Cuba: Le Thi Rieng: una escuela muy especial

Por Laura V. Mor, Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba/ 30 de Octubre 2017 .- 

Fotos: Yaimi Ravelo Rojas.

 Holguín, 26 de octubre de 2017.- Yendo por la carretera a Mayabe, en las afueras de la ciudad de Holguín, nos encontramos con la Escuela Especial Le Thi Rieng, donde nos reciben acalorados con esa manera única y fresca que tienen los niños.

Ya desde el portal se ve a parte del colectivo de trabajadores esperándonos con una rosa roja para cada uno de nosotros en una mano y en la otra mano algo que no distinguíamos bien a lo lejos, y que luego vimos, era una foto del bello paisaje que los rodea con una dedicatoria agradeciendo nuestra visita, como para que no los olvidásemos.

Le Thi Ring fue una revolucionaria vietnamita que al estallar la Revolución en agosto de 1945, se unió a la guerra de resistencia del pueblo vietnamita sureño contra el colonialismo francés y que años más tarde, el 8 de mayo de 1967, fue asesinada en las calles de Saigón por tropas invasoras estadounidenses, contra las que también combatía. En honor a la lucha antiimperialista de esta mujer por la liberación de Vietnam esta escuela lleva su nombre, como forma de honrar la memoria y contrarrestar el intento de callar el “grito de libertad lanzado por los habitantes del pueblo de Vietnam”, se lee en los murales que decoran las paredes.

139 educandos son los que reciben educación formal en este establecimiento, contando con la ayuda incondicional de 60 trabajadores, entre ellos 10 maestros y 12 auxiliares pedagógicos, nos cuenta Virgen Rodríguez Infante, la subdirectora, a quien escuchamos hablar de cada niño con un amor y una vocación que enorgullece y emociona a cualquiera.

“Lograr el máximo desarrollo posible que les permita una inserción real en la sociedad” es el fin de escuelas de este tipo, como nos explica Virgen. A diferencia de otros países, en Cuba, la educación especial para niños con capacidades diferentes (en este caso de aprendizaje) mantiene el mismo programa de estudio formal que el resto de las escuelas del país, para evitar así establecer diferencias entre unos niños y otros, tanto en su infancia como en su vida adulta. Lógicamente, cada uno a su tiempo. También, como en el resto de las escuelas, la Organización de Pioneros José Martí está presente. Murales históricos, pañoletas rojas y azules, y emotivos Seremos como el Che como en cualquier otra escuela cubana. Partir de puntos diferentes, pero con las mismas posibilidades, de eso se trata.

Inaugurada en 1992 -pleno Período Especial, uno de los momentos económicamente más complicados para la isla tras la caída del campo socialista- cuenta con los diferentes grados como cualquier otra escuela, hasta llegar al 9no grado (anterior al preuniversitario); aunque como afirman los trabajadores con ese brillo en sus ojos que sólo da el orgullo de la tarea cumplida, los estudiantes “son nuestra responsabilidad hasta los 21 años”.

Una vez terminados los estudios, se inserta a los alumnos en diversos oficios donde puedan desarrollarse y ser parte plena de la sociedad; aunque esta inserción fuera de la escuela no los deja a la deriva; sino que los docentes y pedagogos mantienen un seguimiento cotidiano sobre ellos y sus necesidades hasta 2 años después de iniciada su vida laboral. Algunos niños viven en la misma escuela, otros transcurren el día como en cualquier escuela cubana hasta el momento de ir a sus casas.

Uno de los estudiantes, nos contaba que tienen una huerta donde cultivan frutas y verduras, que además de proporcionarles mayores recursos alimenticios hoy, los ayuda no sólo a interactuar y valorar el medio ambiente, sino también a adquirir hábitos y responsabilidades que el día de mañana les serán de vital importancia para desarrollarse en la vida adulta en sociedad.

Virgen nos remarcaba la importancia del involucramiento de las familias en todo el proceso de aprendizaje de los niños, pero también en lo referido a sentirse parte de la comunidad educativa y acompañar a sus hijos en las actividades. Esa fortaleza y unión entre familias, comunidad y docentes se hace evidente en esta escuela, la cual por ejemplo, fue restaurada con el trabajo y la organización de los propios padres y alumnos que asisten diariamente a este centro educativo, que es como su segundo hogar.

Una mesa repleta de frutas cultivadas en esa huerta de la que nos hablaban nos esperaba en uno de los salones, luego de recorrer las instalaciones y evidenciar con nuestros propios ojos el esfuerzo y el cariño con que día a día se educa en esta escuela a las nuevas generaciones de cubanos y cubanas. El agua de coco no faltó tampoco, algo muy típico en esta región oriental.

Arnold, otro de los niños que estudian allí, nos seguía con la mirada, de la mano de una de sus docentes. Al verlo, en esa comunión con su maestra difícil de explicar con palabras y hasta lejana para muchos de nosotros, fue imposible no emocionarnos. En ese momento notamos lo que nos decía Virgen, aquello de no marcar diferencias entre estos niños y el resto; pues vimos a un niño de lo más pizpireta, preguntón como cualquier niño de su edad que conoce a gente que antes no conocía, indagando, queriendo saber que pensábamos y de donde veníamos, como cualquier otro niño de su corta edad. No hizo falta más presentaciones ni explicaciones, ni ver los murales de estadísticas e indicadores de eficiencia colgados en las paredes de la escuela que mostraban el alto nivel de reinserción y aprendizaje de los estudiantes, saltaba a la vista que la tarea estaba siendo cumplida, con el amor y la dedicación de sus docentes.

Con la rosa y la foto en mano nos despedimos, con la promesa de volver algún día y con la certeza de que, con o sin dedicatoria, no los olvidaríamos.

 

 

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