Euskal Herria: Miles de vascos y vascas marcharon a París en reclamo por los presos

11.000 personas llevan hasta París la entente vasca por los presos

La marcha “Paix au Pays Basque: Orain presoak” cumplió con creces su objetivo de demostrar a las autoridades francesas que en Euskal Herria, y desde este 9D también en París, existe el consenso político suficiente para abordar los cambios en la política penitenciaria que afecta a los presos vascos y familiares. 11.000 personas dejaron claro con su presencia que también existe la determinación social necesaria para «llevar hasta el final la agenda de la paz».

Por Maite UBIRIA BEAUMONT, Resumen Latinoamericano*, 10 diciembre 2017

«El portavoz del Ministerio de Justicia francés, Youssef Bardr, declaró anoche a AFP : “No nos oponemos de entrada a peticiones de traslado de presos vascos siempre que sean individuales”. Confirmó que hay “un diálogo constructivo”

EN ENERO, A BILBO

Mixel Berhokoirigoin recordó a las víctimas y abogó por el regreso de presos y exiliados. Defendió «una solución con la que ganemos todos» y emplazó a los presentes a acudir el 13 de enero a la movilización de Bilbo, «porque el viento a favor de la paz sopla igual al norte y al sur de Euskal Herria».

Pankartari eusten: Betbder, Bru, Brisson, Espagnac, Lassalle, Etxegarai, St. Pe eta Veunac hautetsiak eta Funosas Bake Bideako lehendakaria.

POLÍTICA HEXAGONAL

Destacados políticos hexagonales se sumaron a la marcha, abogando por traducir en París el consenso alcanzado en Ipar Euskal Herria. Estuvo el presidenciable socialista Benoît Hamon, las ex ministras Cosse y Duflot, además de dirigentes «insumisos», de MoDem, NPA…

TARIMA MULTIUSOS

Con Fermin Muguruza al frente, se sucedieron músicos franceses y vascos sobre la escena andante. En el tramo final el camión se escapó como pudo para alcanzar el punto de llegada y mutar en tarima para los oradores, entre los que destacó la afamada cineasta Fabienne Servan-Schreiber.

DOS PANCARTAS

Una pancarta portada por electos y artesanos abría la marcha. Tras ella, la de los familiares clamaba: “Etxean nahi ditugu”. En plaza Vauban, ambas se situaron una juntas, sin milímetro de separación. «Seguiremos juntos y adelante» decía desde la tarima Anaiz Funosas (Bake Bidea).

El compromiso adoptado por los artesanos de la paz, en la Jornada de Desarme el pasado 8 de abril en Baiona, para colocar el cambio de política penitenciaria como primer punto de la agenda de resolución recibió ayer un fuerte espaldarazo en las calles de París.

Hasta la capital francesa se desplazaron, ya fuera en las decenas de autobuses organizados a lo largo y ancho de Euskal Herria o en los trenes fletados para la ocasión, miles de ciudadanos vascos, dispuestos a demostrar con su presencia que, como diría al término de la marcha el artesano Mixel Berhoirigoin, «todos y cada uno tenemos algo que aportar al logro de la paz en Euskal Herria».

La plaza del 18 de junio de 1940, que debe su nombre al discurso del general De Gaulle a través de la BBC que sirvió de carta fundacional a la Resistencia francesa, se convirtió desde primeras horas de la mañana en un hervidero de gente. Primero fue el turno de los viajeros, y ya a media mañana el de los marchistas, que cubrieron la última etapa del tour de las prisiones desde la cárcel de Fresnes.

Para esa hora se empezaba a intuir que el llamamiento por el que más de cien personalidades francesas y medio centenar de organizaciones animaban a “Arriesgar por la paz” no iba a ser testimonial. Y se cumplían las predicciones que, al calor de un café matinal, hacía a GARA el concejal ecologista e impulsor del voto por unanimidad del Ayuntamiento de París, Jérôme Gleizes, en torno al «paso a un nuevo nivel de compromiso» de una parte de la clase política hexagonal. Esas palabras se verían ratificadas por la presencia en la marcha de representantes destacados de las principales fuerzas políticas.

Así, acompañado de la artesana vasca y ex diputada del PS Sylvianne Alaux, el candidato presidencial de esa formación y hoy impulsor de GénérationsMvt, el exministro Benoît Hamon, manifestaba a este diario que «no hay tiempo que perder, tras el desarme de ETA los prisioneros deben ser acercados a sus familias». A su entender, «como se puede ver en esta manifestación, el Gobierno tiene el apoyo social y político necesario para dar el paso».

Con similares palabras se expresaban otra exministra, Emmanuelle Cosse, y también la senadora socialista bearnesa Fréderic Espagnac, exultante con el comunicado de apoyo a la marcha emitido por la dirección nacional de su partido.

