CUBA: Seis opiniones acerca de la batalla ideológica (Tercera via, centrismo, reformismo, Revolución, Socialismo)

1-La tercera vía o centrismo político en Cuba

Por: Elier Ramírez Cañedo

30 mayo 2017

 

Ese pueblo que en su mayoría ha abrazado a lo largo de la historia la tradición independentista, patriótica, nacional-revolucionaria y antiimperialista; jamás la del autonomismo, el anexionismo o el nacionalismo de derecha

Desde ya hace algún tiempo se ha estado moviendo, esencialmente en medios digitales, la idea de un “centrismo político” en la Cuba de hoy, como parte de una de las estrategias de Estados Unidos por subvertir el modelo socialista Cubano, ante los rotundos fracasos y el desprestigio de la llamada “contrarrevolución cubana”.

Uno de los cables revelados por Wikileaks en el 2010, mostró como Jonathan Farrar, en ese momento Jefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana informó al Departamento de Estado el 15 de abril de 2009, como esa “oposición” realmente estaba desconectada de la realidad cubana, no tenía ningún poder de influencia en los jóvenes, y estaba más preocupada en el dinero que en llevar sus plataformas a sectores más amplios de la sociedad.

El centrismo político en su origen es un concepto de raíz geométrica: el punto equidistante de todos los extremos. Supuestamente sería una posición política que se colocaría entre la izquierda y la derecha, entre el socialismo y el capitalismo, una tercera vía que hace “conciliar las mejores ideas” de los extremos que le dan vida y donde se postula la moderación frente a cualquier tipo de radicalismo.

Lenin calificó esta postura de “utopismo traicionero producto del reformismo burgués”. Y es que ciertamente las denominadas terceras vías, o centrismos, nunca han sido una opción revolucionaria, sino estrategias para instaurar, salvar, recomponer, modernizar o restaurar el capitalismo.

Cuando se pondera la moderación frente al radicalismo revolucionario cubano –que es ir a la raíz, para nada asociado al extremismo que es otra cosa- , me es inevitable no encontrar determinadas analogías entre ese centrismo que hoy se intenta articular en Cuba, con el autonomismo decimonónico.

El autonomismo como corriente política surge desde la primera mitad del siglo XIX, pero se conforma como partido político a partir de 1878, como uno de los frutos que produjo la revolución del 68. Fue una corriente que compartió tiempo histórico con el independentismo, el integrismo y el anexionismo. Era la corriente por excelencia de la moderación, de la evolución, enemiga de los radicales independentistas cubanos. Asumían una posición también “equidistante”, entre el integrismo –la defensa del status quo- y la independencia, pero en momentos de definición, cerraban filas junto al integrismo para frenar y atacar la revolución, la cual consideraban el peor de los males.

Algunas figuras célebres del autonomismo terminaron compartiendo las ideas anexionistas al producirse la intervención-ocupación estadounidense en Cuba. Sus principales líderes brillaron por sus dotes intelectuales, eran grandes oradores, pero con un pensamiento de élite, esencialmente burgués, de ahí que jamás pudieron arrastrar detrás de sí a las masas cubanas. El pueblo cubano en ese momento lo menos que necesitaba era ideas de laboratorio, de ahí que cuando se produjo la nueva arrancada independentista de 1895, el partido autonomista quedara totalmente descolocado ante la nueva realidad nacional.

El autonomismo defendió un nacionalismo moderado y excluyente de las grandes mayorías, cuyas aspiraciones fundamentales no estaban en romper el vínculo con “la madre patria española”, sino en modernizar su dominación en la Isla, no en el balde la vanguardia patriótica cubana, encabezada por José Martí, combatió tanto sus ideas. El 31 de enero de 1893, en uno de sus extraordinarios discursos, Martí expresó: “…dábase el caso singular de que los que proclamaban el dogma político de la evolución eran meros retrógrados, que mantenían para un pueblo formado en la revolución las soluciones imaginadas antes de ella…”.

Sin embargo, la idea de apoyar en Cuba una tercera fuerza –moderada, de centro o tercera vía- adquirió mayor fuerza en la política exterior de Estados Unidos a finales de los años 50, con el objetivo de evitar que el movimiento 26 de Julio llegara al poder, algo que se convirtió en una obsesión para la administración Eisenhower en los últimos meses del año 1958. Esta tendencia debía estar en una posición equidistante entre Batista y Fidel Castro y se estimuló su desarrollo tanto en el plano militar como el político. La estación local de la CIA en La Habana fue la primera en manejar esta idea y luego sería su principal ejecutora.

Así lo confirma el oficial David Atlee Philips en su libro autobiográfico The Night Watch, cuando señala que James Noel -a la sazón jefe de la estación local de la CIA en la capital habanera- le había informado en una de sus pocas frecuentes reuniones, sobre su recomendación al gobierno de los Estados Unidos de patrocinar discretamente la acción de una tercera fuerza política en Cuba, “un grupo entre Castro a la izquierda y Batista a la derecha (…)”.

En febrero de 1958 se había incorporado al II Frente Nacional del Escambray que dirigía Eloy Gutiérrez Menoyo, el agente de los servicios secretos estadounidenses, William Morgan, que tenía la misión de convertirse en el segundo jefe de aquella guerrilla, algo que logró en poco tiempo al igual que sus grados de Comandante. Morgan no sería el único agente que infiltró Estados Unidos en esa zona con la intención de estimular una tercera fuerza guerrillera que pudiera enfrentarse e imponerse en determinada momento a las fuerzas de la Sierra Maestra lideradas por Fidel Castro.

Estados Unidos también se involucró en otros complots donde se manejaron diversos nombres de figuras que podían integrar una opción política que arrebatara de las manos a Fidel Castro el triunfo revolucionario, entre ellas: el coronel Ramón Barquín, Justo Carrillo, jefe de la Agrupación Montecristi, y Manuel Antonio, Tony, de Varona. Todavía el 23 de diciembre de 1958, en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Eisenhower expresaba su esperanza en el crecimiento, fortaleza e influencia de una “tercera fuerza”.

La creación de una “tercera fuerza” no solo era promovida por los Estados Unidos, sino también por algunos políticos que la propugnaban a lo interno. “La Tercera Fuerza –señala Jorge Ibarra Guitart- fue un movimiento de instituciones cívicas privadas que representando el sentir de sectores importantes de la burguesía y la pequeña burguesía promovió gestiones de paz y conciliación con el régimen.

El impulsor, bajo cuerdas, de todas las gestiones fue José Miró Cardona, quien desde la Sociedad de Amigos de la República ya había planeado la táctica de movilizar a las instituciones burguesas para forzar al régimen a llegar a un acuerdo. Este era el momento de poner en práctica dicha táctica, pues había circunstancias que la favorecían: la burguesía, al notar que cada día más organizaciones revolucionarias ganaban terreno, estaba alarmada por el peligro que representaba para sus intereses políticos y económicos el desarrollo de una guerra civil con una participación popular activa”.

Al resultar imposible para los Estados Unidos lograr evitar el triunfo de la Revolución Cubana y la llegada al poder de las fuerzas del 26 de julio, en los primeros meses del año 59 el objetivo fundamental de Washington consistió en respaldar y aupar a las figuras que dentro del gobierno revolucionario se consideraban “moderadas”, de centro, frente a los que calificaban de “extremistas”, para a través del predominio de esta línea evitar que la Revolución profundizara su alcance social.

Cuando Fernando Martínez Heredia, señala que en Cuba existe hoy un nacionalismo de derecha con pretensiones de centro que tiene “una acumulación cultural a la cual referirse”, está haciendo mención a la larga historia de ese nacionalismo que tiene en el plano de las actitudes políticas antecedentes en el autonomismo; que durante los años de la República Neocolonial Burguesa admitió y defendió la dominación, y que en muchas ocasiones fue utilizado por el propio gobierno de los Estados Unidos, con el propósito de frenar, evitar o lograr situaciones posrevolucionarias que mantuvieran a salvo las estructuras de dominación capitalista en Cuba, bajo mejores consensos.

Hoy vemos como ese nacionalismo de derecha que se estimula por quienes nos adversan, bajo el ropaje engañoso de centrismo, no tiene otro objetivo que el intento desesperado de restaurar el capitalismo en Cuba. Una vez más, será un ensayo frustrado, pues el principal obstáculo que siempre ha enfrentado esta corriente, es que jamás ha logrado anclar sus ideas en el pueblo. Ese pueblo que en su mayoría ha abrazado a lo largo de la historia la tradición independentista, patriótica, nacional-revolucionaria y antiimperialista; jamás la del autonomismo, el anexionismo o el nacionalismo de derecha.

