Argentina: Se cumplen tres meses de la lucha de AGR

Revista Venceremos – Martes 2, 2017

El lock out del Grupo Clarín comenzó el 16 de enero dejando 380 familias en la calle.

Ailin Colombo – Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses se enteraron de que fueron despedidos hace tres meses, cumplidos el último, con un cartel pegado en la puerta de la gráfica del barrio porteño de Pompeya, por lo tanto decidieron tomar la planta y resistir hasta que todos sean reintegrados, pero el día 82 de la toma decidieron abandonarla tras recibir una orden judicial de desalojo bajo la amenaza de utilizar las fuerzas represivas si no acataban, y con un despliegue policial descomunal de por medio. Desde ese momento los obreros y sus familias acampan en la puerta de la gráfica de pie al reclamo.

“El conflicto comenzó a mediados del 2016, cuando la empresa quiso reducir el personal deshaciéndose de  53 personas, como los delegados se negaron llamaron a retiros voluntarios, que nunca oficializaron, pero muy poquitos se fueron” atestigua Sebastián Martínez, de Quilmes Oeste, tiene 37 años y casi 20 trabajando en la empresa, actualmente como operario de encuadernación. “En noviembre plantean la misma situación y otra vez los delegados se opusieron a cualquier tipo de flexibilización laboral o despidos” por lo tanto “empiezan a desviar trabajo a otros talleres” (tercerización), prosigue el trabajador.

La historia de Sebastián es muy particular, entró a trabajar en la gráfica “de casualidad”, en el año 98´ y con apenas 18 años, comenzó a buscar empleo porque Luciana, su novia de aquel entonces y actual mujer, quedó embarazada de su hijo mayor. Por eso un primo le comentó que estaban pidiendo carteros en Pompeya para repartir revistas de Cablevisión, pero se confundió y llegó a AGR: “me dijeron ‘no, mirá, eso es en frente, esto es una gráfica’ pero justo estaban tomando gente”, llenó la solicitud y entró, asegura que en la gráfica encontró su futuro. Por las vueltas de la vida la historia se repitió y ese hijo recientemente también fue padre adolescente, con 17 años, pero aún no termino la escuela, por lo tanto Sebastián es la cabeza de dos familias que incluyen a Luciana, sus tres hijos, entre ellos un bebé, su nuera y su nieto. Hoy no tiene como mantenerlos.

La semana previa al lock out (delito que consiste en el cierre o cese parcial de actividades de una empresa impulsado por la patronal para obligar a los trabajadores a aceptar sus condiciones) era muy evidente que el grupo empresarial preparaba una embestida contra los obreros, ya que, como relata Martínez “los gerentes y jefes se llevaban cosas personales”, en consecuencia  la asamblea resolvió realizar vigilias durante ese fin de semana para que no se llevaran la maquinaria, la medida fue exitosa.

El lunes que se efectuaron los despidos todavía había compañeros instalados en la puerta en vigilia, alrededor de las cuatro de la mañana comenzaron a convocar a los demás operarios por medio de mensajes de Whatsapp porque empezó a formarse una columna policial en las inmediaciones, y cerca de las 6 de la mañana colgaron el cartel que anunciaba que todos estaban dados de baja por el cierre de la gráfica, alegando la crisis del Grupo Clarín. Rápidamente llamaron a asamblea y se decidió la toma de la gráfica. Para entrar corrieron una reja  “al grito de ‘Unidad de los trabajadores’, con una adrenalina y una sensación de euforia y susto” porque son “trabajadores, no vándalos ni mucho menos, el objetivo era defender algo justo, porque esto es injusto”, se lamenta Sebastián.

Tan injusto que Clarín, que declara una crisis económica, ha tenido ganancias millonarias en aumento los últimos años. Los compañeros en su revista “Viva las luchas obreras”, que fue generada y autogestionada los ellos mismos, con el fin de recaudar dinero para el fondo de lucha y difundir el conflicto, desmintieron que AGR de perdidas y que el grupo empresarial sufra dificultades económicas: “durante el 2016, según datos oficiales, el grupo Clarín percibió $369.915.997 en concepto de pauta oficial”, 500% que el año anterior, donde recibió poco más de $55 millones. Además, “según el balance presentado por la misma compañía a los accionistas, alcanzaron $41.178 millones” el año pasado, 48,2% más que en 2015. Todas las ediciones y folletería que se imprimían en AGR siguen siendo elaboradas en talleres tercerizados. Es más, la gráfica había aumentado sus negocios, ya que estaba comenzando a imprimir folletería de la empresa Coto, manuales escolares para el Ministerio de Educación y el año pasado la evaluación APRENDER.  ¿Qué problemas económicos puede fundamentar Clarín? De ser ciertos, ¿por qué no hay declaración de quiebra ni procedimientos preventivos de crisis ante el Ministerio de Trabajo?

