Barcelona despierta a la República con asombrosa normalidad /Anoche se festejó hasta alta horas

 

El Palau de la Generalitat ha amanecido con la puerta abierta, apenas vigilancia y la bandera española en lo alto. Solo en la presencia de medios internacionales se deja notar que, desde ayer, es la sede del Gobierno de una nueva República. A pie de calle, no se veían ya a independentistas con banderas.

Por Aritz Intxusta|28/10/2017 1
fota:La prensa, tranquila en este día de resaca. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)

Una periodista alemana, que trabaja subcontratada para una televisión de su país que prefiere no revelar, hace cábalas y cree que no pasará nada hasta el lunes. «Hoy es sábado, cualquier movimiento que haga Madrid tendría fácil respuesta. La gente tomaría las calles de inmediato. El lunes todo es más complicado». Lleva bastante tiempo desplazada de su país a Catalunya y hoy está algo más contenta pues «por lo menos, ayer sí que pasó algo».

La proclamación parece que no ha trastocado gran cosa la vida ordinaria de la ciudad. No hay más presencia policial que de ordinario. «Aquí estamos cuatro agentes, porque nos hemos encontrado», comenta un mosso. «El despliegue es normal. Cambiará en caso de que haya alguna convocatoria de concentración o alguna protesta, pero de momento no hay nada», continúa una compañera.

Un quiosquero del Eixample, José Carlos Nieto, comenta que en el último mes y medio se está vendiendo algún periódico más. Pero pocos. «Donde antes se vendían 20 ahora venderemos 21 ó 22», asegura. Sí que ha habido días puntuales en los que aumentaron muchísimo las ventas. El que más periódicos se compraron fue el día 2, cuando narraban lo sucedido en el referéndum. Pero hoy, que han amanecido contando la proclamación de independencia, no hay un boom de ventas. Tampoco las portadas recogen con entusiasmo la proclamación. Solo el ‘El Punt Avui’ le da página entera con una foto de la calle y de la Declaración. Los más vendidos (‘La Vanguardia’ y ‘El Periódico’) traen al titular grande las medidas de Rajoy y dejan como segunda noticia la independencia. Por eso los reporteros internacionales cuando se ponen delante de la cámara lo hacen con ejemplares de ‘El Punt Avui’.

Una espera tensa

Sí que es cierto que se nota en las calles del centro que anoche hubo fiesta, que los independentistas tomaron la Plaza de Sant Jaume, aunque tampoco dejaron la ciudad patas arriba. «Nosotros, que nos toca sobre todo limpiar pintadas, no hemos notado gran cosa», comentan unos trabajadores de la limpieza montados en una camioneta. «El mayor día de jaleo fueron el 2, el 3 y cuando detuvieron a Jordi Cuixart y Jordi Sànchez. Entonces sí que hubo pintadas por toda la ciudad», sostienen. Aseguran que el trabajo volverá a dispararse si empiezan a detener políticas.

En la oficina de Turismo reconocen que algún visitante les ha preguntado que qué estaba pasando. «Llevan tiempo preguntando. Las manifestaciones han sido muy potentes, pero como todo es tan pacífico, nos preguntan si se trata de algún tipo de fiesta. Cuando cuentas lo que sucede, te piden tu opinión personal», explica Celia, una de las trabajadoras de la oficina. Ella no tiene problema en responder. «Soy independentista y no estoy adoctrinada, ese es un argumento ridículo. Confieso que tengo dudas. No sé si ahora es el momento. Hay mucha gente que no entiende lo que pasa, que se siente española», asegura. «Mi marido es tunecino y se emocionó mucho cuando proclamaron la independiencia. Yo lloré. Sentí mucha alegría pero lloré de miedo, por lo que puede venir, porque van a venir», dice.

La alegría contenida durante semanas se desató tras proclamar la República

La alegría se desbordó en el paseo Picasso de Barcelona en cuanto Carme Forcadell anunció el resultado de la votación que proclamaba la República catalana. Aldunos lloraron, y en general las miles de personas que estaban en las inmediaciones del Parlament celebraron el fruto de una lucha de muchos años.

Martxelo DÍAZ|GARA, 28 octubre 2017

El ambiente era parecido al de un partido de fútbol. La gente animaba a los suyos y pitaba al adversario, como a Carlos Carrizosa (Ciudadanos), que se quejó de que la presencia de alcaldes en el Parlament

No todos los días nace una República, así que es algo que hay que celebrar. Y eso hicieron los miles de personas que se congregaron en las inmediaciones del Parlament de Catalunya. Fue un txupinazo. En cuanto Carme Forcadell anunció el resultado de la votación que suponía la proclamación de la República catalana, la euforia se desató.

