Análisis. El pretexto de las armas químicas

Por Jesús Valencia, Resumen Latinoamericano, 21 abril 2018

De un tiempo a esta parte, las potencias occidentales y su largo cortejo de jaleadores  estaban intratables;  cada vez que se referían a Siria mostraban enfado y contrariedad.  Pero fue el siete de abril cuando se divulgaron imágenes truculentas de un nuevo ataque con armas  químicas contra la población de Duma. Como de costumbre, los difusores de las imágenes señalaban  al gobierno sirio como reincidente en el uso de estas armas. Las potencias occidentales y sus jaleadores clamaron a coro contra aquella crueldad intolerable que merecía un escarmiento ejemplar. Una vez más, el  pretexto que necesitaban Estados Unidos, Inglaterra y Francia para legitimar un  ataque a Siria.

Buena parte de la ciudadanía mundial tuvo un acceso de risa floja al escuchar aquellas alharacas y lamentos. ¿A quién pueden conmoverle los gemidos de un torero ante el bicho que acaba de apuntillar?  Haciéndose eco de esta incredulidad generalizada, el senador italiano Matteo Salvini se permitió un comentario cargado de humor negro: “Todavía están buscando las armas químicas que almacenaba Saddam”.  ¿Hay alguien que tome en serio la sensibilidad humanitaria de los tres justicieros? Sus felonías coloniales a lo largo del mundo darían tema sobrado para varias enciclopedias. Pero, sin remontarnos tan lejos, basta observar las incontables canalladas que van cometiendo en Oriente Medio: casi todos los países de la zona han sido descuartizados por la trituradora neocolonial.

¿Y si hacemos un somero recuento de su criminal agresión en Siria?  Se metieron en casa ajena y, adjudicándose  atribuciones que nos les correspondían, intentaron remodelarla a su gusto y medida. Quien observe las fotografías que llegan de dicho país, difícilmente encontrará una casa habitable; las que antes fueran viviendas familiares, han quedado reducidas a ruinas. Cinco millones de sus antiguos residentes han buscado en el propio país otra madriguera algo más segura; otros cuatro millones, se juegan la vida -o la han perdido-  soñando con algún lugar de refugio. 400.000 tuvieron peor suerte;  yacen sin más sepultura que las incontables escombreras. Quienes fueron a Siria para expoliarla son los responsables directos de esa guerra importada ¿Alguien cree en sus gemidos ante la supuesta muerte de cincuenta personas, víctimas de un supuesto ataque químico?

Las potencias occidentales están muy cabreadas y no les falta razón, aunque el verdadero motivo de su enfado es otro: han perdido Ghuta Oriental, reducto en el que tenían puestas sus últimas esperanzas. Veían el repliegue de sus muchachos  y aquello les agitaba el pulso. Aceptaban de  mala gana la apertura de corredores humanitarios por los que iba saliendo la mayor parte de la población civil. Nunca condenaron la actuación de  francotiradores que dejaban un reguero de muerte entre los fugitivos que buscaban un respiro a su tragedia. Se les antojaban intolerables los acuerdos pactados entre el ejército nacional y los insurgentes. Las caravanas de autobuses sacando de las zonas de combate a los alzados les suscitaban muchas y amargas preguntas. ¿Dónde habían quedado las jugosas soldadas con las que los retribuyeron? ¿Dónde estaban las armas pesadas que les regalaron? ¿De qué había servido el nutrido  despliegue de asesores? ¿Dónde quedan sus esperanzas de convertir Siria en otro Estado fallido?  Y, lo que es mucho más grave, ¿cómo llevar adelante la reconfiguración de la zona de acuerdo a los intereses geoestratégicos y económicos de Occidente?

Los servicios secretos habían adelantado otro posible ataque con armas químicas; había numerosos datos que lo apuntaban. Las potencias occidentales y sus corifeos estaban repitiendo ante la reconquista de Ghuta las mismas conductas boicoteadoras que habían mantenido ante la pérdida de Alepo y de Homs. Trump había lamentado públicamente la blandenguería de Obama: “Si hubiera tenido lo que hay que tener, hoy Al Assad ya sería un fantasma desaparecido”. Macron había insinuado como posible la eventualidad de un ataque químico.  El Gran Jefe de Arabia Saudí acaba de visitar París, Londres y Madrid y en cada una de las citadas capitales ha suscrito acuerdos multimillonarios. Se da la circunstancia de que los salafistas  expulsados de Ghuta, eran mercenarios saudíes y convenía castigar a quienes los ahuyentaron. Como bien se sabe, el favor, con favor se paga.

La Organización para la Prohibición de Armas Químicas ya había llegado a Damasco pero no tuvo tiempo de redactar un informe de lo ocurrido; Francia admitió que no tenía más información que los vídeos colgados en Youtube; el Consejo de Seguridad desaprobó el ataque ¿Qué más da?  El imperialismo nunca ha necesitado cobertura legal, ética o social para ser lo que es; ya intentarán a posteriori legitimar su barbarie.

*Internacionalista Vasco

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