(Entrevista) Javier Correa Morales: El lugar que ocuparon los civiles durante la dictadura en Durazno, Uruguay

Por Santiago Amorin, Resumen Latinoamericano Uruguay, 6 de junio 2018.

(foto El Acontecer)

Entrevistamos a Javier Correa Morales, historiador uruguayo, autor del libro Lo hicimos ayer, hoy y lo seguiremos haciendo. Autoritarismo civil militar en dictadura. Durazno, 1973-1980.

La investigación analiza el lugar que ocuparon los civiles durante la dictadura, en el departamento de Durazno. Ganadora de los Premios Nacionales de Literatura en la categoría «Ensayos sobre historia, memorias, testimonios y biografías», fue presentado el pasado mes de Mayo, en los departamentos de Montevideo y Durazno.

 

-Hola Javier, primero que nada te agradezco por este espacio que concediste para hablar de la última investigación que realizaste. Contános, el subtítulo de tu investigación es “Autoritarismo civil militar en dictadura. Durazno, 1973-1980”, en la introducción, vos afirmás que no existen estudios sobre los civiles que ocuparon cargos durante la dictadura. ¿Por qué crees que no existieron hasta ahora, estudios de este tipo?

-Por varias cosas, una es por la atención a lo militar y la desatención a la política del régimen, se estudió a nivel más macro quienes la encabezaban, se habló de Bordaberry, de Demicheli, de Méndez pero no se estudió en específico, como sí se está haciendo en otros países, quienes componían, quienes eran esos cuadros civiles. Jaime Yaffé escribió un trabajo colectivo que se llama Historia de la dictadura cívico-militar, donde muestra que la mayoría del equipo económico de la dictadura estaba en manos de civiles. Pero no hay estudios sistemáticos, se sabía del componente civil de la dictadura, encarnado en el presidente sobre todo, pero no se había trabajado en cómo era ese componente civil más allá de lo discursivo, o esa idea que la tomo de otros colegas, de no llamarle “cívico militar” a la dictadura sino “civil militar”, porque cívico tiene una connotación de apego a las reglas, apego a la Constitución, y era un nombre propio de la dictadura para rescatar lo civil, pero también ese grado de cividad que decían tener y decían defender, entonces, creo, en base a trabajos anteriores al mío, que la manera correcta de llamar al régimen es “civil militar”. Y lo otro de por qué no ha habido estudios, es porque tampoco se había trabajado sobre las actitudes sociales, hay trabajos en torno a la resistencia, a la CNT y la huelga, pero que están abordados desde un punto de vista heroico, de mostrar lo que pasó, contar que hubo una resistencia organizada y prolongada en todo el país por la CNT, pero desde la Historia ese fenómeno, que tuvo su limitación en el tiempo por cuestiones obvias, porque estábamos en una dictadura y no iban a poder resistir, no fue acompañado de otros estudios que permitan estudiar otros fenómenos, así que sacarle que yo digo, en base a estudios alemanes y argentinos, que hay que sacar esas dos categorías que parecen muy rígidas, la de la resistencia y la adhesión inquebrantable, porque entre esas dos hay un montón de matices que puede tener una misma persona, una misma organización, porque no se resiste durante trece años de una mismo modo, ni se adhiere de la misma forma a las políticas de la dictadura.

-Mencionás en el libro, que en este intento de buscar legitimidad en lo civil, que tuvo el régimen, se substituyó a las Juntas Departamentales que habían sido democráticamente elegidas por juntas de vecinos, ¿cómo era el funcionamiento de esas juntas de vecinos? ¿a qué sectores políticos pertenecían y quienes integraban esas juntas?

-Una vez dado el golpe de Estado, a través de decretos se clausuran las cámaras parlamentarias de diputados y senadores, y al otro día, se cierran las juntas departamentales, por eso es que los intendentes aceptaron seguir gobernando sin las juntas departamentales, por fuera de la constitución. Una vez clausurados los diecinueve órganos legislativos departamentales y las dos cámaras nacionales, el régimen empieza a crear estrategia. Lo primero que anuncia, es que va a crear un Consejo de la Nación, integrado por treinta miembros, para sustituir al parlamento, y a los días anuncia que en lugar de las juntas departamentales, se crean las juntas de vecinos, que estuvieron integradas en Montevideo por 9 miembros, y por 7 miembros las juntas de los dieciocho departamentos del interior. Las juntas son las primeras que empiezan a funcionar, en agosto del 1973, y el Consejo de Estado, recién comienza en diciembre de ese año, me atrevo a decir en alguna parte del libro, que esas juntas pudieron servir de ensayo para el Consejo de Estado.

