Argentina. Un 30 de julio de 1976 cae en combate Juan jacinto Burgos, Montonero

Resumen Latinoamericano / Eduardo Soares / 1 de agosto de 2017

Somos pocos quienes recordamos a Juan.
Eduardo González, de Cipolletti es quien lleva en la memoria un archivo, similar al del querido Roberto Baschetti pero compilado en sí mismo y limitado a nuestra militancia en común.
Eduardo y yo nos acordamos porque ese nombre tuvo mucho que ver con su Patagonia natal y con la Mar del Plata que me vio nacer.
Ambos nos conocimos en Mar del Plata y militamos juntos en Montoneros.
Pero mucho antes de que ni Eduardo ni yo empezáramos a militar, ya existía en la política revolucionaria Juan.
Juan había nacido en la Provincia de Buenos Aires y empezado a militar casi de niño en los sectores más revolucionarios e intransigentes del Peronismo.
Ya en 1958 fundó el Comando Merlo, una organización para enfrentar desde la absoluta clandestinidad el tristemente célebre Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), de represión absoluta a la Clase Trabajadora.
Fue impulsor de las famosas Cátedras Nacionales que permitió e impulsó a cientos de jóvenes universitarios a abrazar la causa Nacional, Popular y Revolucionaria.
Periodista y escritor, trabajó en la Revista Ateneo y en el periódico Noticias, el órgano más masivo de Montoneros.
Los años 70 lo encuentran en la Patagonia, ya con importantes responsabilidades organizativas y llega a ser el Secretario General de la Regional VII de la JP, la estructura de masas de Montoneros, con responsabilidades en toda la Patagonia Argentina, el territorio mas extenso de nuestro País.
La represión contra Montoneros comenzó mucho antes del Golpe militar del 76 y nuestra organización sufría bajas en presos y muertos, lo que determinó que se le ordenara a Juan abandonar la Patagonia.
Le ordenan trasladarse a Mar del Plata.
Y ahí confluye con nuestras vidas.
Lo conozco casi de casualidad porque en el verano 74/75 me toca cubrir la “cita nacional” y aparece ese compañero desconocido que venía del Sur.
Un “viejo” de 30 años, muchísimos menos que los nuestros.
Me notifica que le ordenaron incorporarse a la Unidad de oficiales montoneros de Mar del Plata, y que entendía que “había ahí un pibe que me conoce”. Era Eduardo González.
Así entra Juan Jacinto Burgos en nuestras vidas.
No tuve el honor de militar mucho tiempo con Juan porque a los pocos meses fui detenido, pero eso es otra historia.
Lo que me lleva a escribir esto tiene relación con la Dignidad y la Soberbia, con la altivez, con la frente alta ante el enemigo, con la convicción de por qué se lucha, por qué se cae en cana y por qué se muere.
Todo eso con dignidad y hasta con soberbia.
Acá acompaño una foto de Juan, foto histórica para los amigos patagónicos que hoy luchan por tierras y acompañando a los pueblos originarios.
Para ellos, para los presos, para sus familias, para sus abogados, para todos los que los apoyan, que sepan que hubo hombres dignos como ellos.
Altivos, y hasta soberbios.
Ahí está Juan, con su porte arrabalero, sus bigotes bien montoneros y su frente alta.  Rodeado de policías armados que lo llevan esposado.   La foto es del 11 de noviembre de 1972.
Fue tomada en Bariloche, donde en este mismo momento hay presos y heridos por la represión policial y judicial.
En esos años, los dirigentes marchaban a la cabeza de las movilizaciones, y ese día la Argentina estalló en movilizaciones, piquetes y barricadas enfrentando al Ejército de Lanusse.
Mirénlo bien, y digan si es un compañero que puede decir de sí mismo que se considere “una víctima”.
Hoy se habla de “Victimas” no en esos años de lucha.
Ninguno de nosotros nos considerábamos “victimas”, al contrario, con soberbia, decíamos de nosotros mismos que eramos luchadores y que elegimos el destino voluntariamente.
Mucho se ha hablado (y generalmente mal) de la llamada “Soberbia Montonera”.
Nunca nadie me lo pudo explicar con algo de coherencia o argumentación como no fuera la referencia a la jactancia de la masividad de nuestra organización.
Ni muchos militantes de algunas izquierdas gorilas y reformistas que nos querían poco, y con los que aún suelo hablar, ni mucho menos distintos sectores del Peronismo, sea la derecha fascista, la burocrática política o sindical, o los reformistas y socialdemócrata con los que hablo menos.
El Peronismo “renovador” de Cafiero, Menem, etc se mencionaba a menudo la “soberbia” montonera.
Muchos hablaban de la Soberbia Montonera.
Hasta que el algún momento me empecé a preguntar si era tan mala después de todo.
Yo creo que esa imagen de Juan Jacinto Burgos puede ser justamente el símbolo de la Soberbia Montonera.
Ya quisiera yo hoy, ahora, un poco como defensor y un poco como pretendiente de revolucionario encontrarme a los presos de hoy día con la Soberbia y la altivez de Juan Jacinto Burgos.
Esa foto lo dice todo.
En esos años esa foto era algo insignificante, cosa de todos los días y de cualquiera.
Es la viva imagen de un típico cuadro montonero de esos años que daba la vida por la Liberación Nacional y el Socialismo.  Es la imagen de la convicción política e ideológica. Es la imagen del “Patria o Muerte”.
Juan Jacinto Burgos fue sorprendido por una patrulla militar un 30/7/1976 en la intersección de las calles Moreno y Olazabal en Mar del Plata, se enfrenta a tiros, seguramente con dignidad y con la soberbia montonera que se le nota cuando lo llevaron detenido tres años antes.
Muy malherido lo trasladan al Hospital y de ahí, el Ejercito lo secuestra, jamás volvimos a saber de él.
Nada salió de su boca, ni un compañero ni material cayó por su lado.
Quizás tuvo suerte y su propia soberbia lo ayudó a morir rápido o quizás esa característica lo ayudó a soportar lo que haya sido sin darle un solo dato al enemigo.
Era un “viejo”, ya tenía 32 años.
Y dos hijos, Facundo y Eva a quienes alcancé  a conocer antes de mi detención porque al poco tiempo de su arribo, llegaron también a Mar del Plata con su madre.
Un 29 de julio pero de 1971 caía también en combate en Córdoba uno de nuestras mayores leyendas, el Negro Sabino Navarro, histórico y heroico comandante montonero.
Pero esta vez, solo esta vez se lo pido compañero Comandante, déjeme recordar más a Juan, al Soberbio, a quien siguió su ejemplo.  A quien murió con su misma dignidad.
De Ud se ha escrito mucho comandante Sabino, permítame, en estos tiempos de mediocridades y traiciones, dar a conocer la historia de un hombre que  casi nadie sabe quién es.
Déjenos honrar a Juan como se merece compañero comandante, Ud comprenderá, lo sabemos bien.

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