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2-Centrismo y Tercera vía sólo etiquetas?

Por: Iroel Sánchez

28 junio 2017

 

Un artículo del historiador Elier Ramírez Cañedo titulado Centrismo y tercera vía en Cuba ha despertado variadas reacciones. Pero a veces ilustra, o complementa un poco, dar la palabra a los protagonistas, algunos de los cuales Raúl Antonio Capote ha señalado con nombres y apelidos en su artículo Tercera opción en Cuba: El drama de los equilibristas  y otros han recibido una descripción bastante elocuente:

“un conocido profesor universitario, hoy devenido además en “reformador constitucional”, “propulsor” de cambios constitucionales, etc., incluso de una nueva Constitución”

Hay quien arguye que “centrismo” es una etiqueta, una creación artificial. Sin embargo los delata el lenguaje equidistante de quienes citan a Gramsci pero niegan lo que este afirmaba cuando decía “vivir quiere decir tomar partido”, o peor, creen que no es evidente el partido que toman:

“Otro aspecto que, según muchos, parece interponerse en el camino de las negociaciones es el de Alan Gross, el contratista norteamericano preso en Cuba por ejecutar acciones no permitidas por las leyes, y los tres cubanos que cumplen sanciones severas en Estados Unidos por trabajar para entidades de la seguridad cubana.” (Cuba Posible: pensar el futuro de la Isla (II), en OnCuba Magazine, 11 de noviembre de 2014)

Para los centristas, Alan Gross era “el contratista norteamericano preso en Cuba por ejecutar acciones no permitidas por las leyes” -se puede interpretar que se llevó una luz roja o un cartel de “Pare” y no que trabajaba para las políticas subversivas de Estados Unidos  contra Cuba -, sin embargo nuestros héroes cumplían “sanciones severas” -nunca injustas- “por trabajar para entidades de la seguridad cubana”.

O este otro equidistante ejemplo, firmado por la persona que en 2011, a través de la influyente New America Foundation (NAF) -la mayor beneficiaria de fondos de la USAID en sus programas de “promoción de la democracia en Cuba”- intentaba responder “¿De qué manera estas tendencias –se relacionan con los intereses estratégicos de la política norteamericana y su objetivo declarado de promover una transición pacífica a una Cuba democrática y orientada al mercado?”. Con “tendencias” se refiere, en sus palabras para la NAF, a “la liberalización política y el surgimiento de una Cuba más abierta hacia el mundo exterior”. Decía el colaborador de la NAF:

“La política del embargo es una política imperial porque pretende imponer a través de la coerción el tipo de gobierno que a ellos les gustaría en Cuba, con las políticas que a ellos les gustarían desde Cuba. Es posible que esa política sea suplantada por una política de proyección hegemónica que lo que procura es persuadir al otro actor, a partir de dinámicas de información, dinámicas de incentivos, de que es mejor, para el actor más débil, adoptar cambios que lo hagan caber o entrar en un rompecabezas mayor donde predomina el liderazgo norteamericano.

“Esto es algo que Cuba no parece aceptar y eso ya es un conflicto de Cuba no solo con Estados Unidos sino con un sistema internacional donde la primacía norteamericana es una realidad. El actual sistema político cubano y la dirección cubana no se sienten cómodos con el mundo de esa manera y hacen todo lo posible por cambiarlo. ¿Es posible que Cuba modere esa manera de ser? Yo creo que sí. ¿Es posible que Estados Unidos asuma la búsqueda de sus mismos objetivos por un método más persuasivo y menos coercitivo?”. (Arturo López-Levy: “En la medida en que la reforma económica cubana abra los apetitos empresariales, el lobby pro embargo tiene que retroceder”, Progreso Semanal, 14 de Marzo, 2014)

Hay “un conflicto de Cuba no solo con Estados Unidos sino con un sistema internacional donde la primacía norteamericana es una realidad” y la causa es que “el actual sistema político cubano y la dirección cubana no se sienten cómodos con el mundo de esa manera y hacen todo lo posible por cambiarlo”. Para el ideólogo de la NAF Cuba debe moderarse en su manera de ser pero EEUU no, Washington sólo debe perseguir los mismos objetivos de modo distinto, recomendación que Obama puso en marcha a partir de 2014. Para entender por qué hay que leer la definición de la New América Foundation que dio Julian Assange a Ignacio Ramonet:

“La New America Foundation, por ejemplo, en Washington, ¿quién la financia? La respuesta es: Eric Schmidt personalmente, y Google como compañía, y el Departamento de Estado, y Radio Free Asia, y varias entidades más, pero las que he mencionado son las principales patrocinadoras. Y su directora general, Anne-Marie Slaughter, había trabajado anteriormente como asesora muy cercana a Hillary Clinton en el Departamento de Estado, y sigue siendo una asesora actual del Departamento de Estado. Y es profesora en Princeton, al mismo tiempo. Por lo tanto, aquí los tenemos a todos juntos: Eric Schmidt como individuo, Google como compañía, el Departamento de Estado como parte del Ejecutivo de EE.UU. Igual ocurre con Radio Free Asia, y con el mundo académico representado, en parte, por Anne-Marie Slaughter.” (Ramonet entrevista a Assange: “Google nos espía e informa a EEUU”,  Cubadebate, Noviembre de 2014)

Lo mismo sucede con el término “Tercera vía”, otra “etiqueta inventada”. Un llamado a Miami, publicado en El Nuevo Herald  el 21 de marzo con el título Miami, La Habana, Europa: hoja de ruta desde la “socialista” Fundación Alternativas -vinculada al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y con el ex jefe del gobierno ibérico Felipe González y el ex Ministro de Cultura y luego Exteriores, además de ex Secretario General de la OTAN, y fundador de la revista Encuentro de la cultura cubana, Javier Solana, en su nómina– arroja algunas luces y explica cómo sincronizar la estrategia hacia La Habana entre Europa y EE.UU., buscando una “tercera vía” para influir en Cuba:

“En este proceso, tan malo sería ir muy deprisa como muy despacio; tan malo sería focalizar exclusivamente en los avances económicos, como exclusivamente en los políticos. No hay que saltarse ningún paso. Asimismo, es preciso sincronizar la sociedad de dentro, con la de fuera –la diáspora de Miami. Ello exige un cambio en la estrategia de aproximación. Las dos vías ensayadas hasta ahora por españoles y europeos no han funcionado. Una era la vía “oficialista” de contactos con el régimen, con limitaciones obvias. La otra vía era el contacto con unos disidentes que no han contado con un respaldo significativo en la Isla, y que a menudo han maniobrado, o bien aisladamente, o bien torpemente, siempre bajo la sospecha de la financiación “subversiva” de Miami (las Damas de Blanco, por ejemplo).

“Precisamente la tercera vía que Europa y EE.UU. deberían poner encima de la mesa negociadora, el núcleo del deal, no son grandes exigencias a priori en libertades y pluralismo político por parte del régimen cubano –pues eso ha de llegar en el proceso negociador– sino tener pleno acceso a la incipiente sociedad civil, tanto la “opositora” como la “no opositora” y la aún “no posicionada”, fortaleciendo sus bases económicas y favoreciendo su movilidad interna y exterior, mientras se va cimentando progresivamente una clase media.”

(…)

“En Europa, países como la República Checa, Polonia, Suecia o Finlandia, van dejando atrás sus reticencias, mientras se confirma el giro de Francia o Alemania. España y Europa pueden resultar útiles también como escenarios de encuentros orientados a la reconciliación y al desarrollo, en un proceso transparente, y con el conocimiento de las autoridades cubanas. Por ejemplo, recientemente, grupos de opositores cubanos se reunían en Madrid en torno a la articulación de un consenso mínimo que incluye movimientos políticos, ley de asociaciones, ley electoral o Cuba 3.0. (Internet).”

Cualquier semejanza de ese “consenso mínimo” con el programa tercerista ratificado a propósito de los anuncios anticubanos de Donald Trump por quienes antes hacían equilibrios entre Alan Gross y Los Cinco, ¿es casualidad?

Knut Fleckenstein, vocero internacional de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo, ha dicho sobre la política de la socialdemocracia europea hacia Cuba después de las declaraciones de Trump en el teatro Artime de Miami:

“Nuestros esfuerzos por respaldar a los cubanos comienzan sabiendo que en Cuba no se respetan los derechos humanos. Y la única forma de que los cubanos logren lo que quieren es dialogar con su Gobierno y no dejar sola a la sociedad civil.

