ANÁLISIS/ ISRAEL-PALESTINA: Entrevista a Avi Shlaim sobre los nuevos historiadores de Israel, Hamás y el Movimiento BDS

Resumen Medio Oriente  /Jadaliyya/ 6 noviembre 2017
Avi Shlaim es profesor emérito de Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford y miembro de la Academia Británica. Uno de los principales “nuevos historiadores” de Israel, es autor, entre otras obras, de Collusion across the Jordan: King Abdullah, the Zionist Movement, and the Partition of Palestine (1988) y The Iron Wall: Israel and the Arab World (2000). Abierto crítico de Israel y sus políticas y a pesar de reconocer la “gran injusticia” que sufrieron los palestinos en 1948, Shlaim insiste en que hay distinciones fundamentales entre Israel antes y después de 1967. En esta amplia entrevista con Jadaliyya, habla de los nuevos historiadores de Israel, su apoyo actual a una solución de un Estado para el conflicto palestino israelí, su herencia iraquí y su problemática relación con el Estado de Israel del cual sigue siendo ciudadano.Jadaliyya (J): ¿Cómo caracterizaría a los nuevos historiadores de Israel?

Avi Shlaim (AS ): La “Nueva historia” es un término acuñado por Benny Morris. Es un poco autocomplaciente, porque implica que todo lo que pasó antes es historia antigua. Pero como cualquier etiqueta, es bastante útil para distinguir una tendencia en la historiografía israelí. La tendencia, o el grupo de Nuevos Historiadores, incluían a Benny Morris, Illan Pappé y yo. Los tres publicamos libros en 1988 en el cuadragésimo aniversario de la creación del Estado de Israel y entre nosotros montamos un ataque frontal contra los mitos que han llegado a rodear el establecimiento de Israel y la primera guerra árabe-israelí. Nos dieron a conocer como historiadores revisionistas o nuevos israelíes porque desafiamos la versión sionista estándar del conflicto y asignamos un grado mucho mayor de responsabilidad a Israel por causar, intensificar y perpetuar el conflicto. Algo que diría sobre el término “Nueva historia” es que llama la atención sobre el hecho de que la mayor parte de lo que sucedió antes era una versión nacionalista de la historia. La nuestra era una versión más académica de la historia basada en la investigación de archivos.

La mayoría de las naciones ha reescrito su historia, pero las versiones nacionalistas de la historia tienen algo en común donde sea que estén. Sus señas de identidad son lo que yo llamo las cuatro S (según las palabras en inglés. N. del T): simplista, selectiva, autojustificada y egoísta. Al filósofo judío de Oxford, Isaiah Berlin le gustaba decir que los judíos son como cualquier otra gente más y, de la misma manera, la historia sionista es como cualquier otra versión nacionalista de la historia y más aún. Así que la principal contribución de la Nueva historia de Israel ha sido desafiar los prejuicios nacionalistas de la historiografía sionista tradicional del conflicto.

 J : Inicialmente hubo un impacto: los libros de texto escolares israelíes se reescribieron para arrojar algo de luz sobre una narración que había sido suprimida, pero los planes de estudio se reescribieron una vez más durante el Gobierno de Sharon de 2001-2005. Los nuevos historiadores también fueron denunciados virulentamente dentro de Israel. ¿Diría que todavía importan en Israel?

AS: La historia no está escrita en el vacío, sino en un contexto político particular. El contexto en el cual surgió la Nueva historia a fines de la década de 1980 fue la secuela de la Guerra del Líbano de 1982. Esta había sido una guerra por elección en el sentido de que no había amenaza para la seguridad de Israel, pero el Gobierno de Menachem Begin, sin embargo, decidió invadir Líbano por razones geopolíticas. Fue una guerra muy controvertida en Israel, terminó en lágrimas, terminó en desastre, terminó en las masacres de Sabra y Chatila y no logró ninguno de sus objetivos. La crítica comenzó durante la guerra y, como tal, fue la primera guerra israelí en la que hubo desacuerdo mientras la guerra estaba en curso.

