21D en Catalunya: ¿Qué ha pasado? Fracasa la operación 155: la crisis no se cierra

Resumen Latinoamericano / 29 de diciembre de 2017 / Lucha Internacionalista

1.- Mayoría absoluta del independentismo, que no para de crecer

Las elecciones impuestas por Rajoy querían legitimar el 155, tenían que permitir que un Gobierno formado por los unionistas monárquicos retomaran la Generalitat y aplicaran una recentralización profunda de instituciones tan sensibles como la enseñanza o los medios de comunicación públicos. Las elecciones, impuestas en un contexto de represión, encarcelamientos, prohibiciones, amenazas, recortes a la libertad de expresión y de información no han conseguido su objetivo: la mayoría absoluta del independentismo ha provocado el naufragio del 155. El 21-D tenía que cerrar la crisis y no lo ha conseguido.

Hay que hacer la evolución del balance cuantitativo de fuerzas en los bloques. Con una participación del 82% en niveles históricos, que refleja la importancia de lo que estaba en juego y el hecho que las elecciones se celebraran en un día laborable, el bloque del 155 (C’s, PP y PSC) consigue movilizar el voto de sectores que tradicionalmente no participan en las autonómicas, del orden de 180.000 votantes. Pero, contra la imagen que se ha dado, el bloque republicano (JxC, ERC y la CUP-CC) consigue seguir creciendo en unos 20.000 votos respecto al 1 de octubre (2.044.038) que ya superaban el 27S (1.966.508) del 2015, y muy lejos de los del 9N (1.861.753).

La enorme polarización que introducía el choque 155 versus República ha añadido un fuerte valor de “voto útil” en los dos bloques, en la pugna por convertirse en primera fuerza. Esta presión del “voto útil” ha castigado fuertemente las fuerzas menores de cada bloque, es el caso del PP pero también de la CUP-CC. También ha dejado muy poco margen a Catalunya en comú- Podem que buscaba un espacio no identificado en ningún bloque.

Ciutadans primera fuerza, capitaliza el voto unionista monárquico. Es cierto que el voto unionista monárquico ha crecido, concentrándose en Ciutadans. El partido naranja es una construcción electoral de los grandes poderes económicos, ante la crisis institucional que arrastra a los grandes partidos y como alternativa al PP. Ciutadans capitaliza con el anticatalanismo también un voto de descontento contra el régimen y el gobierno, que tiene referentes en otros Estados europeos, como Macron en Francia. Pero la historia del populismo anticatalanista no es nueva, es el nuevo lerrouxismo, aquel partido que acabó compartiendo gobierno con la CEDA en el llamado bienio negro, puro veneno para la clase obrera.

La concentración del voto unionista en C’s, en el intento desesperado de conseguir la Generalitat, tiene un coste altísimo con una crisis en el PP, que lo deja como última fuerza parlamentaria y pasa de 11 a 31 escaños, perdiendo 165.000 votos –casi la mitad de los que tenía-. Este resultado debilita al Gobierno Rajoy, partido del Gobierno del 155 y no sólo en Catalunya sino en el conjunto del Estado y en su imagen internacional.

Por lo que hace al PSC, puede contener la sangria de votos de las últimas elecciones con acuerdos contra natura a derecha e izquierda, con la vieja UDC, el partido patronal de Duran i Lleida, el que despreciaba al pueblo andaluz, o integrando el anticatalanismo de Sociedad Civil Catalana. El aumento de un escaño –producto de 80.000 votos procedentes probablemente de los 100.000 de Unió- queda lejos de las expectativas de ser el nuevo palo de pajar del autonomismo. Su crisis continúa.

En el bloque independentista gana inesperadamente el “presidente”

El partido de la burguesía catalana CiU, después CDC y finalmente el PDeCat estaban en proceso de liquidación, pero una vez más, con la última maniobra de Puigdemont, han conseguido un nuevo crédito -a pesar de que sigue perdiendo respeto al 2012: a los 100.000 ya perdidos de Unió se le suman ahora otras 100.000-. ERC se ha tenido que conformar con el segundo lugar.

