Rosa Moro, periodista especializada en África:”En Congo hay Lumumbas y Sankaras anónimos, muchos muertos, pero muchos otros vivos”

Por Jose Angel ORIA, Gara / Resumen Latinoamericano/ 8 febrero 2017.-

Convencida de que «para informar sobre África hay que contar con los africanos», Moro lleva años ofreciendo en la red, en webs como Umoya o el blog África en Mente, datos y análisis que resultan imprescindibles para entender dicho continente.

Lectora habitual de prensa nacional de los 55 países de África con presencia en internet escrita en inglés, francés y portugués, Rosa Moro ofrece en esta entrevista una visión bien distinta de lo que está ocurriendo en la República Democrática del Congo (RDC), escenario desde hace dos décadas de un rosario interminable de masacres (ocho millones de muertos desde 1996) y violaciones masivas de derechos humanos que en el mejor de los casos merecen en los grandes medios un breve espacio sin ningún contexto. El Congo ha vuelto a los medios a propósito de las movilizaciones contra el presidente Kabila al finalizar su segundo mandato.

¿Es Kabila un presidente impuesto desde el exterior?

Sí, es un presidente impuesto desde fuera. Muchos incluso consideran que no es hijo de Laurent Kabila, que éste lo adoptó de pequeño porque era hijo de un cuadro militar ruandés llamado Hippolyte Kanambe. De hecho, se crió en Ruanda, entre ruandeses, no en Congo entre congoleños. En el Congo nunca fue respetado porque habla francés con acento, ¡lingala con acento extranjero, cuando se supone que es su lengua materna! Lo que habla con fluidez es ¡kinyarwanda e inglés! El lenguaje ruandés, y el inglés, el lenguaje del actual régimen tutsi, muchos de cuyos dirigentes fueron criados en Uganda. En Ruanda antes se hablaba kinyarwanda y francés, pero al tomar el control los tutsis de Uganda, que hablaban kinyarwanda e inglés, cambiaron el idioma nacional de la noche a la mañana.

¿Quién se beneficia, qué potencias o compañías, de que Kabila siga en el cargo?

Laurent Kabila, su padre, fue impuesto en el poder de Congo con el apoyo de los estadounidenses mediante sus delegados en la zona, los ruandeses. Incluso algunas compañías americanas, como la Barrick Gold Corporation, ligada a los Bush, cerraron negocios de licencias de minerales y petróleo con Laurent Kabila cuando aún era un rebelde en la selva; hasta ese punto estaban seguros de que iba a acabar en el poder. Le dieron buena financiación, sofisticadas armas a tutiplén y buen entrenamiento militar. En esas condiciones siempre se gana.

Los ruandeses le ayudarían a llegar al poder a cambio del este de su país, de la RDC, pero Laurent al final cambió de idea y pidió a los ruandeses que se marcharan de su territorio. Por eso fue asesinado y se impuso al «hijo», a pesar de que no habla lingana como el padre.

Las guerrillas a las que tanto se alude al hablar del genocidio del Congo y las violaciones masivas utilizadas como arma de guerra son creación del régimen ruandés. Como muestra, te puedo decir que una de ellas, RDC, poseía legalmente el 75% de una compañía creada para explotar el coltán de Congo, la SOMIGL (Société Minière des Grands Lacs). Ahora, el Gobierno de Ruanda es el mayor exportador de coltán. Del coltán congoleño.

Otra guerrilla, la liderada por el famoso Nkunda, resulta también significativa. Entre sus peticiones para deponer las armas estaba la ruptura de un contrato de minerales con China, un interés compartido por Freeport McMoran, la compañía bien relacionada con los Clinton y a la que muchos achacan la financiación para instalar a Kabila hijo en el poder.

¿Qué se puede esperar del acuerdo alcanzado por el Gobierno y la oposición organizada en torno a Rassemblement?

Ahora hay que poner en práctica el gatopardismo, cambiar todo para que nada cambie. Hay que cambiar a Kabila por otro delegado de los grandes intereses (estadounidenses, británicos y ruandeses por su cuenta), para que todo siga como está. A los grupos de jóvenes congoleños que piensan que Occidente les está dando espacio para hablar y denunciar, la historiadora congoleña y activista por los derechos humanos BK Kumbi les pide «pensad de nuevo». Les recuerda que «esto no se hace en interés de Congo». Se puede presionar para cambiar a los jefes de Estado, hoy le toca a Kabila, pero es para que todo siga igual. Kumbi insiste: «Los congoleños debemos ser inteligentes frente a todo esto para terminar con el genocidio de nuestro pueblo».

Ni durante el proceso de diálogo previo a las últimas protestas ni durante las negociaciones posteriores se ha hablado del genocidio de ocho millones de personas que ha sufrido y sigue sufriendo la RDC.