La controversia en torno a la Guerra del Líbano creó un espacio en el que los Nuevos historiadores podrían tener un impacto, porque lo que decíamos era que la guerra del Líbano no era la única, contrariamente a la afirmación de que todas las guerras de Israel eran de carácter defensivo. Esto nos permitió ir más atrás en la historia de Israel y mirar las otras guerras. La Guerra del Sinaí de 1956 también fue una guerra de elección, ya que no había una amenaza egipcia a la seguridad de Israel ese año. Más bien, era una conspiración colonial entre Israel, Gran Bretaña y Francia para atacar a Egipto y derrocar a su líder, Gamal Abdel-Nasser. Entonces el clima en Israel era receptivo a ideas nuevas y críticas sobre el pasado y eso nos ayudó.

Posteriormente los Acuerdos de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se firmaron en 1993 y con esto los palestinos dejaron de ser un enemigo absoluto e irreconciliable. Los israelíes se dieron cuenta de que la reconciliación es posible, que la culpa no era solo del lado palestino, que Israel también tenía la culpa y que había un camino por delante, una forma de reconciliar a las dos partes en el conflicto. Así que los primeros años de Oslo dieron un nuevo impulso a la Nueva historia y tuvo un impacto.

Uno de los logros más significativos de la Nueva historia fue la reescritura de los libros de texto de historia de Israel para las escuelas secundarias. En particular los hallazgos de Benny Morris de que Israel fue en gran parte responsable del éxodo palestino se incorporaron en los nuevos libros de texto. Esto no quiere decir que la versión anterior de la guerra de 1948 fuera dejada de lado y reemplazada por nuestra versión. Es decir, que hubo una mayor apertura y los nuevos libros de texto se entregaron a los escolares de Israel: imagínense lo que hubiera sido ser un niño árabe en medio de esta guerra. Por lo tanto despertó dudas en las mentes israelíes sobre las versiones antiguas de que los árabes se fueron por su propia voluntad y porque recibieron órdenes desde arriba y que Israel no era de ninguna manera responsable del problema de los refugiados palestinos. Así que durante diez o doce años después de que aparecieran nuestros libros estábamos haciendo un progreso constante y ganando una mayor legitimidad.

Algunas de nuestras ideas se infiltraron en la corriente principal intelectual, particularmente la idea de que Israel era responsable del problema de los refugiados. Algunos de mis amigos me dijeron: “Solías ser un joven turco, pero te has convertido en un viejo imbécil porque ahora eres oficialista”. Nunca lo acepté porque nunca me uní a la corriente intelectual. Y en cualquier caso la aceptación de nuestro trabajo fue muy efímera. Esto se debe a que el siguiente evento significativo en la historia de Israel fue el estallido de la Segunda Intifada, en septiembre del 2000. Debido a la militarización de la Segunda Intifada, la violencia y más especialmente los atentados suicidas que tuvieron un efecto psicológico muy inquietante sobre los israelíes, el clima en Israel cambió completamente. Se volvió mucho más hostil a la erudición crítica como la nuestra.

Así como la década de Oslo nos ayudó, el estallido de la Segunda Intifada llevó a un movimiento contra nosotros. Los israelíes volvieron a posiciones muy fundamentalistas: estamos en lo correcto y ustedes están equivocados. Ese es el comienzo del declive de la influencia de la Nueva historia en Israel.

J: Y esta disminución ha continuado en el clima de derecha que existe actualmente. ¿Qué queda de los nuevos historiadores a la luz de la conversión de Benny Morris y los ataques a este grupo?