(…)

“Primero: que las ganancias del turismo no vayan a parar a los consorcios estatales, sino que sean utilizadas para apoyar a todos los pequeños empresarios que abren sus negocios y aportan a la formación de una economía. Segundo: el intercambio comercial debe ser atractivo para ambas partes. Tercero: sin reformas básicas hacia una democratización las relaciones no pueden funcionar a largo plazo.”

En el evento sobre “Cuba y sus desafíos actuales” realizado por Cuba Posible en  la sede neoyorkina de la Open Society Foundation del multimillonario,  el Señor Uwe Optenhogel, director de la Oficina de la Fundación Friedrich Ebert de la socialdemocracia alemana en Bruselas, coordinó un panel en que hizo las preguntas a los panelistas, otorgó la palabra y también opinó, destacando, y ofreciendo para Cuba, su “experiencia asistiendo a algunas sociedades en transición”  según su propia expresión. Aunque el Señor Optenhogel con esas palabras se refería explícitamente a la “asistencia” de su organización en las transiciones al capitalismo de los países de Europa del Este -que como ha documentado la académica británica Emily Morris no se pueden calificar de exitosas y mucho menos ejemplares para Cuba-, no mencionó el papel de la Fundación Friedrich Ebert en “algunas sociedades en transición” sobre el que el ex agente de la CIA Philip Agee declaró en marzo de 1987 en una entrevista a la revista Zona Cero, citada por Alfredo Grimaldos en la página 150 de su libro de 2006 La CIA en España y publicado en Cuba en 2007:

“Dentro del Programa Democracia, elaborado por la Agencia, se cuida con especial atención a las fundaciones de los partidos políticos alemanes, principalmente a la Friedrich Ebert Stiftung, del Partido Socialdemócrata, y la Konrad Adenauer Stiftung, de los democristianos. Estas fundaciones habían sido establecidas por los partidos alemanes en los años cincuenta y se utilizaron para canalizar el dinero de la CIA hacia esas organizaciones, como parte de las operaciones de ‘construcción de la democracia’, tras la Segunda Guerra Mundial. Después, en los sesenta, las fundaciones alemanas empezaron a apoyar a los partidos hermanos y a otras organizaciones en el exterior y crearon nuevos canales para el dinero de la CIA. Hacia 1980, las fundaciones alemanas tienen programas en funcionamiento en unos sesenta países y están gastando cerca de 150 millones de dólares. Operan en un secreto casi total… Las operaciones de la Friedrich Ebert Stiftung (Fundación), del SPD, fascina a los norteamericanos, especialmente sus programas de formación y las subvenciones que hicieron llegar a los socialdemócratas de Grecia, España y Portugal, poco antes de que cayeran las dictaduras en esos países e inmediatamente después… En Portugal, por ejemplo, cuando el régimen de Salazar, que había durado cincuenta años, fue derrocado en 1974, el Partido Socialista completo apenas habría bastado para una partida de póker y se localizaba en París, sin seguidores en Portugal. Pero con más de 10 millones de dólares de la Ebert Stiftung, y algunas otras remesas de la CIA, el Partido Socialista Portugués creció rápidamente y en poco tiempo se convirtió en el partido gobernante.”

En la página 152 de su libro, Alfredo Grimaldos cita a Justo de la Cueva, miembro de la comisión mixta de reunificación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en Madrid y proveniente del sector histórico del PSOE, que “deja desalentado la militancia” en 1979 declarando a la revista Tricolor:

“el PSOE va donde diga la CIA a través de Willy Brandt. Hasta en el propio Bundestag alemán se acaba de denunciar que la Fundación Friedrich Ebert del SPD recibe dinero directamente de la CIA”

Un artículo de Agee publicado en el número de verano-otoño de 2003 de Socialism and Democracy titulado Terrorism and Civil Society as Instruments of U.S. Policy in Cuba, y traducido por el sitio La Haine dice:

“Los éxitos de los movimientos revolucionarios de Etiopía, Angola, Namibia, Zimbabue, Granada, Nicaragua y otros países reunieron a veteranos de la guerra fría del Partido Demócrata y a “internacionalistas” del Partido Republicano en la creación, en 1979, de la American Political Foundation (APF). La fundación tenía por función estudiar la viabilidad de establecer una fundación legal financiada por el gobierno para subvencionar las operaciones en las sociedades civiles de otros países por intermedio de organizaciones no gubernamentales estadounidenses.

“En el seno de la APF se crearon cuatro grupos especializados –task forces— para llevar a cabo el estudio: uno de los demócratas, uno de los republicanos, uno de la Cámara de Comercio de EE.UU. y uno de la gran confederación sindical estadounidense AFL-CIO. El trabajo conjunto recibió el nombre de Democacy Program. Estos grupos consultaron una amplia serie de organizaciones nacionales y extranjeras, y las que más les llamaron la atención fueron las fundaciones de los principales partidos políticos de Alemania Occidental, financiadas con fondos públicos: la Fundación Friedrich Ebert, del Partido Socialdemócrata (SPD); y la Fundación Konrad Adenauer, del Partido Cristianodemócrata (CDU/CSU). Cuando se crearon estas fundaciones, en la década de 1950, su tarea consistía en construir una (…) sociedad civil basada en el modelo parlamentario occidental, a la vez que utilizar su fuerza para reprimir los movimientos políticos comunista y otros de izquierda.

“Desde muy pronto, la CIA canalizó fondos a través de estas fundaciones para las organizaciones y grupos no gubernamentales de Alemania. Luego, a partir de 1960 estas fundaciones comenzaron a apoyar a los partidos políticos y otras organizaciones afines de otros países, a la vez que canalizaban dinero de la CIA con este fin. En la década de 1980, estas dos organizaciones tenían programas en funcionamiento en cerca de 60 países y gastaban alrededor de 150 millones de dólares al año. Y lo que es más interesante, operaban en un secretismo casi total.

“Una de las operaciones desarrolladas por la Fundación Friedrich Ebert demuestra el alto grado de efectividad que pueden alcanzar. En 1974, después de 50 años en el poder, el régimen fascista de Portugal (país miembro de la OTAN) fue derrocado, y un puñado de oficiales militares comunistas y de izquierda se hicieron cargo del gobierno. En ese momento, el número de socialdemócratas portugueses, encuadrados en el Partido Socialista, a duras penas daba para formar un equipo de fútbol, y vivían todos en París sin ningún tipo de seguidores en Portugal. Gracias a no menos de diez millones de dólares provenientes de la Fundación Friedrich Ebert, además de otros fondos de la CIA, los socialdemócratas regresaron a Portugal, crearon un partido de la noche a la mañana, lo hicieron crecer como los hongos y en pocos años el Partido Socialista fue el partido gobernante en Portugal. La izquierda, en plena confusión, se vio relegada a un segundo plano.”

Ver a los “centristas” cubanos aprovechando a Trump para relanzar su programa tercerista recuerda cómo en 1954, la misma CIA que organizó el derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala le orientaba a los integrantes de su Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC) en América Latina hacer una declaración condenando el golpe de estado en el país centroamericano, como se explica en el libro de Olga Glondys El exilio republicano español y la guerra fría cultural. La CIA –dice Glondys- “vio una excelente oportunidad para intentar vencer la desconfianza de los intelectuales latinoamericanos, presentando una genuina cara izquierdista y prodemocrática del CLC”. Incluso el jefe del CLC –al igual que su miembro cubano Jorge Mañach- criticó el comunicado finalmente emitido porque tenía una mención al “totalitarismo soviético”, lo que era perjudicial para el organismo, dadas las acusaciones que se le hacían de estar pagado por el Departamento de Estado. (Ver página 92, de La CIA y el exilio republicano español, Olga Glondys, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 2012.)

El representante del CLC para América Latina, Julián Gorkin, un “revolucionario prosestadounidense” según Glondys, pasó de disidente del Partido Comunista de España y fundador de un Partido Obrero de Unidad Marxista, para terminar en los años 70  del siglo XX  en la socialdemocracia del PSOE de González y Solana.

Acerca del PSOE, González y Solana ha escrito antes. Con la ayuda de EE.UU.  y la socialdemocracia alemana, desde una élite que era “poco más que una sigla”, surgieron allí y en Portugal, prácticamente de la nada, un “socialismo” y una “izquierda” listas para vender en el momento de la “transición”:

“En el libro La CIA en España, del investigador Alfredo Grimaldos, se documentan varios hechos de la trayectoria de quien fuera uno de los principales beneficiarios de la llamada ‘transición’ española. Se relata su asistencia al congreso del PSOE de 1974 en Suresnes, Francia, con pasaporte confeccionado por el SECED (servicio de información  franquista) y escoltado por oficiales de esa institución. Es en ese evento, donde -según se testimonia en la investigación- había más oficiales franquitas que participantes, en el que el entonces joven abogado sevillano es electo Secretario General. Cuenta en el libro un capitán del CESED que después de volver González de Francia un comisario de Sevilla que lo detuvo ‘se llevó una bronca tremenda y tuvo que soltarle enseguida’. Otro exoficial franquista relata: ‘la dictadura propició el resurgir del PSOE para ahogar al PCE” (Partido Comunista de España). El Congreso de Suresnes se había celebrado sólo seis meses después de estallar la Revolución de los Claveles en Portugal, con un marcado protagonismo del Partido Comunista, hecho que había disparado las alarmas de los norteamericanos, que no estaban dispuestos a permitir una situación similar en España.