En cuanto a quienes representaba, es muy paradójico lo que dicen los decretos, porque se refieren a la constitución que estaban desconociendo: había que ser oriental, honorable y haber nacido en el departamento; eso es raro porque a los intendentes que el régimen nombró no les exigían esa característica. Y lo otro, que es complejo, es que no podían integrar la junta aquellos que habían sido ediles, todos esos quedan por fuera. En la junta de Durazno se nombra a un viejo caudillo herrerista, que va a estar por dos años como presidente de la junta, y también a personas vinculadas al comercio, a los negocios rurales, a la Asociación Rural y a sectores pachequistas, en un principio, es bastante acotador el marco de quienes integran la junta.

-¿A qué tipo de fuentes pudiste acceder en Durazno y qué tan difícil fue su acceso?

Accedí a las Actas de las Juntas de vecinos que están en condiciones impecables de resguardo y de acceso, en ningún momento tuve problemas para acceder a ellas, les explique que estaba haciendo una maestría y que necesitaba revisarlas, son actas públicas, entonces no hubo mayor problema. También accedí a prensa local que estaba alojada en el Museo Rivera de Durazno, sobre todo el periódico La Publicidad, que salió desde principio del siglo XX hasta 1982, y también el diario La idea nueva, que era de Flores y que empezó a salir en el 1975 para la ciudad de Durazno, y también otro medio de prensa que salió durante un año nada más y que se llamó Durazno hoy. Hay que decir que en la prensa salían publicados muchos informes y anuncios de la Intendencia. Todo eso por un lado y como corpus escrito. En un primer momento intenté acceder a fuentes policiales, no solo de inteligencia sino también a otras, pero fue difícil su acceso, el Jefe de policía me recibió y me dijo que no había nada.

-¿Qué pasa con los archivos militares?

-Mientras estaba haciendo la tesis me dije, “si no me dejaron entrar a los de la policía a los de los militares menos”, así que me tenía que arreglar con lo que tenía, entonces con ese corpus de fuentes escritas, que era bastante, y con los libros que publicaban los propios militares, que me sirvieron muchísimo para todo el plan de obras, que fue otra de las estrategias para conseguir legitimidad, porque ahí sí publicitaban todo lo que hacían. Y el otro conjunto enorme fueron los testimonios, las entrevistas en profundidad, primero a personas que habían estado presas y que habían salido, a maestros, a familiares de desaparecidos, a funcionarios de la Intendencia, a jóvenes de la época. Pero en lo que se refiere al corpus escrito de lo que eran las fuerzas conjuntas (el Ministerio del Interior más las Fuerzas Armadas) para la tesis de maestría no las trabajé. Espero, ahora que hago un doctorado y que ha pasado el tiempo, poder acceder o al menos que quede claro que no hay información.

-Uno de los lugares donde analizás la participación de civiles en la dictadura en Durazno son los medios de prensa ¿Cuál es el papel de esos medios para colaborar y desarrollar las tareas del régimen?

-Tanto en Durazno como a nivel nacional con diarios como La Mañana o El País, el periódico o la publicidad no sólo apoyó al régimen sino que canalizaron algunas críticas, como también pasó con la Junta de vecinos, porque había un marco donde era posible criticar al régimen, habían personas o grupos que tenían derecho a hacer críticas a algunas políticas del gobierno, como los planes de obras. Así por ejemplo, se ve en La Publicidad, algunas críticas a las políticas del gobierno, sobre todo las que tenían que ver con las inversiones o el apoyo a ciertos sectores. Incluso en el primer capítulo, trato de mostrar a través de cartas de lectores, como la prensa funcionaba como un interlocutor de lo social, entre las demandas de la sociedad y el régimen, algo que ya sucedía incluso antes de la dictadura. Se ve el “anticomunismo” como un adjetivo que no atacaba solo a los militantes del partido comunista sino a todos aquellos que se salían de la norma política o cultural, por como se vestían o por como usaban el pelo o como no usaban el pelo. La prensa entonces funcionaba de apoyo pero también como plataforma de demanda de orden autoritario hacia el régimen, y el régimen en varias ocasiones, lo que hace es tomar esos reclamos y transformarlos en leyes.