AS: El declive continúa hasta el punto de que el grupo ya no es un grupo y el término Nueva historia ya no tiene sentido en el contexto israelí. Un indicador de esta tendencia que se aleja de la nueva historia y regresa a la historia antigua es la conversión de Benny Morris. Después del estallido de la Segunda Intifada, Benny Morris se desvió a la extrema derecha y revisó radicalmente sus puntos de vista sobre el conflicto palestino-israelí, concluyendo que solo los palestinos son responsables. Dijo que los palestinos son mentirosos y que Arafat era un mentiroso inveterado y no se puede confiar en nada de lo que dijo. También dijo que para los palestinos firmar el acuerdo de Oslo era solo parte de su teoría de las etapas de desmantelamiento gradual de Israel y que, por lo tanto, era un error. Concluyó que solo hay dos posibilidades: o los palestinos nos arrojan o arrojamos a los palestinos, y que no hay distinción entre Israel y los territorios ocupados porque los palestinos lo quieren todo. Así que Morris volvió a una visión extremadamente cruda, derechista y bipolar de este conflicto como un conflicto existencial sin espacio para una solución diplomática. Morris es medianamente interesante porque refleja la tendencia en la sociedad israelí desde el estallido de la Segunda Intifada, hacia la derecha de culpar a los palestinos, demonizarlos y también un cambio hacia un racismo cada vez más abierto. En una entrevista en Ha’aretz en 2004, Morris dijo que los palestinos son como animales y que deberían ser colocados en una especie de jaulas.

A partir de entonces, Illan Pappé y yo nos distanciamos por completo de él y sus puntos de vista de derecha, sus crudas opiniones sobre el conflicto y sobre todo de su racismo. Benny Morris escribió un artículo en The Guardian con sus nuevos puntos de vista, para los cuales no tenía ni una pizca de evidencia, y yo escribí una respuesta al día siguiente bajo el título A Betrayal of History (Una traición a la historia, N. del T). Señalé en este artículo que Morris solía ser un historiador positivista que solo transitaba por registros escritos, pero aquí en este artículo no estipuló ninguna evidencia para sus afirmaciones. Por ejemplo, afirmó que la verdad no es un valor en el Islam, por lo que los musulmanes nunca dicen la verdad. También dijo que la paz con Siria es imposible porque no podría imaginar a Hafez al-Assad en su lecho de muerte diciéndole a su hijo que haga las paces con los judíos porque ellos son como los cruzados de la Edad Media, simplemente desaparecerán. Me gustaría que Morris, el historiador empírico, nos dé algunas pruebas concretas de la intransigencia siria, pero no hay ninguna porque es Israel quien siempre fue intransigente, no los sirios.

Así que tienes razón en que la nueva historia ha disminuido su influencia. Además el grupo original ya no es un grupo: hay divisiones profundas entre Benny Morris por un lado, que representa la historia antigua con una revancha, y por otro lado estamos Illan Pappé y yo.

 J: Mencionó a la izquierda de pasada. ¿Qué queda de la izquierda israelí? Con su tremendo declive de su influencia en los últimos años, ¿ve grupos orientados a la izquierda ganando terreno en el futuro cercano?

AS: Muy poco queda de la izquierda en Israel. El Partido Laborista de Rabin solía representar un enfoque del conflicto que era diferente al del Likud; el Partido Laborista defendió el compromiso territorial, mientras que el Likud es un partido ideológico que representaba al Gran Israel, a toda la tierra de Israel. Entonces había una diferencia entre los dos principales partidos, pero ahora se ha vuelto borrosa. El punto crítico del oscurecimiento de esta división es la cumbre de Camp David de julio de 2000. En las elecciones de 1999, el primer ministro Ehud Barak derrotó a Benjamín Netanyahu, presentándose como un discípulo de Yitzhak Rabin que quería reanudar el camino de Oslo hacia la paz. La cumbre en Camp David fue el momento de la crisis por su fracaso. La principal responsabilidad de su fracaso recayó en Ehud Barak. Bill Clinton también tiene una parte de la responsabilidad porque no actuó como un intermediario honesto, sino como un amigo y aliado de Israel. Así que Arafat se negó a firmar en la línea de puntos y la cumbre colapsó.

