Argentina. Se perdieron casi 3.200 empresas en un año y medio de Gobierno de Mauricio Macri

Resumen Latinoamericano / Nodal / 13 de julio de 2017

Entre diciembre de 2015 y marzo de 2017, se perdieron 3.198 empresas en la Argentina, es decir, siete por día. El dato refleja la magnitud de la recesión que campea en la actualidad y explica el crecimiento del desempleo a dos dígitos, especialmente en las grandes urbes. Además, expresa la tendencia del capital hacia la concentración, lo que puede acelerarse en tiempos de crisis, cuando los empleadores más débiles quiebran o son absorbidos por los que tienen espaldas más grandes para soportar los malos momentos.

De ahí que los números de la desaparición de empresas no sean los mismos para todos los sectores económicos ni para todos los tamaños de emprendimientos. La actividad de la construcción perdió casi el 5% de las empresas que la integran en este año y medio; en el sector agropecuario esa extinción alcanzó al 2,5 por ciento. Desde el punto de vista de la cantidad de trabajadores empleados, las micro empresas fueron las más perjudicadas, ya que perdieron casi el 3% del padrón, aunque también se observa una brusca caída, del 6%, en el grupo de las firmas que emplean entre 1.500 y 2.500 trabajadores.

La información surge de los boletines mensuales de la Seguridad Social que elabora la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que toman como base las declaraciones juradas que emiten los empleadores con las nóminas de personal asalariado.

Para el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la reducción de la cantidad de empresas que actúan en la economía es una consecuencia de la crisis, que trajo como consecuencia una mayor concentración, con menos empresas en actividades críticas.

Según un reciente informe de ese centro de estudios: “Del mismo modo que se ha modificado el comportamiento del mercado de trabajo, la morfología de los mercados también ha sufrido mutaciones. Al igual que en cada periodo histórico signado por crisis, se produce una concentración en el orden empresarial: menos empresas, y de mayor tamaño”.

CEPA señaló que “la amplia mayoría de las empresas desaparecidas refieren a empresas de menos de 100 trabajadores, ascendiendo a 3.198 en total entre diciembre 2015 y marzo de 2017. Por otro lado, son 107 las empresas que dejan de existir, con un rango de ocupados entre 101 y 2.500 trabajadores, mientras que solo hay una baja de cuatro empresas de más de 2.500 trabajadores”.

La dinámica de la desaparición de empresas tampoco ha sido regular en todo este año y medio. Así, “la desaparición de empresas más chicas, de hasta 100 trabajadores, se aceleró los últimos meses. Entre septiembre 2016 y marzo 2017 pasaron de ser 1.992 bajas, a un total de 3087 casos. Esto es llamativo dado que son estas mismas empresas las que encabezaron las contrataciones de empleo estacional en el período septiembre 2016 a marzo 2017”, indicó el trabajo de CEPA.

Respecto de los rubros, hay diferencias que remarcan sobre qué sectores se ha acentuado la recesión. Si se consideran las actividades en las que hubo una mayor desaparición de empresas, entre diciembre de 2015 y marzo de 2017, se observa que la reducción de empleadores se concentra en agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca (1.492), industria manufacturera (1.387), construcción (1076) y servicios de transporte y almacenamiento (1.830). Compensan en parte esta reducción el incremento en Servicios de alojamiento y servicios de comida (1.950).

“Ello pareciera indicar una retracción explicada por la crisis de las economías regionales y, asimismo, por el sector industrial, ostensiblemente afectado en el último año y medio. Asimismo, tanto la construcción como los servicios asociados (a la industria y a la construcción) experimentaron un repliegue que explica la destrucción de empresas. En todos estos sectores se fortalece, entonces, un proceso de concentración empresarial”, indicó el informe.

La reducción en la cantidad de empresas que actúan en la economía es un problema que la Argentina arrastra desde hace tiempo. Por caso, a marzo pasado había menos empresas en el país que en enero de 2013. Si bien en el medio la cantidad de empleadores creció por encima del número de enero de 2013, de 568.205, es notable el estancamiento en ese sentido, a pesar de los esfuerzos gubernamentales para impulsar la creación de nuevos emprendimientos por medio de facilidades en los trámites y subsidios.

