(Comunicado de ALBA MOVIMIENTOS POR ELECCIONES EN MÉXICO) Entre luchas de poder y urgencia de cambio.

Este domingo 1 de julio México expresará en las urnas su decisión respecto al futuro político en ese país. Pero aunque esta debe ser una definición espontánea, libre y democrática;  no puede obviarse que estará marcada como una jornada a la que le antecede uno de los procesos electorales más violentos en su historia; además de una pérdida de confianza en los partidos que hasta ahora han liderado el escenario político; la siempre potencial amenaza de fraude; y a la existencia de una posible alternativa como es Junto Haremos Historia y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no excepta de contradicciones, y énfasis que influirán en el voto.

Es un panorama en donde analistas y expertos, si bien reconocen la ventaja manifiesta de AMLO (algunos la señalan en 15 puntos, y otros hasta de 30), no dan por sentado un triunfo; pues nada es seguro, ni estable en el México de hoy.

La violencia es un actor decisivo, y es flagelo que puede motivar una baja concurrencia a las urnas y con ello un abstencionismo  que derrote las premoniciones de las encuestas respecto a la tendencia de voto, pues una cosa es decir cuál es la intención, otra que ello se concrete en un voto.

Muy latente está la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, los asesinatos a periodistas, los siete de cada 12 feminicidios que se comenten en Latinoamérica, la represión popular de forma sistemática, el narco estado, la corrupción y la sangre que lleva aparejada, toda una combinación dantesca de persecución, violencia y muerte que en 11 años suma más de 300 mil asesinados, más de 37 mil desaparecidos (aunque se niegan a aceptar las cifras).

Pero el abstencionismo también puede alimentarse por la desmotivación y pérdida de confianza, por el resentimiento a los partidos que lejos de apostar por programas y soluciones a los males que aquejan al pueblo, se entregan al capital, las trasnacionales, a los propios Estados Unidos, y a los capos de la droga que marcan la pauta cotidiana en la nación azteca; en medio también de una crisis estructural del sistema capitalista, que lo vuelve mucho más agresivo y despótico, la crisis de las alternativas neodesarrollistas en la región, y la propia crisis de un proyecto político popular y de integración regional muy lastrado por sus propias internas y por la presión  y golpes de la derecha que, sin dudas, es la contrincante a derrotar en cada proceso que enfretamos en la actualidad.

Y este 1 de junio en México, también influirá las diversas visiones y matices que hay en la historia y presente de la persona y propuesta de AMLO; que, sin ser radical, ni poderlo calificar de “izquierda” (sin ánimo de problematizar este calificativo), y reconociendo su visión oligárquica y pro capitalista; no puede descalificarse y desconsiderarse como una opción válida y necesaria para el actual momento político nacional y continental.

Como expresara el luchador social mexicano Marcos Tello, el discurso y la popuesta de AMLO tiene el “reto de recuperar las fuerzas productivas de la nación, la energía, los mares, el espacio radio eléctrico y las empresas estratégicas. De poner en marcha nuevas leyes y mecanismos de ejercicio efectivos sobre derechos de mujeres y los sexo-diversos. Reconocer el carácter plurinacional del país y los derechos nacionales de las mayorías originarias que somos las y los indígenas más los indomestizos, que juntos abarcamos a más del 80 por ciento de la población nacional, lo cual pondría en condición de minoría a los machos y a las comunidades criollas y extranjeras (… lo cual es imposible sin la ruptura y el enfrentamiento con la oligarquía local y sus socios extranjeros, sin desengancharse de la cadena de dependencias neocoloniales, sin romper los tratados comerciales y político militares lesivos y sin la ruptura con Estados Unidos para retomar el camino de la integración y la unidad Indoamericana; lo cual no está en la agenda de AMLO (…) la coyuntura política es excepcional, porque se oferta la renovación del liberalismo como corriente histórica; recuperar lo que nunca fue: democrático y equitativo o cuando menos, inyectarle nuevas energías y esperanzas en un momento en que agoniza a nivel mundial”.

Pero tal vez, la mejor variable o fuerza objetiva a tener en cuenta, es la fortaleza y avance del movimiento popular en México, con evidencia en estos años, con luchas y victorias que pueden ser la voz, y el acto que marque una diferencia diciendo no a la política tradicional, no al fraude, no al miedo, y salir a votar por una alternativa y que desde ese voto, se marque una ruta no de apoyo tácito, sino de voto de cambio para seguir la lucha por la justicia social y el proyecto popular que aún está por ganar.

Apoyar a AMLO, implicará entrar en una nueva fase de la disputa política y popular, y como tal la valoramos y seguimos desde ALBA Movimientos. Según Tello: “Las elecciones son importantes porque el triunfo de López Obrador va a ensanchar el debate y la confrontación política entre amplios sectores del pueblo y la oligarquía; entre los discursos comunitarios y ciudadanos democráticos y el liberalismo”.

Desde ALBA Movimientos reconocemos la lucha popular y las exigencias sistemáticas del pueblo mexicano. Exigimos la realización de elecciones verdaderamente democráticas y transparentes; que los organismos internacionales siempre pendientes para sus intereses de los procesos electorales en nuestros pueblos, no permitan el fraude y el miedo como protagonistas de estas elecciones; y que el pueblo mexicano no se repliegue y salga a defender con su voto, observancia y control popular, la posible alternativa de cambio que puede abrir un triunfo de López Obrador, aunque desde ya les estaremos acompañando en la lucha que se abre en esta nueva etapa.

 

ALBA Movimientos

Junio 30 de 2018.

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