Informe de la CESPAO: Guterres se derrumba al primer obstáculo, y retira el informe de la ONU que acusa a Israel de apartheid sobre el pueblo palestino

Resumen Latinoamericano / Monitor de Oriente / 20 de marzo de 2017 – El primer gran reto del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, le ha hecho vacilar y derrumbarse.

La dimisión de la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO), Rima Khalaf, ante la presión de Guterres para retirar el informe de su agencia titulado “Las prácticas israelíes contra el pueblo palestino y la cuestión del apartheid”, y la posterior retirada del artículo de su página web; exigen una atención mundial importante en caso de que la ONU quiera conservar algún viso de apariencia de independencia, imparcialidad e integridad.

El informe fue publicado por la CESPAO, representando a 18 Estados árabes, y redactado por dos académicos cualificados, experimentados y respetados: Richard Falk, profesor emérito de Ley Internacional en la Universidad de Pricenton e internacionalmente reconocido como uno de los mejores en su campo; y Virgina Tilley, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de South Illinois-Carbondale. Ambos autores tienen una amplia experiencia acerca de los temas que aborda el informe. Falk fue reportero especial de la ONU sobre los derechos humanos en Palestina durante seis años; y Tilley trabajó cinco años con el Consejo de Investigación de Ciencias Humanas (Sudáfrica) dirigiendo estudios acerca de la transición de Sudáfrica desde el apartheid a la democracia.

Su experiencia profesional, posición académica e integridad personal fueron factores importantes en el producto final: un informe objetivo, basado en pruebas, sobre la situación actual de Palestina.

Que Palestina sea una de las peores manchas en el historial de la ONU es un gran factor de este fiasco. Representa un deterioro completamente evitable desde el mandato británico hasta el apartheid, contradiciendo la propia Carta de las Naciones Unidas, y lleva sucediendo décadas delante de sus ojos.

Los papeles principales los desempeñan, por supuesto, los sospechosos habituales.

La intimidación por parte de Israel de todas y cada una las voces que se han levantado para invocar el derecho internacional e intentar responsabilizar a Israel de los mismos estándares exigidos a los demás países miembros es inmensa. Desde Goldston a Schabas, y ahora Guterres, hemos visto a los paragones de la excepcionalidad intimidar y amedrentar a cualquiera que defienda los derechos de los palestinos.

El informe apenas había llegado a la página web cuando el representante permanente de Estados Unidos en la ONU inició una campaña en su contra.

El embajador israelí de la ONU tampoco perdió ni un segundo, junto con una oleada de medios israelíes.

“La ONU es anti-Israel”, declamaron, refiriéndose a las muchas resoluciones de la ONU contra Israel.

Las más de 80 resoluciones de la ONU que Israel sigue rompiendo fueron aprobadas simple y llanamente porque Israel VIOLA CONSTANTEMENTE LA LEY INTERNACIONAL. Las quejas oficiales de Israel equivalen a un asesino en serie acusando al juez de tener prejuicios por el número de asesinatos del que se le acusa.

Hay que repetirlo: las resoluciones de la ONU contra Israel son una consecuencia directa de la conducta de Israel, no de los prejuicios de la ONU – al igual que las conclusiones del informe del CESPAO son una consecuencia de las políticas israelíes, no del CESPAO o de sus autores.

Ahí está el primer obstáculo.

Si el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quiere que el mundo respete a la ONU y que confíe en sus agencias y en su personal, debe empezar por hacerlo él mismo.

Si quiere que la población mundial respete los principios de la ONU, debe respetarlos él.

Estos principios dictan que los derechos humanos son universales e inmutables; indivisibles; interdependientes e interrelacionados (nota para el secretario general – los palestinos también deberían tenerlos).

No es sorprendente que el informe fuera publicado “sin ninguna consulta previa con el secretario, sin reflejar su punto de vista”, como declaró el portavoz de la ONU Stéphane Dujarric en la rueda de prensa del miércoles – quedó muy claro que el informe y sus conclusiones son las de sus autores, y no reflejan necesariamente el punto de vista de la ONU.

Y así es como debería ser: un informe factual dirigido por expertos independientes y basado en pruebas objetivas, y producido sin temor o favor a abordar uno de las cuestiones más duraderas del problema – la negación de los derechos de los palestinos.

En el sistema de la ONU, importa la voz de todo el mundo – no sólo las de Israel y Estados Unidos.

En el sistema de la ONU, la ley internacional es la norma general – no la excepción.

En el sistema de la ONU, debería haber personas que generen material meticulosamente investigado y basado en hechos para contribuir a una solución justa de las injusticias que llevan produciéndose décadas; debería haber un personal que cumpla con sus obligaciones frente al público; y el Secretario General debería tener el carácter para hacer frente a la intimidación y el chantaje de los Estados miembros.

Si, como dijo el viernes Stéphane Dujarric, la retirada del informe fue simplemente una consecuencia de su forma y no del contenido; ¿nos pueden asegurar que ahora seguirá el proceso ‘correcto’ y reaparecerá, sin ninguna interferencia por parte de EEUU o Israel? ¿Que sus conclusiones serán aplicadas, y que Israel será declarado responsable de sus continuas violaciones de las resoluciones, principios y leyes de la ONU?

¿Se levantará el sr. Guterres del suelo y – como describen su posición en su propia página web – tomará medidas tanto públicamente como en privado, “aprovechando su independencia, imparcialidad e integridad para evitar que aumenten las disputas internacionales”?

De no ser así, la población mundial tendría todo el derecho a esperar su renuncia, como un hombre que demuestra ser incapaz de cumplir las obligaciones de su cargo: “defender los valores y la autoridad moral de las Naciones Unidas; y hablar y actuar por la paz, incluso ante el eventual riesgo de desafiar o discrepar con los Estados miembros”.

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