El año 2014 fue uno de los peores en ese sentido, y la devaluación de fines de enero de ese año impactó de lleno. Ese año arrancó con 568.613 empleadores que entregaron sus declaraciones juradas a la AFIP con las nóminas de asalariados. En marzo comenzó un bajón cuyo fondo se vio en junio, cuando la cantidad de empleadores cayó 558.294, es decir, más de 10.000 menos respecto de enero. A partir de allí se produjo una recuperación que llevó la cifra a un nivel en torno de los 565.000 empleadores.

El año 2015 fue atípico, ya que concluyó con más empresas que las que tenía al empezar, algo que no sucedió en los años anteriores ni en 2016.

Con todo, la información de AFIP no es la única que circula por los escritorios de los funcionarios o las oficinas de empresarios y sindicalistas. Hay otras que arrojan cifras peores. Por caso, están los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que publica cada tres meses las estadísticas de registros laborales (ERL), en las que contabiliza a las empresas, los asalariados y las remuneraciones, entre otros aspectos de las relaciones laborales.

Según estos trabajos, en 2016 se perdieron 4.160 empresas (el último ERL corresponde al cuarto trimestre de 2016). El Indec observa que estas extinciones se dieron en dos segmentos de empresas: las que tienen hasta diez empleados, con 3.288, y las de la franja inmediatamente superior, con entre 11 y 50 empleados, en donde la reducción sumó 891 casos. Es altamente probable que cuando el Indec dé a conocer los datos del primer trimestre de este año, este mes, se acentúe la pérdida de empresas.

Fuera del ámbito oficial también hay estadísticas o cifras sueltas que apuntan a lo mismo, a una reducción de la cantidad de empresas por efecto de la crisis y la reducción del giro comercial y del consumo.

En noviembre del año pasado, por caso, el entonces titular de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Osvaldo Cornide, aseguró ante la comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados que “en los últimos meses 6.300 locales comerciales de todo el país se vieron obligados a cerrar sus puertas”. Según Cornide, esos comercios “no podían afrontar los altos costos frente a la caída de ventas”. CAME evaluaba que ese descenso era del 7% promedio medido en cantidades. Cornide tiró este número para sensibilizar a los legisladores en la discusión sobre el nivel de las comisiones que cobran las tarjetas de crédito por transacción.

Según Rubén Manusovich, de Fedecámaras, otra entidad que agrupa alos pequeños comerciantes, los cierres de comercios serían mayores. “A los 6.000 locales cerrados en 2016 hay que sumarles unos 25.000 que no aparecen todavía en las estadísticas oficiales.” El dirigente comercial consideró, además, que “la situación del sector no tiende a mejorar, ya que a esos locales cerrados habrá que sumarles los que vayan a cerrar por la modificación por decreto de los feriados y la aplicación de los últimos tarifazos”, agregó.

Por su parte, la Asamblea de la Pequeña y Mediana Empresa (Apyme) informó en abril pasado que durante los primeros tres meses de 2017 cerraron más de 1.800 empresas, a un promedio de 20 por día.

Entre los funcionarios no hay mucho interés en discutir estas cifras, ni las oficiales ni las extraoficiales. En general, contestan que el cierre de empresas es parte de la dinámica del mercado y que lo importante es visualizar que se crean más firmas que las que cierran. Además, relativizan los datos de AFIP e Indec al señalar que “muchos casos” de eliminación son en realidad “fusiones o absorciones” por lo que cae la cantidad de declaraciones juradas de empleadores.

Sin embargo, no solo no hay cifras que demuestren que en la actualidad se crean más empresas que las que cierran, sino que el aumento del desempleo refuerza la idea de que más que “fusiones y absorciones” lo que hay son cierres lisos y llanos de empresas.

