Che con Pombo

¿Cómo era tu familia?
Soy descendiente de esclavos, mi abuelo y mi madre lo eran. Mi padre era isleño y mi abuelo fue combatiente de las tropas de Antonio Maceo (héroe de la independencia). Y tengo la herencia de los que nacen en una isla, rodeado de mar estás bloqueado y eso te hace crear una concepción de que lo que logres tiene que ser producto de tu propio esfuerzo.

¿A qué edad te unes a la guerrilla? 
Yo apenas tenía 14 o 15 años y mis padres no concebían que partiera a la guerrilla por mi condición física, era un muchacho muy delgado. Pero, paralelamente me habían educado en un principio: tenía que ser capaz de hacer lo que hiciera otro semejante.
Yo tenía un fusilito 22 cuando me alcé, las armas había que quitárselas al Ejército, y luego nos tuvimos que ir a la Sierra Maestra. Esto fue en el año 57, veníamos de la lucha clandestina. Cuando nos presentamos con el Che, este nos increpó que teníamos que ir a recuperar armas de los soldados.

¿En qué momento te consideras un guerrillero?
Después que terminó la invasión, el 59, ya estábamos en Las Villas, antes de marchar a La Habana, cuando junto a otros guerrilleros vi el respeto de la gente por nosotros, que habíamos hecho una travesía desde oriente hasta aquella región del país.

¿Cuál fue tu primera herida en combate?
En la invasión, fue una balita de fusilito americano, que me creó un problema de locomoción, siempre me hirieron en las piernas, inclusive en Bolivia. Una de ellas, la tengo llena de fragmentos y con un estafilococo que se me metió ahí y que aún me molesta.

¿Y qué pasa con el miedo estando en combate?
Cuando te enfrentas a lo desconocido tienes miedo, pero uno aprende y lo domina y luego lo supera hasta que ya te es imperceptible. Creo que la diferencia entre el héroe y el cobarde es la forma en que superas el miedo.

¿Cómo fue tu vida cuando llegas a la Habana? Ese fue prácticamente tu único tiempo de paz junto al Che.
Primero, yo me casé con una muchacha del Ministerio de la Industria llamada Cristina y empecé a buscar una casita con las FF.AA. He tratado de definir en mi quehacer en qué se diferenciaba ser soldado que ser general y no veo ninguna, en mi experiencia todo ha sido similar.

Hay muchos mitos de la vida amorosa de los guerrilleros, ¿cómo ha sido la tuya?
Yo soy un cubano humilde, de pueblo, y soy una gente demasiado prolífica a las mujeres. Si me mandaban al centro me buscaba una mujer en el centro, donde quiera que fui cumpliendo misiones fui teniendo mujeres, llegué a Bolivia y nos empatamos con una brasileña ahí. Tengo cinco hijos de cinco madres, además de cuatro nietos.

EL CHE GUEVARA

¿Antes de conocerlo, qué es lo primero que escuchaste del Che?
En los ataques a los diferentes poblados se hablaba por la radio Bemba, que con Fidel iba un argentino. Entonces, se iba viendo al Che como un Máximo Gómez, un dominicano que combatió contra España, que fue quien enseñó a los cubanos a combatir con el machete.

¿Y cuál fue tu primera impresión del Che?
Tenía una voz desgarbada, un vestir medio cantinflesco, sin embargo había algo que inspiraba respeto y autoridad. Allí estaba con su pipa y un escolta detrás que traía un fusil con mirilla telescópica y todo eso nos impresionó. Era el segundo jefe de un frente después de Fidel.

¿Qué es lo que más te impresiona de él? 
No permitirse ningún privilegio. Y eso contrastaba en alguna medida con que el Che fuera un argentino de la clase media.

¿Cuándo te haces su escolta?
En el mismo quehacer, fue una evolución gradual, me dijo: “tu función es andar conmigo” y me cambió el arma. Dormíamos más o menos cerca y éramos varios compañeros que nos alternábamos. No le gustaba ni siquiera tener chofer, quería manejar él, la mayoría de las veces iba con su mujer adelante. A veces, lográbamos ponerle una escolta detrás.

¿Cómo se distraía el Che? 
Su gran satisfacción era leer, el Che no tenía sentido musical. Le gustaba hacer trabajo voluntario, y respecto a sus pasatiempos creo que a lo más iba al cine, al teatro y al ballet. Recuerdo que tomaba vino con agua y ni siquiera ese era un hábito cotidiano.

