Chile / Concepción. El singular paro de trabajadores pesqueros y su servilismo con el empresariado

Resumen Latinoamericano / 6 de mayo de 2018 / Resumen.cl

Este viernes se generó una singular manifestación protagonizada por dirigentes sindicales del rubro pesquero industrial y obreros que les secundaban, quienes marcharon por calle O’higgins hasta arribar a la Intendencia regional, donde, en vez de recibirlos vehículos blindados y un montón de efectivos policiales, como es habitual para cualquier otro sector social movilizado, los esperaba el Intendente Jorge Ulloa, quien los saludó afectuosamente.

Esta marcha y recibimiento se dio en el contexto de una paralización de cualidades también excepcionales. El paro al que adhieren, según las declaraciones de los representantes sindicales, unas 2.500 personas, comenzó el miércoles 2 de mayo y, hasta ahora, no se han registrado acciones antisindicales, como es común. No hay denuncias de contratación de rompehuelgas, de maniobras divisorias, de amenazas de despido o de descuento salarial por los días no trabajados. Todo parece estar en una extraña armonía.

Podríamos inferir ingenuamente una suerte de “nuevo trato” hacia las organizaciones sindicales. Pero no se trata de ello, sino, más bien, de un contubernio entre dirigencias sindicales, el empresariado pesquero y facciones de la clase política. Veamos cómo se ha urdido esto.

En el contexto de la escasez pesquera -agravada durante estas dos últimas décadas-, la pesca de jibia se ha vuelto un soporte económico para los pescadores artesanales. Gran parte de las pesquerías ha colapsado producto de la sobreexplotación y es probable que la actual abundancia de jibia sea producto de ello, en tanto la población de jurel se alimenta de jibia y otros moluscos en estado larvario, por cuanto se puede interpretar que el declive de la población de estos peces habría permitido el aumento poblacional de la jibia.

Actualmente, los pescadores han emprendido una lucha por defender la pesca selectiva de este calamar, para lo cual han demandado el exclusivo uso de línea de mano para su captura, la cual consiste en un tubo relleno de plomo, llamado pota o potera, del cual se desprenden anzuelos que, hundidos en el mar, provocan un reflejo atrayente para las jibias, las cuales se agarran a éstos pudiendo ser capturadas, a través del izamiento manual de la pota desde la embarcación. Según los pescadores, luego de una noche de inmersión de estos aparejos, se puede capturar un máximo de 2 toneladas de jibia. No obstante, la pesca industrial que ocupa redes de arrastre de media agua, puede extraer 80 toneladas en un solo lance, además de capturar otras especies que no son objetivos de esa faena, los cuales son descartados, es decir, botados al mar.

Como una medida orientada a resguardar la fauna acompañante de jibia, el año 2014 se presentó un proyecto de modificación de la ley 18.892 de Pesca y Acuicultura y, desde esa fecha, se discute en la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados. Como resultado de ello, el pasado 27 de abril, la Comisión aprobó el proyecto en general, el cual expresa que: “La especie Dosidicus gigas o Jibia, sólo podrá ser extraída utilizando potera y/o línea de mano como arte y/o aparejo de pesca, quedando prohibido cualquier otro tipo de arte y/o aparejo de pesca. Los armadores que infrinjan el presente artículo serán sancionados con multa de 500 unidades tributarias mensuales y el comiso de las especies hidrobiológicas y/o de los productos derivados de éstas.”

Según el sitio web de la Cámara de Diputados, el proceso de discusión en particular se debió iniciar el pasado 2 de mayo, precisamente la fecha de inicio del paro de trabajadores de la industria pesquera.

Es perentorio explicitar que el proyecto de modificación de la ley no busca impedir a la industria la captura de este molusco, de hecho, seguirá contando con el 20% del total de captura permitida, como fue establecido el 2012, sino que sólo prohíbe el uso de un arte de pesca diferente a la línea de mano.

Con estos antecedentes, podemos preguntarnos por qué los representantes de quienes laboran en las diferentes áreas la industria pesquera se han opuesto a una regulación que, aunque tardía e insuficientemente (por su carácter particular con esta pesquería), pretende contribuir a realizar la captura de jibia con un criterio de sustentabilidad.

Los voceros de esta paralización han aseverado que la prohibición de la pesca de arrastre en esta pesquería y, por supuesto en otras, representa el fin de su fuente laboral. Pero estas declaraciones parecen inverosímiles si se tiene en consideración que la sobreexplotación pesquera sobre diversas especies ha sido perpetrada por la industria sirviéndose de métodos de pesca no selectivos, tales como el arrastre o el cerco. Las afirmaciones de estos dirigentes sindicales no consideran un hecho tan básico como que la fuente de su empleo no es la empresa que busca mantener sus métodos de captura, pues les son financieramente convenientes, sino que es el ambiente marino y, es éste el que está amenazado por distintos factores, entre otros, por la explotación pesquera.

Esta industria y sus empresarios saben que el establecimiento de mecanismos de pesca selectivos, como los únicos permitidos, provocaría una alteración en sus costos de producción y no están dispuestos a afrontarlo. Esta medida podría hacer que la actividad acabe no siendo lo rentable que esperan y por ello se oponen, pero no lo hacen explícitamente, sino que utilizan a dirigentes sindicales de controvertida reputación para difundir sus propósitos. Algunos de éstos también cabildearon en favor de la aprobación de la Ley de Pesca, la cual, como es sabido, se aprobó con buena parte de sus congresistas votantes financiados por empresas pesqueras. Estos dirigentes sindicales no se escandalizaron por la corrupción inherente a la aprobación de esta ley, sino que lo hacen ahora, ante una medida orientada a fijar grados de sustentabilidad para la extracción exclusivamente de jibia.

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