Chile. Estudio alerta sobre efectos de la contaminación de pisciculturas de salmones en ríos

Resumen Latinoamericano / Resumen.cl / 3 de mayo de 2017

Un reciente estudio alerta que las pisciculturas emplazadas junto a ríos de La Araucanía y la región de Los Ríos están cambiando la calidad del agua y el sistema de degradación bacteriana de la materia orgánica disuelta en los ríos. Se reportaron alteraciones extensivas y muy específicas causadas por las grandes descargas de nutrientes y compuestos tales como carbohidratos, péptido/proteínas y lípidos. Mientras tanto, vecinos y comunidades cercanas a estas pisciculturas denuncian efectos de esta contaminación en sus actividades productivas y su salud.

Aunque la acuicultura industrial es una actividad que ha contaminado ríos, lagos, estuarios y zonas costeras en Chile, pocos estudios han abordado las consecuencias de la acuicultura en la composición y estructura de la materia orgánica disuelta (dissolved organic matter o DOM por sus siglas en inglés) en los ríos.

Un reciente estudio publicado en la revista Scientific Reports, señala que las pisciculturas de salmón en aguas continentales cambian la calidad y las formas como ocurre la degradación bacteriana de la materia orgánica disuelta en el río. En el estudio se realizó una detallada caracterización molecular de la calidad de la materia orgánica disuelta en el agua y su degradación bacteriana en cuatro centros de cultivos de salmones. Los centros de cultivo analizados en el estudio se encontraban localizados en las cuencas de los ríos: Molco en la comuna de Villarrica, río Peuco en la comuna de Melipeuco, río Huililco en la comuna de Pucón y río Niltre en la comuna de Panguipulli.

Los investigadores realizaron medidas de fluorescencia, espectrometría de masa de alta resolución y resonancia nuclear magnética espectroscópica de la materia orgánica disuelta (DOM) en estos ríos. Los resultados del estudio mostraron que los cultivos de salmones liberan grandes cantidades de metabolitos biodisponibles (primariamente carbohidratos, péptido/proteínas y lípidos). Estas descargas causan que las aguas río abajo de todas las acuícolas investigadas se genere un ambiente molecularmente heterogéneo en la materia orgánica disuelta. Este ambiente generado de forma artificial sería muy distinto al ambiente encontrado en ríos sin contaminación de este tipo.

La investigación reporta que el volumen de algas bentónicas (del fondo) decrece mientras que el biovolumen bacteriano y su producción se incrementa aguas abajo de los centros de cultivo, llevando al río a un estado más heterotrófico y así perjudicando a la salud del ecosistema.

En una declaración de prensa del Centro de Investigación Ambiental Helmholz (UFZ) de Leipzig (Alemania), el investigador responsable del estudio, Norbert Kamjunke señala qué contiene exactamente este cóctel químico, y cuales podrían ser sus impactos en el agua.

Usando microscopios electrónicos de barrido, los investigadores examinaron la resbaladiza biopelícula que crece sobre las rocas del fondo del río. Aguas arriba de las pisciculturas, estas biopelículas contienen una gran cantidad de algas microscópicas. El estudio concluyó que estas algas son mucho menos abundantes aguas abajo de las instalaciones, donde hay muchas más bacterias. “Esto cambia todo el ecosistema” explica Kamjunke

Las algas en el fondo del río juegan un rol fundamental en varios aspectos. Primero porque producen oxígeno y segundo porque producen comida para una gran cantidad de organismos. Gastrópodos y larvas de artrópodos se alimentan sobre estas biopelículas y a su vez son comidos por los peces. “La base de toda la red alimentaria desaparecería si estas algas no existieran” explicó Kamjunke.

Mientras tanto, aguas abajo de las pisciculturas, las bacterias que proliferan utilizan una gran cantidad de oxígeno para descomponer la materia orgánica disuelta. Concentraciones de oxígeno excesivamente bajas pueden implicar un trastorno grave para las especies que viven en el río.

Los investigadores detallan que cada uno de los ríos tiene una huella química natural ligeramente diferente. Por ejemplo, si este fluye por zonas con bosques, el agua contendrá una gran cantidad de materia húmica (humus). En contaste, el agua en regiones volcánicas tiende a tener una alta proporción de compuestos sulfurados. Sin embargo, en todos los ríos generalmente hay pocas cantidades de materia orgánica disuelta. Esto limita consistentemente la carga de los compuestos los cuales son difíciles de descomponer para las bacterias. “Estas son áreas predominantemente bajas en nutrientes” señala Kamjunke.

Sin embargo, cuando los desechos de la industria acuícola son introducidos al río el panorama cambia completamente. Debido a que estas instalaciones liberan grandes cantidades de compuestos fácilmente biodegradables, río abajo de las instalaciones se encuentran altas concentraciones de carbohidratos, proteínas, aminoácidos y lípidos. De esta forma, la industria salmonera modifica con una alta cantidad de fertilizantes, los ríos que naturalmente deberían tener una baja cantidad de nutrientes.