¿Y sus amores?
Hilda y Aleida. Tuvo algunas en Cuba, algunas en la sierra. A Aleida la conoció en la montaña porque fue con un mensaje y se quedó.

LA CAMPAÑA EN AFRICA

En el año 65 te proponen ir a luchar al Congo, ¿cómo fue eso? 
Ahí el Che ya se había ido al Congo, y el que me informa es Fidel.

¿Dudaste de partir? 
No, hay un mecanismo que no sabes si es conciencia o compulsión que se te va convirtiendo en algo muy normal. Hay un momento en Cuba en que todos estamos imbuidos del ejemplo que nos había dado el Che.

Para muchos, incluso para el Che, la campaña del Congo fue un fracaso ¿Cuál es tu balance?
Muy positivo, porque no pudimos hacer más. No pienso que eso fuera una derrota, nosotros no queríamos ir a hacer la revolución al Congo, llegamos a un territorio donde no había concepto de nación, sino de tribu y la tribu es apenas el pedacito donde yo vivo.


Pombo en la actualidad

UN VIAJE SIN RETORNO

¿Qué te pareció que el Che decidiera volver clandestino a Cuba, y qué te parece su carta de despedida? 
Le salió lo de pequeño burgués, eso de ser de la clase media, tenía una forma de enfrentar los problemas y la vida bien definida, pero para él éticamente volver a Cuba era una derrota. Para Fidel no, si nadie sabía dónde él estaba, si retornaba no pasaba nada y conocimos la insistencia de Fidel para que volviera.
Cuando el Che hace la carta a Aníbal Quijano, realiza un balance de dónde está la revolución cubana. Y allí hay dos cosas importantes: la edad que él ya tiene: 37 años y el tiempo que le quedaba, porque consideraba que para estar en una guerrilla había que tener menos de cuarenta.

¿La revolución estaba madura para dejar ir al Che o él todavía era necesario?
Creo que la revolución no estaba madura, pero era el Che quien había conceptualizado que ya había cumplido su misión en Cuba.

¿Qué perdía Cuba con su partida?
Perdimos una gente muy capaz, con una concepción bien definida de como tenía que hacerse el socialismo. Convencido que lo importante no era lo económico, sino el ser humano. Que el bienestar, no era dar lo que me sobra sino compartir lo que tenemos. Era lo que él plantea en su discurso de Argelia: el papel que tenían que jugar los países socialistas para auxiliar a los países del tercer mundo. Son los problemas que él dice que tiene el socialismo y que si no se cambiaban, todo iba a ir a dar al traste.

LA GUERRILLA DE ÑANCAHUAZÚ

¿Cuándo vuelves del Congo, y estás en Praga, el Che te propone partir a Bolivia, ¿no es cierto?
Sí, es ahí que nos propone que lo acompañemos.

¿Cuándo llegan a La Paz crees que la CIA ignoraba el plan de la guerrilla?
Yo pienso que durante un tiempo la CIA, no lo sabía y por eso se sorprendieron que el Che estuviese ahí.

Una guerrilla que gana la mayor parte de los combates que libra, pero no tiene conexión con el exterior…
Esa es la realidad que se impuso, el hecho de no haber podido llevar un medio de comunicación que nos garantizara los vínculos con La Paz y Cuba, fue una falencia muy importante. Tampoco podíamos imaginar qué llevó al máximo representante del Partido Comunista Boliviano, Mario Monje, a traicionar y no participar en la lucha, quizás fue el miedo que le metieron los soviéticos.

¿Complotaron en contra los soviéticos?
En alguna medida sí, había una concepción que el Che era un aventurero y que ellos tenían que cumplir con los americanos y no con los revolucionarios.

EL CHE PRISIONERO

¿Ese 8 de octubre, en qué momento ustedes se dan cuenta que han capturado al Che?
Por la radio, como a la una del día cuando el tiroteo ya se aleja. Al otro día escuchamos por una radio chiquita la emisora chilena (Presidente) Balmaceda que decía que al Che lo habían hecho prisionero. Luego lo desmintieron y dijeron que era un subalterno, sólo después dijeron que había muerto. Ahí hicimos el compromiso de continuar la lucha.

¿Pensaron en rescatarlo?
Sí, pero no sabíamos que al Che lo tenían tan cerca, nosotros incluso veíamos los movimientos del helicóptero.