Otra antigua integrante de gabinete, Cecile Duflot, también se sumó a la marcha, en la que se dejaron ver el obispo de Evreux, Monseñor Gaillot; el exmagistrado Louis Joinet; el irreductible anarquista Lucio Urtubia; o el escritor Sorj Chalandon, entre otros rostros conocidos.

También participó la ex diputada y secretaria nacional de Parti de Gauche, Martine Brillard, quien valoraba que «el consenso alcanzado en el País Vasco hace que todos se vean obligados a dar un paso adelante, y en lo que afecta al Gobierno de Macron, a dar respuesta a la demanda del final del régimen de excepción que se aplica a los presos vascos».

Cuestión francesa y europea

Tras la primera pancarta, que era portada por electos de todas las ideologías y por artesanos de la paz, el eurodiputado conservador Alain Lamassoure remarcaba que «desde el punto de vista del acervo en materia de derechos humanos que comparten todos los estados de la Unión Europea» las demandas de aplicar el marco legal ordinario a los presos vascos tienen pleno sentido. Y más explícitamente añadía: «Estoy aquí porque esta es una causa justa».

Unas filas más atrás marcharon otros dos miembros de la Eurocámara: el ecologista José Bové –que junto a los electos vascos en París, Max Brisson y Vincent Bru, se entrevistó el jueves en la prisión de Réau, con los interlocutores del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) Marixol Iparragirre y Mikel Albisu– y el europarlamentario de EH Bildu, Josu Juaristi.

Tras las declaraciones a los medios, los representantes instutucionales y sociales vascos daban inicio a la manifestación, siguiendo los pasos de los joaldunak, que desfilaron por delante durante todo el recorrido, haciendo las delicias de parisinos y turistas.

Además de la pancarta que abría la manifestación, una segunda banderola lanzaba el mensaje de los familiares de los presos, «Etxean nahi ditugu», y tras las filas de los allegados de los represaliados, cuyo paso era saludado con el canto “Hator hator”, los artesanos de la paz, con los petos amarillos de los marchistas de las prisiones, coreaban con insistencia consignas a favor de los presos vascos.

Tras dejar atrás el Boulevard de Montparnasse, con el “Yalla, Yalla, Ramallah” de Fermin Muguruza y su sound system haciendo danzar los pies de los manifestantes, la movilización se adentró por fin en el Boulevard de los Inválidos, ya bajo la mirada atenta de la Torre Eiffel que brillaba a lo lejos, bajo el tímido sol del mediodía.

Músicos y artesanos

El camión en que se sucedieron músicos vascos y hexagonales, cumplida su misión de poner la banda sonora a una marcha rica en colores y en matices, salió luego del recorrido, para buscar el punto de llegada.

Sobre esa misma tarima, ya en Place Vauban, se sucedieron los mensajes para demandar el fin de las políticas de excepción y reiterar el compromiso en «no cejar nunca, hasta lograr una paz con la que todos ganemos».

Las palabras del presidente de la Mancomunidad Vasca, Jean-René Etchegaray, la cineasta Fabienne Servan-Schreiber, la hija del preso Txistor Haranboure, Joana, y el presidente de honor de la Liga de Derechos Humanos, Michel Tubiana, dieron cierre a un acto que acabó entre aplausos y coreando el himno “Sarri Sarri”.

UN VIAJE MÁS A PARÍS, ESTA VEZ PARA CARGARSE DE SOLIDARIDAD
Oihane LARRETXEA
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Dicen de París que es la ciudad eterna, la ciudad del amor, de la luz. La capital francesa es, sin embargo, un lugar amargo para muchas familias. Hablar de París es hablar de viajes relámpago, no hay paseos románticos. Hablar de París es acudir a una visita en la cárcel, no hay cafés reposados. Los familiares entrevistados tienen a sus hijas e hijos en una prisión francesa, pero el de ayer fue un viaje diferente.

ANA AIERRA

 

«Tenemos la moral muy alta, ha sido grandioso»

Ana Aierri quería aprovechar estas líneas para agradecer a todas las personas que les ayudan y apoyan tanto a ella como a su marido. Ambos están enfermos, pero no se rinden y siguen viajando cada mes para ver a su hijo Asier Ezeiza, preso en Tarascón, a 40 kilómetros de Marsella, a 750 de casa. Lo hacen desde hace nueve años y medio. «Tenemos la moral muy alta», afirmaba.

Estaban igual de agradecidos a las miles y miles de personas que viajaron desde Euskal Herria a París. «Nos hemos sentido muy bien, toda su solidaridad nos ha llegado. Ha sido muy grandioso, muy hermoso», declaraba a GARA tras la marcha.