Puigdemont transforma la vergonzosa entrega sin lucha de las instituciones al 155 y la fuga a Bélgica, en un instrumento de propaganda, también porque ni ERC ni la CUP-CC lo cuestionan. Al contrario, la potente movilización en Bruselas en plena campaña electoral, a la cual todas las fuerzas independentistas apoyan, catapulta la campaña del “Presidente”, que aprovecha -cosa que Junqueras desde la prisión no puede hacer- su libertad, radicalizando el discurso hasta llegar a cuestionar la Unión Europea. La “restitución” del presidente legítimo contra el 155, la última carta que le quedaba a la burguesía catalana en estas elecciones, arrastra buena parte de voto que estaba en proceso de ruptura por las dudas y traiciones de Puigdemont en la proclamación de la República catalana.

De la “lista del presidente”, caen pesos pesados de la dirección del PDeCAT. La maniobra funciona electoralmente, pero más que reforzar su partido profundiza su disolución política, haciendo depender todo de la figura de Puigdemont.

ERC, que se veía como primera fuerza, sale tocada de las elecciones. Obtienen sus mejores resultados electorales en términos absolutos, pero insuficientes, y siguen quedando a rueda del PDeCAT. Su campaña electoral ha sido gris, sin una clara delimitación, más allá de la pugna de quién tenía que ser el nuevo presidente de la Generalitat. Dando por hecho que ganaba las elecciones (como decían todas las encuestas), estaba más preocupada en no generar demasiadas expectativas y compromisos de gobierno, además de fuertemente condicionada por las declaraciones de Junqueras para salir de prisión.

ERC recupera una parte de voto que se había ido a la CUP-CC en el 2015 porque no quería votar JXS con Mas y Convergència, que además había impuesto un papel secundario a ERC, pero no es quien capitaliza el clamor de libertad y república que se había manifestado el 1 y el 3 de octubre.

La CUP-CC, un fuerte retroceso.

Pasa de 10 a 4 diputados/das y pierde 140.000 votos. La polarización con el bloque del 155 y la fuerte pugna entre JxC y ERC ha castigado fuertemente el voto a la CUP-CC. Contra esta realidad el único antídoto era haber reforzado el espacio político diferenciado y, en este punto, la política de la CUP-CC ha pasado factura. Una política errática y a menudo enganchada y auxiliar del Gobierno de JxS (cómo con el voto de confianza a Puigdemont), sin una identificación clara y sin un compromiso inequívoco con la lucha obrera y popular contra el gobierno de JxS y su política neoliberal. Un ejemplo muy utilizado en la campaña electoral por Catalunya en comú ha sido el voto CUP-CC en los últimos presupuestos de la Generalitat.

Tampoco la CUP-CC capitalizó – porque no salió claramente a denunciar y delimitarse de ERC y PDeCAT- la decepción de una amplia vanguardia cuando veía como Puigdemont y Junqueras dudaban en proclamar la república a pesar del claro mensaje del 1 y el 3 de octubre y finalmente entregaban las instituciones y la república al 155, aceptando las elecciones del 21D. Sin una diferenciación de clase clara, sin combatir abiertamente las dudas en el compromiso por la república de ERC y PDeCAT, la polarización y el efecto de la ofensiva represiva del régimen que recaía esencialmente sobre estos partidos, hizo que muchos votos CUP-CC huyeran hacia sus candidaturas.

Catalunya en común pincha. Pasan de 11 diputados de Catalunya Sí Que es Pot a 8. El retroceso de tres escaños es grave, si añadimos la implicación directa de Colau en la campaña. En BarcelonaC atalunya en comú ha quedado quinta fuerza. La pérdida de votos hacia los dos bloques determina que el espacio por el “ni ni” era prácticamente inexistente. La ruptura de Dante Fachin, secretario general de Podem, y el llamamiento abierto al voto independentista era una expresión evidente. Del “ni ni” en el terreno nacional, que lo colocaba en un imposible reformismo de la Monarquía y como pata de izquierdas del régimen, al “ni ni” en el terreno social, una reforma igualmente imposible del capitalismo. La presencia, aunque más escondida, de ICV en las listas no evita que la imagen de Coscubiela, el que fue secretario general de CCOO en los años de la aceptación de las reformas laborales, provocando los aplausos de PP, C’s y PSC en el parlamento, le pasara una fuerte factura.

2.- La polarización sobre el eje nacional disuelve el de clase.

Esperábamos un giro global a la izquierda y por el contrario *avencen las opciones burguesas.

