Catalunya: (Análisis) ¿Cómo avanzar la autodeterminación con el 155 y elecciones el 21D? Lectura de dos meses convulsos

Por Endavant (OSAN)* /Borroka Garaia da/ Resumen Latinoamericano/3 de dic. 2017 .-

Del mismo modo que ningún análisis nos puede hacer perder de vista que los miembros de este gobierno y las entidades soberanistas que le apoyaban están sufriendo una represión injustificable por parte del estado, para escarmentar e infundir miedo a nuestro pueblo, tampoco podemos obviar hacer un análisis crítico de su acción política por el hecho de que esta represión exista, ya que sólo con crítica y propuestas podemos hacer que los planteamientos independentistas avancen.

Tras la proclamación de la república catalana desde el Parlamento, y a partir de la aplicación del artículo 155 por parte del estado y de la ofensiva represiva que ahora mismo cuenta con 10 presas políticas que podrían crecer en número en las próximas semanas con otras medidas, han quedado al descubierto, con todas sus carencias, las debilidades del planteamiento real de la dirección del soberanismo gubernamental que basaba su estrategia en una acumulación de fuerzas que debía permitir obligar a la Unión Europea a implicarse en la negociación entre el gobierno de Cataluña y España. Una acumulación de fuerzas que se pretendía hacer a partir del control y la capitalización política de las movilizaciones populares.

En todo caso, la negociación que pretendía abrir el soberanismo tenía (y probablemente sigue teniendo) como objetivo ideal conseguir un referéndum pactado de autodeterminación. Como se ha comprobado, sin embargo, ni la situación de España ni la de la Unión Europea era (ni es) de suficiente debilidad o división interna como para que se pueda forzar este referéndum pactado. Llegados a esta conclusión, si el soberanismo gubernamental no opta por el camino de la ruptura, sólo le quedaría la opción de alargar la acumulación de fuerzas y la crisis política permanentemente, o poner el capital político en una reforma del estado que pueda favorecer los intereses de la burguesía regional – opción que no han dejado de intentarlo con la ayuda mediadora del PNV y el sector de la burguesía vasca a la que éste representa.

La única opción que permitiría al independentismo ganar este embate pasa porque la izquierda independentista no abandone las posiciones rupturistas y que el resto del independentismo no alimente posicionamientos legalistas o idealistas, y opte por la ruptura con el ordenamiento legal español , incluido el autonómico. Se ha hecho una rotura formal con la legalidad española -y, por lo tanto, esto supone un cambio respecto todo lo vivido anteriormente en el proceso-, pero esta ruptura se ha frenado para intentar abrir esquemas negociadores muy similares a los que apuntábamos.

El referéndum del 1-O nunca fue planificado por el gobierno como una legitimación de la ruptura, sino como un instrumento para abrir una negociación política. Los hechos parlamentarios del 10, 26 y 27 de octubre y las actuaciones posteriores demuestran claramente que el gobierno autonómico descartó disputar el poder en el estado y lo fió todo a una negociación que pudiera abrir la oportunidad a una autodeterminación pactada.

Asimismo, los hechos han demostrado que la acción de masas, determinantes los días 1 y 3 de octubre, han provocado un evidente vértigo a la dirección del soberanismo. El miedo a un desbordamiento popular -que el día 1 y 3 de octubre generó las condiciones para que el parlamento acabara haciendo la declaración del 27 de octubre- también ha influido en el no desarrollo de la República.

En estos dos últimos meses se han acabado concretando todo lo que hacía tiempo desde la izquierda independentista íbamos diciendo. Que la autodeterminación sólo era posible desobedeciendo el ordenamiento legal del estado. Que la Unión Europea es un ente antidemocrático que defendería los intereses de España sin fisuras y no movería ni un dedo para hacer respetar el derecho de autodeterminación. Que sólo con una calle movilizada y desbordando las instituciones sería posible poner en jaque al estado. La visión materialista de la realidad se ha impuesto por encima de los apriorismos idealistas. Es por ello que creemos que ahora hay que evitar de nuevo caer en un error idealista como sería iniciar un proceso constituyente sin haber provocado antes una ruptura política y legal con el estado.