“Afirma Grimaldos en su obra: ‘Los delegados que asisten al Congreso de Suresnes representan, oficialmente, a tres mil militantes del interior, pero, en realidad, esa cifra es menos de la mitad. Durante los últimos años del franquismo, el PSOE es poco más que una sigla. El mayor peso de la resistencia lo han llevado los comunistas. En definitiva, lo que ocurre en Suresnes es una refundación del partido creado por Pablo Iglesias, con el modelo portugués como telón de fondo. En el país vecino no existía ni un partido socialista histórico y hubo que inventar uno’.

“González, ya en la dirección del PSOE, con el apoyo de los norteamericanos y la socialdemocracia alemana logra aislar a los comunistas en las negociaciones de la ‘transición’. En el XXVII congreso de 1979, impone que se elimine el término ‘marxismo’ de los estatutos del Partido. En 1983 -luego de ser electo en 1982 jefe del gobierno- apoya la estrategia de despliegue de misiles en Europa impulsada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y en 1986 promueve la adhesión española a la OTAN. Esto último constituía un cambio radical en las posiciones del PSOE, que, en su XVII Congreso de 1976, había proclamado ‘a la OTAN, de entrada no’.

“En relación con la OTAN, Javier Solana, cercano colaborador de González, quien fue sucesivamente, Ministro de Cultura, portavoz del gobierno y Ministro de Asuntos Exteriores, acumula el vuelco más espectacular. Solana pasó del ‘a la OTAN de entrada, no’, a ser el secretario general de la Alianza Atlántica durante la agresión a Yugoslavia, por lo cual fue declarado unánimemente por el parlamento ruso, en 1997, ‘criminal de guerra’. En el año 2006, como alto representante para la política exterior y de seguridad de la Unión Europea, justificó los más de mil vuelos ilegales de la CIA en Europa como parte de la ‘guerra contra el terrorismo’–asociados a torturas y ejecuciones extrajudiciales- con estas palabras: ‘Con nuestros aliados norteamericanos compartimos la convicción de que se necesita una acción dura’. Fue Javier Solana el que coordinó en su origen una de las operaciones de propaganda anticubana a las que más recursos ha dedicado el gobierno norteamericano, la revista Encuentro de la cultura cubana; la presidenta de la fundación del mismo nombre, Anabelle Rodríguez, ha relatado en una entrevista cómo Solana la llamó desde su despacho para proponerle el ‘trabajo’.”

A pesar de quienes se niegan a aprender de ella, la historia es una buena maestra. Tras ver caer en Guatemala al gobierno de Jacobo Árbenz a manos de la CIA, un joven escribió a su madre que “los términos medios no pueden significar otra cosa que la antesala de la traición”, su nombre: Ernesto Che Guevara.

Entrevista a Raúl Capote sobre el proyecto Génesis

(Tomado del blog La Pupila Insmone

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3-La tercera opción en Cuba-El drama de los equilibristas

Por: Raúl Antonio Capote


26 junio 2017

 

Surgida en Inglaterra como intento por enmascarar y atenuar la depredación capitalista, acelerada tras la caída de los proyectos socialistas en Europa del Este, la doctrina de la tercera vía no ha generado, como profetizaron sus gurúes, las condiciones para que los millones de pobres del mundo sobrevivan, produzcan y consuman; se ha generado, eso sí, un deterioro brutal de las condiciones de vida, más pobreza, más insalubridad, más inseguridad.

Los representantes del llamado centrismo en Cuba, que se presentan como una tercera opción, una vía intermedia entre el capitalismo y el socialismo, etc., tratan de demostrar con una serie de sofismas, lo inoportuno de la vía revolucionaria, niegan, como negaron a finales del XIX los Autonomistas, a la Revolución.

Palabras nuevas para principios viejos, la misma fórmula se intentó para mediatizar la Revolución a finales de los 50 y a principios de los 60, finiquitaba la década del 80 cuando se intentó utilizar movimientos artísticos con propuestas estéticas emergentes, para fomentar el discurso de la tercera opción. Con este fin se utilizaron becas internacionales que existían para otros propósitos y se intentó confundir y sobre todo dividir en momentos sumamente complejos, en que el llamado Socialismo Real en Europa del Este hacía aguas, a sectores de la joven intelectualidad artística y literaria de entonces en la Isla.

El hilo de la trama

El 14 de mayo del 2004 a las 16:00 horas se reunieron en la residencia de un funcionario estadounidense, destacado en la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la Habana (SINA), Francisco Sáenz, un grupo variopinto de funcionarios yanquis, funcionarios diplomáticos de países aliados del gobierno de los Estados Unidos y oficiales de la CIA. Invitado especial, el profesor universitario y escritor, Raúl Capote.

Apenas una hora antes el pueblo cubano había marchado frente a la SINA en protesta por el endurecimiento de la guerra económica contra Cuba y las amenazas del Presidente de los EE.UU., George W. Bush. Diez años después, un Presidente de ese país reconocía la derrota de la obsoleta política e intentaba lo mismo de “otra manera”, la lógica indicaba el fin del garrote y la administración Obama apostaba a proyectos como Génesis. Cuba Posible, etc.

En la residencia yanqui celebraban las medidas de Bush, sin embargo, se hablaba de la posibilidad de un cambio de estrategia para acabar con la Revolución, en caso de que fallaran los planes de la administración Bush, como alguno de los presentes vaticinaba. La Guerra contra la generación histórica estaba perdida, decía uno de los invitados, había que probar otras opciones, el camino de la concertación al modo chileno, por ejemplo, o la transición estilo España.

Francisco Sáenz hablaba de un nuevo camino que debían emprender hombres como Capote, intelectuales, gente de la cultura y la academia, no comprometida con la contrarrevolución tradicional, se manejaron varios nombres y la posibilidad de articular un camino que fuera aceptado por la mayoría del pueblo. Debemos trabajar por preparar las condiciones, para cuando no estén Fidel y Raúl Castro, fue el consenso general.

El “nuevo camino”, trece años después de las medidas de Bush para rendir a Cuba por hambre, regresa al lenguaje de las cavernas en boca de otro presidente: Donald Trump.

Bajo la mirada del águila

De ese primer encuentro se derivaron muchos otros, Kelly Keiderling, por aquel entonces Jefa de Prensa y Cultura de la SINA,  presente en la reunión de casa de Francisco Sáenz comenzó a organizar con Capote, tertulias que permitieran reunir a intelectuales y artistas no comprometidos abiertamente con la contrarrevolución, el “gancho” sería  debatir temas sobre la realidad cubana.

Katrin Hansing, presentada siempre como amiga de Kelly y condiscípula de la Universidad de Georgetown, tenía la misión de convocar a esas tertulias a un conocido profesor universitario, hoy devenido además en “reformador constitucional”, “propulsor” de cambios constitucionales, etc., incluso de una nueva Constitución,  quien era anunciado como gran amigo de ellas, sobre todo de Katrin. A las reuniones asistían, entre otros, colaboradores y editores de publicaciones religiosas, como Espacio Laical y Vitral.

Aquellas tertulias no dieron el fruto esperado por la baja asistencia de los invitados y por lo comprometedor del lugar, la residencia de Kelly. Surgió la idea de crear una Agencia Literaria, que fuera reconocida por el Ministerio de Cultura, una organización independiente abierta para todos, que permitiera reunir a escritores y artistas para el “intercambio libre de ideas” y así crear la base intelectual necesaria para proyectos futuros.

El Proyecto Génesis

En el 2007 nace el proyecto Génesis, proyecto de la CIA dirigido fundamentalmente a la juventud cubana[1] y los sectores revolucionarios.

Génesis debía dar sus frutos en un periodo calculado entre unos 10 o 15 años y salir a la luz, en un escenario propicio, donde ya no estarían los principales líderes históricos de la Revolución. Las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones e Internet, jugarían un papel fundamental para la promoción de contenidos y para la movilización.

