Venezuela. Planes contra la Revolución Bolivariana Constituyente y la Paz, la Descolonización y Palestina / Análisis

Por Ramón Pedregal Casanova/ Resumen Latinoamericano/ 5 de junio de 2017.-

“Transcurridos cinco años desde el triunfo de la Revolución (Cubana), habían fracasado todos los costosos esfuerzos subversivos para provocar una rebelión que la destruyera. Las experiencias acumuladas de la guerra encubierta que Estados Unidos practicó con éxito en otras partes del mundo fueron derrotadas en su más cercano vecino del Caribe. Por otra parte, la abrupta llegada de Johnson a la primera magistratura coronó sus ambiciones políticas y posibilitó adelantar su aspiración electoral de triunfar en los comicios de noviembre de 1964. El gobernante norteamericano no podía darse el lujo de errar en lo que habían salido mal Eisenhower y Kennedy, por lo cual la guerra sucia contra Cuba debía tomar otro camino e impulsar cursos de acciones -de acuerdo con su criterio-, no suficientemente explotados como los económicos y los psicológicos, los cuales -aunque no auguraban una derrota del régimen cubano a corto plazo- impedían que se convirtiera en un referente para los pueblos del hemisferio”.

Del libro:“La derrota de la guerra sucia”. Autor: Tomás Diez Acosta. Editorial: Verde Olivo.

Desde los cerros de la ONU repletos de representantes mandatarios, desde los cerros de Caracas repletos de casitas y clase trabajadora, y desde las callejuelas entre bancadas de la OEA, los planes de EEUU y sus trajeados antisociales de tal organización, han sido derrotados. No avanzan en ningún escenario contra el pueblo trabajador de Venezuela.

Quienes han desecho el destino de pobreza y negación de cualquier mejora social hace ya 18 años, resisten a la guerra sucia del imperio. El fracaso de éste en todos sus intentos violentos de acabar con la nueva forma de sociedad, más justa en la cuenta común, más igualitaria, más fertilizante de conciencia, no les impide poner en práctica nuevos artificios de guerra diplomática para acompañar a la guerra económica, a la guerra desinformativa, a la guerra callejera, todas ellas en busca del camino que establezca las condiciones sobre las que justificar la injerencia, la intervención al más alto nivel criminal y contra lo que el resto de los países han dispuesto: que dejen en paz a Venezuela. La petición, el mandato, es contrario a su deseo de petróleo.

La oligarquía venezolana, apéndice del imperio, quiere eliminar al pueblo trabajador como rival político, sabe que sin someterle no puede existir ella misma. No es que los imperialistas de hoy no quieran a Maduro como Presidente, es que tampoco querían al Presidente Chávez, no quieren al Presidente Raul, no querían al libertador Fidel, tampoco querían al libertador Martí, ni antes al libertador Bolivar: el imperio, hoy llamado estadounidense, nunca ha querido a los libertadores, a los pueblos con conciencia social, libres, que no se someten.

El gobierno de la Casa Blanca, como actor principal, y sus lugartenientes cachiporra de otros países, los secundarios, en su día fracasaron contra la Revolución Cubana; pero su delirio de posesión aún persiste y les hace criminales y no cejan, promueven la asimilación, acosan sustentando el bloqueo y la ocupación militar del territorio, conducen acciones publicitarias, división para la dependencia, procuran la debilidad ante el enemigo de la soberanía, desvalorizan lo común, promueven la imagen falsa del imperio, su hilo conductor arranca del daño a hacer al pueblo cubano.

Ese mismo actor principal y sus secundarios ahora se confabulan para dirigir en Venezuela con cabecillas y dinero el terror en todos los órdenes buscando deshacer la Revolución Bolivariana y Constituyente, deshacerla hasta más allá de sus raíces. Repiten la historia de tantas otras veces. No les para su caída en Cuba, sólo les va a mantener a raya el paso que corresponde, su derrota.

El Gobierno Bolivariano, el del Socialismo del/para el Siglo XXI ha sido elegido en la Asamblea General de la ONU con el 95,6% de los votos para la Vicepresidencia de la Comisión de Paz, Descolonización y Palestina. Las empresas enemigas de las clases trabajadoras, los monopolios de la información falsa son consecuentes con sus objetivos de guerra: tapan, cubren, desvalorizan la noticia, no quieren que se respete la petición mundial de paz, no quieren al Presidente Maduro, no querían al Presidente Chávez, no quieren al Presidente Raúl, no querían al libertador Fidel, no querían al libertador Martí, no querían al libertador Bolivar. No han querido nunca a ningún dirigente revolucionario, a ningún pueblo que busque una sociedad que basada en la igualdad social, que se sostenga en su independencia y su soberanía.

¿Acaso ellos, la oligarquía estadounidense, han procurado en su propio país la economía que favorezca a las mayorías, la igualdad racial, la igualdad de género, … la constitución de los órganos de poder estatal desde sus organizaciones?. En todos sus años de existencia, nace en 1776, hasta 2017, tiene 241años de existencia, tan sólo ha dejado de matar en el mundo durante 21 años, cuántos millones de personas ha sacrificado, cuántos países ha destruido por hacerse con los territorios, con los recursos, con la mano de obra. La oligarquía venezolana forma parte del servicio del imperio, es ejército mercenario, no tiene la palabra, aulla y muerde como le manda su amo del norte.

Aun así, contra todo pronóstico, sale adelante la Revolución Bolivariana Constituyente: ha vencido en los cerros de la ONU repletos de representantes mandatarios, le ha sido entregada la Vicepresidencia de Comisión de Paz, Descolonización y Palestina, ha vencido en los cerros de Caracas repletos de casitas y clase trabajadora, y ha vencido en las callejuelas entre bancadas de la OEA. El mundo ha dicho no a la guerra. La derrota tan contundente del enemigo imperial fortalece y hace valer el presente de resistencia y el futuro de paz del pueblo bolivariano.

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