África. El insoportable costo de la sequía

Resumen Latinoamericano / Baher Kamal, ISP / 19 de abril de 2017

Casi 50 por ciento de la ayuda alimentaria de emergencia que recibe África se debe a desastres naturales que amenazan su crecimiento económico y sus medios de vida, indica la Unión Africana (UA) a través de su mecanismo de seguro climático, concebido para ayudar a los países del continente a resistir y recuperarse de las sequías.

El mecanismo, conocido como la Capacidad de Riesgo Africana (ARC, en inglés), proporciona a los Estados africanos participantes fondos de desembolso rápido en caso de sequía y les ayuda a desarrollar planes para aplicar respuestas oportunas y efectivas al problema.

La sequía, un peligro natural complejo con repercusiones socioeconómicas y ambientales considerables y generalizadas, causa más muertes y desplaza a más personas que cualquier otro desastre natural, según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.

El ARC se creó como un organismo especializado de la UA para ayudar a los estados miembros a mejorar sus capacidades para planificar, preparar y responder mejor a fenómenos meteorológicos extremos y desastres naturales, protegiendo así la seguridad alimentaria de sus poblaciones vulnerables.

En la actualidad, el costo de la respuesta a los fenómenos meteorológicos extremos en África, en particular las sequías, está en gran parte a cargo de la comunidad internacional.

Por ejemplo, en 2012 el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ayudó a 54,2 millones de personas en África para lo que destinó 2.700 millones de dólares, o 66 por ciento del gasto mundial de la agencia de ese año.

Las sequías amenazan el crecimiento del producto interno bruto (PIB) en África subsahariana, advirtió el ARC. La peor sequía en 10 años podría tener un impacto negativo estimado de cuatro por ciento sobre el PIB anual de Malawi, por ejemplo, y con impactos aún mayores si la sequía fuera la peor en 15 o en 25 años.

“Dicha disminución de la productividad disminuye el crecimiento económico, provoca una importante dislocación presupuestaria, erosiona los avances del desarrollo y la resiliencia, y requiere ayuda de emergencia adicional de la comunidad internacional en el futuro”, advierte el ARC. Un dólar que se gasta en una intervención temprana a través del ARC le ahorra al país 4,40 dólares gastados en una crisis.

Efectos devastadores para los hogares

El ARC también informa que las consecuencias de la sequía para los hogares pueden ser devastadoras en países con baja resiliencia donde grandes sectores de la población dependen de la agricultura de secano para su subsistencia.

La británica Universidad de Oxford y el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias realizaron un análisis de costo-beneficio sobre cómo lidian los hogares con la sequía.

El estudio calculó los beneficios económicos de la intervención temprana para impedir las acciones negativas de los hogares, como la reducción del consumo de alimentos, la muerte del ganado y las ventas de activos productivos a raíz de las dificultades.

El análisis “calculó que el beneficio económico de la ayuda que llega a las familias dentro de los tres meses fundamentales después de la cosecha podría resultar en casi 1.300 dólares por hogar asistido en términos de ganancias económicas protegidas”.

Un análisis más detallado revela que el beneficio potencial del ARC supera 4,4 veces a los pedidos tradicionales de ayuda de emergencia, como resultado de la reducción de los tiempos de respuesta y la agrupación de riesgos.

La cuenca del lago Chad – Emergencia extrema

El informe del ARC sobre el impacto de las sequías en África se conoció poco antes de la visita a principios de mes del director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Graziano da Silva, a algunas de las zonas afectadas en el noreste de Nigeria, donde el conflicto armado obligó a 2,5 millones de personas a abandonar sus hogares y medios de subsistencia.

El insoportable costo de la sequía en África

Una madre sostiene una olla vacía dentro de su casa improvisada en un asentamiento cerca de la ciudad de Ainabo, Somalia, en marzo de 2017. Foto: Kate Holt / Unicef

La cuenca subsahariana del lago Chad, que es la principal fuente de agua en la región, perdió 90 por ciento de su masa de agua entre 1963 y 2013, con un impacto masivo en la población, según la FAO.

La región – que abarca partes de Nigeria, Camerún, Chad y Níger – se enfrenta a una de las mayores crisis humanitarias del mundo. Unos siete millones de personas corren graves riesgos y requieren asistencia inmediata en alimentos y medios de subsistencia.

“Hay 50.000 personas al borde del hambre en la región. En una escala del 1 al 5, donde 5 representa la hambruna, ya están en el nivel 4″, advirtió Da Silva.

Después de tres años de sequía, el sector del agro, incluida la ganadería y la pesca, ya no puede permanecer desatendido, subrayó.

La agricultura produce alimentos y sostiene a 90 por ciento de la población local. Muchas de las personas de la zona ya vendieron sus posesiones, incluidas las semillas y herramientas, y los grupos armados mataron sus animales.

“Los pastores y los pescadores necesitan apoyo también para la repoblación de sus animales. De lo contrario, si los desplazados internos no recuperan sus animales y sus puestos de trabajo, permanecerán en los campos de refugiados”, aseguró Da Silva.

Para muchos países de África, una pequeña alteración en términos de déficit de lluvias o de precios elevados de los alimentos puede precipitar un pedido de intervención humanitaria y una respuesta de emergencia. La resiliencia en estos países es significativamente baja de por sí, y es mucho menor durante una sequía.

Por ejemplo, en Níger, donde los hogares presentan una resiliencia muy baja, el equipo del ARC calcula que para lidiar con la sequía, los ingresos de los sectores más vulnerables tendrían que crecer un promedio anual de 3,4 por ciento en los próximos cinco años en términos reales para construir una capacidad de resistencia suficiente para superarla sin necesidad de asistencia externa.

Mientras tanto, el seguro no es la herramienta “correcta” para hacer frente a este riesgo crónico. Para mejorar la resistencia de los países a los desastres naturales, permitiendo un crecimiento sostenido en el continente, se requieren dos elementos clave: la gestión del riesgo y la inversión.

Traducido por Álvaro Queiruga

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