La balcanización: el plan del nuevo orden mundial para Venezuela

Resumen Latinoamericano, 2 de junio 2018.

Por: José Negrón Valera

Mientras espero por mi entrevistado, le pregunto al muchacho que me trae el café —un joven que no llega a los treinta— si ha escuchado hablar alguna vez de Thomas Barnett. Sonríe y me contesta de manera negativa.

Se siente incómodo y hasta cree que trato de hacerle alguna broma. Antes de alejarse, vuelvo a preguntarle, esta vez por el último cantante de moda. No solo responde con receptividad sino que me brinda detalles exclusivos y profundos sobre “lo que no me puedo perder”. Ahora soy yo quien sonríe mientras le agradezco su buena disposición para demostrarme, de nuevo, la manera en que funciona el mundo.

“Tiene la mayor de las lógicas”, apunta Igor Collazos al llegar. “El sistema está hecho para que el 99% de las personas ignoren información que es vital para sus vidas”, reafirma.

Collazos es consultor y experto en inteligencia estratégica y Big Data, creador de la web Tío Conejo, una ‘startup’ venezolana que se apoya en el concepto de web semántica para brindar distintos servicios sobre análisis predictivos.

No parece estar muy informado sobre las últimas tendencias de la industria musical, pero sí sobre geopolítica. “Para entender lo que ocurre en Venezuela hay que prestar atención a ideólogos como Barnett así como a ‘think tanks’ como el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”.

Las menciones que hace Collazos ya han sido señaladas por el investigador francés Thierry Meyssan como la declaración de principios que usa la élite mundial y el aparato militar occidental para reconfigurar el mundo.

“Cuando Meyssan dice que a Estados Unidos no le interesa el petróleo de Venezuela está en lo correcto. El petróleo barato, directo, es solo un medio para lograr su verdadero fin”, el cual consistiría en la división del mundo en dos grandes bloques.

Una zona de orden compuesta por “naciones integradas”, llamada el Núcleo y otro territorio anarquizado o la Brecha, lleno de “naciones no integradas” donde los conflictos y el caos serán el día a día. Sin embargo, para llegar a este punto es necesario un requisito previo: la destrucción de los Estados nación.

A juicio de Collazos, la estrategia de Occidente contra los países considerados objetivos militares es la balcanización, esto es, la “fragmentación sistemática de un Estado nación en estados más pequeños mutuamente hostiles”. El concepto se origina en las guerras en la península balcánica y en especial con la destrucción de Yugoslavia en los años 90 por la OTAN.

La idea central es “atizar las diferencias donde existan y crearlas donde no las haya”. La campaña de guerra psicológica en el caso venezolano ha estado dirigida a crear identidades políticas no solo contrapuestas, sino que además se busca que las mismas adquieran un carácter insalvable incluso desde el punto de vista político.

Existen muchas maneras en que este objetivo de destrucción del Estado nación puede ser logrado. Collazos identifica ocho de ellas, las cuales, desde su punto de vista son todas hipótesis probables “y en constante movimiento”, en el caso venezolano:

Enclave: ocupación y consolidación de puntos estratégicos, relativamente pequeños pero muy bien posicionados para el control, sobre todo de redes de comunicación y transporte.Intervención: actuación armada contra Estados nación.Secesión: separación de porciones del territorio de un Estado nación.Regionalismo: forjar identidades artificiales que enfatizan la diferencia sobre la unidad con miras a posicionar la idea de secesión por motivos pretendidamente culturales.Metástasis: crecimiento descontrolado de enclaves al interior de un Estado nación.Anexión: apoderamiento de una fracción del territorio de un Estado nación por parte de una potencia extranjera.Especialización: fomento del desarrollo excesivo de una actividad económica particular de una región con el propósito de debilitar su capacidad de negociación, lo cual queda plenamente descrito por la teoría de la dependencia y de los sistemas mundo.Conflictos: fomento de guerras entre pueblos hermanos para terminar de consolidar su separación.

Las guarimbas en Venezuela, un modelo casi perfecto.

Collazos hace uso de mapas para explicarnos lo que ocurrió durante las protestas violentas de 2014 y 2017 y de lo que puede esperar Venezuela en el caso de un conflicto militar “es todo parte de un mismo plan”, argumenta mientras apura su café.

Según Collazos, el mapa muestra los principales lugares donde se concentraron las guarimbas desarrolladas en 2017. Enclaves territoriales que podrían resultar determinantes en el proceso de balcanización de Venezuela.

“Hay que prestar especial atención al triángulo conformado por Barquisimeto, Acarigua y Valencia. Las poblaciones de Cabudare y San Diego se ubican justo en los puntos de control de las principales vías de transporte del occidente del país”, apunta.