Se debería construir un entramado de líderes plantados en centros económicos, políticos y sociales del país. Acoto como interesante que en el proceso de captación de aspirantes a las becas de liderazgo promovidas por Génesis, se debía priorizar a los cuadros juveniles de la UJC y la FEU en la Universidad.

Estamos hablando de una organización “sembrada” en las universidades, que debía estar integrada por jóvenes estudiantes y profesores, vinculada, mediante programas de extensión universitaria, auspiciados y financiados subrepticiamente por el enemigo, con proyectos artísticos, académicos, culturales y sociales en las comunidades. Con soporte técnico garantizado, en un país que debía tener, como resultado de una intensa guerra cultural, una masa crítica de personas a las que no les interesara la Revolución.

Génesis debía presentarse, como opción nacionalista, nacida no para destruir el socialismo, sino para “modernizarlo”, para enrumbar al país por caminos “actuales” acordes con lo más “granado” del pensamiento europeo y latinoamericano, una tercera vía, que tenía como objetivo central destruir la unidad del país, sembrar la confusión y propiciar el caos.

Un pequeño detalle, esta organización nacionalista, tenía en su organigrama, dos comités uno ejecutivo y uno consultivo, el ejecutivo integrado por cubanos y el consultivo por estadounidenses, no se podía tomar ninguna decisión sin la aprobación del consultivo.

Después de la denuncia

En abril del 2011, como parte de la denuncia pública conocida como Las Razones de Cuba, el engendro no pudo nacer. La base social integrada por jóvenes descreídos no apareció por ninguna parte, se les hizo bien cuesta arriba encontrar líderes y formar a los nuevos cuadros, los jóvenes más valiosos del país, estaban y están con la Revolución.

Se dieron a la tarea de reorganizar el trabajo. Ted Henken en el 2011 realizó una exploración de la blogósfera cubana, identificando posibles aliados, buscó brechas, estudió candidatos. Su cartografía de la blogósfera cubana provocó un fuerte debate en la redes.

Por esta fecha, comenzaron a crearse en el país plataformas digitales con tendencia centrista, administradas por estudiantes, profesores universitarios, profesionales de las comunicaciones, etc.,  vinculados  a cursos financiados por ONG, a programas y becas internacionales, a planes de intercambio académico y otros programas financiados por empresas y medios de prensa privados.

Los exeditores de Espacio Laical, Roberto Veiga y Lenier González, fundan la entidad Cuba Posible; y unas semanas después organizan un gran evento “académico” en los EE.UU. Todo a una velocidad increíble.

El 26 de mayo del 2016, Open Society Foundations acogió en su sede de New York al “Laboratorio de Ideas” Cuba Posible. El evento neoyorquino, financiado por la Fundación Ford y Open Society, versó sobre “los desafíos actuales de Cuba”. La  misma Open Society de George Soros, el millonario filántropo de las Revoluciones de Colores y los Golpes Suaves, el genocida tras el telón de Ucrania, Venezuela, etc.

La nueva estrategia del Imperio articuló un brazo mediático, formado por plataformas que promueven una tercera opción, plataformas a las que buscan sumar líderes intelectuales, periodistas y académicos de nuestras instituciones, atraer a un público cada vez mayor utilizando un lenguaje y códigos atractivos, contenidos que construyen una conexión sensitiva y emotiva con el público.

Usan herramientas popularizadas en el mundo del marketing, como el storytelling, para lograr una mayor empatía con el público.

Ante el fracaso de las viejas fórmulas, ante la derrota de los mejores planes elaborados por los laboratorios de subversión del enemigo, apuestan a mover las hormas de la ideología revolucionaria al centro, sumar los más a la ambivalencia ideológica, cómoda y oportunista y desde una posición de aparente neutralidad socavar los pilares de la Revolución.

Promueven la indefinición ideológica, el abandono de los principios, la falta de compromiso y la inacción política. Se proclaman de izquierda y nacionalistas, permanecen dentro de las instituciones, académicas, culturales, científicas, de los medios de comunicación -a los que denigran y tildan de oficialistas-, pero siempre en contra del Estado Socialista, del Partido Comunista de Cuba y su tradición revolucionaria antimperialista.

Su gran dilema: necesitan una masa crítica de pueblo alejado de los principios de la Revolución y eso no ha ocurrido, la inmensa mayoría del pueblo opta por el camino socialista, junto al Partido Comunista de Cuba, dispuestos a cambiar todo lo que tenga que ser cambiado, menos su alma o desde su alma, el alma soberana de Cuba, forjada en años de experiencia histórica, profundamente martiana y fidelista.

La tercera opción, que es siempre por su esencia, contrarrevolucionaria, ha sido la herramienta más utilizada históricamente cuando los poderosos del mundo sienten que el “piso se les mueve” bajo los pies, cuando necesitan amansar la marea revolucionaria. En Cuba, la ven hoy, dentro de la nueva estrategia imperial, como un plan B posible para derrotar a la Revolución desde dentro, los nuevos autonomistas, que comparten el horror a la “Absoluta”[2] de sus predecesores del XIX, esperan confundir lo suficiente, marear al público desde la cuerda floja, donde se balancean, avanzan y retroceden, según las señas que les hacen desde el norte.

La tercera opción, el centrismo cubano, fue creado en los tubos de ensayo de los centros de subversión del enemigo, sus líderes, reciclados, maquillados ante la difícil tarea de buscar nuevos aliados con cierto valor, se criaron bajo la sombra del águila calva, su esencia les denuncia.

A las 10 de la mañana de hoy, Cubadebate compartirá en su cuenta principal de Facebook, una entrevista en vivo con el autor de este artículo.

Notas

[1] Ver libro Enemigo de Raúl Antonio Capote, editorial José Martí, La Habana, Cuba, 2012.

[2] Independencia Absoluta.

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4-Qué nos dice el Centrismo a estas alturas en Cuba?

Por: Jorge Ángel Hernández

12 junio 2017

(de izq a der) Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Bill Clinton (EE.UU.), Juan Manuel Santos (Colombia), Tony Blair (Reino Unido), Ricardo Lagos (Chile) y Felipe González (España) durante una reunión sobre “La Tercera Vía” en Cartagena (1/07/2014). Foto: AFP /Manuel Pedraza.

Más en corredores mediáticos internacionales de cierto grado académico que dentro de Cuba, se ha intentado difundir la idea de que se está desarrollando una corriente centrista democrática en el ámbito político nacional. La pretensión es, en principio, artificial; una construcción desde la teoría que cuenta con el concurso de medios de divulgación que no abundan demasiado en sus bases, sino en el paquete de síntomas que hacen lugar común cuando de Cuba se habla. Desde la perspectiva estratégica con que se maneja actualmente la política convencional, no acudir a las bases –propias o del adversario a derrotar– es esencial. Solo así se entra en lo que se ha llamado la estetización de la política y se la convierte en ejercicio de banalización del trabajo por el mejoramiento de la sociedad.

Las bases actuales de ese centrismo artificial se fundamentan en la llamada tercera vía política, globalmente impulsada por Tony Blair, aunque centrada en cinco puntos básicos desarrollados por el sociólogo Anthony Giddens, ideólogo por antonomasia de esta tendencia. Los cinco puntos de Giddens son:

  1. Dominio e implicaciones de la Globalización
  2. Banalización del significado de la izquierda y la derecha como posiciones políticas
  3. Individualismo como marco de los objetivos ciudadanos
  4. Descrédito de todas las mediaciones políticas
  5. Integración de los problemas ecológicos a la política social[1]

Su historia se remonta mucho más atrás en el tiempo, cuando la socialdemocracia europea buscaba la salida más ética, aterrada en verdad por el avance de los cambios revolucionarios que partían de las concepciones de Marx y Engels acerca del estado burgués y se hacían realidad con la Revolución socialista de octubre, de la cual Lenin era líder e ideólogo fundamental. Así, del mismo modo en que Max Weber propuso el protestantismo como opción a la revolución a la que Marx llamaba, la tercera vía de hoy intenta rescatar, con nuevo pedigrí, las normas contractuales del capitalismo, sobre todo a través del sistema de Partidos Políticos que legitima, en el propio sentido weberiano, el dominio de clase mediante un sistema que se auto titula democrático por antonomasia.

