EE.UU: Trump asumió con un discurso donde combinó el patrioterismo con promesas de mano dura

“Desde hoy, América primero”, proclama en su toma de posesión el nuevo mandatario de EE UU
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la ceremonia en la que ha jurado el cargo este viernes, en Washington. MANDEL NGAN (AFP) /

En el año antiestablishment, cuando de Londres a París y de Viena a Washington políticos de todo signo sacuden el orden establecido, la irrupción de Trump en el sanctasanctórum del poder mundial es un triunfo rotundo e inesperado para este movimiento. Trump no habló en términos de izquierda y derecha, y eludió las propuestas más ideológicas, como la construcción del muro o la revocación de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama. Articuló, con su lenguaje de frases breves y eslóganes memorables, una visión que oponía el pueblo contra las élites, y la nación contra el extranjero.

“Los olvidados y olvidadas de nuestros país dejarán de estar olvidados”, dijo el republicano Trump, en un discurso de 15 minutos muy parecido a la versión más extrema de los que pronunciaba en la campaña electoral que le dio la victoria el 8 de noviembre ante la demócrata Hillary Clinton. “Nunca volveréis a ser ignorados”.

Rodeado de los máximos representantes del poder en Washington, entre ellos el expresidente Obama, ante un público escaso comparado con otras ocasiones, Trump retrató a EE UU como un país en un estado de crimen y caos en el que las élites se han enriquecido y han maquinado a espaldas del pueblo. Al escuchar al nuevo presidente cargando contra “el pequeño grupo que cosecha los premios del Gobierno en la capital de nación mientras el pueblo soporta su coste”, era difícil pensar que las autoridades que le acompañaban ante el Capitolio no se sintieran aludidas.

“Vamos a quitarle el poder a Washington y devolvéroslo a vosotros, el pueblo americano”, comenzó. “El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo se convirtió de nuevo en el gobernante de la nación”, añadió.

Antes, al mediodía en punto, hora local, Trump puso la mano sobre dos ejemplares de la Biblia —uno que le regaló su madre y otro que perteneció a Abraham Lincoln, el presidente que liberó a los esclavos— y repitió las 35 palabras del juramento y se convirtió en el 45º presidente de EE UU.

A lo lejos, frente a él, en la semivacía explanada del National Mall, los monumentos a los gigantes americanos: Lincoln, Washington, Martin Luther King, Jefferson, los líderes que sentaron las bases de una nación que, con reveses y nunca en línea recta, quiso proyectarse como un modelo de democracia, de apertura al mundo y diversidad.

Investidura de Obama vs toma de posesión de Trump
La toma de investidura de Obama (izq) en comparación con la de Trump

En algunos momentos el discurso parecía inspirado en la retórica de Ronald Reagan. En su primera inauguración, el republicano Reagan dijo que había que resistir a la tentación de creer que “el gobierno por un grupo de élite es superior al gobierno por y para el pueblo”, y que “el gobierno no tiene otro poder que el que le concede el pueblo”.

Pero el tono de Trump era muy distinto, no optimista y confiado como el de Reagan, sino pesimista y tenebroso. “Esta carnicería americana se detiene aquí y ahora”, dijo después de describir un país azotado por los cierres de fábricas, la educación deficiente y la plaga de las drogas.

Fue un discurso donde combinó patrioterismo, populismo de derecha con acentos victimistas y autárquicos.

“Hemos defendido las fronteras de otras naciones al tiempo que rechazábamos defender las nuestras, y hemos gastado miles de millones de dólares en otros países mientras la infraestructura americana se deterioraba y declinaba. Hemos hecho ricos a otros países mientras la riqueza, la fuerza y la confianza en nuestro país desaparecía del horizonte”, dijo. “A partir de ahora, será América primero. Cada decisión que tomemos en comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores se tomará en beneficio de los trabajadores americanos y de las familias americanas”.

