Argentina gobernada por el FMI: Fuertísima devaluación del peso: el dólar pasó de 32 a más de 41 pesos /El Banco Central aumentó la tasa de interés al 60% /Clima muy parecido al 2001

El Banco Central aumentó la tasa de interés al 60 por ciento y subió 5 puntos los encajes bancarios para intentar frenar el descalabro cambiario. El dólar tocó los 40 pesos y se mueve con oscilaciones que no se veían desde la crisis de 2001.
Imagen: NA

El mercado le cantó las cuarenta al Gobierno. Dos años y medio sin rumbo económico y un sinnúmero de contradicciones hicieron eclosión hoy con un dólar que superó la impensable marca de 40 pesos para cerrar la jornada en 39,87 pesos, una suba de 5,37 pesos o 15,6 por ciento. Frente a una jornada de pánico, el Banco Central dispuso una nueva suba de quince puntos en la tasa de interés de la política monetaria hasta el 60 por ciento anual, mientras evalúa una serie de cambios normativos para intentar detener la corrida contra el peso. Sin noticias externas a las cuales responsabilizar de la explosiva suba del dólar, que más que duplica el valor de fin del año pasado (18,95 pesos), el Gobierno recoge los frutos de la desregulación de los mercados.

El Central decidió adicionalmente elevar en 5 puntos porcentuales los encajes para todos los depósitos en pesos, tanto a la vista como a plazo. Si bien el problema no es en estos momentos la salida de depósitos en moneda local, está claro que el Gobierno se anticipa a una caída en las colocaciones en pesos que podría derivar en la necesidad de aplicar alguna restricción a la salida, lo que en 2001-2002 se conoció como corralito o corralón. También es un intento de desalentar la corrida de depósitos en pesos a compra de dólares. El encaje es la parte de los depósitos que los bancos tienen que inmovilizar para responder ante el pedido de retiro de sus clientes. Anticipando problemas de solvencia del sistema bancario es que el Central aumenta esa inmovilización.

La suba se presenta imparable y tomó bríos luego del escueto mensaje presidencial, antes de la apertura de los mercados de ayer, en el que se adelantaba un supuesto acuerdo cerrado con el Fondo Monetario Internacional para adelantar desembolsos del préstamo otorgado al país. La respuesta fue una aceleración de la devaluación de la moneda. El mensaje había dejado en claro que el Gobierno no puede siquiera enfrentar los compromisos de vencimientos de la deuda que contrajo en los últimos dos años y medio. Pero la situación al fin de la jornada de ayer fue incluso peor para el inicio de la rueda actual. El propio Fondo informó que se revisarían los plazos, pero no confirmó el desembolso y lo puso a condición de más ajuste.

Una nueva desmentida al Gobierno volvió a tensar la situación y el Banco Central apeló de manera desesperada a cualquier instrumento para detener esta corrida que ya insumió en el año 22.000 millones de dólares de las reservas. Sin poder utilizar todo el poder de fuego del stock de reservas, por pedido del FMI y ante la imposibilidad de recuperarlas, la autoridad monetaria que conduce el financista Luis Caputo sólo atina a subir otra vez la tasa de interés. La corrida posterior a la salida del “uno a uno” en el 2001 se logró luego de haber elevado la tasa a niveles del 80-85 por ciento anual, lo que no solo congela sino que destruye la actividad económica.

El dólar a 41 pesos: Devaluación en continuado

A pesar del anuncio de la suba de la tasa de interés hasta el 60 por ciento, la divisa estadounidense volvió a dispararse. Se vendió a un récord de más de 42 pesos y sobre el cierre de la rueda retrocedió a 40,87 pesos. El Banco Central vendió 330 millones de dólares para contener la corrida.

La devaluación va en aumento. El dólar subió hoy 6,37 pesos y cerró en 40,87 tras haber pasado la barrera de los 42 pesos. De poco sirvió que el Banco Central anunciara el aumento de la tasa de referencia al 60 por ciento y el incremento en 5 puntos porcentuales de los encajes bancarios, integrables con pesos, LELIQ o NOBAC. Con la venta de 330 millones de dólares sobre el cierre de la rueda cambiaria, la entidad monetaria al mando de Luis Caputo consiguió apenas amortiguar la suba del billete verde.

