Colombia. Mi encuentro con los Farianos

Resumen Latinoamericano / 29 de junio de 2018 / Sair Antonio Ubarnes Aparicio, CI

Escribo desde el Asentamiento Rural San José del León, Urabá Antioqueño. cuando se firmaron los acuerdos con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC-, en La Habana, Cuba, me encontraba laborando en una comunidad indígena en la frontera con Venezuela, recuerdo que todos hicimos el esfuerzo para la gasolina que no es colombiana sino venezolana.

Ver tal magno evento todos estábamos felices y aplaudimos, también nos entristecimos cuando el NO ganó, todos se preguntaba qué pasaría de aquí adelante, nos reuníamos a ver los partidos de la Selección Colombia, hacía el esfuerzo y me constaba no estar actualizado del diario vivir de mi amado país, cuando me subía a un árbol para tomar la señal de celular, mi señoras madres me actualizaban de lo que sucedía, ellas sabían que yo no puedo vivir sin saber qué pasa, así las cosas viendo la televisión. En mi imaginario no tenía pensado que mi futuro laboral me encontraría contribuyendo a construir la paz de mi país desde lo educativo.

Para él mes de agosto, por cosas de la vida me dije: por fin voy hacer profeta en mi tierra, el lugar era Gallo, Tierralta, ya que soy cordobés. El recorrido fue conocer un lugar desconocido para mí, el Sur de Córdoba, El Nudo del Paramillo, ver el Embalse Urrá que solo ha traído penurias. Pero cuando subía a la chalupa (motor 45) para dirigirme al gallo, recordaba cuando me subía por más de ocho horas en un bongo con los indígenas e iba conociendo la majestuosa fauna y flora de Colombia, igualmente en resistencia ya que también buscan imponer en esa zona del sur de Colombia una hidroeléctrica y explotación petrolera en el Casanare específicamente en Caño Mochuelo.

Recuerdan esos maestros de hace años que más que solo enseñar un área de aprendizaje, también te enseñaban hacer el bien y ser un buen ciudadano. Así me pasó a mí. Leovigildo Mejía fue quien formó parte de sentido humano en el Colegio Nacional José Maria Cordoba –Conalco-, bueno yo también pensé en ser maestro no solo para enseñar por enseñar, sino también retomar esa mística antigua de los maestros, así fue como un nuevo reto en la vida en mi creencia sobre Dios.

Me llego la oportunidad de laborar en los espacios donde se encuentra la Comunidad Fariana.

Como todo creyente me dije: aquí estoy y Dios quiere como un ciudadano desconectado de esos prejuicios maquiavélicos, que llenan los medios de comunicación de odio, yo debía nuevamente llenar de amor y confianza, que ellos, víctimas y campesinos ex combatientes de la antigua FARC, compatriotas, son personas que el Estado nunca ayudó y no tuvo presencia, donde los estamentos militares no hicieron lo que respecta a su competitividad, sobrepasando la ley y dejando odio y rencor. La única protección de estas personas no era desplazarse para seguir aumentando la población pobre de Colombia, sino ingresar a una organización político militar que les abre los brazos, pero nunca dejaron de ser humanos,  ellos ayudaban a cultivar los campesinos sin cobrar, solo era la bondad del terrateniente entregarles parte de lo que ayudaban cultivar, ayudaban a los indígenas a no deforestar sino proteger la biodiversidad, los ancianos le regalaban remesas para que no murieran de hambre, en muchos casos eran ellos lo que servían el servicios de salud, nunca dejaron de ser humanos.

Cuando llegué ese agosto no me encontraba asustado, sino que yo podría responderle preguntas a mis vecinos que me conocen de toda la vida cómo eran ellos, cómo pensaban y la pregunta cotidiana era ¿Son diabólicos como los muestran en televisión? Mi respuesta fue NO, los alcance a ver con uniforme militar y en armas, pero te encuentras historias de vida de cualquier persona desplazada de la violencia, fueron víctimas de diferentes modalidades de violencias, en este caso estas personas tomaron el arma pensando revertir el establecimiento, pero me alejé de esos prejuiciosos que los medios nos venden y me encontré con unos seres humanos que solo quieren regresar a producir en el campo y entregar de su fruto el alimento de todos y todas los colombianos. Me encontré unas personas que desde el respeto de la diferencia, merecen ser escuchados, historias de vida, que muchos de los colombianos tenemos similitudes con ellos, la diferencia es el derecho de rebelión de todos los pueblos. En todos los tiempos de la humanidad este derecho existe.

Pero debemos reconstruir las palabras de Jesucristo y construir la paz, no desde lo material sino desde lo personal, ser consecuente en el diario vivir, ya que la mayoría de los colombianos de las ciudades son individualistas. Ahí sobrevive el más “astuto” pasando por encima de quien sea. Pero en el campo la gente es colaborativa, en el campo te ofrecen café y un pedazo de pan (si no hay lo mandan a comprar). La Comunidad Fariana escucha pero también exige ser escuchada. Yo los escuché y ellos a mí.

Saben lo sorprendente de observar a dos actores, un excombatiente de las FARC y un militar, riéndose diciendo: “no joda’, te acuerdas cuando estuvieron en tal zona y nosotros estábamos cerca”, pero con una naturalidad y que al final concluyen diciendo “yo prefiero esto a que mi familia me espere como un cadáver”. La gente de las ciudades cree que la guerra solo se transmite por televisión, así es compatriotas, si ellos perdonaron sin humillarse solo en el respeto de la diferencia y el diálogo, ¿por qué usted no lo puede hacer? A nosotros los partidos políticos no nos dan de comer es el trabajo día a día que hacemos todos para que nuestras familia podamos vivir feliz, ellos buscan vivir con sus familia una vida feliz, labrando la tierra, este sería el mejor laboratorio de reconciliación lo decía nuestro Jorge Eliecer Gaitán, la restauración moral. Porque lo que han tratado de vencernos es nuestra moral de no sentirnos colombianos. Debemos construir un sinónimo de Colombia que será la reconciliación.

Yo soy de los colombianos que como nos enseñó Jesucristo, perdonar a no redundar del pasado y construir en el presente para que las nuevas generaciones de colombianos tengan un país próspero y orgulloso como esos jugadores de la Selección Colombia que salen de las capas más pobre de Colombia nos  hacen sentir orgullosos de ellos. Vamos a sentirnos orgullosos porque los trabajadores de Colombia quieran hacer un país con vida digna para todos.

*Sair Antonio Ubarnes Aparicio es Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba, actualmente se desempeña como tutor lider del proyecto de cooperación internacional “Arando la Educación” en la formalización académica de los ex-combatientes de las FARC. Colaborador de Colombia Informa en la sección de Conflicto y Paz.

*Fotografía por Mil y un Artista Independiente

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