El día 17 de la ocupación de la planta los trabajadores, sus familias y organizaciones solidarias fueron brutalmente reprimidas por un operativo que intentaba desalojarlos sin una orden judicial. Los compañeros resistieron a los gases lacrimógenos y balas de goma con piedras, palos y una manguera de incendios que prendieron para frenar el avance policial sobre los que se encontraban afuera, incluso niños. Sebastián dice que pararon de reprimir porque no contaban con orden de desalojo y añade que podían haberlos sacado ya que “el poderío de armas que tienen no los va a frenar agua y piedras”.

Sebastián define a “La comisión de mujeres de AGR”, de la que su mujer, Luciana, forma parte, como “un gran acierto, para bancarnos y que se involucren”. Y María, una compañera de la comisión afirma que vinieron “en defensa” de sus esposos y que no se iban “a quedar de brazos cruzados” en sus casas. Ella es esposa de un operario de rotativa, con el cual que tiene tres hijos, entre ellos dos adolescentes. También es depiladora y masajista. El primer mes del conflicto perdió una importante cantidad de clientes ya que se pasaba la mayor parte del tiempo acompañando a su marido. Indirectamente Clarín también la está dejando sin trabajo.

Luciana cuenta que las mujeres desde el primer día empezaron a acercarse, y luego decidieron organizarse “para poder apoyarse y llevar esto juntas”. “Las actividades que realizamos son recibir y repartir donaciones y después juntar para el fondo de lucha, traemos comida, hacemos actividades, festivales, estamos en las movilizaciones con los compañeros, le damos apoyo a todos lo que ellos decidan hacer”, relata. También nos cuenta que en el mes pasado su hijo menor se cayó de un triciclo y necesitó una pequeña intervención en el tabique, que lo atiendan en la obra social fue un caos. Además, el inicio de clases también fue un trastorno, resolvieron mediante donaciones la cuestión de los útiles escolares. Otra necesidad básica que no pueden costear son los pañales, muchos compañeros tienen bebés, y María nos comenta que durante el conflicto nacieron dos nuevos, y agrega “las mujeres embarazadas pasaron de todo”, incluso una compañera perdió su embarazo a causa del estrés sufrido luego de la represión.

Los trabajadores luchan contra un monstruo mediático gigantesco, lo que dificulta la difusión del conflicto. Realizaron diferentes marchas, actividades en universidades, festivales, la campaña de boicot “no compre Clarín”, recibieron la solidaridad de artistas reconocidos y organizaciones políticas, barriales y obreras, le entregaron una carta al Presidente Mauricio Macri, reclamaron frente al stand de Clarín en la última Feria del Libro e incluso se manifestaron en Av de Mayo, que sale de fondo en los noticieros de Canal 13 y TN, pero la producción prefirió tapar la protesta con un fondo de flores y arco iris, como si se pudiera tapar el sol con la mano. A pesar de la censura la persistencia de los laburantes, las redes sociales y la solidaridad lograron romper el cerco mediático. Respecto a la censura sufrida las compañeras de la “Comisión de Mujeres” añaden:

María: -Seguimos en la lucha, no bajamos los brazos, al principio fuimos invisibles. El cerco mediático fue terrible, lo rompimos cuando  subimos a la autopista, luego de un mes de toma.

Luciana: Cuando íbamos a las marchas y le pedíamos a los periodistas que nos hagan una nota y nos decían que no podían. Estábamos totalmente censurados y no podíamos salir en ningún lado.

El día 82 los trabajadores decidieron, por medio de asamblea, abandonar la planta, luego de que, con orden judicial de por medio, las fuerzas represivas se formarán en la puerta de la fábrica dispuestos a desalojar con una arsenal descomunal para la tarea que iban a realizar. Al verlos llegar con ametralladoras, Luciana pensó que los iban a matar, que llegaban para hacerlos “pelota”. Como sus familias y organizaciones políticas  estaban afuera y la represión era inminente creyeron mejor desalojar pacíficamente. Pero no se dieron por vencidos y montaron un acampe fuera de la gráfica, donde este invierno pasarán mucho fría, sin embargo aseguran que van a seguir en la lucha porque reclaman volver a trabajar. Luciana dice que Clarín es un monstruo pero ellos con su trabajo de hormiga van a lograr ser su pesadilla, hasta que los atiendan, hasta que se termine la injusticia.

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