(Opinión) Las textileras incendian la pradera: el centenario de Revolución de Febrero


Por Neirlay Andrade/ Resumen Latinoamericano/Jotaceve, 6 de marzo de 2017

“Pan, pan, pan…”; el 08 de marzo de 1917 (23 de febrero en el antiguo calendario juliano) las mujeres de Petrogrado clamaban por pan. Eran centenares y marchaban a lo largo de la avenida Nevsky, camino a la Duma.

Eran las textileras de la ciudad y desde tempranas horas se habían declarado en huelga. Avanzaron por el emblemático distrito fabril de Vyborg, azuzando al resto de trabajadores y lo lograron: al final de ese histórico día, el río Neva era escenario de confrontaciones abiertas de clase: los obreros gritaban contra el zar y contra la guerra imperialista.

Hace 100 años estalló la Revolución de Febrero. El Día Internacional de la Mujer fue el telón de fondo de este acto heroico de las trabajadoras de las fábricas textiles de Petrogrado; quienes convencieron a sus hermanos de clase que los de abajo ya no soportaban (sobre) vivir como antes y que los de arriba ─el zar y su pandilla─ ya no podían vivir (y mucho menos gobernar) como hasta entonces.

En la mañana del 23 de febrero ─relata el obrero bolchevique Ilya Mitrofanovich Gordienko─ escuchábamos, a través de las ventanas de la fábrica, voces femeninas procedentes de las calles: ¡abajo la guerra! ¡Abajo los precios altos! ¡Abajo el hambre! ¡Pan para los trabajadores!”.[i]

Unos días antes, las autoridades de Petrogrado habían declarado un racionamiento de la distribución del pan. Una medida que agudizó el ya lamentable panorama de escasez en el que se hallaba la ciudad. Un duro invierno había dejado varados vagones con víveres en las deterioradas vías férreas. Desde el inicio de la guerra (1914) al menos 25% de las unidades del sistema de ferrocarriles se habían perdido.

La confrontación interimperialista también trajo consigo un alza sin precedentes de los precios de los productos de primera necesidad. De acuerdo los datos recopilados por la sección económica del Soviet de diputados obreros de Moscú, el aumento de precios de los alimentos aumentó entre 1914 y 1917 en promedio 556%.

En el caso del pan negro el alza fue de 330% en ese periodo; el queso 754% y la carne de cerdo 770%. Sin embargo, nada de esto superaba a la leña (1100%) o el carbón (1525%). Mientras que el aumento del precio del cuero para la suela de los zapatos estaba próximo a 2000%.

Relata el periodista estadounidense John Reed que paralelamente el rublo descendió a menos de una tercera parte de su valor[ii].

La escasez de combustible empujó a centenares de trabajadores al paro forzoso. El lockout  estuvo a la orden del día y las huelgas se multiplicaron en los principales centros industriales.

El 18 de febrero, los obreros de la fábrica Putílov habían emprendido la huelga. Para final de mes ya el movimiento huelguístico alcanzaba a 200 mil personas, es decir, casi la mitad de los obreros petrogradenses. [iii]

Una crisis en las alturas

Ciertamente, en Rusia el desarrollo del capitalismo había sido tardío con respecto al resto de Europa, ya para finales del siglo XIX se pueden identificar claramente las características de la fase imperialista. Cuando estalla la Revolución de Febrero, 28 mil nobles controlaban 62 millones de desiatinas[iv] de tierra, mientras que 10 millones de familias campesinas concentraban 73 millones.

El capital bancario también estaba concentrado en siete entidades financieras en Petesburgo y tan solo tres monopolios (Shell, Oil y Nobel) controlaban la industria petrolera.

Ya 1915, 60% de los obreros estaban concentrados en grandes empresas. Cuestión crucial para la labor de agitación y organización. A principios de 1917 de los 3,5 millones de obreros existentes, 3.3 millones estaban en las industrias de comunicación, construcción y transporte.

En ese convulso febrero, Lenin definiría a la guerra imperialista como “el director de escena omnipotente”[v]. La conflagración había hundido a casi 4 mil de las 9750 grandes empresas del país.

“La crisis revolucionaria maduraba con gran rapidez. El movimiento huelguístico había abarcado las principales zonas industriales del país. Según datos, que distan mucho de ser completos, en los meses de enero y febrero de 1917 fueron a la huelga 676.000 obreros.”[vi]

Como si esto fuera poco, en el interior del país, los campesinos incendiaban las propiedades de los terratenientes y se apoderaban de la precaria producción de trigo para enfrentar el hambre.

Entretanto, el zarismo pretendía concentrar una paz por separado con Alemania para enfrentar el fantasma de la revolución que vertiginosamente iba cobrando cuerpo en los centros fabriles.

