COLOMBIA: Los bailes y otras rumbas del Estado paramilitar

Resumen Latinoamericano/ 9 de Enero 2017 .-

Lejos de ejercer una supervisión moral, las empresas de la desinformación y la incomunicación en Colombia, con la última pataleta en contra del proceso de paz, han demostrado varias cosas: la primera, lo resentidos sociales que son los multimillonarios que gobiernan a Colombia y sus perros y perras de presa al frente de canales de radio, televisión e imprentas. La segunda, que la guerra mediática contra el proceso de paz -que se puede romper en cualquier momento de tanto tirarle piedras a la vitrina – jamás ha acabado ni acabará porque es la venganza y el fascismo exterminador, lo que anima a todo este entramado social que ha logrado permear a la sociedad colombiana, incluyendo a los estratos populares que aplauden y ponen los muertos con gozosa desubicación ideológica. La tercera, la parcialidad grosera de la ONU, síntoma de alarma para quienes se desmovilizan, contribuyendo a futuras fisuras dentro de la insurgencia. Y la más obvia: la doble moral de todo este entramado mediático y económico, que aprobó con la indiferencia otros bailes iguales o peores (CINEP 2003); incluso otros donde los muertos y los desplazados siguen siendo víctimas sin que la ONU haga algo; o haya una prensa hegemónica que forme la misma bulla que en los hechos bailables de Conejo en la Guajira.

 

¿Y las parrandas de Ralito qué?

 

Cuando los bailes en Santa Fe de Ralito, ese curioso proceso de paz entre amigos que se dio en el gobierno de Uribe para el año 2003 con el hampa de narcotraficantes y paramilitares devenidos en actores políticos, ni José Alfredo Vargas, ni Claudia Gurisatti se escandalizaban por las francachelas de los paramilitares y sus excesos mafiosos, que incluyeron, hasta el llamado extorsivo a líderes políticos de la región para cuadrar resultados electorales y otras bellezas. Según Un pasquín de Vladdo, Harriet Hidalgo y otras divas de RCN – que participan en NTN 24 horas y del mismo dueño- le hacían versos heroicos a los próceres paracos de la epopeya anti comunista- en tanto que la Gurisatti, le hacía entrevistas elogiosas a Carlos Castaño. Salud Hernández Mora, asesoraba y llamaba a Carlos Castaño “mi estimado comandante”,  firmando el prólogo del Mi confesión, un una estafa a la verdad que niegan el pasado sicarial del “héroe” como miembros de la banda La Terraza y Los Pepes (Amnistía Internacional 2005).

 

El baile de la santificación mediática

 

El año 2016 finalizó en Colombia con la más dura campaña para demoler moralmente al contrario, recurriendo a la estrategia de los buenos y malos. Caracol y RCN, compitieron entrevistando a reconocidos delincuentes y violadores de los derechos humanos, en aras de justificar lo injustificable.  Caracol hizo su mejor esfuerzo enLos informantes para santificar al coronel Plazas Vega, responsable de un operativo para recuperar el Palacio de Justicia en 1985,  que incluyó el secuestro, tortura y asesinato de magistrados, empleados de la cafetería y transeúntes que hacían diligencias documentales, quienes salieron con vida, pero fueron exterminados por el hombre que le dijo a prensa: “estoy trabajando por la democracia maestro” según los documentos del Juzgado tercero penal especializado de Bogotá (2010). Otro de los santificados por esta mascarada del carnaval de la impunidad permanente, fue el ladrón de los fondos de agrochanchullo seguro – Agroingreso seguro en nombre oficial-  quien también fue objeto de un micrófono abierto, de manera que Andrés Felipe Arias tuvo en horario triple A un espacio privilegiado tipo entrevista publicitaria,  para proclamar su inocencia y declararse además de mansa paloma, perseguido político desde Mayami.

