Chile. Segunda vuelta entre Guillier y Piñera: ¿No da lo mismo?

Resumen Latinoamericano / 15 de diciembre de 2017 / Aurora Roja

Los discursos grandilocuentes y llenos de mentiras son propios de las elecciones. Tanto Alejandro Guillier y Sebastián Piñera como sus partidarios han incurrido en lo mismo. Por un lado, desde los partidarios de Guillier se sostiene que Piñera pondría fin a todas las “reformas” de Bachelet y pondría al movimiento social en un escenario defensivo; mientras que desde el lado de Piñera se sostiene que un Gobierno de Guillier espantaría a los inversionistas y nos transformaría en una Venezuela más (o en una Argentina Kichnerista, como dicen los sectores más “sensatos”).

Ni lo uno ni lo otro. Sin lugar a dudas, no da lo mismo quien gobierne y la elección de Guillier o Piñera plantea situaciones distintas para el movimiento popular, pero de todas formas a nivel estructural no se vendrán reformas con ninguno de los dos. Ambos programas de gobierno tienen como foco el crecimiento económico y aumento de la inversión; ninguno plantea la renacionalización de la industria del cobre o una reforma tributaria que grave a los ricos; ninguno plantea terminar con las AFP ni con las Isapres; no plantean un cambio en las políticas con el pueblo mapuche; ni aborto libre, seguro y gratuito.

A pesar de que los programas de gobierno de ambos candidatos claramente no son lo mismo, hay algo que sí tienen en común: ambos buscan (y encuentran) apoyo en los sectores del empresariado nacional, representando así distintas apuestas de los poderosos por mantener el status quo en nuestro país. Piñera apuesta por profundizar el modelo neoliberal, agudizando aún más sus aspectos más perversos. Guillier apunta por darle gobernabilidad al modelo con reformas estéticas y superficiales que logren contener al movimiento social. Así, ninguno de los dos plantea cambios al modelo.

Desde los partidarios de Guillier se ha sostenido que de ganar Piñera se pondría fin a la gratuidad en la Educación Superior, se eliminarían las 3 causales en caso de aborto, se posicionaría una agenda “valórica” (sic) reaccionaria y tendríamos a un payaso machista de presidente. Y paramos de contar con las diferencias. Lo cierto es que Piñera no se atreverá a dar pie atrás a la gratuidad, no por su voluntad ni cambio de criterio, sino porque tendría a todo el estudiantado en las calles; y para revertir la decisión del aborto en 3 causales, más allá de la verborrea, la verdad es que no cuenta con los votos en el Congreso.

Sin lugar a dudas, el triunfo de Sebastián Piñera representaría un retroceso para el mundo social, sin embargo, Alejandro Guillier está lejos de representar un avance, al igual que el gobierno de Michelle Bachelet. A pesar de la cooptación del discurso de los movimientos sociales, en especial, del movimiento estudiantil, tanto el gobierno de Bachelet como el programa (si se le puede llamar así) de Guillier están lejos de representar los intereses del pueblo. Las denominadas “reformas” no fueron más que una profundización del neoliberalismo en distintas dimensiones: la Reforma Tributaria, cocinada en conjunto con los empresarios, no recaudó lo que esperaba recaudar y mantuvo intacta la elusión y evasión tributaria; la Reforma Laboral profundizó el Plan Laboral y estuvo lejos de igualar la cancha, teniendo como resultado la disminución de las huelgas y conflictos laborales este año; la Reforma Educacional si bien inyectó nuevos recursos, profundizó el subsidio a los empresarios de la educación (ejemplo de esto son sus anuncios sobre reducir la condonación del CAE al 40% más vulnerable, pagándole al empresariado financiero con dinero público), fortaleciendo a los colegios particulares subvencionados y a la universidades privadas, lejos de producir un aumento de la matrícula de la educación pública. No debemos olvidar tampoco que fue este gobierno el que aprobó la “detención por sospecha”, propia de la Agenda de Hinzpeter, y fortaleció a la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). Y en cuanto al pueblo mapuche, siguió reprimiendo, aplicando la Ley Antiterrorista y levantando un montaje judicial como en el Caso de la Operación Huracán, propio de los montajes realizados en Dictadura.

Lo sorprendente es el cambio de criterio en algunos sectores del Movimiento Social y organizaciones del Frente Amplio, que en esta segunda vuelta pareciera que nunca hubiesen tenido diferencias con la Nueva Mayoría y salen a apoyar explícitamente a un candidato que está lejos de representar sus anhelos programáticos. La tesis del “mal menor”, que tanto renegaron, hoy la aceptan sin problemas. En lugar de tensionar la campaña de Guillier para que acogiera las demandas del movimiento social, terminaron siendo tensionados por los mismos operadores de la Nueva Mayoría que han criticado durante años. Una de las hipótesis respecto a este giro, no es que se hayan vuelto “ingenuos” y crean que Guillier pueda realizar transformaciones, sino que aspiran en 2021 pasar a segunda vuelta ganándole a la Nueva Mayoría y éstos le devuelvan la mano votando por ellos. Otra hipótesis sería que el Frente Amplio prefiere un Gobierno de Alejandro Guillier, el cual le permitiría transformarse en oposición clara, pues en caso de un Gobierno de Piñera existe la posibilidad de no poder diferenciarse de la Nueva Mayoría.

No da lo mismo quien gane. El triunfo de Piñera o Guillier representará escenarios distintos para el movimiento popular y éste tendrá que enfrentar la represión y los intentos de cooptación y desarticulación en cada caso. La tarea continúa siendo construir los pies del pueblo, generando una tendencia independiente y revolucionaria en su seno, que sea capaz de avanzar y caminar hacia las transformaciones sociales a este sistema capitalista injusto y explotador. Frente a la coyuntura electoral, solo un movimiento social con un programa de cambios claro se mantendrá al margen de la cooptación que las promesas de ambos candidatos representan.

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