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Entre la República y el 155

La República proclamada pero no desplegada es ahora mismo un proyecto de una debilidad extrema. Hoy la República no es sino un ente simbólico y político, sin ningún tipo de materialización real.

Las garantías de poder desarrollar esta república son muy escasas y pasan por mantener viva la legitimidad del 1 y el 3 de octubre por encima del marco impuesto con el 155. Las dificultades propias de un enfrentamiento desigual con el estado alimentan tanto las posiciones legalistas dentro del independentismo como los proyectos nominalmente independentistas pero realmente autonomistas. Por el contrario, el proyecto de República y el legado del 1 de octubre ofrecen una perspectiva y un programa de ruptura más nítido que nunca a las clases populares. Un proyecto que la Izquierda independentista ha de dotar de contenido social y feminista. Para materializar la república en un primer término y para consolidarla es necesario que esta vaya ligada a una mejora de las condiciones materiales de vida de las clases populares.

Asimismo, el estado ha utilizado el embate del proceso para poner en marcha una versión más autoritaria de sí mismo que ya tenía en agenda aplicar. Con este movimiento ha demostrado la capacidad del nacionalismo español de disciplinar casi todas las opciones políticas no independentistas. Pero también es cierto que un movimiento de estas características siempre corre el riesgo de generar pérdidas de legitimidad (en este caso, del Estado español en Cataluña) y una dislocación mayor entre la «opinión pública» y el sentir de grandes capas de la población, introduciendo un elemento debilitador para el estado.

En medio de todo esto, existe la perspectiva de que más tarde o más temprano se abrirá una negociación para una redistribución del poder territorial. Esta perspectiva podría dar alas a los proyectos políticos que pretenden reactualizar el autonomismo en una versión federalista en los Países Catalanes. Este protagonismo, sin embargo, está muy sujeto a la consecución de objetivos concretos y palpables. Unos objetivos que es posible que queden lejos de alcanzarse si finalmente triunfan las tesis recentralizadoras y no las pactistas en el seno de las fuerzas del régimen.

En paralelo a todo este proceso, el vaciado de soberanía real de las clases populares continúa también en el ámbito social y económico. Ahora, la situación política, sin embargo, ha permitido visibilizar el papel desposeedor de los actores más importantes: IBEX35, banca y Unión Europea. Esto, hoy por hoy, hace muy poco daño a la capacidad decisoria de estos actores, pero permite trabajar propuestas de conquista de soberanías sobre una base mucho más amplia de la población.

Marco de acción política

La izquierda independentista ha de dar respuesta a todo este escenario. Debe hacerlo de forma coherente con unos objetivos trazados y lo hará presentando una estrategia y una acción política con sentido nacional.

La acción política de la izquierda independentista para las próximas semanas debe ir encaminada a dibujar un marco de materialización de la República. La República batallada el 1 y el 3 de octubre debe ser un elemento fundamental del discurso y la propuesta de la izquierda independentista.

1. Bloquear el engranaje institucional autonómico. Una vez descartado el boicot a las elecciones autonómicas convocadas por el estado, la única opción que hace avanzar la defensa de la República es usar estas elecciones para liquidar las instituciones autonómicas y dar paso a una nueva institucionalidad republicana. Esto pasaría por una victoria del independentismo en las elecciones y que éste bloqueara automáticamente la actividad del parlamento surgido del 21D. Y, alternativamente, llamara a la convocatoria de una Asamblea Constituyente y el despliegue inmediato de los Decretos de la Dignidad. Estos deberían ser unos decretos de contenido político, social y económico que el Gobierno de la República debería dictar para materializar y para garantizar la adhesión y el apoyo de las mayorías trabajadoras y populares a la nueva república. Deben abordar y garantizar los derechos esenciales de las clases populares, convirtiéndose así en el programa-marco de esta república y en una herramienta de adhesión y ampliación de su base social. Este programa político de aplicación inmediata debe ser el paradigma de ruptura que ofrecemos a las clases populares de todos los Países Catalanes.

