Argentina / FORMOSA: Viaje al mundo wichí – 1 – Abrumados sin comienzo  

Resumen Latinoamericano/ 19 de julio 2017 .-
No sabemos por donde empezar. Si por la historia del pibe de 19 años baleado en el ojo por la policía y que apenas puede levantarse de su cama; por las condiciones de vida precarias en la que viven las comunidades wichí de Ingeniero Juárez; o si quizá sea mejor comenzar por la angustia con la que nos fuimos de Juárez luego de lo que vimos y por no saber qué hacer para aportar a modificar esa realidad triste. (Por María Eugenia Otero y Fernando Tebele por La Retaguardia)

No sabemos si para comenzar esta serie de notas deberíamos narrar la necesidad de hablar que tienen, que se tradujo en filas de personas esperando para que registráramos sus testimonios en cada barrio al que fuimos, casi como si fuéramos una campaña de vacunación, que seguramente también haría falta; tal vez sería conveniente volver a contar en detalles cómo es andar por todos lados con la policía rondándonos todo el tiempo para ver dónde íbamos y con quién hablábamos, pero no queremos tampoco que esa situación sepulte lo más importante: cómo viven las personas que sobreviven allí. Entonces volvemos a pensar si no conviene arrancar por el agua turbia que tomaban los niños y niñas para paliar lo que para nosotras era calor, y para ellos un invierno aliviador; o por la bronca que sentimos cuando confirmamos lo que ya sabíamos: que el juez Marcelo López Picabea, que debía estar de feria pero decidió subrogarse a sí mismo, ni siquiera respondió al pedido formal que hizo el abogado Daniel Cabrera para que pudiéramos ver a Agustín Santillán, que expresaba allí su voluntad por atendernos. No tiene ese derecho, uno más de todos los que le vulneran cada día que pasa en prisión, en su celda en la que ahora tiene el privilegio de contar con un baño, y ya no tener que juntar la mierda y la orina en un balde, como hasta hace unas semanas.
No nos da el alma para narrar la mirada de esa mujer a la que se le murió su hija por una enfermedad evitable, como casi todo lo malo que ocurre en las comunidades; o por la indignación que da ver cómo el cementerio ancestral está alambrado, porque tiene “dueño”, y si se te muere un bebé, que quizá no tenga DNI, lo tengas que enterrar en el fondo de tu casa porque en el cementerio municipal es un nadie.
Nos dan ganas de iniciar cualquier relato de nuestra corta pero inolvidable estadía en Formosa con el cariño, las empanadas y el dulce de naranjas agrias con que nos recibieron las compañeras y compañeros de la APDH; o por la preocupación constante que nos demostraron cada una de las hermanas y hermanos wichí, conociendo el peligro que implicaba pretender contar lo que vimos. O con las hermosas artesanías que no nos dejaban comprarles porque nos las querían regalar. Podríamos empezar sonriendo por el recuerdo de las mujeres riendo como niñas cuando le pusieron a uno de nosotros el apodo de Polé, mientras nos explicaban que en su lengua quiere decir pelado.
Como no sabemos por dónde comenzar la serie de notas que iremos publicando, les dejamos la carta que nos envió Santillán cuando supo que ya no podríamos charlar cara a cara.
Carta de Agustín Santillán
Hola amigos y hermanos. Les escribo esta carta desde la Alcaidía mixta de Las Lomitas por cumplir en esta fecha 3 meses de mi detención, solo pido a la gente que siempre están atentos a mi situación que me sigan ayudando en la difusión. Solo pido mi libertad me acusan de cosas que no hice. El gobierno de Formosa me mete preso porque para ellos soy una amenaza. Al tenerme encerrado ya hacen lo que ellos quieren con las comunidades. Al que pide o reclama le dicen calmate o calla o te vamos a meter preso. Pido mi libertad porque si me pasa algo, Gildo y todos sus funcionarios son culpables. 3 meses cumple la guerra santa wichí y la policía de Gildo Insfrán. No como dicen los medios oficiales aborígenes contra criollos. Es la guerra santa wichí con policías de Gildo Insfrán.

