Cansados y llevado a límites inhumanos de miseria, los pueblos del pacífico colombiano han salido con dignidad a las calles y en un ejercicio de participación directa hacemos uso de lo que nos queda: el paro, la movilización, y la protesta social. La respuesta del gobierno es la dilación y la represión. Más de 300 personas han sido víctimas de la represión estatal, algunas heridas con armas de fuego, otras lesionadas a golpes o por los gases tóxicos que arroja el Esmad.
En el Chocó los pueblos también se levantaron en rebeldía y en 17 días de paro total lograron la atención del gobierno y con promesas sobre la inversión en vías, agua, energía, hospitales, se desactiva temporalmente la movilización. Sin embargo, en las comunidades hay desconfianza total.
Los trabajadores estatales y el magisterio ha presentado un pliego modesto, que intenta recuperar los ingresos de los trabajadores y trabajadoras, y recuperar la inversión social en salud y educación de calidad, ante lo cual el gobierno Santos responde nuevamente que no hay recursos.
En Barrancabermeja, trabajadores y comunidades exigen que se fortalezca la Refinería, única fuente de trabajo de la región del Magdalena Medio. El gobierno se hace el desentendido.
En municipios y ciudades las comunidades adelantan ejercicios de participación directa con las consultas ambientales y por la revocatoria de los malos gobernantes, como es el caso de Bogotá. Con triquiñuelas y leguleyadas el establecimiento trata de desconocer este ejercicio de soberanía y democracia.
El Congreso de los Pueblos considera que lo que falta es voluntad y soberanía. La voracidad de los capitalistas nacionales y extranjeros, a la cual responden los gobiernos de turno, no da lugar para la inversión social, ni para generar empleo digno, ni para proteger el agua y los páramos, ni para dignificar a los y las docentes, ni para cumplirle a la Cumbre Agraria, ni siquiera para cumplirle los acuerdos a la insurgencia. Santos habla de paz y le da tratamiento de guerra a la protesta social. Hay una profunda contradicción en momentos en que amplios sectores de la sociedad ven en los cambios y transformaciones sociales y económicas un camino para alcanzar la paz.
Saludamos y nos hacemos parte de las luchas del pacífico, del magisterio, de los estatales, del pueblo de barranca, de las luchas contra la explotación y despojo de la minería a gran escala. Saludamos igualmente los esfuerzos del Comando Nacional Unitario y de la Coordinación de Organizaciones Sociales por hacer de las luchas un propósito unitario.
Las luchas solas, desarticuladas, sin coordinación, no lograrán vencer la falta de voluntad y el guerrerismo gubernamental. Es urgente preparar una lucha nacional, unificada, con una plataforma unitaria, que hermanando a los sindicalistas, campesinos y campesinas, indígenas, afrodescendientes, pobladores urbanos y movimientos populares en general, logre hacer un pare en esta crisis social y política y obligue al gobierno a hacer los cambios que el país necesita.
Debemos hacer realidad, lo más pronto posible, un paro cívico, agrario, étnico y popular, como camino de solución y superación de un modelo socioeconómico y político que hace agua por todos los costados. La crisis que generan los ricos no la vamos a seguir pagando los pueblos.
El Congreso de los Pueblos, y sus organizaciones constitutivas, estamos y seguiremos presentes en las jornadas actuales y nos declaramos en estado de preparación del Paro Nacional. Llamamos a todos los movimientos y organizaciones populares a encontrar caminos de unidad en la movilización y la lucha.
Ante el incumplimiento gubernamental: ¡Paro Cívico Nacional!
¡Ser líder no es delito, libertad para Milena Quiróz!
Santos: ¡cúmplale a los pueblos y organizaciones sociales movilizadas!
Congreso de los Pueblos
5 de Junio de 2017
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