2. En caso de apertura de una nueva etapa autonomista -sea en el formato que sea, desde una reedición del procesismo a un gobierno del bloque del 155-, tocará a la izquierda independentista el papel de denuncia de las instituciones autonómicas y de la nueva etapa como una etapa fruto de la liquidación por la vía represiva del ejercicio de la autodeterminación de una parte de los Países Catalanes. Esto creemos que debe implicar una oposición frontal y una no colaboración con las instituciones autonómicas y con las fuerzas políticas y sociales que las sostengan.

3. Asimismo hay que abrir alternativas en clave de autodeterminación y de transformación social en Valencia y las Islas. Estas han de combatir la idea del neoautonomismo / federalismo como herramienta para participar en una nueva redistribución del poder territorial dentro del estado. En un comunicado apuntábamos algunas cuestiones en torno al debate de la financiación en Valencia.

4. Asimismo hay que continuar con la denuncia del carácter antidemocrático del estado español y del nacionalismo español como el cemento que imposibilita cualquier cambio de fondo en el estado si previamente no se ha roto con la unidad de este estado. Nos reafirmamos en nuestra estrategia de unidad popular para los Países Catalanes y de negativa a avalar o participar en ningún proyecto político de reforma del estado.

5. La ocupación policial se ha hecho evidente en una parte del territorio de los Países Catalanes. Asimismo, también se ha hecho visible de nuevo la interferencia de la administración estatal. A ojos de un sector importante de la población se hace presente aquella idea de que en la izquierda independentista hemos mantenido siempre: que somos un país ocupado. Hay que poner en marcha una estrategia de no normalización de la ocupación que obligue al estado a continuar mostrando su verdadera cara.

6. Finalmente, hay que seguir profundizando en la denuncia de aquellos sectores sociales y económicos, y de aquellas instituciones que secuestran la capacidad de decidir sobre los aspectos materiales y políticos de nuestra vida. Asimismo, hay que dotar de programa político de recuperación de soberanías este malestar contra la Unión Europea y el gran capital. Ante la actitud de bancos y grandes empresas que se han visualizado como enemigos de la autodeterminación, hay que subrayar que la autodeterminación es más factible cuanto más fuertes sean las soberanías construidas en los terrenos económico, cooperativo, sanitario, habitacional, etc . porque más desconectadas están de aquellos poderes económicos más interesados en boicotear y debilitar el proceso de autodeterminación.

7. Hay que proponer y desarrollar una estrategia internacional alternativa que parta del cuestionamiento de la Unión Europea, que sufre una crisis importante de legitimidad en Cataluña debido al apoyo incondicional que le ha prestado a España en su estrategia represiva, y que atraiga la construcción de unas relaciones internacionales alternativas basadas en el respeto al derecho a la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad y la fraternidad

Esta situación de inestabilidad brinda una oportunidad magnífica al programa independentista, socialista y feminista. Pero también agranda los riesgos. Las decisiones y los pasos que hay que tomar a partir de ahora como izquierda independentista, como independentismo y como movimiento popular creemos que no deben estar ligados a la inmediatez ni a la táctica a corto plazo, y menos determinadas por las espirales propagandísticas propias de las elecciones. El estado ha hecho una apuesta fuerte para acabar no sólo con el proyecto independentista sino también con los diques de contención que nuestro pueblo puede disponer aún contra la ofensiva españolista, capitalista y patriarcal. La respuesta independentista no puede ser la de parar el golpe, replegarnos o apelar a victorias morales sin ninguna traducción material, porque no sirve para garantizar la República del 1 de octubre ni siquiera para garantizar la continuidad de las conquistas alcanzadas hasta ahora en el marco autonómico. Ahora es la hora de pasos decididos.

 

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