El America first, o América primero, refleja el proteccionismo de la nueva Administración pero también tiene resonancias pasadas. America first era el eslogan de los filonazis y antisemitas estadounidenses contrarios a la entrada de EE UU en la Segunda Guerra Mundial. La breve referencia en el discurso a las alianzas internacionales, que Trump ha cuestionado, la usó para decir que estas debían ampliarse y servir para “erradicar el terrorismo islámico radical completamente de la faz de la tierra”.

Trump llega a la Casa Blanca como el nuevo presidente más impopular en cuatro décadas, bajo el signo de la división social que él mismo atizó durante la campaña, y entre protestas en la calle y un boicot de decenas de congresistas del Partido Demócrata. Estados Unidos no lo recibe con entusiasmo. Su rival en las elecciones, Hillary Clinton, le sacó casi tres millones de votos de ventaja, y solo ganó gracias al sistema de elección presidencial basado en la ponderación de voto por Estados en vez en el voto popular absoluto. Desde que Richard Nixon juró por segunda vez el cargo en 1973 no se había visto una inauguración tan crispada como esta. Nixon acabó destituido un año y medio después.

Medidas rupturistas

El ritual del traspaso de poder es el momento más monárquico de una república que se fundó en rebelión contra la Corona británica. La ceremonia que garantiza la continuidad pacífica de la democracia comenzó a primera hora de la mañana con los Trump saliendo de la Blair House, la residencia frente a la Casa Blanca donde tradicionalmente se alojan el presidente electo y su esposa la noche anterior a asumir el poder. De ahí se desplazaron a la vecina iglesia episcopaliana de San Juan, conocida como la iglesia de los presidentes. Y de ahí a la Casa Blanca para tomar un té con los Obama. Juntas, la familia que ha ocupado la residencia de los presidentes en los últimos ocho años y la que la reemplazará en los cuatro próximos se dirigieron al Capitolio para la ceremonia de investidura.Tras el acto, los Obama ha volado a Palm Springs (California) para pasar unos días de descanso.

Trump quiere empezar la presidencia con medidas que hagan visible la ruptura, como la retirada del acuerdo comercial con 11 países de la cuenca del Pacífico y decretos sobre la inmigración o la ley sanitaria. En julio, cuando aceptó la nominación del Partido Republicano en la convención en Cleveland, prometió que el 20 de enero “se restaurará la seguridad” en Estados Unidos, y el 21 “los americanos finalmente se despertarán en un país en el que las leyes (…) se aplican”.

Con el discurso inaugural, el tiempo de la retórica ha terminado. De una vez empezará a desvelarse cómo gobernará el presidente Donald J. Trump. Acaba el tiempo de las palabras y de sus mensajes. Es la hora de los hechos. Y estos amenazan ser brutales como su verborrea.

 

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Discurso inaugural (completo) de Donald Trump como presidente de Estados Unidos 

Gracias.

Nosotros, los ciudadanos de Estados Unidos, nos unimos ahora en un gran esfuerzo nacional para reconstruir nuestro país y restaurar su promesa para todo nuestro pueblo.

Juntos podremos determinar el curso de Estados Unidos y del mundo en los años venideros.
Enfrentaremos retos. Enfrentaremos dificultades. Pero cumpliremos nuestra tarea.

Cada cuatro años, nos reunimos en estos escalones para llevar a cabo la transferencia ordenada y pacífica del poder, y estamos agradecidos con el Presidente Obama y la Primera Dama Michelle Obama por su gentil ayuda a lo largo de la transición. Han sido magníficos.

Sin embargo, la ceremonia de hoy tiene un significado muy especial. Porque hoy no estamos simplemente transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington, D.C. y devolviéndoselo a ustedes, el pueblo estadounidense.

Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital de nuestra nación ha cosechado los frutos del gobierno mientras el pueblo ha sufragado los costos.

Washington floreció – pero el pueblo no se benefició de esa riqueza.

Los políticos prosperaron – pero los empleos desaparecieron, y las fábricas cerraron.

