Maduro resiste bien y otra vez habrá dura pulseada en la OEA

 

POR EMILIO MARÍN, La Arena, 4 marzo 2017.-Continúa la embestida de Estados Unidos contra el legítimo gobierno de Venezuela. Ahora fue nuevamente el Senado yanqui pidió tratar sanciones contra Caracas en la OEA. Y en el Mercosur tiene tres aliados como Macri, Temer y Cartes.

El Senado norteamericano volvió a operar como ariete afilado para sangrar a Venezuela, igual que hizo el 10 de diciembre de 2014 al adoptar la primera ley con sanciones. Fue pionero en esas agresiones, continuadas con órdenes ejecutivas de la administración Obama en 2015, 2016 y 2017, y por Donald Trump el pasado 13 de febrero, cuando sancionó al vicepresidente venezolano Tareck El Aissami como si fuera un peligroso narcotraficante internacional.
La novedad fue que el 1 de marzo la Cámara Alta norteamericana aprobó por unanimidad de republicanos y demócratas otra resolución contra Venezuela. Fue por iniciativa del republicano Marco Rubio, de origen cubano-americano, y de los demócratas Ben Cardin y Dick Durbin, confirmando que en asuntos centrales el bipartidismo es una maquinaria unificada.
El Senado reclamó que “Venezuela se apegue a un proceso democrático”, como si se hubiera convertido en régimen dictatorial. Y coherente con esa falsa acusación, Rubio y los suyos pidieron a la OEA aplicarle a Caracas la Carta Democrática, que prevé sanciones contra el país que se aparte del estado de Derecho.
Los norteamericanos no son creativos. Con Carta o sin ella expulsaron en 1962 a Cuba de la OEA y ahora, con ese instrumento, piensan hacer otro tanto con la Venezuela que conduce Nicolás Maduro, quien tiene mandato constitucional hasta el 10 de enero de 2019. Washington quiere que finalice hoy, ayer de haber sido posible.
La movida yanqui recomenzó el 8 de febrero pasado, cuando senadores como Rubio y otros colegas de ambos partidos, y representantes variados, como la anticubana Ileana Ros-Lehtinen, pidieron por carta a Trump que profundizara las sanciones. Cinco días más tarde se conoció la referida sanción de la OFAC contra El Aissami. En la previa, Rubio había acompañado a Lilian Tintori, esposa del político preso Leopoldo López, a visitar la Casa Blanca, donde fueron recibidos por Trump y el vicepresidente Mike Pence.

En la OEA.
Ante la presión del Capitolio, es obvio que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, tratará de reponer en el temario a Venezuela, procurando sanciones y penitencias. Ya en 2016 el uruguayo y ex canciller de su país intentó castigar a Caracas considerando que le cabía la aplicación de la Cláusula Democrática. Tuvo sintonía fina con la campaña de desestabilización promovida por Barack Obama.
La entidad estaba dividida al respecto, con un núcleo duro que propiciaba sanciones, que Venezuela llama la “Triple Alianza” (que históricamente fue verduga del pueblo paraguayo): los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay.
Ellos habían desconocido el traspaso de la presidencia pro-témpore del Mercosur a Venezuela, en julio pasado, que le correspondía luego de finalizar la suya Uruguay. Y no contentos con ello, en diciembre no permitieron que la canciller Delcy Rodríguez participara de una reunión de pares en el Palacio San Martín, en Buenos Aires, con lo que dejaron formalmente afuera a ese país.
Venezuela tenía presentado su pedido de incorporación al Mercosur hacía muchísimos años. Como se recordará, Chávez y Fidel Castro habían sido invitados a la cumbre realizada en Córdoba, en julio de 2006. Sin embargo la sumatoria de Caracas se fue demorando por resistencia de la derecha atrincherada en el Senado brasileño y el paraguayo. Cuando se produjo el golpe de Estado institucional en Asunción del Paraguay, derrocando a Fernando Lugo, los otros socios del Mercosur terminaron aprobando el ingreso de Caracas. Claro, gobernaban Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y José Mujica.
Luego los vientos se invirtieron: en Paraguay volvió a gobernar la derecha, otro tanto en Brasiltras el golpe nacido del Senado corrupto que tanto había resistido la incorporación de Venezuela. Y por añadidura en Buenos Aires no estaba más CFK sino un declarado enemigo del chavismo.
Ese nuevo contexto latinoamericano imperaba en 2016 y quiso ser aprovechado por Almagro para cantar “jaque mate” a Maduro en la OEA. En el primer intento del 23/6/2016 no lo consiguió porque hubo posiciones encontradas entre los cancilleres de ese espacio. Ganas no le faltaron, pero en el medio también se le cruzó el auspicio del Papa Francisco a un intento de negociación entre el gobierno madurista y la oposición nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
En esa falta de resolución en la OEA, que no por nada tiene su sede en Washington, pesó también que la MUD había fracasado en su plan original de obligar a Maduro a convocar al referendo revocatorio en 2016 para luego ganar nuevas elecciones antes del 10 de enero de 2017. De ese modo podrían coronar el derribo presidencial. No lo lograron porque el gobierno y el pueblo venezolano resistieron, la Comisión Nacional Electoral y el máximo tribunal de justicia detuvieron el proceso de colección del 20 por ciento de las firmas del padrón electoral, en que estaba empeñada la oposición, por las violaciones y fraudes cometidos en la primera fase. Y el revocatorio no fue posible en los términos que fija la Constitución bolivariana, frustrándose los planes de la MUD.
Eso también afectó a Almagro y sus tutores norteamericanos, pero volverán a la carga, al compás de la nueva resolución del Senado yanqui y contando con la primera sanción de la era Trump.