Acudir hoy a ello significa que se reconoce el callejón sin salida de las reformas hechas por el capitalismo global (por ejemplo, el llamado Estado de Bienestar o las proyecciones económicas de Keynes o Stiglitz), pero se acude a la utopía de una sociedad mejor a través de ese mismo capitalismo depredador de los recursos del Planeta, las posibilidades de la economía (grandes Consorcios concentran cada vez más la propiedad y la industria)[2] y el ejercicio del poder político (mediado por esos mismos monopolios empresariales). Desde la tercera vía se intenta, sobre todas las cosas, desacreditar la posibilidad de cambiar el orden de dominación política global que se sustenta en la reproducción del capital. Estado burgués y reproducción concentrada de capital están en estrecha vinculación y dependencia. Así, se busca neutralizar toda posibilidad revolucionaria y se garantiza la permanencia del contrato social con la ciudadanía. Se asume, por tanto, que la diferencia de clases es inevitable y que la sociedad congratula a los más aptos para la adaptación. El socialismo plantea, por su parte, la desaparición del estado como meta de partida hacia la nueva sociedad, lo cual dejaría sin esencia el concepto contemporáneo de la propiedad.

 

Los puntos focales en el individualismo de éxito son en realidad casos de excepción, como se hace con las leyendas de determinados individuos que gracias a los resultados de su gestión profesional han emprendido el camino de la concentración de capital hasta llegar a ser millonarios con mucho seguimiento mediático, farándula incluida. Sean programadores de software, artistas o comerciantes de bienes culturales, necesitan de que se ponga en marcha lo que Mészáros llamó el metabolismo social del capital.[3] Napoleón arengaba a su tropa asegurándole a los soldados que cada uno de ellos llevaba el bastón de Mariscal en la cintura, solo tenía que ganarlo en la batalla. Muchas batallas ganaron sus soldados sin que ninguno calzara el bastón de Mariscal, por cierto. Se trata, en suma, de un proceso de manipulación simbólica de los deseos del individuo. Propaganda y consumo arraigan como objetivo de realización personal alcanzar ese paquete de aspiraciones que el propio marco cultural ha sembrado a través de las bases pragmáticas de la educación.

Por último, los planes ecológicos, cuando los hay, responden a regulaciones en papel que dan barniz a la depredación empresarial y a la extracción indiscriminada de los recursos del Planeta. El capitalismo lo plantea de esa forma por necesidad sistémica, así que es imposible detenerlo con un paquete de regulaciones que a la postre se incumplen. La maquiavélica boutade de Trump de salirse del Acuerdo de París de 2015 revela, a contracorriente, la hipocresía de esta postura.

En Cuba, por si fuera poco, la tradición de ideas socialdemócratas es casi nula;[4] en la actualidad estas han sido asumidas por algunos activistas (la mayoría no muy claros de su legado teórico, o sencillamente desconocedores de sus bases) y por algún que otro intelectual que busca una vía de apariencia menos radical para enfrentarse a la transformación revolucionaria. La contra revolución tiene en Cuba un número escandalosamente ridículo de simpatizantes y una cifra aún mucho más reducida de personas tentadas a seguirla. Las conductas centristas, en su inmensa mayoría, responden al tercer punto de Giddens, es decir, a buscar de modo individualista la solución a los problemas de la sociedad. En concreto y a la cubana común: resuelvo lo mío, y los demás que luchen.

Por último, las tendencias de tercera vía que intentan deslizarse en Cuba se hallan asociadas a las tendencias de socialismo alternativo que planteó la contra revolución de Guerra Fría del siglo XX, es decir, a la subversión que se camufla de verdadera doctrina socialista para captar simpatía entre los propios revolucionarios. Su difusión pasa por el financiamiento que sale del departamento del Tesoro estadounidense para lo que llaman el programa de reinstauración de la democracia en la Isla. Una y otra vez se han desclasificado, o se han puesto al descubierto por ejercicio periodístico, las vías de inyección de ese financiamiento y sus objetivos de destino. En este sentido, el reinicio de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos persigue el claro propósito de avanzar en objetivos no cumplidos mediante el bloqueo económico y el asedio mediático. Así lo dijo Obama claramente, intentando un regreso un tanto post a la política del buen vecino, de conjunto con la de la zanahoria de la moda y el deslumbramiento tecnológico y, sobre todo, buscando alguna reducción de los millones que con ese objetivo sacan al contribuyente norteamericano.

De ahí que al pensamiento que se alía al centrismo democrático no le quede otro remedio que pactar con el plattismo. Y el plattismo es, sin más vueltas de tuerca, la aceptación contractual del dominio y la injerencia estadounidense. De ahí, por demás, que ese pensamiento centrista sea tan agresivo con el proceso revolucionario cubano –al punto de diagnosticar como fracaso lo que es mérito y ganancia social y cultural indiscutible– y que opte por el silencio cómplice cuando se manipulan según los patrones de propaganda negra puntos de confrontación abierta que subyacen en los fundamentos históricos del pensamiento cubano. La permanencia del bloqueo económico, comercial y financiero, abrumadoramente condenado en la Asamblea de la ONU durante años sucesivos, es el ejemplo cardinal de esta conducta, pues se suele decir que el bloqueo es pretexto y no causa de la mayoría de las carencias del cubano común, como el acceso a una conexión normal a Internet, para poner solo un ejemplo del que el Bloqueo es un completo responsable. La ilegal existencia de la Base Naval de Guantánamo, fruto de la Enmienda Platt[5] es aun otro punto que esta tendencia suele banalizar a priori, convirtiendo en indiferencia cínica su acunado plattismo.

La sola idea del centrismo democrático revela su carácter de construcción artificial, de propaganda, con la cual la subversión de posguerra fría busca ganar un poco más de tiempo para devolver al cubano la percepción de que la hegemonía capitalista es inevitable y, por tanto, es necesario acudir a un “mal menor”. Curiosamente irónico, porque desde esa posición se ataca a las medidas de economía mixta que la actualización del modelo pone en práctica, llamándolas centristas, mientras al mismo tiempo la emprenden con las normas de regularización y control, tildándolas de atraso y de ejercicio excesivo del poder político.

Este centrismo, tropical e instantáneo, trabajosamente deslizado entre el sector más joven, y coherente con su intención de regreso al sistema de Partidos Políticos, se muestra más como un intento de programa electoral que como una plataforma social de alguna perspectiva futura, al menos si depende de sus propios preceptos y no de alguna fuerza exterior que lo coloque “por encima de la sociedad”, como al estado burgués. Una de las pruebas de ello es ver hasta qué punto sus argumentos se quedan en la manipulación de síntomas, o sea, en el modo de diagnosticar acerca de las carencias y necesidades de la sociedad cubana.

El consenso de juicio conceptual al que el centrismo acude es anterior al hecho mismo, lo cual no armoniza en modo alguno con el equilibrio al que aluden sus teorías.  Dicho una vez más a la cubana común: lo mismo con lo mismo; aunque, eso sí, con fuentes no muy claras y más o menos generosas de financiamiento, y una nueva apariencia tecnológica.

Notas

[1] V. Anthony Giddens: The Third Way: The Renewal of Social Democracy, Cambridge, 1998 / La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia. Traducción: Pedro Cifuentes Huertas, Santillana S. A., 1999, ISBN: 968-10-0797-7.

[2] Véase, por ejemplo, como apenas dos Consorcios comerciales son dueños de la mayor producción editorial del Planeta en español: Jorge Ángel Hernández: Consorcios comerciales en la industria del Libro, Cubaliteraria, Semiosis (en plural),

[3] Iztván Mészáros: El desafío y la carga del tiempo histórico. El socialismo en el siglo XXI, Traducción de Eduardo Gasea, Anayansi Jiménez y Gladys Sanz, Vadell Hnos. Editores C.A., Caracas, 2008, 427 pp. ISBN: 978-980-212-465-7.

[4] Véase Elier Ramírez Cañedo: La tercera vía o el centrismo político en Cuba, en Cubadebate.

[5] La Enmienda Platt es un apéndice al proyecto de Ley de los Presupuestos del Ejército aprobado por el Congreso de Estados Unidos, e impuesto como parte del texto de la primera Constitución de la República de Cuba, elaborada por la Asamblea Constituyente de 1901, bajo la amenaza de que si no la aceptaba, Cuba seguiría ocupada militarmente. Véase más en EcuRed.

¿Por qué el centrismo político en Cuba tiene el imán de la derecha?


(Tomado de La Jiribilla

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5-Es posible unir lo mejor del capitalismo y el socialismo ¿? Responde Enrique Ubieta

Por: José Raúl Concepción

6 julio 2017

 

Cuando el mundo era bipolar, alguien dijo lo que suena a obviedad: “juntemos lo mejor del capitalismo y el socialismo en un solo sistema“. Si cada uno tiene sus defectos y virtudes por qué no desechar lo inútil. La idea es atractiva, sería algo así como la sociedad idílica. Pero qué impide realizarla ¿Por qué se sigue hablando de capitalismo y socialismo? Detrás de aquella obviedad habita otra: no puedes sacar lo mejor del capitalismo como si se tratara de una fruta que se dañó al caer del árbol. Las virtudes de ese sistema se sustentan en sus defectos.

