Evo llora en Orinoca, el pueblo en el que nació y vivió su niñez
Orinoca, BOLIVIA, 2 feb (ABI).- El presidente indígena Evo Morales se emocionó hasta las lágrimas al inaugurar el jueves en su natal Orinoca (sudoeste) el Museo de la Revolución Democrática y Cultural, cuando, en medio de los suyos, agradecía, inundado de reminiscencias, los favores de crianza que recibió durante su humilde niñez y adolescencia y el apoyo de los sectores sociales bolivianos a su gobierno de izquierdas desde 2006.
“Desde mi pueblo, esta tierra que me vio nacer, este pueblo que me ha criado, este pueblo que me ha cuidado, muchas gracias, seguiremos trabajando”, alcanzó a decir antes de quebrarse, al cabo de una alocución en que lució exultante y a ratos dicharachero, en su mejor estilo.
Cuentan que el niño Evo Morales Ayma antes de devenir en vendedor de helados, trompetista, jugador diletante de fútbol y dirigente sindical, corría en abarcas (sandalias) detrás de los autobuses para comer la carne de la fruta que los viajeros arrojaban al camino después de succionar el jugo de las naranjas.
Como lo hizo el día de su primera juramentación, el 22 de enero de 2006 en el hemiciclo del entonces Congreso en La Paz y el 20 de diciembre de 2013, en la aéreo espacial base de Xichang, vecina de la capital china de Beijing, cuando el primer satélite boliviano de la historia se puso en órbita, los ojos de Morales se humedecieron al agradecer el apoyo de sus vecinos y amigos en la entonces remota y desolada Orinoca, a unos 300 km de la ciudad de Oruro, a su vez a 300 km al sur de La Paz.
“Muchas gracias por el apoyo, muchas gracias por no abandonarme (aunque) yo no me siento abandonado”, afirmó poco antes que la garganta se le hiciera un nudo y no le permitiera proseguir y buscara con cierto apremio una poltrona donde le dieron un sorber un poco de agua.
El primer presidente indígena de Bolivia en casi 190 años de vida boliviana independiente se deshizo en elogios para los sectores sociales tradicionalmente más combativos del país andino amazónico.
Por el sustento a su gobierno progresista, agradeció a los “compañeros mineros, compañeros maestros, juntas vecinales sectores sociales, especialmente al Pacto de Unidad que representa al movimiento campesino” de Bolivia.
Morales, que el 22 de enero pasado habló 4 horas y 20 minutos, al rendir informe a la nación ante los miembros de la bicameral Asamblea Legislativa Plurinacional, en La Paz, en las nacientes del duodécimo año de su mandato consecutivo, salpicó de gratas reminiscencias el discurso inaugural del Museo de la Revolución Democrática y Cultural construido sobre una superficie de 10.000m2 cerca de la humilde casa de adobe y techumbre de paja donde nació el 22 de octubre de 1959.
Secundado por el vicepresidente Alvaro García Linera y flanqueado por miembros de su gabinete, autoridades militares, policiales y del departamento de Oruro, a cuya jurisdicción rural pertenece Orinoca, como así miembros del cuerpo diplomático acreditado en Bolivia, Morales dijo, a manera de homenaje a su natal Orinoca, que Bolivia había conseguido dignificarse en los últimos 11 años a contrapelo de su historia anterior.
“Ahí está nuestra querida Bolivia, la nueva Bolivia (..) lo que no hicieron en 180 años hicimos en 11 años”, sostuvo con firmeza, después que, en tono de raga, contara, al influjo de la tradición oral familiar, cómo su abuelo, un tal Morales, a quien no alcanzó a conocer, había llevado, a lomo de caballo, a su lecho a una pastora indígena y que cuando las padres de la desposada salieron en su búsqueda, sólo encontraron a la noble bestia en un retablo.
Antes de que, al verle emocionado, el auditorio al aire libre prorrumpiera en aplausos, Morales se había dicho contento.
“Muy contento (aunque), con problemas, cómo no puede haber problemas (en las tareas de Gobierno), superando los problemas, atendiendo las demandas; imposible atender las demandas de 180 años” en los pasados 11″, afirmó antes de gastar bromas a sus colaboradores.
En medio de su discurso, matizado por la ejecución de aires criollos por una banda popular informada en ponchos, y hasta la entonación de una cueca tradicional a capela por un anciano, uno de sus vecinos en Orinoca, el mandatario reclamó unidad a los bolivianos.