 

La parranda del despojo y el sicariato siguen

 

Los paramilitares de Colombia, brazo armado ilegal del Estado profundo colombiano, allí donde están los empresarios multimillonarios que mandan al presidente, siguen imparables su parranda de despojo, con un blindaje diverso que justifica su accionar mientras la insurgencia se desmoviliza con más pena que gloria, pues los armados ilegales de extrema derecha cuentan con representación parlamentaria y partido propio, fuera de los solapados en otros partidos, incluyendo al liberalismo y al conservatismo. Gozan además del blindaje académico de quienes se inventaron el cuento de las BACRIM, y niegan su existencia paramilitar a propósito de una etiqueta que esgrimen como cortina de humo,  una legión de emboscados como periodistas en los medios masivos de información y propaganda privados, con columnistas como José Félix Lafaurie o Alfredo Rangel, plumíferos y microfoníferos  como los de Voz Populi en la Blu Radio, que encarna el fascismo light criollo, picota mediática del siglo XXI contra los gobernantes insumisos como el Comandante Chávez, a quien le dedican la sección Hotel Infierno.

 

Todo este andamiaje sirve para ocultar hechos graves: la presencia expansiva y mortal del paramilitarismo en más de 22 departamentos y 150 municipios del país donde controlan zonas impunemente como en el norte del Cauca. Allí completaron el 25 de diciembre de 2016 con Anuar José Álvarez,  el líder social número 112 asesinado el año pasado, ultimado por quienes según el ministro de la defensa Gilberto Echeverri no existen, pero siguen desplazando familias en zonas urbanas como Buenaventura, donde la guerra de narcoparamilitares arrebató el hogar a cerca de 14 familias, mientras la Policía y la Armada Nacional y otros cuerpos de seguridad del Estado, miran para otro lado. Estos son los héroes de la patria, a quienes jamás este falso periodismo ha cuestionado el negocio de los falsos positivos, comercio de muertes al azar para cumplir las metas de Álvaro Uribe Vélez en su política de seguridad medida en bombardeos y asesinatos, convertido por este terrorismo mediático en el referente moral que acusa a todo el mundo, pese a tener el rabo de paja y sucio de gasolina, en el tema de derechos humanos y otros menesteres de Estado (Aguirre 2014).

 

Epílogo: y sigue la fiesta de la desinformación…

 

Para cerrar por hoy 7 de enero de 2017, la mención de algunas de estas rumbas de muertos, vicios y desvergüenza informativa, donde brilla la doble moral y la inmoralidad más cruda, hay que recordar que en la guerra que se mal negocia como postconflicto, donde la ONU nada dice de los agentes de inteligencia criolla que ponen bombas y hostigan a quienes quieren desmovilizarse; de la comida descompuesta que va a la zona de concentración, la misma que le sirven a los guerrilleros presos – imagínese sí a “Leopo” el terrorista bueno le pasa esto en Venezuela-  hay unos hechos que no se pueden ocultar en esta especia de after party:

 

Que de los desplazamientos según la Fundación Arco Iris y otros observatorios de la guerra civil en Colombia,  el principal actor causante de abandono de predios fue el paramilitarismo que es representado en el congreso por el – pseudo- Centro “democrático”,  con un 45% de los casos; seguido por los enfrentamientos armados con un 33% y la guerrilla con un 16%. En cuanto a los mayores despojadores de tierras que se niegan a devolver a plomo limpio la tierra atracada, se hallan los paramilitares con el 86% y la guerrilla con un 9%, en tanto que los enfrentamientos y los actores no conocidos suman un 5%:

 

La guerra de guerrillas desmovilizada,  que estos dos últimos años ayudó al gobierno a ahorrar billones que debieron ser tenidos en cuenta para evitar una reforma tributaria más pesada que una gorra de cemento para los estratos populares embrutecidos con narconovelas, programas de concurso o fútbol, no es un asunto de buenos y malos muchachos, sino el de actores que la larga lucha del conflicto llevó a protagonizar actos de barbarie como los falsos positivos, los robos de tierra o el secuestro y asesinato de los diputados del Valle. Pero mientras la guerrilla pide perdón, los “buenos mediaticos” persisten en negar sus burros muertos, es decir, sus crímenes de lesa humanidad por los que no están dispuestos ni a pedir perdón ni a reparar de sus bolsillos. Y lo peor: la ONU, en lugar de actuar con autoridad, toma partido por el bando más fuerte aduciendo profesionalismo e imparcialidad.

Nicolás Ramón Contreras Hernández

RED INDEPENDENTISTA DEL CARIBE.

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