Al parecer la idea no era lo que prometía y continúan las mismas opciones: o mantienes el modo de vida que daña cada rincón de este planeta o buscas una alternativa que solucione los problemas desde la raíz.

En la política, como en la vida, estar en el centro resulta complicado. Sin embargo, existe el funambulismo.

Cubadebate conversó sobre el Centrismo Político con el intelectual cubano, Enrique Ubieta, quien a preguntas sencillas respondió con disertaciones sobre la historia, vigencia y posible aplicación en Cuba de la llamada Tercera Vía.

–¿Es posible que el centrismo represente lo mejor del capitalismo y el socialismo?

–El capitalismo no es una suma de aspectos negativos y positivos, de elementos que pueden ser rescatados o desechados: es un sistema, que en algún momento fue revolucionario y hoy no lo es. Lo engloba y lo encadena todo: la alta tecnología, la más sofisticada riqueza y la miseria más absoluta. Los elementos que contribuyen a una mayor efectividad en la producción son los mismos que enajenan el trabajo humano. Los que generan riqueza para unos pocos, producen pobreza para las mayorías, a nivel nacional e internacional. Me parece una falacia establecer semejante meta: no existe “lo mejor del capitalismo”, como si este pudiera ser depurado, como si un capitalismo bueno fuese factible. Hay versiones muy malas, como el neoliberalismo o el fascismo, pero no conozco ninguna buena. El capitalismo siempre es salvaje.

Por otra parte, el socialismo, a diferencia del capitalismo, no es una totalidad orgánica, una realidad ya construida, sino un camino que no deja atrás de golpe al sistema que intenta superar. Probamos por aquí y por allá, adoptamos nuevas formas, avanzamos y retrocedemos, eliminamos lo que no resulta, rectificamos los errores una y otra vez; un camino hacia otro mundo, en medio de la selva, porque el capitalismo es el sistema hegemónico. Lo que lo caracteriza es su intención confesa, consciente, de superar al capitalismo.

¿Existe un centro? ¿Sobre qué bases se establece? En el sistema electoral capitalista supuestamente existe una izquierda y una derecha, pero esa izquierda, cuya matriz ideológica es la socialdemocracia, que en sus orígenes era marxista y pretendía reformar el capitalismo hasta hacerlo gradualmente desaparecer, hoy es funcional al sistema, y ha renegado del marxismo, y se diferencia de los partidos conservadores en sus políticas sociales y en su comprensión desprejuiciada de la diversidad. La fórmula centrista funciona al interior del sistema capitalista como un recurso electorero. El elector –que se maneja como un cliente porque las elecciones funcionan como si fueran un mercado– está harto de que los partidos de derecha y de izquierda se alternen y apliquen políticas similares, y el sistema construye entonces una falsa tercera vía.

Pero los polos reales no están dentro de un sistema, se contraponen: son el capitalismo y el socialismo. No existe un centro, un espacio neutro entre los dos sistemas. La socialdemocracia se ubica dentro del capitalismo, pero finge ser un centro, que intenta hacer lo que declaramos imposible: tomar lo mejor de uno y otro sistema. En realidad, provoca una alternatividad de métodos, no de esencias. Más allá de casos muy aislados, como pudo haber sido Olof Palme en Suecia, que vivía en un país muy rico, que aún sin haber tenido colonias, como parte del sistema capitalista, también se benefició del sistema colonial y neocolonial.

La socialdemocracia, que parecía ser la triunfadora, dejó de tener sentido cuando cayó la Unión Soviética y desapareció el Campo Socialista. Ni siquiera en Suecia pudo mantenerse (Olof Palme fue asesinado). A partir de entonces, el sistema ya no la necesitó y tiene que recomponerse. La Tercera Vía de Tony Blair es un centro que se ha corrido todavía más hacia la derecha: acepta e instrumenta una política neoliberal y se alía a las fuerzas imperialistas en sus guerras de conquista. La historia de la socialdemocracia es esencialmente europea.

¿Qué papel podrían tener las políticas de centro en Cuba?

En definitiva, ¿qué es ese centro? Es una orientación política que se apropia de elementos del discurso revolucionario, adopta una postura reformista y en última instancia frena, retarda u obstruye el desarrollo de una verdadera Revolución.

Y en otros casos, como el nuestro, intenta usar la cultura política de izquierda que existe en la sociedad cubana porque no puedes llegar aquí con un discurso de ultraderecha a tratar de ganar adeptos. Tienes que usar lo que la gente interpreta como justo y con ese discurso de izquierda empezar a introducir el capitalismo por la puerta de la cocina. Ese sería el papel que podría tener el centro dentro de una sociedad como la cubana.

 

Con diferentes terminologías y contextos, políticas similares al centrismo han estado presentes en la historia de Cuba desde que el Autonomismo intentara detener la Revolución independentista de 1895… ¿Por qué cree usted que hay una especie de resurgimiento del centrismo en Cuba en el contexto actual?

En la historia de Cuba está muy clara esa división de tendencias entre el espíritu reformista y el revolucionario. Es una vieja discusión en la historia del marxismo, pero solo voy a referirme a la tradición cubana.

El reformismo está representado por el autonomismo y por el anexionismo. Hay autores que insisten en decir que el anexionismo aspiraba a una solución radical, porque quería la separación de España. Aquí el término “radical” está mal usado, porque no se iba a la raíz del problema. La solución de anexar el país a los Estados Unidos era solo en apariencia radical porque pretendía conservar los privilegios de una clase social y evitarle además el desgaste económico de una guerra por la independencia, conservar el statu quo a través de la dominación de otro Poder que garantizara el orden. Las dos tendencias, el anexionismo y el reformismo, tenían como base la absoluta desconfianza en el pueblo. El miedo a “la turba mulata”, como decían los autonomistas.

El reformismo entreguista ha permanecido a lo largo de la historia de Cuba hasta nuestros días, no se ha extinguido. La Revolución de 1959 lo barrió como opción política real, pero la lucha de clases no ha desaparecido. Si la burguesía o la que aspira a serlo, intenta retomar el poder en Cuba, tanto la que se ha formado fuera del país como la que pueda estar gestándose dentro, va a necesitar de una fuerza exterior que la respalde.

En Cuba no habría un capitalismo autónomo, no existe ya en ninguna parte del mundo, menos en un país pequeño y subdesarrollado. El capitalismo cubano, como en el pasado, solo puede ser neocolonial o semi-colonial. La única forma que tiene la burguesía de retomar y mantener el poder en Cuba, es a través de un poder externo; es la única opción para reproducir su capital, y ya sabemos que la Patria de la burguesía es el capital.

Hoy existe una situación que favorece este tipo de tácticas centristas, sembradas en Cuba desde el Norte. Termina su ciclo histórico-biológico la generación que hizo la Revolución. Alrededor del 80 por ciento de la sociedad cubana no vivió el capitalismo. Imagínate, Cuba es un país que intenta construir una sociedad diferente a otra que la gente no vivió. Hay una situación de cambio y se introducen nuevos elementos, antes rechazados, en la concepción del modelo económico-social. Es en ese contexto que las fuerzas procapitalistas construyen su discurso seudorevolucionario, solo en apariencia, enlazado a los cambios que se operan en el país.

¿La Actualización del Modelo Económico y Social Cubano tiene alguna semejanza con el Centrismo?

No la tiene. Apelo a conceptos que hallé en el filósofo argentino Arturo Andrés Roig. Es imprescindible diferenciar dos planos: discurso y direccionalidad discursiva, significado y sentido. Recuerdo que mientras estudiaba la década de 1920, observaba que Juan Marinello y Jorge Mañach decían casi lo mismo, manejaban conceptos muy similares, porque eran intelectuales que estaban en la vanguardia del pensamiento y el arte cubanos. Pero si sigues la trayectoria de ambos, comprenderás que aquellas palabras con significados similares tenían sentidos diferentes. Marinello se integró al Partido Comunista y Mañach fundó un partido de tendencia fascistoide. Uno peleaba por la justicia social y el socialismo, mientras que el otro deseaba tardíamente convertirse en el ideólogo de una burguesía nacional que ya no existía. No creo que esa ruptura sea solo el resultado de una evolución posterior: ya estaba implícita en la diferente direccionalidad histórica de sus discursos.

Es importantísima esa diferenciación de sentidos, hoy más que nunca, porque vivimos en un contexto lingüístico muy contaminado, promiscuo, en una sociedad global que ha asimilado el discurso e incluso los gestos tradicionales de la izquierda, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial. La lucha de clases se enmascara, y es preciso desentrañar a quienes sirven nuestros interlocutores.