Cada vez que surge una nueva rebelión en el este, se obliga al Gobierno de Congo a incluir a los rebeldes en el Ejército, a meter el zorro en el gallinero. Con lo que el Gobierno está totalmente copado por ruandeses; y el Ejército, lo mismo. Todos los altos mandos son ruandeses, ¡hablan kinyarwanda entre ellos y los soldados! Los rebeldes enviados desde Ruanda se convierten en soldados destinados en el territorio donde saqueaban y violaban comandados desde el Ejército ruandés. Como el Ejército congoleño no paga a sus soldados rasos, ellos saben cómo ganarse la vida, saqueando y haciendo lo que saben hacer.

Nadie se pregunta: ¿cómo es posible que un Ejército apoyado por la misión de la ONU de mayor duración y dotación de efectivos, la más costosa, la MONUSCO, y apoyado por los ejércitos de los países vecinos, cómo es posible que con todos esos recursos no sea capaz de acabar con unos supuestos «rebeldes pirados que viven en la jungla y violan y saquean para vivir»? ¿De dónde sacan estos supuestos «rebeldes» las armas y la financiación para montar un entramado empresarial de salida de minerales hacia Ruanda, que a su vez los vende «legalmente» y nadie sospecha nada en la arena internacional? Nos están mintiendo. A las tropas de la ONU, que no hacen nada por proteger nada que no sea la salida de riquezas hacia Ruanda, la gente les tira piedras cuando pasan. Cada vez que un capitán congoleño ha hecho su trabajo de luchar contra los supuestos «rebeldes» ha sido asesinado inmediatamente.

Kumbi sostiene que lo más importante ahora mismo es recuperar la soberanía de la RDC, de modo que se pueda brindar justicia a las víctimas. ¿Cómo se puede avanzar hacia esa recuperación de la soberanía?

Los congoleños recuperarían su soberanía si no dejasen que la «comunidad internacional» les imponga a su favorito. Es difícil recuperar la soberanía cuando el Ejército lo comanda el impostor, pero si la ONU fuera honesta, lo haría en unas semanas. Como no hay esperanza en eso, yo creo que es el pueblo congoleño quien decide. El activista Kambale Musavuli dice que es la sociedad congoleña la que debe dirigir el traspaso de poder. Ninguno de los gañanes que participan en las conversaciones oficiales tiene intención de arreglar el hecho de que Congo está gobernado por Ruanda y va a seguir estándolo, aniquilando a su población, violando y saqueando para expulsar a los congoleños de sus tierras y apropiarse del este de la RDC.

Kumbi ve a potencias como EEUU y Gran Bretaña presionando tanto a Kabila como a los opositores de Le Rassemblement. ¿Existe en la RDC algún movimiento ciudadano que exija democracia real y que está conectado con movimientos como el que se dio en Burkina Faso en 2014? ¿Tenemos algún Sankara congoleño a la vista?

Sí, son los movimientos de que habla Musavuli en sus artículos. Congo tiene a su propio mártir de la dignidad, Lumumba. En Congo hay muchos lumumbas y sankaras anónimos, muchos muertos, pero muchos vivos, como Jean-Marie Kalonji, coordinador de la Quatrième Voie (Cuarta vía) y de “Il est Temps” (Es la hora), liberado hace unos meses tras estar incomunicado 134 días durante los cuales estuvo retenido en un agujero y fue torturado. Kambale ha escrito que «jóvenes como Jean-Marie Kalonji no tienen esperanza en una solución externa. Ven que la solución final proviene de su propia voluntad como defensores de la justicia social y de una ciudadanía congoleña informada que busca transformar su sociedad radicalmente».

«El pueblo de Congo necesita una revolución», dice Kumbi. ¿Es posible una revolución en un país con más de 200 etnias?

Entre las etnias se quieren, son conscientes de la necesidad mutua, conviven, se enriquecen, se valoran, se conocen, no hay problema por las etnias. El problema es la vida en condiciones miserables y sin futuro impuesta durante tanto tiempo a la gente. El problema es la manipulación para enfrentar entre sí a esas etnias por intereses que no son los suyos. El pueblo congoleño es valiente, consciente y luchador, no le ha quedado más remedio. Cuando los belgas decían durante la colonización que los congoleños eran vagos e ignorantes, desconocían los movimientos reales dentro de esa comunidad, movimientos ocultos a los colonos. Ignoraban que muchos congoleños se negaban a trabajar para ellos de un modo consciente, comprometido y, sobre todo, valiente, porque se arriesgaban a perder las manos, por ejemplo.

La revolución es posible en Congo, pero el capital está del lado de quien no puede permitir que eso ocurra. Parece que no hacemos caso al Congo, pero según Snowden es el país más vigilado de África. Es el trozo del planeta más cargado de riqueza y eso provoca que siempre se los haya querido aniquilar y sofocar. Los poderosos ven solo riqueza material en el Congo, ¡pero la verdadera riqueza de Congo es su gente!

 

 

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