensa de la democracia, sin depositar ninguna confianza en que un gobierno del PT pueda parar o derrotar a Bolsano. La movilización sigue siendo la principal armas para hacerlo.

#ÉLNO #ÉLNUNCA: LAS MUJERES VAN A DERROTAR A BOLSONARO

Juntas

El resultado de las elecciones de 2018 puede ser aún imprevisible, pero hay un factor cualitativo en el escenario actual: la fuerza de Bolsonaro. Se dudó que el bolsonarismo podría sobrevivir a una disputa con máquinas electorales potentes, las últimas semanas sugieren algo más: Bolsonaro se consolida como liderazgo de extrema derecha, con significativo peso de masas, con apoyo de sectores de la burguesía e inserción en capas de la clase de trabajo. Un líder que cohesiona una agenda política reaccionaria (con un programa económico liberal) que tiene como combustible la irracionalidad, el odio y la revuelta de sectores medios y populares ante la aguda crisis económica, política y social del país. Se dice de paso, crisis cuya responsabilidad es cobrada de los principales partidos del orden, especialmente del PT. Siendo así, el ascenso de Bolsonaro es un dato que preocupa amplios sectores democráticos. Inmediatamente, surgen reacciones a este fenómeno, siendo que en las calles donde el movimiento feminista está cumpliendo un papel muy importante.

Hace algunos años Juntas viene mejorando la lectura sobre la fuerza que el movimiento feminista ha ganado. Además de la toma de conciencia sobre la opresión cotidiana del patriarcado se ha dispersado y alcanzado a las mujeres que trascienden la vanguardia, hemos observado el fuerte carácter político de la organización de las mujeres en todo el mundo. El feminismo viene siendo la punta de lanza de importantes procesos como el derrocamiento de Eduardo Cunha, la oposición a las reformas de Temer (el 8 de marzo de 2017 precedió a la Huelga General contra la Reforma de la Providencia), la huelga de mujeres en España, se levanta contra Trump en EEUU y la multitudinaria movilización de las argentinas por la legalización del aborto.

Ahora, en medio de un problemático escenario electoral en el que un candidato proto-fascista lidera las investigaciones, nuevamente las mujeres surgen como un sujeto político fundamental. Bolsonaro encuentra en el electorado femenino su principal barrera. Desde el atentado sufrido por él, ante la posibilidad de crecimiento de su campaña, millones de mujeres se convocaron a la tarea de derrotarlo. Se creó un grupo Mujeres unidas contra Bolsonaro, que tomó proporciones gigantescas en menos de una semana, batiendo a 3 millones de mujeres. También tuvimos la explosión del video de nuestra concejal de Sao Paulo, Sámia Bomfim, que ya alcanza la marca de más de 6 millones de visitas y 132 mil compartimentos. Como consecuencia de esta fuerza virtual, decenas de actos pasaron a ser convocados espontáneamente por todo el país. Nuestro arte convocatorio se ha extendido por decenas de miles de usuarios de Facebook.

La militancia feminista tiene una tarea central en estos próximos días: participar activamente en la construcción de los actos de Mujeres contra Bolsonaro y tener una intervención ejemplar en cada ciudad donde tenemos actuación. Hay en algunas localidades, como en São Paulo, el intento de aparición de ese movimiento tan vivo y espontáneo. Los sectores se están moviendo para hacer el movimiento de mujeres a Bolsonaro en espacios burocratizados con grandes coches de sonido y palanques para sus candidatos. La propia derecha se ha movilizado para sacar sus astillas de este fenómeno político. Tenemos que combatir esos intentos de burocratización y disputar para que el carácter espontáneo y genuino de este movimiento permanezca, para que la lucha contra Bolsonaro tenga consecuencias y no se cierra el día 29.

Los actos del día 29 pueden ser el más determinante evento para el enfrentamiento de Bolsonaro y del proyecto que él representa. Mientras la vieja izquierda se preocupa casi exclusivamente en la disputa del voto útil, tenemos la tarea de demostrar que el peso de las calles es determinante para la derrota de Bolsonaro.

Creemos que la lucha contra la extrema derecha permanecerá siendo una tarea tras el proceso electoral, para la que el movimiento feminista seguirá teniendo una enorme importancia. Así como en 2013 con la juventud, en este momento innumerables mujeres (jóvenes o no) están buscando una forma de contribuir más decididamente a la lucha contra Bolsonaro.

Multiplicar nuestra fuerza en este período es una necesidad y una posibilidad, no podemos desaprovechar esa oportunidad. La fuerza del movimiento de mujeres corre el riesgo de ser pasajera o más efímera si se prescinda de organizaciones que den sentido de permanencia a ella. Por eso, apostamos en su masificación y el Juntas actuará decididamente para que este movimiento no se cierra el 7 de octubre.

Pedro Fuentes es dirigente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y miembro de su corriente MES.
Juntas es el Movimiento feminista brasileño, surgido de las grandes manifestaciones del 8 de Marzo.

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