Asesinato del embajador de Rusia, un disparo a Erdogan

Kamel Gómez, HispanTV/Resumen Medio Oriente, 20 de Diciembre de 2016 – La Turquía de Erdogan hace rato que juega a dos puntas. Y ya no le sale. Sus idas y vueltas marean, sus declaraciones para la tribuna, poco sustento tienen con la realidad.

De su discurso antí-israelí a retomar las relaciones diplomáticas. De su despiadada política anti-Siria a reconocer la victoria de Bahsar al-Asad.  El boomerang con el Daesh, mercenarios que entraban a Siria desde Turquía como turistas, y que hoy llenan de bombazos a lo que queda del imperio otomano.

Erdogan leyó mal la “primavera árabe”. Su acercamiento a los saudíes amplificó la influencia de los terroristas. De Iraq a Siria, Turquía hoy tiene  fronteras calientes. En ambos países bombardea, invade; sin olvidarse de los kurdos, masacrados, otra vez.

La OTAN quería correr a los rusos de Medio Oriente, los israelíes ganaban tiempo mientras dibujaban varios estados sobre el mapa de Siria. Arabia Saudí necesitaba equilibrar la balanza, tras la perdida de Irak, con los iraníes. Toda esta política ha quedado enterrada en los escombros de Alepo.

El intento de golpe de estado, con sectores del ejército pro-OTAN, puso de manifiesto al mundo que Erdogan y Turquía, eran marionetas del Pentágono. La reacción popular, que ya no quiere a los militares, permitió recuperar el gobierno, y desde ahí, barajar y dar de nuevo.

Mientras tanto, aprovechó la ocasión para llevarse puesto a toda su oposición, en especial la que pueda disputarle el “islam turco”. Seguro muchos policías y militares turcos, sin empleo tras la purga, puedan sentirse interesados en arruinar a Erdogan. Si antes eran buenos por derribar un avión ruso, ¿por qué ahora serían malos por matar a un embajador ruso?

El nuevo sultán hizo un giro geopolítico que puso en alerta a EE.UU. Desde ese momento, Erdogan profundiza su acercamiento a Irán y Rusia, cerrando el grifo a los mercenarios. Entonces, Alepo y Mosul. De la primera ciudad, ya vimos los resultados. En Irak, todo va camino a una nueva victoria.

La muerte del embajador ruso por parte de un policía nos recuerda al asesinato de Isaac Rabin, también asesinado por un fanático, en este caso, judío. Era el mes de noviembre de 1995. También un disparo por la espalda se llevo los acuerdos de Oslo, y en Israel la paz con los palestinos ni siquiera es recuerdo. Las imágenes del asesino Yigal Amir, hablando con fuerzas de seguridad la misma noche del disparo, es un hecho que hace dudar la versión oficial. Es que un disparo acertado logra, muchas veces, lo que no un intento de golpe de estado.

No se llega con un arma a determinados lugares sin, por lo menos, el apoyo de alguna inteligencia. Quien sabe, tal vez los sionistas dieron una mano en la muerte del embajador ruso. Quien sabe también, si Erdogan mantendrá su rumbo, o el asesino turco, tal vez, haya conseguido el objetivo que otros no lograron en Siria. Vaya paradoja, que Erdogan necesite de Putin, hoy, mas que Al-Asad.

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