La corrida sigue erosionando al peso. La depreciación de la moneda argentina con respecto al dólar fue hoy de un 8,7 por ciento.

A más de una hora del cierre de los bancos, el dólar se vendió a un máximo de 42 pesos en bancos y casas de cambio de la city porteña. A las 14 mostró un leve retroceso hasta 41,10.

Para contener la corrida, la primera reacción del Banco Central fue el anuncio de la suba de tasa de interés de  referencia a un sideral 0 por ciento, lo que hizo retroceder un poco la cotización hasta 39 pesos. Pero pasado el mediodía la disparada se reactivó y el dólar cotizó en torno a los 41 pesos.

El intento del Gobierno por tranquilizar los mercados no dio sus frutos y minutos después de que el jefe de Gabinete Marcos Peña saliera a intentar calmar la corrida, el mercado le dio otra vez la espalda. “Tenemos que seguir trabajando. No creemos estar ante un fracaso económico ni mucho menos. La Argentina va a salir adelante y más fortalecida… lo dicen todos los indicadores”, afirmó Peña esta mañana, que descartó un cambio de gabinete ya que no “hay soluciones mágicas por esa vía”. Los mercados tampoco lo escucharon.

Con el dólar por encima de los 42 pesos, el Central decidió jugar su última carta al filo del cierre de las operaciones: puso a disposición del mercado 500 millones de dólares, de los cuales vendió 330 millones. Tras rozar los 41 pesos, el dólar en el segmento mayorista cerró a 37,60 pesos.

Ayer, al registrarse el séptimo día consecutivo de subas, el Banco Central también había intentado contener la corrida. Para ello vendió 300 millones pero no logró calmar al mercado y el dólar cerró en 35,50. Tampoco las palabras del presidente Mauricio Macri, quien anunció un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para que adelante los desembolsos del crédito por 50.000 millones de dólares. Veinticuatro horas después el dólar está 6,37 pesos más caro.

Hacia el colapso de la economía real

La intensificación de la corrida cambiaria de hoy tiene su origen en un acontecimiento que para los grandes jugadores del mercado local e internacional no pasó desapercibido: se cayó el acuerdo con el Fondo Internacional firmado hace menos de tres meses. Ayer el Gobierno reconoció que no puede cumplir con las metas de variables claves del pacto definidas por el entonces presidente del Banco Central, Federico “Yo no me quiero ir” Sturzenegger, y el que era ministro de Finanzas, Luis Caputo, y hoy el principal mesadinerista del BCRA. La imposibilidad de acercarse a los compromisos con el Fondo fue el verdadero anuncio del presidente Mauricio Macri y del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

El desastre que provocaron fue que lo informaron sin tener cerrado uno nuevo ni, al menos, definido en términos políticos con el Directorio del Fondo. La titular del FMI, Christine Lagarde, difundió un comunicado con lo único que podía decir: que apoya y que van a renegociar el acuerdo. No podía hacer otra cosa porque la caída de la economía macrista también es su caída. Pero la definición de los nuevos parámetros del nuevo acuerdo tardará entre dos y cuatro semanas. Es un tiempo que parece una eternidad en este naufragio de la economía macrista. Es un espacio de incertidumbre extraordinario, que es lo que se refleja hoy las cotizaciones de tipo de cambio, las acciones y los bonos.

Los reclamos de cambios en el elenco de ministros, específicamente la renuncia del jefe de gabinete, Marcos Peña, son irrelevantes en medio de la actual crisis. Quienes piensan que realizar un cambio de figuritas modificará la tendencia del mercado no entienden la dinámica propia de los mercados ni el origen de la crisis de la economía macrista.

La reacción del Banco Central de subir las tasas al 60 por ciento anual y del encaje bancario en 5 puntos es más preocupante aún que la búsqueda de secar de pesos el mercado para evitar presiones sobre la paridad cambiaria. Es más inquietante porque la propia entidad monetaria anunció que va a mantener este nivel astronómico de las tasas hasta diciembre, lo que implica que la caída de la economía va a ser todavía más pronunciada, con los consiguientes costos sociolaborales inmensos. Para evitar el colapso por el lado financiero, que parece inevitable, el Gobierno avanza en un colapso de la economía real.

 

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