Las últimas semanas han sido complicadas para quienes ansiaban la independencia. Las palabras de Forcadell fueron el detonante de la celebración, hasta entonces contenida, y también después. La República catalana es una realidad, pero hay que consolidarla. Y quienes ayer lo celebraban eran plenamente conscientes de ello. Celebración, pero con cautela.

Los accesos al parque de la Ciutadella, en cuyo interior se ubica el Parlament, estaban cerrados. Desde primeras horas de la mañana miles de personas se congregaron en sus inmediaciones, en el paseo de Picasso, junto al Arc de Triomf y frente a la Estació de França.

Todos los reunidos eran conscientes de que el de ayer era un día clave y querían mostrar su apoyo a los parlamentarios, que fueron recibidos con aplausos mientras accedían al Parlament. Quienes también recibieron una ovación mientras llegaban a la Cámara catalana fueron los alcaldes, que se desplazaron con sus varas de mando para mostrar su adhesión a una República construida por sus vecinos.

Salvi Güell, alcalde de Castelló de Empùries, era uno de ellos. Según explicó a GARA antes de que comenzara el Pleno del Parlament, «nosotros somos los que estamos al lado de nuestros vecinos. Todos sabemos cuál es la base real del independentismo en nuestro municipio. Por eso, estamos junto a nuestros vecinos».

Pantallas de vídeo

Los congregados en la calle querían saber qué pasaba en el interior del Parlament. Para ello, la ANC instaló junto al gran Arc de Triomf unas pantallas de vídeo que retransmitían la sesión.

El ambiente era parecido al de un partido de fútbol. Mucha gente con banderas esteladas. Animaba a los suyos y pitaba al contrario. El diputado de Ciudadanos Carlos Carrizosa fue, sin duda, quien más pitos se llevó, seguido de su jefa de filas Inés Arrimadas y los diputados del PP Alejandro Fernández y Xavier García Albiol. La gente no estaba para filibusterismos, quería la República ya.

En cambio, las apariciones de los diputados independentistas eran acogidas con aplausos. Uno de los más cálidos fue para el diputado de la CUP Carles Riera, que comenzó su intervención reclamando la libertad de Jordi Cuixart y Jordi Sànchez. Los aplausos y los gritos de «Llibertat» atronaron entonces el paseo de Picasso. Contrastaba con las palabras de Carrizosa, quejándose de que los alcaldes en el Parlament corearan «Independencia». ¡Vaya pitada que se llevó entonces el diputado de Ciudadanos!

Aplausos y pitos se intercalaron también mientras Forcadell llamaba uno por uno a los diputados para que votasen. Cuando la presidenta del Parlament contaba los votos y decía «sí» la respuesta era un sonoro «eup!». El «no» recababa abucheos. Los votos blancos tampoco eran bien recibidos.

La espera, al final, valió la pena. El Parlament había proclamado la República. Y con ello había llegado el momento de celebrarlo. La gente se abrazaba y coreaba gritos de «Independència». Muchos lloraban. Nosotros también. Era la culminación de años de lucha y décadas de sinsabores. Los más previsores descorchaban el cava que tenían preparado.

Los coches y motocicletas hicieron sonar sus cláxones para festejar que Catalunya es ya oficialmente un Estado independiente. Una realidad a preservar y a desarrollar. Pero ayer tocaba celebración, la que estaba pendiente desde el Sí del 1-o y el sí-pero-no del 10-0.

Plaça de Sant Jaume

Tras proclamarse la República, la ANC llamó a acudir a la Plaça de Sant Jaume para festejar la celebración. El simbólico lugar se llenó inmediatamente de gente en un ambiente festivo, en el que no faltaron los castells. El objetivo era permanecer en la plaza toda la noche para, de paso, proteger la sede de la Generalitat independiente. Un herri harresi a la catalana, para defender esta vez a sus responsables institucionales amenazados por la represión española.

En Girona, un grupo de personas retiró la bandera española de la sede de la Delegació de la Generalitat y del Ayuntamiento de la ciudad. La Plaça del Vi fue punto de encuentro de los vecinos de Girona que quisieron delebrarlo también, siguiendo el pleno por una pantalla. Además, ayer comenzaban las fiestas de San Narcís. Doble celebración.

En Tarragona, los vecinos se congregaron en la Plaça de la Font, donde actuaron, entre otros, los diables, prolongando por unas horas las fiestas de Santa Tecla.

También se retiró la bandera española en Sabadell, Tortosa y Figueres, al igual que en Lluçâ, donde además quitaron la estelada. Y es que la República se había logrado.

Portada del diario vasco Gara, festejando la República Catalana

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