Lo que el análisis hace explícito en el mapa es que, en el caso de una eventual intervención armada, bastaría con el control del eje Acarigua-Barquisimeto, para lograr la separación efectiva de todo el occidente del país.

Una hipótesis de una probable agresión militar es que puede prescindir de la invasión de ejércitos regulares o irregulares por el occidente del país (frontera con Colombia) si se logran controlar de manera inmediata las ciudades señaladas anteriormente.

Collazos centra su atención en un mapa específico y lo surca de anotaciones y líneas. Pregunta —no sé si de forma retórica: “¿Te parece casual que la élite petrolera del país antes de Chávez, que obedecían al pie de la letra a Washington, haya decidido construir uno de los complejos refinadores más grandes del mundo en una de las zonas más vulnerables y propicias para balcanizar?”.

Añade que para balcanizar no es necesario recurrir a operaciones militares. Una de las tácticas clave, y que aún recuerdan con dolor en la extinta Yugoslavia, tiene que ver con la exacerbación de los regionalismos. Para Collazos, este avance de proyectos como Rumbo Propio, un movimiento de corte secesionista en el estado de Zulia, uno de los más grandes del país, apunta en esa dirección.

Si unimos a estas identidades locales el ataque a los servicios públicos y la penetración de las fronteras por parte de grupos paramilitares tenemos la composición perfecta para generar un malestar que busque implosionar la relación con el Gobierno central y pedir la autonomía política y administrativa.

Las ciudades como laboratorios de balcanización

Cuando hacemos un recuento, junto a Collazos, del mapa de las protestas violentas de 2014 y 2017, los epicentros de la violencia son siempre los mismos: las zonas más adineradas, controladas por la oposición.

Collazos considera que las guarimbas visibilizaron un proceso de fragmentación que avanzaba subterráneo: el de la ‘ciudad racimo’.

La característica de esta clase de configuración es “el creciente aislamiento del espacio en urbanizaciones cerradas en sí mismas”, cuya seguridad ha sido cedida a empresas privadas.

“Es parte de un proceso global planetario de disolución del Estado nación y de corporativización del ejercicio de la violencia”, apunta Collazos.

El fin último es brindarle base material a una concepción de Gobierno corporativo a escala planetaria: el llamado World.Inc.

Un dato emerge dentro de la entrevista. Le hago saber que el fundador de la nefasta contratista de seguridad, Blackwater, Erick Prince, al parecer tiene ahora acceso directo a la Casa Blanca de la mano de los nuevos halcones de la guerra, John Bolton y Mike Pompeo.

Sin los obstáculos que suponían generales como McMaster, enemigo de desmantelar el Ejército para entregarle las tareas a las contratistas militares, ahora el enfoque de la guerra será el que satisfaga a empresas como BlackWater, es decir: “la eternización del conflicto” y la “caotización interna de las naciones”.

Collazos piensa sus próximas palabras y logra conectar los puntos. Desde su óptica todo es muy coherente. Las casetas de vigilancia, el cierre de calles, ceder la seguridad a empresas privadas, así se transforma la mentalidad de los ciudadanos. Ahora la vida está llena de controles: “Se configura un escenario en el cual la gente paga a sus propios carceleros, ya que, sospechamos, que esas empresas son subsidiarias de agencias internacionales con base en lugares como el Reino Unido, EEUU e Israel”.

¿Están modelando a la población? ¿Adecuándola para que acepte el control sobre su cotidianidad, sobre sus formas de vida?, pregunto en ráfaga.

Collazos nos recuerda la manera en que líderes violentos de las guarimbas secuestraron por semanas a miles de ciudadanos en sus urbanizaciones, ejerciendo total control sobre sus vidas. “Puede que haya sido un ensayo”, para lo que vendrá.

¿Y qué es lo que viene?, vuelvo a preguntar.

Sin embargo, la respuesta tropieza con la puesta del sol y ambos acordamos que es necesaria una segunda reunión.

El muchacho del café trae la cuenta y me pide que le recuerde el nombre que mencioné más temprano. Tomo un trozo de servilleta y se lo escribo: “Gugléalo”, le pido. Promete hacerlo y tenerme algunas opiniones para cuando vuelva por el lugar.

La entrevista termina, por ahora, mientras mi teléfono explota de mensajes sobre información de última hora en torno a la llegada de armamento norteamericano a una base aérea de Panamá. “Todo está en movimiento”, me digo, mientras la noche se hace con el control absoluto del cielo de Caracas.

Sputnik

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