“Unidad, unidad es el triunfo del pueblo y derrota del imperio”, martilló.
El Museo de la Revolución, que apunta a convertirse en un atractivo para el turismo internacional contiene piezas de la historia nacional de la resistencia de los bolivianos antes y después de fundada la república en 1825, como así un dispensario de las prendas y souvenirs que el mandatario reunió desde que asumió la conducción de Bolivia, ahora poco más 11 años.
En medio de lágrimas, Evo inaugura en Orinoca el museo de la Revolución Democrática y Cultural
El presidente Morales solloza tras su discurso en la inauguración del Museo de la Revolución en Orinoca. Foto: Ministerio de Comunicación.
“Desde mi pueblo, desde la tierra que me vio nacer, este pueblo que me ha criado, este pueblo que me ha cuidado, les digo muchas gracias… seguiremos trabajando”, señaló el presidente con la voz quebrada.
Se había cogido el rostro con las dos manos para ocultar su emoción que se confundía con la algarabía de los asistentes que coreaban ¡Evo, Evo, Evo!
Así, cerró un discurso que repasó muchas de sus vivencias. No por nada, el mandatario le pidió a la banda de música Imperial que interpretará dos temas musicales que le rememoraban su estadía en la tierra que le vio nacer.
“Con seguridad esta fecha se marcará en la historia de Bolivia. Solo quiero decirles que el museo es patrimonio del Pacto de Unidad y de todos los movimientos sociales que lucharon por la liberación de nuestro pueblo”, señaló Morales.
Justamente hay varias salas que recogen la llegada del primer presidente de origen indígena de Bolivia al gobierno.
- El presidente Morales y el vicepresidente García, junto con el exministro de Culturas Marko Machicao, recorren el Museo de la Revolución.
Se catalogaron más de 100.000 piezas. Entre ellas alrededor de 13.000 regalos que recibió durante su gobierno, tanto de visitantes del exterior como de bolivianos, y un número indeterminado de poleras de equipos de fútbol.
“Por eso tenemos tantos recuerdos (en Orinoca), de la época colonial, de la república pero ahora nos hemos unido para construir una nueva Bolivia y hay que seguir avanzando”, destacó.
La construcción del moderno edificio museográfico que se gestó en 2006 demoró cinco años de trabajos y desde este jueves se convirtió en uno de los más grandes de su tipo. Demandó una inversión de Bs 50 millones.
Opositores al Gobierno cuestionaron a la administración de Morales por dar prioridad a este tipo de obras en lugar de hospitales e infraestructura educativa. “Todos los Bolivianos lloramos por semejante innecesario despilfarro”, escribió el senador de Unidad Demócrata, Arturo Murillo, en su cuenta de Facebook.
- Una vista aérea del Museo de la Revolución que se emplaza en Orinoca. Foto: Min. Comunicación.
No obstantes, el vicepresidente Álvaro García rememoró la relevancia de Orinoca en la Colonia y recordó que fue sitio de descanso de los españoles que transitaban hacia la costa para trasladar la plata que se extraía del Cerro Rico de Potosí.
Así, García y Morales, defendieron la inversión en el proyecto. “Es la historia viva del pueblo boliviano”, dijo el primero en alusión a las luchas revolucionarias e independentistas de los indígenas.
El gobernador de Oruro, Víctor Hugo Vásquez, aseguró que el nuevo repositorio refleja “la síntesis histórica de la resistencia de los pueblos de América y el Caribe”.
“Son tiempos de alegría, tiempos de fiesta pero sobre todo tiempo de cambio, eso solo se peude conseguir con la unidad del pueblo boliviano”, subrayó el Jefe del Estado y reflexionó que el proceso que lidera solo puede fracasar por dos factores: La envidia y la ambición.
Demandó, así, mayor unidad para sopesar la situación y agradeció a los movimientos indígena originario campesinos y sociales por el respaldo a su gobierno.
Todo era fiesta. Autoridades diplomáticas, gubernamentales y militares concurrieron al evento.
La quinua, la moseñada y la tarqueada, originarias del lugar, habían adornado la fiesta de “los olvidados” —como denominó García a los sectores afines al gobierno— que se concentraron en las afueras del imponente museo. (02/02/2017)
- Un grupo jóvenes interpretan zampoñas en las puertas del museo de Orinoca. Foto: Min. Comunicación.
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