México. Los temores de Enrique Krauze y sus amores (Opinión)

Por Gerardo Fernández Casanova, Resumen Latinoamericano, 15 de junio de 2018.-

Enrique Krauze es –qué duda cabe- un distinguido intelectual mexicano, discípulo del tramo final de Octavio Paz, ese que a despecho de su propia historia se inclinó en el laberinto de la compañía con los intereses del modelo económico neoliberal y de la democracia limitada a los procesos electorales (sin apellido, le llamaría el discípulo). Asumiendo su vestimenta intelectual formula y difunde profusamente una advertencia sobre los gobiernos que llama “totalitarios”, después de aceptar que Andrés Manuel López Obrador será electo presidente el próximo 1 de julio.

La advertencia, que deriva en instigación, se refiere a la muy alta posibilidad de que MORENA gane también mayorías en diputados y senadores, lo que significaría –desde su óptica- otorgarle al presidente una condición rayana al totalitarismo, de ahí que recomiende el voto diferenciado para que el congreso sirva de contrapeso al poder presidencial.

Por definición el totalitarismo es un régimen político en que el poder es ejercido por una sola persona o partido de manera autoritaria, impidiendo la intervención de otros y controlando todos los aspectos de la vida del estado. También por definición AMLO es un demócrata, demostradamente opuesto a cualquier suerte de autoritarismo; que ha gobernado la Ciudad de México justamente con ese talante democrático; que ha luchado por la presidencia por la vía democrática electoral, no obstante las trampas y fraudes ejercidos por los gobiernos autoritarios (no obstante que han carecido de mayoría en las cámaras) que incluso tramposamente lo desaforaron con el ánimo antidemocrático de impedir su participación en la contienda electoral de 2006, esa sí tropelía totalitaria respecto de la que Krauze ignoró y calló.

Por su parte, los gobiernos de Fox y Calderón, sin mayoría en el congreso mantuvieron estancado al país, mientras que Peña con mayoría negociada mediante la corrupción legislativa y partidaria, logró sacar adelante sus lesivas reformas estructurales contrarias al interés de la sociedad, lo cual se demuestra por el mismo hartazgo social que hoy coloca a López Obrador a las puertas del Palacio Nacional.

López Obrador postula hasta el cansancio que llevará a cabo una cuarta transformación del país para rescatarlo de las manos de una minoría que se lo ha apropiado; si la gente vota por él está también votando por dicha transformación. Igualmente postula la instauración de un régimen de honestidad y austeridad y, de la misma forma, el electorado lo hace propio. También ha postulado que requiere contar con el respaldo de un congreso que lo acompañe en tales tareas y pide el voto unificado en cascada, sin tapujos o engaños, y también si la gente lo vota es porque así lo quiere y acepta.

Se equivoca Krauze, o busca engañar ramplonamente, al negarle al pueblo elector su capacidad para ejercer su decisión democrática, al intervenir tratando de influirla por el método del miedo. Entre la advertencia del afamado intelectual y la campaña sucia que en 2006 decía que AMLO era un émulo de Chávez y un peligro para México, la única diferencia estaría en la elegancia retórica, más no en la similitud de su nefasto contenido. Es el totalitarismo de los que se creen poseedores de la verdad única, que es el que hemos padecido en los últimos 30 años; la larga noche de la tiranía neoliberal impuesta de la que Krauze y varios de los llamados intelectuales orgánicos son panegiristas o, por lo menos, omisos a la crítica.

Lo que verdaderamente nos anuncia Krauze es del empeño que aplicarán los actuales dueños del poder y del pensamiento que le es útil, para estorbar hasta impedir que el proyecto que los mexicanos votaremos el 1 de julio pueda realizarse. Me confirma en el concepto de que sólo la organización popular de apoyo, crítico pero decisivo, podrá hacer que la transformación del país para ser felices pueda realizarse.

Con amor, paz y muchísima democracia la transformación tendrá que realizarse, pésele a quien le pese.

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