Definitivamente, había una crisis en las alturas. La monarquía era incapaz de poder detener el movimiento de masas y por su parte la burguesía rusa había logrado afianzar su poderío con la guerra; no le convenía poner fin al conflicto bélico; sus intereses estaban irrevocablemente enlazados con los capitalistas de Inglaterra, Francia y Estados Unidos.

“La burguesía imperialista rusa decidió, a su vez, anticiparse a la revolución mediante una revuelta palaciega: a Nicolás II, tan odiado por el pueblo, se pensaba obligarle a abdicar el trono en favor de su pequeño hijo Alexéi, encargando la regencia a Mijaíl, hermano del zar. Así es como la burguesía calculaba continuar la guerra hasta la victoria final. Pero los planes de la autocracia y la burguesía fracasaron”[vii]

Las textileras fueron la chispa revolucionaria

En este estado de cosas irrumpieron las textileras de Petrogrado. Más de 16 millones de hombres habían sido enviados al frente de guerra. El papel de la mujer había pasado a ser de primer orden en las ciudades.

Al día siguiente del primer llamado a huelga de las trabajadoras, tomaron nuevamente las calles. Loso cosacos habían sido dispuestos por las calles principales para frustrar cualquier tentativa, pero la audacia de las obreras textiles fue superior: cercaron a los cosacos y les recordaron que ellos también tenían madres, esposas e hijos. Para sorpresa del régimen moribundo los cosacos no cargaron contra las textileras y en un clima de euforia general se comenzó a corear: ¡Abajo la guerra! ¡Viva la unidad de los obreros y los soldados!

La mesa estaba servida para la insurrección. El 25 de febrero, los bolcheviques publican un panfleto en el que se leía: “¡Tenemos por delante la lucha, pero nos aguarda la victoria segura! ¡Todos bajo las banderas rojas de la revolución! ¡Toda la tierra de los terratenientes para el pueblo!, ¡Abajo la guerra!, ¡Viva la fraternidad de los obreros del mundo entero!”[viii]

Dos días más tarde, Alrededor de 60.000 soldados de la guarnición de Petrogrado se pusieron de lado de los trabajadores y junto con ellos tomaron las estaciones del ferrocarril; las oficinas de Correos y Telégrafos y la Fortaleza de Pedro y Pablo.

Los puentes sobre el río Neva ─que separaban la zona fabril del centro de la ciudad─ estaban en manos del proletariado y los ministros del zar fueron detenidos y confinados al Palacio de Táuride.

La primera etapa de la Revolución había triunfado. Los próximos pasos estaban definidos: los obreros y soldados debían elegir inmediatamente a sus representantes para el Gobierno revolucionario que debía otorgar libertades democráticas; jornada de ocho horas a los trabajadores; tierra a los campesinos y paz sin anexiones.

Pasarían ocho meses antes de la victoria definitiva. Los hechos, le darían la razón a Lenin y los bolcheviques: solo los obreros en el Poder podrían sepultar al viejo orden y conjurar la contrarrevolución. Hoy recordamos con entusiasmo a aquellas mujeres, a las textileras de Petrogrado, aquéllas que ─como diría Alexandra Kollontai─ “blandieron la antorcha de la revolución proletaria”[ix] e incendiaron la pradera.


[i] Jonathan Daly y Leonind Trofimov, Russia in War and Revolution, 1914-1922. A Documentary History. Hackett Publishing Company, 2009, pp. 36-38. Disponible en: revolucionbolchevique.blogspot.com

[ii] John Reed, Diez días que estremecieron al mundo. Ocena Sur, 2014, pp. 296-297.

[iii] VV.AA, Historia de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Editorial Progreso, 1977. Edición digital, p. 5.

[iv] Antigua medida de superficie equivalente a 1,09 hectáreas.

[v] Lenin, Cartas desde lejos. Primera carta. La primera etapa de la primera revolución. Fue escrita por Lenin el 7 (20) de marzo de 1917. Publicada una versión resumida en las ediciones del 21 y 22 de marzo de Pravda. No apareció publicada íntegramente sino hasta 1949.

[vi] El movimiento obrero en 1917. M.-L., 1926, págs. 20, citado por VV.AA, Historia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, Editorial Progreso, 1977. Edición digital, p. 4.

[vii] Op. Cit, p. 5.

[viii] El proletariado de Petrogrado y la organización bolchevique en los años de la guerra imperialista. 1914- 1917. Compilación de materiales y documentos. 1939, p. 201

[ix] Alexandra Kollontai, Día Internacional de las Mujeres. Artículo publicado en Rabotnitsa, 1920.

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