Las posturas, más abiertas

Muy escéptica con Madrid, de quien «no espero nada», agregaba que quizá los pasos vengan desde el Estado francés: «Quiero pensar que algo se va a mover». Los mensajes sobre los derechos humanos escuchados al término de la marcha, el apoyo plural recabado… todo eso cree que resulta positivo, aunque es consciente de que «nadie ha prometido nada». No obstante, si cree que las posturas pueden ser ahora algo más «abiertas». Cita, por ejemplo, la importancia que se le ha dado en la marcha por las cárceles a la situación de los presos enfermos. «La cuestión no es que tienen que estar cerca de casa, es que tienen que estar en libertad», pedía.

Como el resto de los hijos e hijas de los entrevistados, Aierra

«Que se haya tejido una red tan plural es grande»

En la llamada de veinte minutos que tienen concertada hoy para comunicarse con su hija Alaitz Aramendi, encarcelada en Roanne, le contarán los detalles de la manifestación celebrada en París. Su padre, Joxe Ángel Aramendi, valoraba de forma muy positiva que 11.000 personas hubieran viajado hasta la capital francesa para apoyarSeguir trabajando

Valora de forma especial la red que han tejido personalidades y agentes de diferentes sensibilidades. «Eso es muy grande», agregaba, y cree que puede abrir un resquicio para dar otros pasos. En qué medida no se atrevía a vaticinarlo, pero le resultó significativo que en los mensajes lanzados ayer se hablara de vulneración de derechos humanos porque «se reconoce una situación de excepción».

A punto de coger el autobús para regresar a Euskal Herria, hacía alusión al poso que esta movilización ha podido dejar. «La red que lo ha hecho posible ya se ha tejido», destacada, y ahora espera que de puertas para adentro se siga trabajando.

En setiembre se cumplieron diez años desde que los padres de Alaitz Aramendi comenzaran a viajar a cárceles del Estado francés para poder verla, aunque también ha estado presa en el Estado español. En cualquier caso, su aita admitía que este último viaje ha sido diferente al resto. Según contaba, su hija esperaba la jornada expectante.

ALEGRES Y COMBATIVOS, AHORA LOS PRESOS

 

EUSKAL HERRIA MOSTRÓ AYER SU MEJOR CARA EN EL CORAZÓN DE LA REPÚBLICA FRANCESA. UNA CABECERA PLURAL, SEGUIDA DE LOS FAMILIARES DE LOS PRESOS Y UNA PARTE FINAL DE LA MANIFESTACIÓN QUE CONJUGABA FIESTA Y REIVINDICACIÓN. UNA MUESTRA ALEGRE, Y COMBATIVA, DE UN PAÍS QUE RECLAMA «AHORA LOS PRESOS» PARA AVANZAR HACIA SU FUTURO.

Ion TELLERIA
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FIESTA EN EUSKAL ETXEA

Los artesanos de la paz organizaron para después de la manifestación una comida popular en la Euskal Etxea de París. Tras ella, muchos de los que participaron se sumaron a la fiesta, amenizada con música en directo y que se alargó hasta bien entrada la noche.

300 VOLUNTARIOS

Los voluntarios volvieron a ser cruciales para la buena marcha de la manifestación. Primero guiaron a los que llegaban de Euskal Herria y después garantizaron la seguridad de la marcha, muestra del auzolan popular que ha posibilitado esta iniciativa desde sus inicios.

Los manifestantes vascos se hicieron notar nada más llegar a la estación de Montparnasse

Los Joaldunak de Gasteiz, Zornotza, Zubieta y Hazparne atrajeron las miradas curiosas y sorprendidas de los parisinos

Era difícil hacerse oír ayer en París. A la inmensidad de la capital de la República se le sumó la despedida por todo lo alto del mito, casi dios allí, Johnny Hallyday, fallecido esta misma semana. Era la preocupación que mostraba un parisino sorprendido por la llegada de un autobús tras otro a las inmediaciones de la Gare de Montparnasse. «Hoy tenéis una gran competencia», alertaba tras preguntar por el motivo de la protesta. En los Campos Elíseos una multitud con el presidente de la República y varios de sus predecesores estaba reunida para despedir al rockero.

Eran las 10.30 y ya habían hecho su entrada triunfal por el andén número 9 los cientos de vascos que llegaron en el primero de los dos TGV especiales fletados por la organización de la marcha. Las miradas sorprendidas de quienes aguardaban su tren de salida o llegada eran evidentes. Los petos amarillos de la organización guiaron por la salida de la estación a los recién llegados, que comenzaron desde el minuto uno a gritar por la repatriación de los presos vascos.

En la puerta de Montparnasse, una cuadrilla de catalanes ataviados con el lazo amarillo por la libertad de sus presos políticos. Acababan de llegar de la multitudinaria manifestación del jueves en Bruselas. Tras un cruce de argumentos propios y ajenos, catalanes y vascos se despedían con un «ánimo» y una última palabra en el idioma del otro: «Adéu!», «Agur!».

