Estados Unidos. Trump, el fondo de la cuestión / Análisis

Por Enric Llopis/ Resumen Latinoamericano/ 21 de julio de 2017.-

No sólo se trata de los rifirrafes con los periodistas y el uso recurrente de Twitter. El pasado 26 de mayo, en plena cumbre de la OTAN que se celebraba en Bruselas, al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se le ocurrió empujar al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic, con el fin de hacerse un hueco para la fotografía oficial. Un mes antes evitó estrechar la mano a Ángela Merkel delante de las cámaras, en un encuentro oficial en la Casa Blanca. En los medios de comunicación aparecen con profusión episodios de esta guisa protagonizados por Trump, elegido con 63 millones de votos (menos que los de su rival, Hillary Clinton) en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.

El sociólogo y profesor en la Universidad de Berkeley, Manuel Castells, realizaba un análisis de mayor profundidad en una tribuna publicada en La Vanguardia (“Trump contra el mundo”). “Lo que parece una sarta de groserías y una torpeza diplomática revela una estrategia absolutamente consistente”. Muchos de los votantes de Trump se reafirman en su decisión, señala el autor de la trilogía “La era de la información”. Son la clase obrera blanca y la población rural castigadas por la crisis económica y la globalización, a quien les separa una gran barrera ideológica y material de otros grupos sociales, como las élites cultas y cosmopolitas de las grandes ciudades. Según Castells, beneficiarios directos de las decisiones del presidente son las grandes petroleras, las corporaciones del gas y del carbón, el lobby antiecológico y quienes pretenden acabar con las medidas de protección ambiental.

Un ejemplo de la conexión de intereses es el actual secretario de Estado (responsable de las Relaciones Internacionales), Rex Tillerson, quien ocupó el cargo de director ejecutivo de una de las grandes petroleras mundiales, Exxon Mobil. En los primeros días de junio, Trump anunciaba asimismo que Estados Unidos se retiraba de los Acuerdos de París para combatir el cambio climático. Antes el presidente había firmado una orden ejecutiva con el fin de abrir la puerta a las extracciones de petróleo y gas en el Ártico.

El sociólogo y miembro del Observatorio Internacional de la Crisis, Andrés Piqueras, explicaba al calor de las elecciones norteamericanas en el diario digital Público que existe una lucha abierta entre los grandes poderes de Estados Unidos, principalmente entre los “globalistas-neoliberales”, que aspiran a un “dominio difuso a través de las disgregadas plazas financieras mundiales” y mediante los tratados comerciales. Y un segundo sector, el de los “nacionalistas-proteccionistas”, más vinculados al imperialismo clásico y multinacional. La batalla tiene su correlato en el mundo mediático y virtual. La plataforma global, representada por la CNN-Ted Turner-Time Warner; y la multinacional, con Fox News Corp-Rupert Murdoch como estandarte. Quizá en ese contexto pueda interpretarse la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, siglas en inglés), rubricado en febrero de 2016 por 12 países. Los firmantes del acuerdo de libre comercio representan el 40% del PIB mundial.

Analistas y medios de comunicación han destacado la apuesta militarista del presidente Trump. Pero Trump ganó las elecciones en noviembre. Y los datos de 2016 difundidos por el Instituto de Investigación para la Paz con sede en Estocolmo (SIPRI) apuntan que Estados Unidos ha aumentado el gasto militar el 1,7% hasta alcanzar los 611.000 millones de dólares. Al liderazgo de la gran potencia le siguen a distancia China (215.000 millones de dólares en 2016) y Rusia (69.200 millones). Bien es cierto que Donald Trump ha anunciado un aumento del 10% en el gasto militar, de más de 54.000 millones de dólares (el mayor incremento desde los atentados del 11-S, en 2001). También es verdad que el mandatario ha pedido a los socios de la OTAN que cumplan sus compromisos, e incrementen el presupuesto militar hasta el 2% del PIB antes de 2024. Pero antes de que el político y millonario, conocido por sus comentarios machistas, llegara a la Casa Blanca, Estados Unidos contaba con 7.000 cabezas nucleares, en comparación con las 300 de Francia, las 260 de China y las 215 del Reino Unido (datos del SIPRI, 2016).

Trump ganó las elecciones con el lema “Fisrt America”, y ya en el poder ha sostenido que la inmigración es un “privilegio”. Plantea una “recuperación de las fronteras” y mantiene como proyecto estelar la construcción de un muro entre Estados Unidos y México, países a los que separa una frontera de 3.000 kilómetros. En la campaña electoral prometió hasta la saciedad algo que rayaba la ignominia: México tendría que reembolsar los costes de la construcción del muro. Actualmente hay algo más de mil kilómetros de valla construida en la frontera entre ambos países, que empezaron a levantarse en 1994, durante la presidencia de Clinton.

Pese al perfil del votante de Trump retratado por Manuel Castells, ha sido el primer presidente de los Estados Unidos incluido en la lista de millonarios de la revista Forbes. Ocupa el número 544 en el listado, con una fortuna de 3.500 millones de dólares amasada principalmente en el negocio inmobiliario. Símbolo de este poderío es la Torre Trump, rascacielos de 200 metros de altura emplazado en la Quinta Avenida de Nueva York. Los periódicos han indagado en las obligaciones fiscales del candidato Donald Trump. Así, en plena campaña electoral, The New York Times informó de que en 1995 Trump declaró pérdidas por valor de 916 millones de dólares, lo que podría haberle reportado -de manera legal, aclara el periódico- extraordinarios beneficios fiscales. Además, se ha comprometido ha reducir el tipo máximo del impuesto sobre la renta (al 35%), eliminar el de sucesiones y reducir el de sociedades (al 15%). Una contrarreforma fiscal en toda regla. Mientras, la retirada del llamado “Obamacare” dejaría sin seguro médico a 14 millones de estadounidenses.

Muchos analistas han criticado la discordancia entre los hechos y las declaraciones del político y empresario de 71 años. El 20 de mayo cerró en Riad un acuerdo para la venta de armas a Arabia Saudí por valor de 110.000 millones de dólares, el mayor de la historia de Estados Unidos. Una de las justificaciones del trato fue la lucha contra el terrorismo en la región, a pesar de las denuncias como las del politólogo y activista Noam Chomsky, quien afirmó en la cadena libanesa Al-Mayadeen: “Estados Unidos hace la vista gorda al apoyo de Arabia Saudí al terrorismo”; y en la estadounidense Democracy Now!: “Arabia Saudí es el centro del extremismo islámico radical”. Asimismo Trump ha dado su apoyo a los países -Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto- que han roto relaciones diplomáticas y han cerrado las fronteras con Catar. Coincide en que el régimen catarí apoya el terrorismo, aunque la base aérea estadounidense más importante de la región sea la de Al Udeid (Catar). Y que el 15 de junio este país firmara la compra de 36 aviones F-15 a Estados Unidos (12.000 millones de dólares). ¿La alternativa? El matrimonio Obama acaba de adquirir la mansión en Washington a la que se mudó al abandonar la Casa Blanca. Por ocho millones de dólares.

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