¿Qué se proponen los Lineamientos? Buscar una vía propia, alternativa, para avanzar hacia el socialismo, ya que no existe ningún modelo universal y cada país y cada momento histórico son peculiares. Un socialismo cubano equivale a decir un camino cubano hacia una sociedad diferente a la capitalista, en un mundo hostil, desde la pobreza, el bloqueo implacable y la ausencia de recursos naturales, si exceptuamos el conocimiento de sus ciudadanos.

Esa es la situación real de Cuba. Nos proponemos mantener y profundizar la justicia social alcanzada, y para ello debemos dinamizar las fuerzas productivas. Por eso establecemos límites a la acumulación de riquezas y propiedades, y nos preocupamos por los mecanismos de control de esos límites. En sentido inverso, los centristas, con lenguaje parecido al nuestro, sugieren que hemos abandonado el ideal de justicia social, pero exigen una profundización de esos cambios que conduciría al desmantelamiento de lo mínimamente conseguido en términos de justicia. La “profundización” que exigen los centristas, tanto desde el punto de vista económico como político, es una vuelta al capitalismo. Pueden y deben ser escuchadas las opiniones críticas y divergentes en nuestra sociedad, pero todas deben apuntar hacia un mismo horizonte de sentido.

Cuando alguien dice que el socialismo no ha logrado erradicar la corrupción o la prostitución, yo me entristezco porque sé que es verdad. Pero al mismo tiempo habría que preguntar: “¿el capitalismo qué haría con eso?” Lo multiplicaría. Cuando la acusación no conlleva un camino hacia el afianzamiento del sistema que tenemos en el país –el único que puede subsanar sus defectos, insuficiencias y errores–, sino hacia su destrucción, la crítica es contrarrevolucionaria.

Porque no todo lo que hagamos estará bien; nos vamos a equivocar, eso es seguro. El que camina se equivoca. Lo importante es tener la capacidad para rectificar y tener claro el sentido de lo que estamos haciendo, para qué lo hacemos. Si en algún momento perdemos el rumbo, habrá que consultar la brújula que marca el sentido. Que todo lo que podamos hacer ahora, y lo que discutamos, esté marcado por la clarificación de qué queremos y hacia dónde vamos.

 

¿Se puede ser centrista y revolucionario al mismo tiempo?

No, en absoluto. Un reformista no es un revolucionario. Lo que no significa que un revolucionario no pueda hacer reformas. Los revolucionarios hicimos la Reforma Agraria, la Urbana… Ser reformista es otra cosa.

El reformista confía en las estadísticas y en descripciones exhaustivas de su entorno que terminan haciéndolo incompresible. Una descripción minimalista de las paredes de esta habitación no nos permitiría entender dónde estamos, porque este cuarto está en un edificio, en una ciudad, en un país, es decir, la descripción, para ser útil, presupone una comprensión mayor. Hay que alzarse en vuelo de cóndor para ser revolucionario, que es lo que Martí exigía.

El reformista es descriptivo –cree que la realidad se agota en lo que ve y toca–, por eso se confunde y falla. En la política, el reformista solo puede sumar los cuatro elementos visibles del entorno social. El revolucionario añade un quinto elemento subjetivo no detectable a simple vista. Un elemento que el reformista no toma en cuenta, porque no confía en el pueblo. Podemos resumir ese quinto elemento en el histórico reencuentro en Cinco Palmas de los ocho sobrevivientes del desembarco del Granma, dicho en palabras de Raúl: “Me dio un abrazo y lo primero que hizo fue preguntarme cuántos fusiles tenía, de ahí la famosa frase: ‘Cinco, más dos que tengo yo, siete. ¡Ahora sí ganamos la guerra!’. Es el salto sobre el abismo que pedía Martí.

Eso es lo que diferencia a un revolucionario de un reformista. Y un centrista es algo peor que un reformista, porque de alguna manera es un simulador.

En la tradición europea toda esa trama conceptual, teórica, política que se fue urdiendo desde el siglo XIX le otorga cierta espesura a los debates. En Cuba esos debates manifiestan su trasfondo de forma mucho más evidente. Y toda esa palabrería de juntar capitalismo con socialismo, de quedarte en un plano discursivo revolucionario, pero en la práctica contrarrevolucionario, de alguna manera, a mi modo de ver, también evidencia cierto nivel de cobardía, cierta incapacidad para liderar un proyecto en el cual crees. Esas personas creen en un proyecto que es opuesto al nuestro, pero no tienen la fuerza política ni la valentía suficiente para enarbolarlo abiertamente.

 

“El capitalismo no es una suma de aspectos negativos y positivos, de elementos que pueden ser rescatados o desechados: es un sistema, que en algún momento fue revolucionario y hoy no lo es”., explica Ubieta. Foto: Annaly Sánchez/ Cubasí/ Cubadebate.

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6-Centrismo político Cuba no ha mordido el anzuelo

Por: Paul Sarmiento Blanco

5 junio 2017

 

Cientos de miles de cubanos ratificaron su apoyo a la Revolución y al Socialismo el pasado 1ro de mayo. “Cuba no ha mordido el anzuelo del centrismo político”..

El 31 de mayo, se publicó un artículo del Investigador e historiador cubano Elier Ramírez, sobre la llamada tercera vía en Cuba. Se basa el profesor en elementos históricos y teóricos de las diferentes fuerzas políticas que a lo largo del proceso histórico cubano han pujado por la solución al problema nacional.

Coincido en su mayoría con los juicios emitidos por Ramírez. Pero no debemos tenerle miedo al debate. Además, no podemos ni debemos temerle a la llamada “oposición cubana”, la cual no existe y, eso lo sabe perfectamente la Embajada estadounidense en La Habana y las demás embajadas occidentales que promueven de forma sutil la aparición en el escenario político cubano de una tercera fuerza.

No existe tercera fuerza política e ideológica en Cuba: o se está con el proceso de actualización del modelo cubano o no se está. Digo esto, porque lo fundamental en esta coyuntura actual es meterse de lleno en el apoyo real al proceso de acomodamiento de nuestro modelo, que dicho sea de paso, es un híbrido. Hibrido en el sentido de que existen diferentes formas de propiedad, incluso la privada, aunque tratemos de disminuir y opacar su impacto, pero con eso no ganamos la batalla. Híbrido porque ideológicamente tenemos un marxismo abierto, sano, poco dogmático o menos dogmático que en los años 80. Híbrido porque son mezcladas las formas de pensar y debatir.

En el fondo, no hay posiciones centristas en la política cubana. Aunque las personas se llamen así, al final responden o no a una de las dos grandes decisiones y posiciones de la actualidad: defender o no la continuidad de la Revolución.

La Tercera Vía desde la perspectiva doctrinal ha tenido más representantes en Europa que en los Estados Unidos. Por ejemplo, cuando la Unión Europea mantenía su postura hostil hacia Cuba durante muchos años –postura que comenzó a enmendar desde hace tres –exigía a la Isla implementar la llamada tercera vía o vía de Anthony Blair. Se decía que los cubanos debían abrirse al pluripartidismo y a la economía social de mercado a través de diferentes planes de desmontajes del socialismo.

Pero Cuba no ha mordido el anzuelo. Sencillamente, en política, estás de un lado o estás del otro. En los puntos más neurálgicos del socialismo cubano o estás con la actualización del proceso que es lo que más nos interesa a la gran mayoría o estás con los grupúsculos que defienden la vía capitalista al estilo occidental.

Creo que ahí está la cuestión. No tengamos miedo al debate político. Hay cosas que no se pueden evitar. Una Revolución siempre tendrá su contrarrevolución desde la francesa hasta la bolivariana. Y en el medio quedan los indecisos, los morosos y los supuestos apolíticos, pero esos, de acuerdo a las necesidades del contexto siempre giraran en posición adversa al problema nacional a resolver.

La actualidad política cubana está matizada porque en 2018 tendremos la continuidad del proceso de cambio generacional dentro de los mandos más importantes del gobierno. A partir de aquí se abrirá una etapa que tratarán de aprovechar los ideólogos de la Tercera Vía, tratarán de revertir las bases de la Revolución. Entonces para nosotros no hay tercera vía, para ellos tampoco; la lucha ideológica continua.

El futuro liderazgo del país debe saberlo, y debe revolucionarse y reformularse en nuevos escenarios. Esa seguirá siendo la batalla principal en la consolidación de la independencia cubana: mantener la opción socialista saludable, abierta, sostenible, no ya en el discurso, sino en la práctica terrenal.

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