Clinton había prometido a Arafat que si la cumbre fracasaba no habría señalamientos, pero tan pronto como falló, apuntó con el dedo a Arafat y Ehud Barak también culpó a Arafat del fracaso. Barak regresó a su casa y se le ocurrió la afirmación de que no hay un socio palestino para la paz. Este fue un error trágico y tuvo un impacto real en la política israelí, porque si no hay un socio palestino para la paz, entonces las negociaciones son inútiles y sin esperanza. Si no hay un socio palestino para la paz, los israelíes no necesitan votar por un partido como el laborista, que cree en las negociaciones. Y en lugar de un líder moderado, un hombre de compromiso, buscaron a alguien fuerte que sea bueno para matar árabes. Ariel Sharon era el líder del Likud y tenía un historial impresionante de matar árabes y cometer crímenes de guerra, y el público israelí votó por el líder fuerte porque la mayoría de los israelíes, izquierda, derecha y centro, creían en este mito de que no hay un socio palestino para la paz. Así que Barak hizo el peor servicio a su propio partido al propagar este mito de la intransigencia palestina. Y al hacerlo también destruyó todo el campo de la paz, Paz Ahora. Hubo una victoria del Likud en 2001 y ya sea éste o un vástago suyo, Kadima, que también es un partido de derecha, ha estado en el poder desde entonces.

Mientras tanto, el Partido Laborista es una sombra de lo que era y ya no representa una alternativa clara al Likud. Se ha convertido en un partido nacionalista y ha cambiado su nombre de Partido Laborista a Unión Sionista, que lo dice todo. Entonces, es un partido sionista que cree en la tierra de Israel, que Jerusalén es la capital unificada y eterna del pueblo judío, y que Israel debe mantener todos los principales bloques de colonias en Cisjordania como una totalidad. Por lo tanto no es un partido moderado, no es un partido socialista, no es un partido de izquierda, es un tipo híbrido de centro-izquierda sin una ideología coherente y sin una alternativa clara a las políticas del Likud. Es por eso le ha ido tan mal en las elecciones sucesivas. También hay otras razones demográficas de largo alcance para su decadencia.

La vieja generación de inmigrantes europeos solía apoyar al Partido Laborista, pero el panorama político ha cambiado y los jóvenes israelíes no votan por el laborismo porque cualquier persona menor de 50 años nació después de la ocupación, por lo que para ellos la ocupación es el orden natural de las cosas y un partido que quiere terminar con la ocupación realmente no significa nada para ellos. Otro factor es la creciente proporción de judíos orientales en relación con los judíos asquenazíes en Israel. Por diversas razones los judíos orientales tienden a ser más halcones que los judíos asquenazíes. Hay otro factor que es la educación: existe una correlación directa entre el nivel de educación y las conciencias que buscan la paz. Muchos de los partidarios del Likud y los partidos de extrema derecha no están bien educados y tienen una visión del mundo en blanco y negro. Un último factor de largo plazo es el aumento en el número de judíos ortodoxos en Israel. Los judíos ortodoxos no leen Nueva historia, tienen su propia historia, la Biblia, y simplemente no están interesados en los resultados de la investigación de archivos, por lo que también votan por los partidos de la derecha. En este contexto, el apoyo al Partido Laborista ha ido disminuyendo y no veo ninguna posibilidad de que regrese al poder.

 J: En cuanto a su relación personal con Israel, dice que sirvió en el ejército israelí “orgullosa y lealmente”, pero también ha estado en Inglaterra durante muchos años y es ciudadano del Reino Unido. ¿Cómo describiría su relación con Israel? ¿Todavía es ciudadano israelí?

AS: Tengo doble nacionalidad, israelí y británica. Cuando voy a Israel entro con mi pasaporte israelí y a cualquier otro lugar que voy uso mi pasaporte británico. Entonces esa pregunta es fácil de responder. Pero mi actitud hacia Israel es más compleja y no es estática, sino cambiante. Ha evolucionado gradualmente. Crecí en Israel, mi familia se mudó a Israel cuando yo tenía cinco años, fui a la escuela en Israel, serví en el ejército israelí, pero eso fue a mediados de la década de 1960. Cuando estalló la guerra de los Seis Días (1967) yo era un estudiante de primer año de Historia en Cambridge y me ofrecí como voluntario para volver y luchar por mi país, pero la guerra terminó en seis días y terminé mi curso de Historia en Cambridge. Pero mi actitud hacia Israel comenzó a cambiar después de la Guerra de los Seis días muy gradualmente. Me volví más crítico con Israel y una razón personal para mi desencanto es que había servido en el ejército muy feliz y lealmente porque en mi época era fiel a su nombre: era la Fuerza de Defensa de Israel y solo nos enfrentamos a los ejércitos regulares del mundo árabe. Creí en la idea y también que estábamos rodeados de enemigos. Pero como resultado de la victoria en junio de 1967, Israel se convirtió en una potencia colonial, una potencia imperial y las FDI se convirtieron en la brutal fuerza policial de un brutal poder colonial. Así que ya no es mi ejército y el espíritu de la idea ha cambiado catastróficamente desde mi época. Fuimos criados en la idea del Tohar Ha Neshek -la pureza de las armas– según el cual no usas armas contra civiles y solo las usas para fines defensivos. Bueno, esta no es la de ejército actual, que comete crímenes de guerra de manera sistemática y ha cometido crímenes de guerra en cada uno de los últimos tres asaltos en la Franja de Gaza y está dirigido contra civiles. Así que estoy completamente desencantado con la forma en que el ejército ha evolucionado. Se ha convertido en un ejército de ocupación. En cuanto al resto de la sociedad israelí, se ha estado moviendo constantemente hacia la derecha, así que me he desencantado de Israel como Estado-nación debido a la ocupación.