-Existen otros abordajes acerca de la dictadura en el interior del Uruguay aunque no con el mismo objeto de estudio que maneja tu libro, a pesar de eso, ¿considerás que las prácticas son similares en el resto del interior?

-Creo que las practicas fueron similares en todo el país, lo que traté de hacer en la investigación fue estudiar un problema histórico, como es el autoritarismo civil y el apoyo a las medidas autoritarias, enfocándome en un lugar determinado con unos marcos bien claros, que en este caso fue la ciudad de Durazno, podía haber elegido perfectamente la ciudad de Montevideo o un barrio y estudiar la autoridad departamental. Lo hice en Durazno porque soy de ahí y eso me permitía tener acceso a lugares que de no haber sido por mis conocimientos previos, hubieran sido más difíciles. No es un trabajo sobre Durazno o sobre el interior, sino sobre problemas de orden nacional y regional enfocado en un lugar determinado, al hacerlo me tengo que preguntar cómo se ha representado al interior, que se ha hecho en otros lugares o para comparar. Creo que a nivel de prensa, de intendencia, de junta de vecinos y obras, fue un plan nacional y te diría hasta regional, porque todos los regímenes buscaron estar acompañados de civiles y de alguna manera lo lograron por determinados momentos. Hasta el 80 digamos que hay un logro fuerte, en cuanto al acompañamiento, las medidas en sí. Si bien la dictadura trabajaba con el discurso de hacer lo que no hacía la capital, las medidas fueron muy similares. En un lugar pequeño, donde cierto conservadurismo solía estar más arraigado y pesaba más, la dictadura se debe haber vivido de manera distinta a otros lugares más grandes y más poblados. La dictadura fue un fenómeno nacional y fue un fenómeno masivo donde se persiguió a tantos miles de personas que sus efectos en lo cotidiano y en lo represivo, se sintieron en todos lados, no hay persona de Montevideo que te diga: yo viví tranquilo en la dictadura.

-La dictadura fue un régimen necesario para imponer un modelo económico y a pesar de que no es el tema de la investigación ¿qué tan efectivo fue y qué consecuencias tuvo la implementación de ese modelo en Durazno y en todo el país?

-Fue un modelo que tuvo un impacto represivo fuerte y resultados económicos pésimos, tanto en Durazno como en el Uruguay. Por ejemplo, en la Junta de vecinos, que existía un alto grado de adhesión al régimen, aparecen críticas al gobierno, se dice que la situación económica no da para más, las deudas de las intendencias no dan para más, esto marca un sentir social cualitativo que puede indicar lo mal que se estaba. Esto que te digo es del 83, diez años después de “solucionado” el problema con el comunismo, los sindicatos, los estudiantes revoltosos. Fue un modelo económico que cortó libertades, sobre todo las sindicales, las estudiantiles, que amplió el mercado de trabajo, porque hubo repuntes económicos en el consumo y en otros indicadores, pero porque se toma en cuenta a las mujeres que entraron al mercado de trabajo, entonces las familias ganaban más pero porque eran dos trabajando, circulaba más plata porque había más gente laburando. A nivel de la Intendencia, en el 85 se entregan las llaves al intendente democrático, totalmente endeudada, y eso a pesar de que a todas las intendencias en el año 76 se les perdona las deudas con el BPS, que eran millonarias. Recortaron la planilla de funcionarios de manera drástica, aun así, con todos esos motivos, que un neoliberal estaría encantado, sin sindicatos, sin horas extras, el déficit público que tenían las intendencias era terrible, y a nivel nacional ni que hablar, con un endeudamiento externo feroz y una crisis en torno al nivel de vida muy grande. Eso se debió no a algo fortuito, ahí lo que se rompió y estalló en mil pedazos, fue la política económica de este régimen. Eso te habla del poder ya más militar que civil, porque los civiles a medida que avanza el régimen empiezan a cambiar de postura, y empiezan a alimentar un arco opositor que estaba integrado tanto por opositores desde un primer momento, como opositores recién llegados que se van sumando después del 80. Después del 80, ya no quedan casi grupos empresariales que mantengan su adhesión al régimen, por eso digo que las cosas hay que mirarlas con amplitud. El blanco y negro nunca funciona en la sociedad, es una agrupación que puede ser útil para hacer un esquema, pero nada más, no para entender por qué una dictadura fue civil militar y duró tanto tiempo.

– Bueno muchas gracias Javier

-A vos Santiago.

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