Las universidades nicaragüenses viven horas de zozobra debido a la situación de violencia que afecta a su país y de la que ha sido víctima su propia juventud.
De manera especial, la muerte de estudiantes aflige a la comunidad universitaria de América Latina y el Caribe, hecho que evoca nuestra solidaridad y nos impele a demandar que rijan los principios de una cultura de paz.
Recientemente, la Universidad Centroamericana fue objeto de un ataque con mortero que tuvo como blanco la guardia de sus instalaciones. Esta agresión se suma a otras más que no podemos observar con indiferencia, pues atentan contra la esencia de la institución universitaria.
La escalada de violencia nos preocupa y consterna. El conocimiento y la historia nos enseñan que la violencia no puede ni debe ser superada con violencia. Es por ello que, a la vez que condenamos con toda energía las muertes provocadas, apoyamos las voces que claman por el diálogo, con señalamiento claro de responsabilidades, como la necesaria salida a las aspiraciones de una democracia plena basada en el Derecho y la justicia.
La historia reciente de Nicaragua da testimonio de la valentía de su juventud y la relevancia de las universidades como actores responsables, conscientes del futuro de su país.
La senda del diálogo nacional, como camino a la paz, pasa por el abandono de la violencia y la restauración de la normalidad democrática que implica la devolución de las instalaciones universitarias, el cese de la represión y la convocatoria a la interlocución política.
La Unión de Universidades de América Latina y el Caribe, entre ellas, por supuesto, la Universidad de Costa Rica, se solidariza con las y los universitarios nicaragüenses, aspira a una solución pacífica de las diferencias, promueve la defensa de la autonomía universitaria y el derecho al disentimiento en los marcos de la legalidad democrática. Llamamos al Gobierno y a todas las fuerzas a cesar la violencia en todas sus expresiones y a respetar el diálogo nacional por la paz y la democracia.
La oposición convocó a un nuevo paro general y se atrinchera en Masaya
Miembros de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia anunciaron que la marcha denominada “Juntos somos un volcán”, fue reprogramada y llaman a un paro nacional de 24 horas y una caravana para protestar en contra del Gobierno.
Hace 39 años, los sandinistas se replegaron de Managua a Masaya para tomar impulso y llegar al poder, una acción táctica que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, celebra cada año y que en esta ocasión sus opositores se aprestan a impedir: quieren apropiarse del símbolo.
Todo Monimbó, el barrio indígena de Masaya, recuerda ese repliegue de junio de 1979, cuando columnas con miles de miembros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) huyeron desde los barrios orientales acompañados por civiles que escapaban de la represión.
Allí, en pleno centro del barrio, se refugiaron y comenzó el contraataque que terminó finalmente con la dictadura de Anastasio Somoza.
Hoy el ambiente es radicalmente opuesto: Grupos opositores controlan algunos barrios y calles.”Dos palabras para Daniel Ortega, como Monimbó lo subió, así lo va a quitar”, grita a los micrófonos de Acan-Efe un hombre encapuchado que refuerza las trincheras.
Y es que hoy Monimbó, Masaya, se han convertido en un icono diferente, el de la revuelta que estalló el pasado 18 de abril contra Ortega y que han dejado un saldo de 310 asesinados .
“Aquí no va a haber repliegue, eso no existe aquí, que se le vaya quitando de la cabeza”, subraya el hombre encapuchado en uno de los primeros “tranques” (barricadas) que bloquean el paso en Monimbó, a unos 30 kilómetros de Managua.
Tres muertos en León
Según una denuncia, civiles armados y policías entraron disparando contra manifestantes en el barrio Sutiaba, en donde también hubo 22 heridos y 14 detenidos, incluido un niño de 12 años, denunciaron pobladores.
Danny Ezequiel López Morales, un vendedor de chicharrón que se dirigía en bicicleta a cobrar un dinero, fue una de las tres víctimas mortales que dejó el ataque de este jueves en el indígena barrio de Sutiaba, en León.