El sistema se protegió a sí mismo, pero no protegió a los ciudadanos de nuestro país.

Sus victorias no han sido las victorias de ustedes; sus triunfos no han sido los triunfos de ustedes; y mientras ellos celebraban en la capital de nuestra nación, las familias que luchan en todo nuestro país tenían muy poco que celebrar.

Todo eso cambiará – a partir de aquí y ahora mismo, porque este momento es el momento de ustedes: les pertenece a ustedes.

Pertenece a todos los reunidos hoy aquí y a todos los que observan en todo Estados Unidos.
Éste es su día. Ésta es su celebración.

Y este, Estados Unidos de América, es su país.

Lo que realmente importa no es qué partido controla nuestro gobierno, sino si nuestro gobierno está controlado por el pueblo.

El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo se convirtió en el gobernante de esta nación nuevamente.

Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país ya no serán olvidados.
Todo el mundo les está escuchando ahora.

Llegaron en decenas de millones para formar parte de un movimiento histórico que el mundo nunca antes había visto.

En el centro de este movimiento se encuentra una convicción fundamental: que una nación existe para servir a sus ciudadanos.

Los estadounidenses quieren grandes escuelas para sus hijos, vecindarios seguros para sus familias, y buenos empleos para sí mismos.

Éstas son las demandas justas y razonables del público honesto.

Pero para muchos de nuestros ciudadanos, existe una realidad diferente: Las madres y los niños atrapados en la pobreza en nuestras zonas urbanas; fábricas oxidadas esparcidas como lápidas por todo el paisaje de nuestra nación; un sistema de educación con mucho dinero, pero que priva de conocimientos a nuestros jóvenes y hermosos estudiantes; y la delincuencia, las pandillas y las drogas que han robado demasiadas vidas y le han robado a nuestro país tanto potencial desaprovechado.

Esta masacre estadounidense termina aquí y ahora.

Somos una nación – y su dolor es nuestro dolor. Sus sueños son nuestros sueños; y su éxito será nuestro éxito. Compartimos un corazón, un hogar y un destino glorioso.

El juramento al cargo que hago hoy es un juramento de lealtad a todos los estadounidenses.

Durante muchas décadas, hemos enriquecido la industria extranjera a expensas de la industria estadounidense; hemos subsidiado los ejércitos de otros países, permitiendo a la vez el triste deterioro de nuestro ejército; hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos negábamos a defender las nuestras; y hemos gastado billones de dólares en el extranjero, mientras que la infraestructura de Estados Unidos ha caído en desuso y decadencia.

Hemos hecho ricos a otros países mientras que la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestro país ha desaparecido en el horizonte.

Una por una, las fábricas cerraron y abandonaron nuestras costas, sin siquiera pensar en los millones de trabajadores estadounidenses que dejaron atrás.

La riqueza de nuestra clase media ha sido arrancada de sus hogares y luego redistribuida en todo el mundo.

Pero ese es el pasado. Y ahora estamos mirando sólo hacia el futuro.

Los que nos hemos reunido hoy aquí estamos emitiendo un nuevo decreto para que se escuche en cada ciudad, en cada capital extranjera, y en cada esfera de poder.

A partir de hoy, una nueva visión regirá nuestra tierra.

A partir de este momento, será Estados Unidos primero.

Cada decisión sobre comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores, se hará para beneficiar a los trabajadores estadounidenses y a las familias estadounidenses.

Debemos proteger nuestras fronteras de la devastación provocada por el hecho de que otros países fabriquen nuestros productos, se roben nuestras empresas, y destruyan nuestros empleos. La protección conducirá a una gran prosperidad y fuerza.

Yo lucharé por ustedes con cada fibra de mi cuerpo – y nunca los decepcionaré.

Estados Unidos comenzará a ganar de nuevo, como nunca antes.

