Perú: ¡Mamita los comunistas!

Por Eduardo González Viaña, Resumen Latinoamericano, 12 marzo 2018

¡Mamita, los chilenos! y ¡mamita, los ecuatorianos! han sido expresiones que usaban nuestros gobiernos cada vez que sentían la experiencia del fracaso cuando los indicadores económicos o las encuestas de popularidad les resultaban retrecheras.

Eran gritos que le servían para desviar la atención, inflar los presupuestos de defensa, burlar el control sobre sus gastos, imponer leyes de excepción y establecer un orden marcial en la República en el cual los periódicos o los ciudadanos disidentes podía ser calificados de traidores o enemigos de la patria.

Ahora la voz de orden es ¡Mamita, los comunistas y hasta mamita, los terrucos!!… La lastimera postura de un presidente que no sabe enfrentar como hombre sus propios problemas lo ha llevado a usar tácticas de diversión que ya están desprestigiadas y que son tan anacrónicas que huelen a alcanfor.

Los terrucos, dice PPK, o también los comunistas, por cualquier ciudadano, hoy el 70 por ciento, que no lo supone apto para ejercer la primera magistratura del país.

¡Esa terruca, media roja, que nunca ha hecho nada en su perra vida! llamó en su momento Kuscinsky a la candidata de izquierda Verónika Mendoza con un lenguaje grosero propio de la “cultura” del típico patán que producen las escuelas primarias gringas.

De los maestros en huelga, dijo del año pasado que asumía “posturas terroristas”. Ahora dice que los comunistas lo quieren vacar. Alguna prensa chicha ha llegado a decir que el Partido Comunista “Patria Roja” está planeando secuestrar a los diplomáticos norteamericanos. No ha habido un desmentido del gobierno estableciera distancia con los autores de estos delirios.

Más bien, el ministro de educación acompañado de “técnicos” fujimoristas ha iniciado una investigación sobre nuestro currículo escolar que tendría por objeto rescatar la imagen genocida de Fujimori.

Ni el propio Papa Francisco se ha salvado de ser llamado procomunista por Aldo Mariátegui, ideólogo del presidente Kuscinsky.

Según nuestra escritora Gabriela Wiener, no es solamente el presidente, sino todo un gobierno, “una cloaca política y mediática en la que vivimos: Estado policial, cultura del negacionismo, criminalización de defensores de derechos humanos, prensa chicha resucitada y farsas de inspiración montesinista.”

En cuanto al terrorismo, este fenómeno ya no existe. Sendero Luminoso fue derrotado y, por su parte, el movimiento revolucionario Tupac Amaru hizo renuncia explícita a la lucha armada a finales de los 90 y llamó a sus bases a la lucha política electoral. Sin embargo, los abogados de Abimael Guzmán están acusados de terrorismo y, por su parte, los deudos no pueden enterrar en paz a sus muertos, y sus míseros catafalcos, llamados pomposamente “mausoleos”, están a punto de ser dinamitados.

Desde ningún punto de vista es aceptable que los civiles ejerzan la violencia o inicien una guerra en un país donde los organismos democráticos están abiertos para la libre discusión de ideas. No obstante ello, tampoco es comprensible que el Estado emprenda una represión por encima de los límites que la Constitución le impone. Y encima de todo que, 20 años después intente la muerte civil de quienes ya sufrieron prisión por su participación en la lucha armada con métodos tan perversos como negarles el trabajo en sus profesiones.

¿Por qué no permitirles trabajar como cualquier otro peruano y, más aún, alentarlos a que expresen sus ideas en el plano democrático? De repente, lo hacen bien. Eso ha ocurrido con Nelson Mandela, en Sudáfrica, o con el Presidente Mujica en Uruguay.

En sus últimos días como presidente, Kucsinsky están mostrando lo peor de su personalidad. Es ignorante, prepotente y proclive a la deslealtad. Ha traicionado, uno tras otro, a los diferentes grupos políticos representados en el Congreso. Incluso a la propia lideresa Fujimori a quien intenta arrastrar un cisma familiar.

Caerá. La democracia del país debe continuar e irse limpiando de este infame sabor macartista oloroso a alcanfor que PPK nos ha legado. Fue el último estertor de un mandatario indecente.

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