 J: ¿Visita Israel a menudo?

AS: No, debido a mis reservas políticas sobre el país. Simplemente no me gusta la política, la política de derecha, el chovinismo y el creciente racismo del público israelí. No voy muy seguido, pero voy, mi madre tiene 92 años, vive en Israel y voy a visitarla. Hay otro factor en respuesta a su pregunta sobre mi actitud hacia Israel y es el hecho de que soy un judío oriental. Nací en Bagdad en 1945 y en 1950 mi familia se mudó a Israel. Ahora estoy escribiendo una memoria sobre mis primeros años, no es una autobiografía sino una historia de mi familia.

Éramos judíos árabes. Sé que el término no es popular en Israel, pero eso es lo que éramos. Hablábamos árabe en casa, la música de mis padres era música árabe. Tuvimos una vida muy feliz en Irak sin problemas y esto se produce en un contexto de una larga historia de armonía entre musulmanes y judíos. El antisemitismo no es un fenómeno árabe, el antisemitismo es un fenómeno europeo. El sionismo no es un fenómeno oriental, es un fenómeno europeo, es una solución al problema de los judíos en Europa. Mi familia no tenía problemas para vivir en Irak y no simpatizaba con el sionismo. Pero debido al contexto político y debido al choque político entre el nacionalismo árabe y el sionismo las vidas de los judíos en Irak se volvieron casi imposibles y hubo un gran éxodo de 100.000 judíos desde Irak a Israel en 1950 y formamos parte de él.

Digo todo esto porque las principales víctimas del movimiento sionista son los palestinos. Pero al analizar la historia de mi familia me doy cuenta de que hay otras víctimas del sionismo: los judíos de las tierras árabes. Había una comunidad judía en Irak que había estado allí durante dos milenios y medio y no deseaba irse. Es solo por el surgimiento del nacionalismo en el siglo XX que la coexistencia pacífica ya no era posible. Entonces mi actitud hacia Israel también está influenciada por mi formación.

 J: ¿Ha tenido contacto con otros iraquíes o ha intentado volver sobre la presencia de su familia en Bagdad antes de 1950?

AS: No, yo no. Cuando me encuentro casualmente con judíos iraquíes, siempre hablan con gran nostalgia de la vida en Irak. Mis dos abuelas, que vinieron con nosotros a Israel pero nunca aprendieron hebreo, solían hablar de Irak como Jannat Allah, el paraíso de Dios. Nunca fijaron sus pies en el nuevo Estado. Mi padre tenía 50 años cuando llegamos a Israel. Era un hombre muy rico, pero perdió todo su dinero y luchó con el hebreo. Nunca se adaptó al nuevo entorno. El impacto fue demasiado grande para él. Era un hombre roto. Solía decir con un suspiro, los judíos rezaron en vano por un Estado propio durante dos mil años: ¿por qué tuvo que suceder esto en mi vida?

Podía haber visitado Irak después de la guerra de 2003, pero no quise llegar al Irak bajo la ocupación angloestadounidense, por lo que, por razones ideológicas, no volví. Pero estoy orgulloso de mi herencia iraquí, me enorgullece definirme como un judío árabe y la broma aquí en el Middle East Center en St. Antony’s College, de Oxford, era que hasta que llegó Tariq Ramadan y se convirtió en un compañero yo era el único árabe entre los compañeros porque era iraquí.