Para el economista José Luis Blanco, de la consultora Tendencias Económicas, la conflictividad laboral está asociada a los despidos y suspensiones, que a su turno tienen relación con el cierre de empresas. “Vemos que hay empresas que cierran por una cuestión de costos y otras que lo hacen porque no pueden competir con la importación. De cualquier manera, se trata de un proceso de goteo, por ahora no hay cierres masivos, aunque el goteo se mantiene sostenido”. Blanco, que sigue mes a mes la conflictividad laboral, consideró que los sectores económicos más afectados por los cierres son el textil y la construcción, donde se han dado fuertes reducciones netas de empresas.

Muchos de los cierres de empresas responden a una concentración de la producción en un escenario recesivo que se prolonga en el tiempo más allá de lo que el gobierno pronostica. En ese terreno se inscriben tanto el cierre de la planta de PepsiCo en el Gran Buenos Aires como el de la gráfica AGR. Ambos representan el proceso de liquidación de activos, cierre de líneas de producción y achicamiento de planteles con el objetivo de hacer un “borrón y cuenta nueva” en las relaciones laborales, de forma tal que la nueva camada de trabajadores ingrese al mercado de trabajo con mayor flexibilidad laboral, convenios colectivos modificados y mayor precarización. Para la clase empresaria, se trata de la forma elegida para lograr reducir el costo salarial en dólares, requisito previo antes de cualquier lluvia de inversiones. Más si se toma en cuenta que la capacidad industrial ociosa sigue muy elevada, en torno del 35%, según el último dato del Indec conocido días atrás.

Las estimaciones de los economistas que acompañan al gobierno indican que el crecimiento de este año no será del 3,5% ni del 3%, como dicen los funcionarios económicos. Más bien se ubicaría en torno de un 1,5% y ello dependería del segundo semestre de este año, signado por elevadas tasas de interés, elevada inflación, fuga de capitales y escasa inversión, local o foránea.

Se trata de un duro cóctel que prenuncia que el cierre de empresas seguirá, solo que esta vez en medio de la campaña electoral.

El cierre que puede arrasar a todo un pueblo

El proceso de cierre de empresas tuvo, días atrás, un episodio terrible: ante las cámaras de televisión, una empresa minera de Córdoba demolía las viviendas de los que fueron hasta horas antes sus trabajadores.

Esta fue la historia de la minera Cefa, que inició hace un año el desmantelamiento de su calera en Quilpo, al sur de Cruz del Eje. El abandono de la actividad trajo consigo la desaparición de todo un pueblo, con la demolición de escuelas, iglesias y casas. De los 70 trabajadores que quedaban luego de la última ola de despidos, tan sólo quedaron diez para terminar con la tarea de dejar tierra arrasada.

“Esto no es un hecho aislado. Acá cierra una fábrica detrás de otra”, fue la descripción de Gustavo Contreras, comunicador comunitario de Cruz del Eje. Uno de los trabajadores despedidos relató que “después de 12 años de trabajo en la Calera me despidieron y me dieron 300.000 pesos”, y agregó: “A algunos compañeros con más antigüedad le dieron más, a otro les dieron una casa en Cruz del Eje y efectivo. Otros están en conflicto”.

Aunque no hay confirmación oficial, el terreno donde funcionaba la calera sería explotado por otra empresa que se dedica a la venta de áridos para la construcción.

Los lugareños le explicaron a Tiempo que en los pueblos y ciudades cercanas se vive el cierre de la calera con angustia por la falta de trabajo. A la hora de describir la situación laboral que se vive en esa zona del norte de Córdoba, Contreras asegura que en la zona “está todo parado. Por la suba de los precios se frenó la construcción que era la principal actividad en San Marcos Sierra. Además, cierra una fábrica atrás de otra, no estamos aislados de lo que pasa en el resto del país”, explicó.

Los trabajadores de la calera explicaron que si bien la empresa solo mantendrá la planta que actualmente tiene en San Juan, desde Recursos Humanos les informaron que no se les ofrecerá el traslado porque en esa sede también hay un proceso de “reducción de personal”.

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