López, de 21 años, fue herido de bala en el sector del Rastro Municipal y trasladado con vida al centro de salud de Sutiaba en donde, según testigos, no habría recibido la atención debida, denunció la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
No protestaba
“Iba a bordo de su bicicleta cuando fue alcanzado por una bala, era vendedor de charrasca (chicharrón) de cerdo, además, iba a cobrar un dinero que le debían; pero lamentablemente cuando pasó por el lugar fue alcanzado por una bala”, relató su padre Nicolás Ramón López.
En la esquina conocida como El Alacrán, cuatro cuadras al sur de la capilla San Pedro, a las 9:00 a.m. fueron asesinados otros dos jóvenes: Junior Alexander Núñez Rojas, de 22 años, y Alex Enrique Machado Vásquez, de 24.
Tiro en la cabeza
Otro joven, Junior Alexander Núñez recibió un balazo en la cabeza. Testigos aseguraron que fueron antimotines los que dispararon contra el joven cuando intentaba resguardarse.
El muchacho cayó a orillas de las raíces salidas de un árbol de tigüilote, “luego fue arrastrado por uno de los oficiales entre los adoquines que fueron derribados”, narró un testigo.
“Se ensañaron contra Sutiaba, trajeron un fuerte despliegue policial. algo irracional, porque el pueblo está desarmado, al contrario de ellos que andan fuertemente armados”, expresó Sabino Ordóñez Mejía, quien calificó la represión como un acto de “cobardía”.
Aura Marina Rojas confirmó la muerte de su hijo, Junior Alexander Núñez Rojas
“Era un joven bien portado, trabajaba como ayudante de albañil y tenía amigos universitarios con los que se unió a la lucha azul y blanco desde abril, pero últimamente estaba casi retirado”, contó la señora.
Al mediodía de este jueves, Rojas gestionaba la entrega del cadáver de su hijo que fue trasladado a la morgue del Hospital Escuela Óscar Danilo Rosales (Heodra), y solicitó al Gobierno “que ya no haya más destrucción, que se acabe con toda esta situación de inestabilidad, porque los que más sufren son los pobres”.
Dolor en carne propia
Luisa Emilia Vásquez rogaba en los últimos dos meses por no experimentar el dolor por la muerte de un hijo. “A veces miraba la televisión y decía: —‘Señor, yo no me quiero incluir en esa lista de madres que lloran’—, y ahora estoy aquí, llorando la muerte de mi muchacho”, se lamentaba, este jueves.
Su hijo, Alex Enrique Machado Vásquez fue el otro joven que murió baleado en la esquina El Alacrán. Se encontraba desarmado y fue emboscado por los policías, dijeron testigos.
Alex Enrique perteneció a la Fuerza Naval del Ejército de Nicaragua, de donde salió hace siete meses, dijo su madre.
Últimamente, Alex Enrique se ganaba la vida como ayudante de albañil y apoyaba las protestas.“Como madre, le digo al presidente Daniel Ortega que pare todo esto”, explicaba Luisa Emilia Vásquez y repetía que las madres de Sutiaba ya no quieren más jóvenes muertos.
“Pido justicia por la muerte de mi hijo, porque sé que la justicia de Dios no va a tardar”, sentenció.
Grupos de derecha asesinan a un vecino en Jinotepe
En un nuevo ataque registrado este jueves en el barrio La Cruz de Guadalupe, en la ciudad de Jinotepe, falleció por impacto de arma de fuego el ciudadano Roberto Castillo Cruz.
Castillo Cruz era el padre de Christopher Castillo Rosales, el joven encontrado muerto la semana pasada en la entrada del barrio Ana Virgen Noble, tras un operativo de grupos armados de la derecha.
Este jueves, también fue denunciada la quema de la estación policial ubicada en la Villa Madre Proletaria, al sur de Jinotepe. Pobladores dijeron que el atentado fue ejecutado por hombres encapuchados.
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