 J: Pasando a temas más contemporáneos, usted afirmó en un artículo publicado en The Guardian a principios de este año que “Obama fue el presidente más pro-Israel desde Truman”. ¿Volvería a evaluar esto ahora a la luz de la presidencia de Donald Trump y sus posiciones y políticas sobre Israel/Palestina?

AS: Estados Unidos tiene una gran parte de la responsabilidad del estancamiento diplomático en los últimos cincuenta años entre Israel y los palestinos, porque tras la guerra de 1967 Estados Unidos se arrogó un monopolio sobre la diplomacia que rodea el conflicto árabe israelí. Las Naciones Unidas deberían haber abordado este conflicto porque es un conflicto internacional. Pero Estados Unidos asumió o usurpó un monopolio que no era suyo y excluyó a todos los demás jugadores durante la Guerra Fría y después de ella. Todavía excluye a Rusia, a la ONU y a la UE. Pero no ha logrado traer la paz.

El proceso de paz patrocinado por Estados Unidos, que comenzó en 1991 después de la guerra del Golfo, es solo un proceso y no hay paz. Es una farsa. Es simulación. Es peor que una farsa porque el proceso de paz da a Israel la cobertura que necesita para continuar su agresivo proyecto colonial en Cisjordania. Y el problema con el apoyo estadounidense a Israel es que es incondicional, entonces Estados Unidos da dinero a Israel, da armas a Israel y da consejos a Israel. Israel toma el dinero, toma las armas y rechaza el consejo.

Israel no paga ningún precio por su desafío a los Estados Unidos. Ahora Obama sabe más sobre la historia palestina que cualquier otro presidente estadounidense, pronunció el discurso en El Cairo en 2009 en el que prometió solemnemente su apoyo al Estado palestino. Prometió pero no ejecutó. Obama fue muy bueno para hablar, pero no logró nada. Nunca usó la influencia económica sobre Israel para empujarle a un acuerdo con los palestinos. Durante sus ocho años en el cargo Obama aumentó constantemente la ayuda militar y económica estadounidense a Israel y oportunamente para su despedida decretó un paquete de ayuda de 38.000 millones de dólares para los próximos diez años. Entonces Obama no tiene logros en relación con la resolución del conflicto israelí-palestino, pero al menos lo intentó. Identificó la expansión de las colonias como el principal problema y se enfrentó a Netanyahu tres veces sobre este tema, pero cada vez retrocedió. Netanyahu hizo su voluntad; continuó con la expansión de las colonias y continuó recibiendo ayuda estadounidense.

Con Trump hubo un cambio importante en la política estadounidense hacia el conflicto, porque no hay pretensión de imparcialidad. Obama intentó fingir que era imparcial, pero Trump es pública y abiertamente unilateral proisraelí. La gente en la que Trump confía es sionista. Su principal asesor en Israel-Palestina es su yerno judío ortodoxo Jared Kushner, que no tiene ninguna experiencia en asuntos gubernamentales o públicos. La familia de Kushner apoya las colonias de la derecha en Cisjordania. El embajador de Trump en Israel es David Friedman, su abogado especializado en bancarrotas, que es un sionista de extrema derecha, a la derecha de Binyamin Netanyahu. Friedman recauda alrededor de dos millones de dólares al año para Beit El, que es una colonia de línea dura en Cisjordania. También está firmemente a favor de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. También anexar Ma’ale Adumim, en las afueras de Jerusalén. Si bien el Gobierno no ha aceptado eso, se informó de que Friedman apoya la anexión de partes de Cisjordania a Israel. Luego de una reunión entre Trump y Netanyahu en la Casa Blanca, un periodista preguntó a Trump si apoyaba el acuerdo de dos Estados, a lo que él respondió: “si Bibi está de acuerdo con dos Estados, estoy a favor y si Bibi quiere el Estado único, es lo que tendremos”. En otras palabras, abdicó de una posición estadounidense independiente sobre cómo resolver este conflicto. Se estaba refiriendo a “Bibi” y no tenía ni idea de los derechos palestinos o de lo que los palestinos podrían decir sobre el tema. Por lo tanto nunca hemos tenido un presidente estadounidense que ignore más las realidades de este conflicto y los respectivos derechos e injusticias en virtud del derecho internacional y que sea tan público y abiertamente parcial como Trump.

