Cuba: Revolución y Nación

por Osmany Sánchez*, agosto 2017.-

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Hay que dejar de hablar de Revolución y co- menzar a hablar de Nación. Varias veces he leído esa afirmación en las redes sociales y lo más interesante es que los que la promueven son supuestamente “gente de izquierda”, aun- que en estos tiempos para saber de qué lado está cada cual, no basta con leer lo que dicen sino ver lo que hacen y sobre todo, quiénes son sus amigos y aliados.

La nacionalidad cubana es el fruto de un largo proceso histórico, pero solo la Revolución per- mitió que Cuba se convirtiera en una Nación. No quiero entrar en el terreno de los historia- dores, mis consideraciones se basan en el aná- lisis de diferentes épocas y países.

En una carta dirigida a Root, el 25 de octubre de 1901, Wood señalaba: “Con el control que ejercemos sobre Cuba por medio de la En- mienda Platt, control este que indudablemen- te pronto habrá de convertirse en posesión, combinado con otras tierras productoras de azúcar que ahora nos pertenecen, en muy po- co tiempo dominaremos el negocio azucarero del mundo, o por lo menos, una gran parte de él…considero que Cuba como la más deseable adquisición que pudieran hacer los Estados Unidos, por si sola vale lo que dos estados su- reños…más adelante agregaba…es probable que, tan pronto nuestros pro- ductores nacionales de azúcar comprendan que nuestra política es darle una oportunidad a Cuba, trasladen; sin lugar a dudas, sus indus- trias a la misma, y la isla, bajo el ímpetu de una energía y un capital nuevos, no solo se desarrolle, sino que se americanice gradual- mente y en su oportunidad, lleguemos a con- tar con una de las más ricas y apetecibles po- sesiones del mundo”

En Cuba la revolución del treinta se fue a boli- na como diría Raúl Roa, porque salvo un hon- roso grupo, liderados por Antonio Guiteras, to- dos los implicados estaban más preocupados en lograr el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos que en responder a las ex- pectativas creadas en el pueblo con la caída del dictador Machado. Recomiendo la lectura del libro “Fabulario” de Mario Kuchilán para que vean el lenguaje injerencista de los comu- nicados de los embajadores “americanos” a sus jefes en Washington durante toda la crisis. Fue el gobierno de los Estados Unidos quien convirtió a Batista en el “hombre fuerte” y quien lo apoyó hasta el último momento. La última muestra de injerencia de la embajada USA fue cuando en una reunión con Batista le dijeron que tenía que renunciar para evitar la llegada de los revolucionarios al poder. No es un mito que en Cuba por esos años se consul- taba con la embajada de los Estados Unidos antes de tomar muchas decisiones.

El 17 de diciembre de 1958 el embajador nor- teamericano en Cuba ser reúne con Batista pa- ra analizar la situación en la isla y el resultado del encuentro fue descrito por el embajador Earl T. Smith en su libro “El cuarto piso” donde demostrando el intervencionismo de siempre dijo: “Los Estados Unidos, diplomática, pero claramente, le habían dicho al presidente de la República que debía irse de su propio país”

De los años treinta en Cuba podemos “viajar” hasta Colombia cincuenta años después cuando en plena guerra contra los narcotraficantes, la úni- ca defensa que tenía el gobierno era la extradición de los narcos hacia los Estados Unidos. Estaba tan corrupto el país que era imposible poder juzgarlos y encarcelarlos en su territorio. En esa misma época los pue- blos latinoamericanos sufrían bajo las botas de las dictaduras militares apadrinadas por el gobierno de los Estados Unidos.

En la actualidad existen en América Latina cerca de cuarenta bases mili- tares de los Estados Unidos, que según el politólogo argentino Atilio Bo- rón no están ahí para “mirar los pajaritos de la Amazonía o los peces que hay en el Atlántico Sur” sino para interferir en los procesos políticos de nuestra área geográfica.

El primero de enero de 1959 nos permitió convertirnos en Nación. A nosotros nos toca conservarla.

*La Joven Cuba

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