Racismo y extremismo; el verdadero enemigo interno de EU

Por J. Jaime Hernández y David Brooks/ LA JORNADA / Resumen Latinoamericano / 31 de enero 2017 .-

El diario The New York Times ha calificado de “peligrosas” y cobardes” las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump para prohibir la entrada a EU de refugiados y ciudadanos procedentes de, al menos, 7 naciones de mayoría musulmana.

A estos adjetivos habría que añadir los de “inútiles” y “contraproducentes” ya que, en opinión de la mayoría de los expertos, organizaciones defensoras de los derechos civiles y legisladores, el “verdadero enemigo” de Estados Unidos está dentro, no fuera de sus fronteras.

Es decir, Trump apunta hacia afuera, mientras el verdadero enemigo anida y se alimenta del creciente odio. De la división y el resentimiento con un gobierno que ha fracasado a la hora de ofrecer seguridad, prosperidad e igualdad a todos los que han emigrado en busca del sueño americano.

En muchos sentidos, el poder político y económico Estados Unidos se ha convertido en su peor enemigo. Pero, como hemos visto en el curso de las últimas 48 horas, el presidente Donald Trump ha decidido que es preferible convertir al refugiado y al inmigrante en el chivo expiatorio, antes que mirarse al espejo.

La imagen le devolvería, con toda seguridad, los miedos y ansiedades de un hombre blanco, conservador y racista preocupado con el cambio de paisaje demográfico y el rico crisol de culturas, creencias y tradiciones que hoy amenazan el mundo de Donald Trump.

En medio del caos provocado en las últimas horas por las órdenes ejecutivas del presidente Trump, que ha cerrado las fronteras a los ciudadanos de Libia, Irán, Irak, Siria, Somalia, Sudán, y Yemen, decenas de protestas y manifestaciones se han multiplicado condenando unas medidas que, lejos de reforzar la seguridad de EU, amenazan con socavarla.

De hecho, para el senador republicano por Arizona, John McCain, este tipo de medidas son como “un tiro en el pie”, porque sólo alimentan la noción de que Estados Unidos ha declarado la guerra al mundo islámico.

Una coartada perfecta para organizaciones, como el Estado Islámico (EI), a la hora de reclutar a voluntarios dentro y fuera de Estados Unidos para atentar contra su población.

Pero, además, este tipo de medias amenazan con romper las alianzas de EU en la lucha contra el terrorismo del Estado Islámico (EI) en países como Irak —donde mantienen un frente común—, y dinamitan al mismo tiempo el apoyo encubierto que ha ofrecido Irán para tratar de evitar la caída del gobierno iraquí.

Habría que recordar que, desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos no ha podido documentar ni un sólo caso de inmigrantes o refugiados provenientes de las 7 naciones que han sido puestas en la lista negra en un atentado terrorista.

Tampoco han podido presentar ningún caso de terroristas que hayan cruzado por la frontera desde México para atentar contra intereses o ciudadanos de EU.

Hasta la fecha, de los 19 terroristas que participaron de forma directa o indirecta en los atentados del 11-S, 15 eran ciudadanos de Arabia Saudita, una nación que curiosamente ha sido excluida de la lista, quizá por que Donald Trump tiene inversiones e intereses en esa nación.

El ‘terrorista del zapato’, Richard Reid, que trató en 2002 de volar un avión de Gran Bretaña a Nueva York, era de nacionalidad británica.

Jose Padilla, condenado a 21 años de cárcel por planear atentados con Al Qaeda, era de Nueva York.

Carlos Bledsoe, un ciudadano estadounidense, fue el autor de un atentado terrorista contra una base de reclutamiento militar en Little Rock, Arkansas, en junio de 2009.

Nadil Malik, también de nacionalidad estadounidense, era un psiquiatra de 39 años y al servicio de las fuerzas armadas, que protagonizó uno de los peores atentados contra una base militar en Fort Hood, Texas, en noviembre de 2009.

Faizal Shahzad, era un estadounidense de origen paquistaí que puso un coche-bomba en el centro de Nueva York en 2010.

Los hermanos Dhzokar y Tamerlan Tsarnaev, que pusieron la bomba en el maratón de Boston en 2013, eran inmigrantes que nacieron en Rusia y Kirguistán.

En suma, ningún terrorista era ciudadano de las naciones que han sido puestas en la lista negra por la administración de Donald Trump.

Y, mientras tanto, la lista de casos que entran dentro de la categoría de “terrorismo doméstico” (el verdadero enemigo a combatir), continúa en ascenso para poner en entredicho los criterios detrás de una orden ejecutiva que hoy es motivo de indignación y condena dentro y fuera de Estados Unidos.

Desde el año 1999, un informe de la FBI (Terrorism in United States; A Special Retrospective) reveló que “a pesar de los temores contra las amenazas internacionales, el terrorismo doméstico es el que ha registrado un aumento drástico”.

Hoy, esta tendencia no ha cambiado. De hecho, el más reciente reporte del FBI, Global Terrorism Data, establece que en los 10 más importantes atentados terroristas contra intereses de EU, ninguno fue perpetrado por ciudadanos de las 7 naciones que hoy son presentadas como la más peligrosa amenaza para la seguridad nacional.

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