 J: ¿Usted sigue siendo defensor de un acuerdo de dos Estados?

AS: Fui partidario de una solución de dos Estados durante la mayor parte de mi vida porque nunca puede haber una justicia absoluta para los palestinos. Creo que la creación del Estado de Israel implicó una injusticia monumental contra los palestinos, pero no quiero dar un paso más y decir que Israel debe ser desmantelado para hacer justicia a los palestinos. Acepto la realidad de Israel dentro de sus fronteras originales, acepto la legitimidad de Israel dentro de sus fronteras originales anteriores a 1967.

Edward Said describió las dos comunidades como dos comunidades de sufrimiento. Debemos tener en cuenta la trágica historia de los judíos y el sufrimiento de los palestinos. La solución de dos Estados parecía no ser una solución perfecta, sino una solución razonable. La OLP, al firmar los Acuerdos de Oslo, renunció a reclamar el 78 por ciento del Mandato Palestino con la esperanza de obtener un Estado palestino independiente en el 22 por ciento restante, en Cisjordania y Gaza. Así que apoyé la solución de dos Estados, pero Israel bajo los gobiernos laborista y el Likud continuó expandiendo las colonias. Esto es incompatible con una solución de dos Estados.

Las colonias representan el acaparamiento de tierras y el acaparamiento de tierras y la construcción de la paz no van de la mano, es una cosa u otra. Por sus acciones, si no siempre en su retórica, Israel ha optado por el acaparamiento de tierras y, mientras hablamos, Israel está expandiendo las colonias. Entonces, Israel ha estado destruyendo sistemáticamente las bases para un Estado palestino viable y este es el objetivo declarado del Likud y Netanyahu que solían pretender aceptar una solución de dos Estados. En el período previo a las últimas elecciones dijo que no habrá ningún Estado palestino bajo su Gobierno. La expansión de las colonias y el muro significan que no puede haber un Estado palestino viable con contigüidad territorial. Lo máximo que los palestinos pueden esperar son bantustanes, una serie de enclaves rodeados de colonias israelíes y bases militares israelíes.

Entonces, una solución de dos Estados ya no es una opción viable y es por eso que me he convertido en partidario de la solución de un solo Estado, un Estado único con los mismos derechos para todos sus ciudadanos. Ideológicamente no tengo ningún problema con una solución de un Estado. Ideológicamente es muy atractivo, es una visión noble de dos comunidades que viven en armonía en un espacio con los mismos derechos para todos sus miembros. Pero no soy tan ingenuo como para pensar que la solución de un solo Estado es una perspectiva realista, porque no hay respaldo para una solución de un solo Estado en Israel. Y si me presionan mucho, creo que Israel retirará la muralla y anexará todo lo que quiera de Cisjordania. Se anexaría los principales bloques de colonias en Ma’ale Adumim y toda el área alrededor de Jerusalén, y lo haría de forma unilateral en lugar de tener un Estado único, por lo que no soy en absoluto optimista de que la solución de un Estado sea una propuesta viable. Pero aquí es donde estoy parado y culpo a Israel por eliminar la alternativa de una solución de dos Estados.

 J: ¿Cómo percibe las últimas posiciones de Hamás y particularmente las proclamadas en su nuevo documento de política publicado en mayo de 2017?