Las banderas han eclipsado las clases sociales, y la grande damnificada es la clase obrera como clase y sus reivindicaciones de cambio social. C’s, es decir el IBEX 35 envuelto con la bandera española, el nuevo lerrouxismo, gana prácticamente en todas las localidades del cinturón industrial. Esta era y es la principal preocupación para un partido revolucionario. Una y otra vez hemos dicho que sin clase obrera no sólo no habrá revolución, sino que no habrá tampoco república catalana. Por lo tanto, no estamos hablando de cualquier voto, estamos hablando de un voto decisivo para encarar el futuro.

Buena parte de la clase obrera industrial había estado al margen del “proceso”. No era sólo un tema de lengua, de sí catalán o castellano, era también una reacción normal de clase. Partidos que habían votado reformas laborales con el PP, que habían recortado la enseñanza y la sanidad, que habían privatizado, les hablaban de independencia. A los llamamientos desde PP o C’s para exigir la enseñanza en castellano para sus hijos e hijas, la respuesta había sido insignificante. Tampoco se habían movilizado junto a PP o C’s en los reiterados intentos, hasta que llegó el 8 de octubre.

No es casual que también en estos barrios saliera escaldado el PP: C’s se presentaba sin implicaciones directas en el gobierno, sin escándalos clamorosos de corrupción y con un lenguaje populista hablando de los problemas de los y de las trabajadoras. C’s ha tomado en el cinturón rojo estos barrios y villas obreras a la vieja izquierda institucional: PSC, PSUC (después ICV) y también a los grandes sindicatos CCOO y UGT, que también han abonado el terreno al unionismo separando -para venderlas a trozos- las luchas por la liberación nacional y los derechos sociales que se habían defendido en forma indisoluble durante el franquismo y la Transición.

Por lo tanto, del triunfo de C’s en la Catalunya industrial, no sólo hay que responsabilizar al contenido neoliberal que ha dirigido el proceso, y la falta de una política decidida y prioritaria desde la CUP-CC, sino también de la falta de soluciones de la izquierda institucional y sindical ante las graves situaciones que atraviesa la clase obrera. Los 10 años de crisis, después de la precarización de las reformas laborales ha dejado un panorama muy duro en las zonas obreras. Los sueldos han caído un 20% en pocos años, paro, precariedad extrema. El hecho que ya tenemos trabajadores/as que viven bajo el umbral de la miseria, que sus hijos e hijas en el Baix Llobregat están escolarizados en barracones y se tengan que hacer largas colas de espera en la sanidad pública… no son palabras, son potentes realidades.

Y no ha habido respuesta desde PSC o ICV, y se desmoviliza desde CCOO y UGT, siempre más preocupados de mantener el control del movimiento y de preservar su statu quo que de impulsar la lucha. Y esto también pasa factura. C’s capitaliza el descontento de amplios sectores de la clase obrera por el rechazo contra los responsables políticos catalanes, desesperados por situaciones muy graves que nadie resuelve, arrastrándolos hacia la defensa de la Monarquía.

Estamos viviendo la repetición de lo que vivimos hace 40 años. Ver ahora a dos de los principales dirigentes históricos de entonces, como Josep Borrell, con cargos institucionales del PSOE-PSC desde el 1979 y uno de los redactores de la Constitución Europea en 2004 y Paco Frutos, diputado por el PSUC ya en 1980 y secretario general del PCE desde 1998 hasta el 2009, agitando las masas unionistas y aplaudiendo a la Guardia Civil y la Policía Nacional por los hechos del 1 octubre, es de extrema gravedad. Que esto lo canalice C’s es sólo una consecuencia. Aquellas direcciones del PSOE-PSC y del PCE-PSUC traicionaron la ruptura democrática con el franquismo hace 40 años, hoy apuntalen el régimen, y saben que la clave para hacerlo es aislar y confrontar a la clase trabajadora con la lucha de los pueblos.

Romper la subordinación de la clase obrera y los sectores populares de la dirección burguesa del JXC y, más todavía, de C’s es la tarea que ahora tenemos que priorizar.

3.- Formación de Gobierno y perspectivas

Nuevo Gobierno Puigdemont? Decíamos que la crisis abierta por el proceso y la proclamación de la república no está resuelta y cuando se utilizan recursos extremos como el 155 y no se resuelven, los problemas vuelven con mucha fuerza y virulencia. Puigdemont tendría asegurada la reelección, pero hace falta que esté presente y continúa la orden de detención. Y como él hay otros diputados en Bruselas o en la prisión. Inevitablemente todas las tensiones políticas se reactivarán.