Pros y contras.
El clima destituyente en Venezuela tiene como un factor favorable al PRO-Cambiemos de Argentina: Macri propuso sanciones dentro del Mercosur y de la OEA desde su misma asunción, en diciembre de 2015.
En su gira por Madrid, aquél incluyó sus habituales diatribas contra el gobierno de Maduro. Además de haber sido un golpe bajo a un pueblo hermano, tuvo el agravante de la sumisión a los capitales concentrados españoles a los que pide invertir más en Argentina. Su ataque está motivado en razones políticas e ideológicas, pero también para tratar de granjearse más simpatías del capitalismo internacional.
“Venezuela se está convirtiendo en un auténtico laberinto para las empresas españolas. Las sucesivas y pronunciadas devaluaciones de los últimos años, los dividendos retenidos, el entorno político y la severa crisis económica pasan factura a los intereses del centenar de compañías con pasaporte español que cuentan con intereses en el país latinoamericano. Sólo el efecto de los ajustes cambiarios realizados en los últimos seis años les ha costado más de 10.000 millones de euros a las compañías españolas”, se podía leer en mayo pasado en http://www.elconfidencial.com/empresas/2016-05-17/empresas-espanolas-crisis-venezuela-maduro_1201029/
Las supuestas “víctimas” de Maduro eran Telefónica, Mapfre, Banco Santander, BBVA, Repsol, Meliá y otros pulpos que concurrieron al “Foro Invertir en Argentina” organizado por el diario El País. Macri les dijo sobre Venezuela lo que querían oír: “lo que hay que lograr es un proceso democrático urgente, supervisado a nivel internacional, porque la situación es dramática. La OEA tiene nuestro apoyo; estamos alineados para mandar todos los mensajes que se puedan, incluida la Carta Democrática”.
La ayudita de amigos como ese cuenta a favor de Almagro y Washington, pero hay muchos otros factores a favor del gobierno de Maduro, en vísperas de esa batalla político-diplomática.
Uno ya fue mencionado: la oposición fracasó con el revocatorio. Y peor aún, con su funcionamiento irregular con tres diputados de Amazonas, cuestionados por fallos de la justicia, la Asamblea Legislativa controlada por la MUD desde la elección de diciembre de 2015 se auto-colocó fuera de la ley. Y ello fue penado por el Tribunal Supremo de Justicia.
Otro factor es que el gobierno se fortaleció con la designación del vicepresidente El Aissami, de 42 años, ex ministro del Interior y gobernador. Está a la cabeza de un Comité contra el Golpe, y comparte allí responsabilidades con el mando militar del general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa.
La participación de las Fuerzas Armadas Nacional Bolivarianas en el gobierno es un gran punto a favor del mismo, a diferencia de la mayoría de los casos donde los militares impulsaron golpes clásicos o “blandos”, desde el pinochetismo en adelante.
Otra mejoría viene del plano económico, con la organización de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) desde el año pasado. Son organizaciones comunitarias que, junto al Ministerio de Alimentación, distribuyen casa por casa los productos alimenticiosregulados de primera necesidad, evitando el desvío, la corrupción y el bachaqueo o contrabando.
El precio del barril de crudo, clave para Venezuela, ya está en 40 dólares en vez de los 20 del peor momento. No fue magia, Maduro negoció con los países exportadores de Petróleo, OPEP, para limitar la producción y exportación hasta que subieran los precios. Y así llegó esta mejoría.
Nadie puede asegurar cómo saldrá la próxima batalla en la OEA, pero sí se puede decir que, aunque el árbitro está comprado (Almagro), Venezuela llega con los guantes bien calzados, salta sobre pies firmes, tiene mucho ánimo y la alienta una gran hinchada continental.

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