Atte. Agustín Santillán DNI 29011687
 
FORMOSA -INGENIERO JUÁREZ

Viaje al mundo wichí – 2 – Santiago, la imagen de la desprotección

  • Wichí
Sabíamos quién era y qué le había sucedido porque publicamos su foto de aquel día en que un policía lo baleó en el ojo, antes de la detención de Agustín Santillán, para ilustrar una charla con Gabriela Torres, la esposa del líder wichí. La numerosa familia nos esperaba con ansiedad en el Barrio 50 viviendas, una construcción en tierras wichí recuperadas hace unos diez años. A partir de nuestra llegada, la fila comenzó a hacerse más extensa porque otras personas se acercaban para que escucháramos lo que querían denunciar. Su mamá nos saludó con mucha calidez y nos acompañó hacia el interior de la casa precaria en la que viven, porque él no podía esperarnos afuera como los demás. Lleva una especie de turbante enorme sobre la cabeza, tiene la piel oscura, los ojos grandes y una mirada de desesperanza que, sabemos, no vamos a poder consolar. (Por María Eugenia Otero y Fernando Tebele para La Retaguardia)
Santiago Torres tiene 19 años y está tirado en su cama. Apenas puede incorporarse. Forzado por su hermano mayor que le dice algo en su lengua, queda casi sentado sobre el colchón raído del que no se mueve desde que ocurrieron aquellos hechos que están intactos en la memoria de todos los habitantes de la casa. Relatan una y otra vez la escena del momento en que traen a Santiago ensangrentado con el disparo en el ojo. Nos llevan por la casa para mostrarnos el recorrido que hicieron “cuando se lo traíamos a la mamá”. Van a buscar la remera que su otro hermano llevaba puesta aquella vez, completamente agujereada por las balas de goma. Luego lo veríamos también a él, que tiene perdigones de goma todavía bajo la piel, porque su hermana no pudo quitarle todos cuando lo curó.
Santiago es la imagen de la desprotección. Yace a la espera de mejor no saber qué, sin atención médica, con un pañuelo enrrollado alrededor de la cabeza que juega el papel de un parche, pero que no llega a tapar la herida. Alcanzamos a ver cómo supura. Él dice que también ve poco con el otro ojo. Decidimos no fotografiarlo. Cero en periodismo, pero nos resulta invasivo para con una persona que no tiene muchas ganas de hablar.
-La Retaguardia: ¿Qué fue lo qué pasó esos días antes de la detención de Agustín Santillán?
-Santiago Torres: Yo me iba a defender nomás. (Quería) sacar a los changos para que no hagan problema. Por defenderme terminaron disparando. Por eso, por sacarlos para que no hagan problema
-LR: ¿Quién disparó?
-ST: Un policía. Uno solo era.
LR: ¿Podés identificarlo?
-ST: Sí, lo conozco. Chamorro se llama. Es su nombre.
-LR: ¿Costó que te atendieran en algún hospital?
-ST: No, no costó nada. Me atendieron bien. En Formosa (Capital) me atendieron.
-LR: ¿Te detuvieron?
-ST: Quedé herido nomás. No podía ver nada. Recién estoy viendo un poco. Perdí un ojo. Estoy viendo poco, por la mitad nomás.
-LR: ¿Se sabe con qué te pegaron?
-ST: Bala de goma era. Me sacaron la bala que tenía ahí adentro.
-LR: ¿A qué distancia estaba el policía cuando te tiró?
-ST: Acá nomás, de esa puerta, más allá (6, 7 metros). Yo le he mirado bien los ojos y el me disparó viéndome a los ojos. Ahí caí y ya no supe más nada.
-LR: ¿Qué estaba pasando ese día cuando fuiste a sacar a los chicos?
-ST: No sé nada yo. Yo iba a sacarlos nomás para que no hagan nada. Ahí adentro estaba yo. De ahí había escuchado los tiros y me he ido corriendo a sacar a los changos para que hagan nada.
-LR: ¿Eso fue el día que quemaron la casa de aquí enfrente?
-ST: No, después (quemaron la casa). Estábamos en Formosa con mi papá.
-LR: ¿Estos problemas con intervención de la policía vienen hace tiempo?
-ST: Sí.
-LR: ¿Y cómo sigue tu vida ahora?
-ST: Mejor. Estoy acostado y sentado acá adentro nomás.
-LR: ¿Estás bien atendido? ¿Te están viendo médicos?
-ST: No, nada. No me atienden.
-LR: ¿Antes de que te pasara esto ibas al colegio?
-SST: No, nada. No sé nada.
-LR: ¿Terminaste la secundaria?
-ST: No.
-LR: ¿El primario?
-ST: No, nada. No sé leer, nada.
-LR: ¿Cuántos hermanos son?
-ST: Cinco somos.
-LR: ¿Pensás que esta situación de impunidad de la policía va a cambiar?
-ST: No sé nada. No sé qué pienso. Nada.


Después vendrá un diálogo acongojado con su mamá, la del turbante, que nació en el monte y toda su vida trabajó como lavandera. Ahora no sabe qué hacer, no sabe cómo proteger a su familia. La del incendio de la vivienda de Chamorro tras haber herido a Santiago y a varios más, es una de las tantas causas que tiene Agustín Santillán. Chamorro, en cambio, no ninguna.

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