El debilitamiento del ala izquierda, la CUP-CC, deja más capacidad de maniobra a la dirección PDeCat-ERC para buscar un nuevo ensamblaje, aunque el PP ha ido demasiado lejos para dar marcha atrás. Como el hecho de que la burguesía catalana se desdiga de la república, también tiene un alto coste político. La dirección burguesa catalana intentará liquidar los restos del 1 de octubre para retomar el control completo sobre el movimiento. En este sentido la ofensiva contra los CDRs, como expresión más genuina del 1 de octubre, ya ha empezado. Su defensa es esencial para dar continuidad a la lucha por la república y por un control popular. A la vez, será esencial impulsar movilizaciones independientes de ANC y Òmnium, si estas no lo hacen, para exigir al nuevo gobierno que haga efectiva la república.

El gobierno Rajoy sale muy debilitado. Porque su apuesta política con el 155 no ha tenido los resultados esperados y porque en el intento su partido ha salido prácticamente reducido a extraparlamentario. La operación 155 se ha vuelto como un boomerang, ahora tiene doble problema y con cartas gastadas. Falta que los casos de corrupción pendientes y que se han aplazado para favorecer la ofensiva sobre Catalunya se empiecen a resolver, falta que la crisis económica y las dificultades en tesorería de pensiones salgan, tras haberse escondido por electoralismo. El tiempo del Gobierno Rajoy se acaba, empieza la cuenta atrás. El Estado no puede permitir que el problema catalán se enquiste y empiece una fase de resistencia, porque el tiempo puede jugar en el cuestionamiento a todo el Estado de la Monarquía. Tiene que encontrar una salida o sólo le queda más represión.

Por el contrario la conexión entre los movimientos de los pueblos y los y las trabajadoras de todo el Estado es la clave para romper el aislamiento de la lucha del pueblo catalán. Hay que encontrar los medios, cómo ha sido “With Catalonia” para profundizar los movimientos de solidaridad y más allá, una lucha común de trabajadores y pueblos por la ruptura con la monarquía y el régimen del 78.

Más represión. Con o sin 155 la represión se acentúa. El aparato político-judicial había dejado para el día después de las elecciones poner en marcha nuevas imputaciones. Efectivamente se amplía la lista de acusaciones de rebelión a todos los y las dirigentes de las formaciones independentistas, ERC, PDeCAT y la CUP-CC. Ya son 28 los y las imputadas. En los informes policiales se criminalizan todas las manifestaciones del 11 de septiembre. En paralelo sigue la instrucción de los hechos del 1 octubre y la lista de implicados/das sobrepasa las 300 personas. Una vez puesta en marcha desde el poder político la maquinaria policial y judicial, ésta coge una cierta autonomía. ¿Cómo encajar esta creciente criminalización con el fracaso de la operación electoral del 155? Difícil de cuadrar. La lucha contra la represión tiene que ser una prioridad a la vez que se tiene que plantear en estos espacios que la mejor defensa contra esta represión es la ruptura con el estado.

Construir alternativa de izquierdas, la CUP-CC. Venimos diciendo que el conflicto en Catalunya sólo se puede cerrar en las instituciones por la vía de un acuerdo que, como en el 78, en nada sería favorable a los derechos de los y de las trabajadoras ni supondría el cumplimiento del mandato popular del 1 de octubre. Y sólo siguiendo el camino de la organización y movilización desde abajo, que hicieron posible el 1 y el 3 de octubre y del 8 de noviembre podremos hacer efectiva una república de los y de las trabajadoras. Pero hace falta que esto construya una alternativa política que lo represente, y en ello la CUP-CC tiene una gran responsabilidad.

El retroceso de la CUP-CC, que es muy importante, puede servir para hacer una profunda reflexión interna y activar una reorientación política: ¡hacia la clase obrera catalana y la lucha de los sectores populares! Necesitamos independencia política de PDeCAT y de ERC, recuperar aquel espíritu de la mano tendida por el derecho autodeterminación, que hoy sería la construcción de la república y el puño cerrado contra los recortes. Aquella imagen del caballo de Troya de las clases populares en las instituciones. Este continuará siendo el compromiso de Lucha Internacionalista.

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