Colombia. ELN: Las fracturas de la delegación del gobierno

Resumen Latinoamericano / 12 de diciembre de 2017 / Carlos Cuartas, ELN Voces

Esta semana el general retirado Eduardo Herrera dijo que hay “una crisis de la delegación” del Gobierno en la Mesa de Quito, y que “hay diferencias al interior”. Por su parte, el presidente Santos anunció que renovará todo el equipo del Gobierno en los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional.

Así haya renunciado el jefe y toda la Delegación de Diálogo del Gobierno, esperamos que continúen respaldando el proceso de conversaciones que se desarrollan en Quito y las búsquedas de paz. Queda el interrogante de si la nueva Delegación expresará un cambio de políticas y no sólo de personas. Si ello no ocurre, será difícil avanzar en la Agenda de conversaciones pactada en Caracas el 30 de marzo de 2016.

Hay cuestiones sustanciales en la conducta de las clases gobernantes que se atraviesan a las salidas de paz y a los avances del proceso de solución política del conflicto. Menciono algunas de ellas:

  1. Hacer acuerdos y no cumplir

Equivalente a “ponerle conejo” a los acuerdos. La misma conducta de no cumplir que los gobernantes de siempre le han aplicado a lo pactado con las movilizaciones de masas, es la que han practicado con la insurgencia. Expresión reciente de ello es el drama de lo acontecido con los acuerdos de La Habana y su implementación, donde las Farc cumplieron, pero el Estado no. Lo mismo ha pasado con los acuerdos y protocolos que se hicieron para el cese al fuego bilateral, temporal, nacional con el ELN.

Igualmente, la Mesa  de Quito ha estado limitada por las discrepancias frente a los criterios que de nuestra parte estamos exigiendo, como  “acordar y ejecutar” y “simultaneidad en la ejecución” de ambas partes. Esto último queda más que evidente, dada la experiencia de lo que ha pasado con el “conejo” a los acuerdos de La Habana.

  1. Aferrarse a “líneas rojas”

Las elites dominantes han reducido la paz al  silenciamiento de los fusiles, la entrega de armas y la desmovilización de las guerrillas. Se han negado a examinar los cambios en relación a aquello que ha originando el conflicto social, político y armado en el país. Sin cambios, no es factible avanzar hacia la paz. Las clase dominante al trazar “líneas rojas” frente al examen del modelo económico y ambiental, el régimen político, la doctrina de las fuerzas armadas y otros temas que están en el origen de los problemas centrales del país, impiden avanzar en los acuerdos de paz y llevan al estancamiento y la parálisis de los procesos de solución política.

  1. Negar la participación ciudadana

Así no lo expresen abiertamente. Las elites se niegan a la participación amplia, democrática y decisiva de la sociedad en el proceso de paz, tal como se expresó en el proceso de La Habana y se quiere imponer en la Mesa de Quito, si bien fue positivo en esta dirección la realización de las llamadas Audiencias Preparatorias de fines de octubre y principios de noviembre de este año. Esperamos que el 2018, el gobierno tenga un cambio de políticas que facilite un acuerdo de mesa y con la sociedad, en los diseños que pactemos para el desarrollo del punto uno de la agenda de conversaciones: la participación de la sociedad.

  1. Tratar de imponer requisitos previos

Otro factor que ha limitado la marcha del proceso de conversaciones ha sido el unilateralismo o los condicionantes que impone el gobierno por fuera de lo acordado.  Recordemos que la instalación de la mesa pública, pactada el 30 de marzo del 2016, solo se pudo realizar 10 meses después, en febrero del 2017, una vez que se encontró en la mesas una salida provisional a los condicionantes del gobierno. Lo mismo se presentó frente a las audiencias preparatorias acordadas en lo básico en el primer Ciclo, pero sólo pudimos concretarlas en el Cuarto, gracias al acuerdo de Cese bilateral de fuego.

¿Cómo entra el ELN al 2018?

Reiterando explícitamente nuestro compromiso con el proceso y la búsqueda de un acuerdo de paz que propicie nuevas y mejores realidades en el país. Esa es nuestra disposición para el Quinto ciclo y para el año que viene. Sabemos que un sector importante de las elites que manejan el país, especialmente los representados por los seguidores de Uribe y Cambio Radical, se oponen a cualquier salida dialogada y al mismo proceso de conversaciones. Ante ello, llamamos a facilitar y dinamizar  un gran movimiento de mayorías por la paz y los cambios que abran otras perspectivas para la nación y los colombianos.

Pensando en el proceso de paz, esperamos que las nuevas caras en la Delegación de Diálogo del gobierno expresen cambios en las políticas y las lógicas del gobierno frente al proceso en lo que resta del mandato de Santos. Replantear los condicionantes, los incumplimientos, las “líneas rojas”, el temor a la participación, las negaciones a los acuerdos que fundamentaron el cese, permitir ejecutar el desminado en la región ya acordada y un diálogo social humanitario en el Choco,  y todos los demás atranques que han pesado sobre la Mesa de Quito en este 2017.

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