¿Cómo es el repliegue de ustedes?
Había una realidad, el Che estaba muerto pero sus ideas no, estábamos obligados a continuarlas. El propósito era seguir la lucha con la gente de La Paz. Fue con ellos que entramos en contacto, y eso fue después que el Partido Comunista Boliviano retornó y nos dio una ayuda para organizar nuestra salida.

¿Quiénes llegan contigo a la frontera con Chile en el verano del 1968?
Fidel nos mandó un poco de recursos que eran como 40 o 60 mil dólares, que se los dejamos a los compañeros que estaban en la lucha urbana en La Paz. Además, nos aconsejó que no saliéramos juntos para que la dirección del ELN no tuviese el riesgo de desaparecer. Hacia Chile salimos: Benigno (Daniel Alarcón), Urbano (Leonardo Tamayo) y yo. Además de dos guías bolivianos militantes del PCB: Efraín Quicáñez (Negro José) y Estanislao Vilca (Tani).

¿Qué recuerdas del encuentro con Allende?
En esos años, Allende era el Presidente del Senado, él nos orientó de cómo pedir el asilo y dio todo su apoyo. Se portó muy bien con nosotros mientras estuvimos en Santiago y luego nos acompañó hasta llegar a Cuba.


Con Salvador Allende los sobrevivientes en Chile. Pombo primero derecha. Febrero 1968.

EL FUTURO DE CUBA

¿Cuál es tu percepción?
Pienso que estamos viviendo un proceso interesante, Cuba tiene el San Benito de haber sido una guía para los desposeídos del mundo. Pero, bien sabes que la economía determina mucho, hemos logrado expandir lo que son nuestras conquistas, tuvimos la suerte que en los momentos más difíciles apareciera un Chávez, y aún tenemos que buscar una vía de no perecer. Y hoy no perecemos gracias a la existencia de la Revolución Bolivariana; en Venezuela hay más de 40 mil cubanos trabajando y con toda esa gente pagamos el petróleo, pero eso no es desarrollo, por eso es que tenemos que perfeccionar nuestra sociedad.

¿Hay un inexorable reloj biológico?
Es claro que no es lo mismo la generación que hizo la Revolución, que las actuales que están más permeadas por el interés personal de tener una vida más acorde con el desarrollo tecnológico, científico y social que existe en el mundo.

¿Te ha tocado conversar con jóvenes universitarios?
Nosotros creamos una institución que se llama Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y a través de ella se creaba un conjunto de actividades que se hacían desde el barrio y hacia la enseñanza secundaria y primaria. Allí, participaban todos estos viejos y hablaban de su historia.
Hace 4 o 5 años falleció Juan Almeida (dirigente histórico), era la figura que lo llevaba todo, cuando desapareció él, tenía que desaparecer yo y no desaparecí, creo que por todo lo relacionado con el Che.

¿Qué te pasa cuando ves la imagen del Che mercantilizada?
Lo más importante es que no lo olviden y cuando lo lleven en sus poleras que se pregunten ¿Quién era? ¿Qué hizo? Más malo sería que nadie tenga la imagen y se muera en un museo.

¿Te preocupa el futuro?
Me preocupa, pienso que todo debe ser más gradual que renunciar a la dirección, eso no se puede hacer de un corte, tienes que estar ahí hasta que el pueblo lo necesite.
Hace un tiempo sucedió que asistí invitado al Hospital Militar y dentro del auditórium estaban los principales jefes y médicos de La Habana y entre ellos los cadetes de medicina, y al jefe se le ocurre preguntar si había gente de Bayamo. Entonces se levantaron tres de Bayamo y él preguntó si ellos sabían cuántos generales había dado Bayamo. Respondieron que no. Luego les preguntó si sabían cuántos héroes de la república tenía Bayamo. Y respondieron que no. Y finalmente les preguntó: ¿Ustedes conocen a Pombo? Y respondieron que nunca lo habían oído nombrar. Entonces, les dijo: ¿Ustedes saben que Pombo es bayamista? ¿Que es de Yara? ¿Ustedes saben que Pombo es héroe de la República de Cuba?
Y luego continuó: ¿Sabrán que la primera heroína que hubo de Yara es Ester Teté Puebla? Ante tanto silencio les hizo la última pregunta: ¿Entonces dónde viven ustedes si no conocen la historia de sus coterráneos?
Eso, me da pena. Mi preocupación es que es la juventud la que va a asumir la dirección del país y por ello requiere conocer nuestra historia para así valorarla.