Hipotético escenario económico de la Catalunya independiente

Carles Puigdemont sostiene que la voluntad del Gobierno catalán es la de “trabajar para cumplir los mandatos democráticos y buscar la máxima estabilidad y tranquilidad” del pueblo catalán. |

 28 octubre 2017

Tras la declaración de independencia, al menos 45 empresas radicadas en Barcelona han trasladado sus sedes a otras provincias españolas.

La independencia unilateral que ha declarado en las últimas horas el Parlament, abre un panorama de incertidumbre para la economía de Catalunya.

Asegura Manuel de la Rocha Vazquez, economista de la Fundación Alternativas, que “no hay ningún escenario de salida de Cataluña que no sea absolutamente traumático a nivel económico”.

Sostiene el economista que ante un escenario en el que ninguna de las dos partes se reconozcan entre sí (Gobierno central y Gobierno catalán), se agudizaría aún más la huida de empresas por la extrema situación de incertidumbre y por el riesgo de doble imposición.

“Ante la duda y la posibilidad de que haya que pagar doble o que no se sepa bien qué pagar, las empresas establecen su sede social fuera para no tener que pagar a Cataluña. Y en el caso de los bancos es más claro porque ya ni siquiera tendrían acceso al Banco Central Europeo”, asegura Vazquez.

Si bien Cataluña aporta el 20 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de España y tiene una economía industrializada y exportadora, su mercado principal está en Europa: el 40 por ciento de sus ventas exteriores son al resto de España y otro 40 por ciento de sus ventas al mercado interior europeo, es decir, el 80 por ciento de sus ventas al exterior las realiza en el marco de su participación en el Mercado Único.

Otras consecuencias económicas para Catalunya ante una salida del bloque regional no pactada, sería la de asumir una buena parte de la deuda estatal española, la imposición de tasas de impuestos a las exportaciones, lo que perjudicaría su competitividad en el mercado único europeo y el incremento en el ritmo de salida de bancos y empresas, deteriorando el turismo y el consumo, dos de los principales ejes de su economía, y la hostelería, la venta de automóviles y el sector inmobiliario.


¿Y la comunidad europea?

Sumado al complejo escenario económico en el que se encontraría la región, una salida no pactada supondría un no reconocimiento de casi toda la comunidad internacional y de la Unión Europea (UE), por lo que resulta probable que sea expulsado de la eurozona y no formaría parte del espacio de Schengen.

Supondría, también, la pérdida del acceso al mercado único y a los acuerdos bilaterales de comercio con países no integrantes de la UE, por lo que no podría participar más en los convenios establecidos con la mayoría de los países del mundo. Tendría que iniciar de manera independiente un marco de relaciones económicas con cada uno. Estas conversaciones podrían prolongarse un tiempo, por lo que, al menos, durante unos meses, dejaría aislada a la región.

De acuerdo con analistas, Catalunya además tendría que establecer un acuerdo con el Banco Central Europeo (BCE) para mantener el uso del euro como moneda común y, en caso de no ser aprobado, se vería en la obligación financiera de producir su propia moneda.

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