Los manifestantes avanzaron por la Rue du Départ (calle de salida) hacia el inicio de la marcha, localizado en una plaza cercana a la estación de tren. Ahí se visualizaron tres elementos vitales para que el «Ahora los presos» sea una reivindicación efectiva: la confluencia política, representada en la cabecera; la perspectiva humanitaria, mostrada en el bloque de los familiares de los presos; y un cierre de manifestación caracterizado por el ambiente festivo, muestra de un pueblo cuyas gentes viven su identidad de manera natural y alegre.

Mikela es natural de Arrosa y estudia en París. Ponía en valor el hecho de llevar la reivindicación por los presos hasta la capital francesa: «Las manifestaciones de Euskal Herria no suelen ser mostradas aquí; hoy, quizás, seremos capaces de exponer nuestra reivindicación de manera más influyente». José Luis, vecino de Elgoibar, subrayaba por su parte la importancia del momento: «Hemos venido con mucha esperanza, esta demostración de fuerza puede ayudar a que haya un cambio en la dirección de las políticas penitenciarias». Marian, de Donostia, insistía en igual sentido: «Se está abriendo una nueva vía».

Mariví, madre del preso de Trapagaran Oscar Calabozo, se mostraba muy esperanzada. Tras recordar que este fin de semana no ha habido visitas para secundar esta movilización de los artesanos de la paz, hacía hincapié en la necesidad de seguir con las movilizaciones: «Es vital que los presos vean que estamos peleando y que seguiremos hasta que salga el último».

Ese mismo ánimo ha caracterizado la marcha previa por una veintena de prisiones francesas, cuyas últimas etapas han transcurrido en las cárceles cercanas a París. El último tramo lo recorrieron ayer por la mañana, uniendo los diez kilómetros que separan a la prisión de Fresnes del punto en el que comenzó la movilización. La marcha llegó hacia las 12.00, encabezada por la pancarta que repetía en francés el lema principal de la manifestación: «Paz en Euskal Herria. Ahora los presos». Los kilómetros caminados bajo la lluvia y con temperaturas que, a ratos, han sido bajo cero, no fueron óbice para que este supusiera uno de los puntos de la marcha donde más se gritó. Eso sí, les cambiaron el speaker de la furgoneta y con él las proclamas en francés que incluso aquellos que desconocen el idioma ya habían aprendido durante estos días: «¡Oye, lanza los gritos clásicos!», le interpelaban.

A partir de ahí, todo un abanico de folklore vasco, música y ambiente festivo. Los gaiteros de Lizarra hacían cantar y bailar a los manifestantes, precedidos por una ikurrina gigante. Tras ellos los txistularis de Uztaritze, bombardino incluido, y varias parejas de trikitilaris. En el camión, dispuesta a amenizar la marcha, ya sonaba la txalaparta del grupo iruindarra Hutsun. Ese vehículo fue uno de los elementos fuertes de la jornada, sobre todo con la actuación de Fermin Muguruza. En la confluencia del Boulevard de Montparnasse con Invalides el camión debía tomar una vía alternativa para llegar al final de la marcha antes de los manifestantes, ya que luego serviría de escenario, y la organización tuvo que emplearse a fondo para separar a un grupo incansable que bailaba al compás marcado desde el vehículo.

Curiosidad parisina

Sin lugar a dudas, quienes más atrajeron la mirada de los parisinos fueron los cencerros de los joaldunak de Gasteiz, Zubieta, Zornotza y Hazparne que precedieron la marcha. Desde el punto de partida hasta el final fueron muchas las personas que inmortalizaron el paso de quienes suelen anunciar la llegada del Carnaval y ayer en París pregonaban que los vascos habían llegado a exigir a Matignon que anule la política carcelaria de excepción.

La plaza Vauban, con la torre Eiffel al fondo, aguardaba ya la presencia de los manifestantes. En la primera pancarta, la representación política; y tras ellos, los familiares con el lema en euskara y francés de «los queremos en casa». Momentos antes del inicio del acto final, ambos unieron sus proclamas para atender de manera conjunta a los mensajes del estrado.

El camión que amenizó la marcha se convirtíó en escenario y los manifestantes tomaron la plaza. Ya eran las 14.00 y muchos optaron por reponer fuerzas a base de bocadillos, botellas de vino y termos con café.

El acto finalizó con los bafles sonando al ritmo de ‘‘Sarri sarri’’. Las miles de personas venidas de Euskal Herria recogían sus bártulos y se preparaban para el retorno a casa, también de los presos. En este caso sin necesidad de bafles de camuflaje y como resultado del diálogo entre la interlocución vasca y el Gobierno francés, que seguirá buscando frutos tras esta exhibición de apoyo popular.

 

 

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