Colombia. Una nueva práctica sindical es urgente

Resumen Latinoamericano / William Guzmán, Trochando Sin Fronteras / 20 de julio de 2017

Hasta hace unos años parecía un acto de herejía hablar de la crisis del sindicalismo, sin embargo, la pérdida de vocación de poder de las principales organizaciones sindicales, así como la casi nula presencia en las últimas manifestaciones, paros y movilizaciones demuestran tal realidad. Esto sin mencionar los graves hechos de corrupción que se dan al interior de los sindicatos y que dan al traste con la deslegitimación y descrédito generalizado.

No pretendemos únicamente un análisis enfocado en la crisis, pero se hace necesario mencionarla y reconocerla en un acto de autocrítica y de ubicación de contexto, ya que parte de esa crisis está determinada por el abandono o poca importancia que los sindicatos le dan en  la actualidad a la educación de sus bases.

A nivel general podemos decir que los cambios en el mundo del trabajo y concretamente la revolución tecnológica de la informática y la telemática, las telecomunicaciones, transportes, el desarrollo de la robótica y la informática, y la mecanización en casi todas las labores del campo, acompañadas de la imposición de reformas laborales que modificaron la legislación nacional; configuraron un escenario que liquidó las exiguas conquistas de las que gozaban los obreros que se beneficiaban de convenciones colectivas.

Asistimos a una derrota, aunque transitoria, de la clase que vive del trabajo. Esta ha tenido que adaptarse a las nuevas realidades impuestas desde los centros de poder de las multinacionales y no ha tenido la suficiente iniciativa, ni la fuerza para poder convertirse en un bloque de poder que pueda confrontar y derrotar tales medidas. Por otra parte, el sindicalismo no representa y no ha constituido programas claros para la salida a la crisis del país en todos los ámbitos y sectores económicos y sociales.

Todo lo anteriormente mencionado ha llevado a que existan causas objetivas y subjetivas, externas e internas en la actual crisis del sindicalismo, entre ellas podemos mencionar:

  1. El terrorismo de Estado, la burguesía y el poder financiero le ha dado un tratamiento de guerra a sus relaciones y conflictos históricos con el movimiento obrero, han desarrollado una violenta arremetida contra los obreros y sus organizaciones, principalmente las más consecuentes.
  1. Legislación laboral anti- obrera: las diferentes reformas laborales y pensionales al igual que las reformas fiscales han ido en contravía de los intereses de los de abajo. Basta mencionar leyes como la ley 50 de 1990, 100 de 1993 salud, 789 que dio un fuerte golpe a una de las garantías con que contaban los laboriosos, nos referimos a las horas extras. Situación que se ha agravado con la entrada en vigencia de la antipopular reforma tributaria que busca agudizar la explotación de los de abajo. Ahora bien, la implementación de la apertura económica el desempleo y subempleo han sido flagelos que han azotado a la clase que vive del trabajo. En la década de los 90 el desempleo osciló entre el 7.83% en 1993, siendo el más bajo, y el 18% en 1999, siendo este último el más elevado de la región. En la década del 2000[1] se mantuvo alrededor del 12 y 13%. En lo que va de esta última ha tenido un comportamiento según cifras oficiales del 10% en promedio. Claro está que estas mediciones no toman en cuenta el empleo por cuenta propia. La precarización de la vida para los de abajo es el común denominador.
  1. Persecución y estigmatización sindical: a pesar de ser reconocido en la legislación nacional e internacional el derecho a organizarse en sindicatos, en el país esta es una labor estoica, ya que todo el aparato estatal se ha volcado para aniquilar o reducir al máximo estas organizaciones, acompañado de todo un dispositivo de descrédito de sus reivindicaciones, luchas y propuestas, convirtiéndolos en enemigos de los y las trabajadoras. Las repercusiones de ello llevan a que en el país la cifra de sindicalización escasamente alcance el 4%.

Ahora bien, entre las causas de carácter interno se encuentran: la corrupción, el acomodamiento, la burocracia, la pérdida de iniciativa, el abandono de la educación y la investigación de carácter marxista como método de comprensión de la realidad, y una serie de vicios que se han anquilosado en las estructuras sindicales. Pero quizá el más grave de todos los problemas internos de las organizaciones sindicales es la que tiene que ver con la pérdida de una visión estratégica de los sindicatos, esto es; ver a estas organizaciones como el fin y no como un medio para unas conquistas más estratégicas, principalmente para el logro de unas condiciones de vida digna.

A ello se suma el abandono de las plataformas de lucha de organizaciones sindicales consecuentes, quienes pasaron de confrontar al Estado y sus políticas a conciliar y sumarse mansamente a sus mandatos. Es decir pasaron de ser sindicatos clasistas a ser patronales. Esto ha tocado al total de los gremios, unos más elocuentes que otros. Solo basta mencionar el magisterio, quien luego de liderar y enarbolar banderas de trasformación, sus tenues movilizaciones buscan escasamente mantener los lánguidos derechos con que cuentan.

La clase obrera ha venido en la lucha por un proyecto histórico. Son innumerables las luchas, huelgas, paros, movilizaciones, etc. Por la puja de esta clase por el poder, la confrontación por las vías de hecho en un momento determinado pusieron a las y los obreros en una correlación de fuerzas con muchas posibilidades de disputar el poder a las clases dominantes, sin embargo, la huelga como herramienta fundamental de parálisis de la producción y de conquistas concretas fue siendo desmantelada paulatinamente por los diferentes gobiernos. En esa disputa los sindicatos se han quedado enmarcados en la legislación y no han tenido la astucia suficiente para organizar al grueso de los trabajadores informales que suman más del 60% en el país.

En efecto, es necesario decir que si hay un sindicato con proyección, que tiene en sus manos en la cotidianidad, la posibilidad de hacer trasformaciones reales y concretas, ese es el magisterio, al cual le hacemos un llamado respetuoso, ya que sabemos que muchos y muchas maestras a diario construyen proyectos de vida para cambiar la realidad agobiante. Sin embargo, este es uno de los sindicatos donde la crisis se manifiesta de manera más escandalosa, ya que su dirigencia, desgastada, sin iniciativa, miope políticamente, no lo es para asignarse sueldos o viáticos provenientes de los bolsillos de las bases.

Tampoco le ha hecho una propuesta al país de una educación distinta, una educación para la liberación. En su mayoría se remiten a reproducir la educación bancaria, conservadora y católica, la cual solamente produce mano de obra para el capital, no está produciendo seres sentí-pensantes, críticos, creativos, en últimas, revolucionari@s. A ello nos referimos cuando decimos que los maestros y maestras pueden trasformar la realidad, obviamente no solos, se requiere del concurso de toda la sociedad, pero allí hay que romper esa visión gremialista, es urgente CREAR MOVIMIENTO OBRERO, CREAR PODER POPULAR.

[1] Banco de la República, DANE (7 Áreas metropolitanas)

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