AS: Hamás se convirtió en un partido político, se presentó a las elecciones en enero de 2006 y las ganó. Hubo muchos monitores internacionales y todos coincidieron en que fue una elección libre y justa. Así que considero a Hamás el Gobierno legítimo de Palestina. Pero Israel rechazó los resultados de las elecciones y Estados Unidos, para su vergüenza, siguió a Israel al rechazar los resultados de las elecciones y también lo hizo la Unión Europea. Los estadounidenses pretenden ser promotores de la democracia. Afirman que invadieron Irak para promover la democracia, pero la única democracia árabe auténtica con la posible excepción del Líbano es Palestina, que tuvo una elección, el pueblo habló, votó por Hamás e Israel y sus aliados occidentales rechazaron los resultados porque la gente votó por el grupo de líderes “equivocados”. Así que siempre he considerado a Hamás el Gobierno legítimo de Palestina y también creo que Hamás ha moderado constantemente su programa. Sus líderes hicieron muchas declaraciones aceptando la solución de dos Estados y el documento reciente, que aunque no ha anulado el estatuto de 1988 es un nuevo conjunto de directrices para Hamás y es mucho más explícitamente moderado. Todo el antisemitismo de la carta se ha ido, el nuevo documento deja claro que la pelea de Hamás no es con los judíos sino con los sionistas. Dice explícitamente que Hamás aceptaría un Estado palestino independiente a lo largo de las fronteras de 1967 si es aprobado por el pueblo en un referéndum. Entonces, el problema no es Hamás, el problema es la intransigencia israelí, porque el rechazo israelí de Hamás no es condicional sino absoluto.

Entonces Hamás no es el obstáculo para la paz, es Israel el principal obstáculo para la paz. El último documento de Hamás es un paso más en el camino hacia la moderación y es una pena que haya habido muy poco reconocimiento de la importancia de este movimiento en Occidente.

Hay otro problema y es que Israel dice que la razón principal por la que no puede negociar con los palestinos es porque los palestinos están fragmentados. Eso es una completa basura porque ha habido muchos intentos de reconciliación entre Hamás y Fatah. Cada vez que llegan a un acuerdo, Israel lanza una guerra en Gaza para interrumpirlo y la última vez fue 2014 cuando Fatah y Hamás formaron un Gobierno de consenso. La estrategia israelí es dividir y gobernar. Y también es separar Gaza de Cisjordania para derrotar la lucha por el Estado palestino.

 J: ¿Cuáles son sus puntos de vista sobre el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)

AS: BDS es un movimiento de alcance mundial que ha estado reuniendo apoyo a un ritmo impresionante y ha tenido un gran número de éxitos con importantes compañías que se desprenden de Israel. También ha tenido un impacto considerable en la opinión pública en todo el mundo, deslegitimando la ocupación israelí. Los israelíes lo toman muy en serio. Han formado una unidad con un presupuesto de 40 millones de libras esterlinas para luchar contra BDS, lanzar ataques contra personas y deslegitimarlas en lugar de comprometerse con los argumentos de BDS. Y me parece que ahora hay esperanza de que los gobiernos occidentales cambien su política de apoyo a Israel. Doce parlamentos europeos han reconocido a Palestina, pero solo el Gobierno sueco ha reconocido a Palestina, por lo que el reconocimiento de Palestina por parte de los gobiernos occidentales no ocurre. El gobierno británico bajo Theresa May es completamente unilateral en su apoyo a Israel. Theresa May ha descrito a Israel como un faro de libertad y tolerancia, dijo que se enorgullece de la Declaración Balfour y que planea celebrarla este año en su aniversario [2 de noviembre]. Entonces, la primera ministra británica se ha hecho cargo de la Declaración Balfour, que es un documento colonial clásico y no podría ser más unilateral. Por lo tanto no tengo la esperanza de que la política occidental ponga a Israel en su lugar.

Estoy a favor de las sanciones de la UE contra Israel porque Israel no cumple los términos del acuerdo de membrecía con la UE. El preámbulo de este acuerdo dice que Israel debe respetar los derechos humanos de todas las personas bajo su dominio. Israel viola sistemáticamente los derechos humanos de los palestinos y, por lo tanto, pienso y espero que la UE suspenda este acuerdo hasta que Israel cumpla sus obligaciones.

Volviendo al BDS, no hay esperanzas de que los palestinos pongan fin a la ocupación con el apoyo de los gobiernos occidentales o de la ONU, la única esperanza que tienen los palestinos es a través del BDS.

Eso no quiere decir que, en un futuro previsible, el BDS podría provocar el fin de la ocupación israelí. Pero esa es la única esperanza que tienen los palestinos de progresar.

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

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