Traeremos de vuelta nuestros empleos. Traeremos de vuelta nuestras fronteras. Traeremos de vuelta nuestra riqueza. Y traeremos de vuelta nuestros sueños.

Construiremos nuevas carreteras y autopistas, puentes y túneles, aeropuertos y ferrocarriles en toda nuestra maravillosa nación.

Nuestro pueblo ya no necesitará el bienestar social porque tendrá empleos – reconstruyendo nuestro país con manos estadounidenses y trabajadores estadounidenses.

Seguiremos dos reglas sencillas: Comprar productos estadounidenses y contratar trabajadores estadounidenses.

Buscaremos la amistad y la buena voluntad de las naciones del mundo – pero lo haremos con el entendimiento de que es el derecho de todas las naciones anteponer sus propios intereses.

No tratamos de imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejaremos que brille como un ejemplo a seguir para todos.

Reforzaremos la viejas alianzas y formaremos nuevas – y uniremos el mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, el cual vamos a erradicar completamente de la faz de la tierra.

La piedra angular de nuestra política será una total lealtad hacia Estados Unidos de América, y a través de nuestra lealtad a nuestro país, redescubriremos nuestra lealtad entre nosotros mismos.

Cuando se abre el corazón al patriotismo, no hay espacio para los prejuicios.
La Biblia nos dice, “Qué bueno y qué agradable es cuando el pueblo de Dios se reúne en armonía”.

Debemos pronunciarnos abiertamente, debatir nuestros desacuerdos honestamente, pero siempre perseguir la solidaridad.

Cuando Estados Unidos se une, Estados Unidos es totalmente imparable.

No debería haber ningún temor – estamos protegidos, y siempre estaremos protegidos.
Estaremos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestro ejército y nuestras fuerzas policiales y, lo que es más importante, estamos protegidos por Dios.

Por último, debemos pensar en grande y soñar más en grande aún.

En Estados Unidos, entendemos que una nación vive sólo mientras se esfuerza.

Ya no aceptaremos políticos que sólo hablan y no cumplen – que se quejan constantemente, pero que nunca hacen nada al respecto.

El tiempo para las palabras huecas ya acabó.

Ahora llega la hora de la acción.

Que nadie les diga que no se puede lograr. Ningún desafío es demasiado grande para el corazón, la lucha y el espíritu de Estados Unidos.

No fracasaremos. Nuestro país crecerá y prosperará nuevamente.

Nos encontramos en el nacimiento de un nuevo milenio, listos para revelar los misterios del espacio, para liberar el planeta de las miserias de la enfermedad, y para encauzar las energías, las industrias y las tecnologías del mañana.

Un nuevo orgullo nacional conmoverá nuestras almas, levantará nuestras aspiraciones, y sanará nuestras divisiones.

Es hora de recordar esa vieja sabiduría que nuestros soldados nunca olvidarán: ya seamos negros o morenos o blancos, todos sangramos la misma sangre roja de los patriotas, todos disfrutamos de las mismas libertades gloriosas y todos saludamos la misma gran bandera estadounidense.

Y si un niño nace en la zona urbana de Detroit o en las llanuras azotadas por el viento de Nebraska verá el mismo cielo nocturno, llenará su corazón con los mismos sueños, y recibirá el aliento de vida del mismo Creador todopoderoso.

Así que todos los estadounidenses, en cada ciudad, cercana y lejana, pequeña y grande, de montaña a montaña, y de océano a océano, escuchen estas palabras:

Nunca serán ignorados de nuevo.

Sus voces, sus esperanzas y sus sueños definirán nuestro destino estadounidense. Y su valentía, bondad y amor siempre nos guíarán por el camino.

Juntos, haremos de Estados Unidos un país fuerte nuevamente.

Haremos de Estados Unidos un país rico nuevamente.

Haremos de Estados Unidos un país orgulloso nuevamente.

Haremos de Estados Unidos un país seguro nuevamente.

Y sí, juntos, haremos de Estados Unidos un gran país nuevamente. Gracias, Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos.

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