Es un estudio previo, Norbert Kamjunke y sus colegas descubrieron que en instalaciones de este tipo, cerca de 40 toneladas de sustancias orgánicas disueltas terminan en los ríos por cada 50 toneladas de salmón cultivado. Estas sustancias también incluyen excreciones líquidas de los salmones, además de residuos disueltos de comida y excrementos. “También contiene desinfectantes y antibióticos” explicó Kamjunke.

Algunas de las empresas responsables de esta grave alteración ecosistémica revelada en este estudio son: Salmones Multiexport S.A. que mantiene pisciculturas en el río Molco de la comuna de Villarrica; Los Fiordos” propiedad de Agrosuper que contamina el río Peuco en la comuna de Melipeuco; Piscicultura Huililco en la comuna de Pucón; y la Piscicultura Niltre de la CIA Salmonifera Dalcahue LTDA. en el río Niltre de la comuna de Panguipulli.

La contaminación de la industria salmonera en lagos y ríos.

La producción de salmón en Chile se ha expandido fuertemente en los últimos años contribuyendo a cerca del 25% de la producción salmonera global, posicionado a Chile como el segundo país en producción de salmones en el mundo.

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Los salmónidos en su ciclo de vida natural en ecosistemas del hemisferio norte, llevan una vida muy variada en ambientes. Los ejemplares adultos viven en el mar pero nadan río arriba para reproducirse y poner huevos en fondos de grava de los tramos superiores. En estas zonas es donde los juveniles se crían, crecen por un tiempo en las aguas limpias y ricas en oxígeno y luego regresan río abajo, hacia el océano.

Para imitar el ciclo natural de estos salmónidos introducidos en los ecosistemas de Chile centro y sur, las empresas salmoneras intervienen los ríos con complejos industriales para generar las diferentes condiciones necesarias para cada estadio vital de esta especie.

Los salmones juveniles son criados en centros de cultivos con suministro de agua dulce desde ríos, mientras que los peces de tamaño medio son cultivados en lagos y los adultos en centros de cultivo en agua marina, en zonas costeras. El desarrollo de esta industria salmonera en Chile ha generado impactos ambientales no solamente en los centros de cultivo de aguas continentales sino que también en las zonas costeras.

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Por su parte, comunidades mapuche en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos han denunciado emanaciones pestilentes desde los ríos utilizados por esta industria, envenenamiento de animales y mortandad de fauna y flora nativa, entre otros impactos.

En el río Peuco, integrantes de la comunidad Juan Meli de la comuna de Melipeuco, denuncian que la contaminación de la piscultura “Los Fiordos” propiedad de Agrosuper, ha derivado en una alta mortandad de animales domésticos que habrían comido vegetación de la ribera del río. Además, denuncian que en 2008, falleció la comunera María Juana Meli Huenchuman, debido a una hepatitis fulminante que habría sido provocada por el consumo de agua del Río Peuco.

El Lonko de la comunidad José Remulcao, comentó a Mapuexpress sobre lo que han debido soportar: “las moscas, habían miles. En esa parte hicieron una poza donde iban a enterrar a los pescados muertos, una vecina autorizó el permiso, así que se hizo un hoyo y ahí se tiró pero no quedó bien hecho. En algunos días estaban negros los potreros con jotes pero nadie denuncio nada. Todo eso hemos sufrido”.

También en el río Huillinco, en la comuna de Lanco, comuneros mapuche han denunciado que “nosotros estamos viendo el efecto hace mucho tiempo. Si uno se va a parar al puente del Río Bueno ve la cantidad de basura, son fecas y restos de comida de los salmones”.

En el río Caliboro de la comuna de Los Ángeles, recurrentes denuncias por contaminación realizadas por los vecinos del sector llevaron a una reciente campaña de toma de muestras del río por parte de la Dirección General de Aguas (DGA), según informa Radio Bio-Bio. Hasta ahora, estudios del mismo organismo han descartado la presencia de elementos contaminantes, sin embargo habrían detectado cierto nivel de alteración de sus aguas, según confirmó a La Tribuna el director regional del organismo, César Saavedra.

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Durante las últimas décadas, estos efluentes desde los centros de cultivo en torno a ríos han contaminado las aguas con nutrientes, antibióticos, y carbono orgánico, resultando en una disminución del oxígeno y negativas consecuencias para la abundancia y diversidad de organismos en los ecosistemas afectados. Mientras las acuícolas han comenzado recientemente a remover los sólidos suspendidos desde el agua de desechos usando cuencas de sedimentación y rotación de filtros de tambor, los compuestos disueltos continúan siendo descargados sin tratamiento a los ríos. Como concluye el estudio citado anteriormente, no existen regulaciones para las sustancias disueltas, las cuales simplemente fluyen hacia los ríos sin ningún tratamiento ni monitoreo, y lo hacen en grandes cantidades. La falta de estudios específicos impide conocer el real estado de los ríos afectados y dificulta el establecimiento de restricciones para esta nociva industria.

Fuente: Norbert Kamjunke

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