Pensando en Fidel (por Gonzalo Abella)

 
Sigo pensando que Lenin fue el más grande organizador del pensamiento revolucionario contemporáneo y el más eficiente ejecutor en la práctica de la experiencia mundial acumulada de la lucha de los oprimidos del mundo.
Quizás le dio demasiada importancia al capitalismo monopolista de estado, sin suponer que al Capitalismo le quedaba tiempo para oscilar entre Maynard Keynes y Milton Friedman; quizás sobreestimó la capacidad regenerativa de los partidos obrero…s de Europa Occidental, pese al asesinato de Rosa Luxemburgo; pero Lenin sentó las bases para la liberación nacional y el tránsito mundial al socialismo para los siglos siguientes.
Entre los hombres y mujeres gigantes que tomaron su bandera, Fidel ocupa un lugar muy especial en nuestro corazón y en nuestra mochila de aprendizajes. Nos deja una enorme nostalgia, pero no nos deja un vacío: sigue andando. Habrá que preguntarle a cada paso si vamos bien, porque en él van Camilo, Vilma, Celia, el Che, Martí, Mariana Grajales, Almeida…
Hay hombres y mujeres extraordinarios que simplemente no tuvieron su oportunidad de brillar en un horizonte amplio; especialmente tuvieron muy pocas oportunidades si eran mujeres. Pero cuando la coyuntura se da, hay quienes nos dejan un brillo extraordinario de luz propia. Fidel ,”fidelísimo retoño martiano” como dijera el poeta Naborí, nos recuerda aquella novela soviética que se llamó “la luz de una lejana estrella”, que comparaba a un ser querido ya ausente con un astro que se extinguió pero que no lo advertimos, porque su luz pretérita sigue viajando por el espacio hacia nosotros.
Recuerdos imborrables… Estallaba el conflicto entre la RPCH y la URSS. El título de Granma resaltaba la posición del Partido Cubano: “ante la dolorosa división del campo socialista, Cuba muestra al mundo la indestructible unidad de su partido y de su pueblo”.
Anunció un día que la URSS podía desaparecer. “¡Pero aún en ese caso, Cuba no se rendirá, la revolución seguirá resistiendo!” no dijo, gritó.
Enfermo, envejecido, pero insustituible, cuando el pueblo cubano pasó hambre por el Período Especial de los 90, él pasó hambre también, y su salud se la cobró. Con dificultades para hablar, su mirada era la misma de siempre.
Hay dos fotos de Fidel que quedaron para siempre en mi memoria. Una se la tomaron en Razliv, frontera finlandesa-rusa. Fidel se acerca al pequeño banco de madera rústica y a la mesita campesina donde Lenin, perseguido, escribió “El estado y la revolución”. El inmenso cuerpo de Fidel no hubiera cabido en ese improvisado escritorio. En la foto, Fidel se inclina y coloca un ramo de flores sobre la mesa de tosco tallado.
La otra es más reciente y no sé dónde fue tomada. Desde un afiche pegado sobre un muro urbano, Fidel saluda con su mano abierta. Un niño pequeño que mira hacia el afiche pone su manita sobre el afiche, exactamente sobre la mano extendida de Fidel.
Prestanos tu mano, Fidel. Necesitamos hacer lo que ese niño nos enseña.

You must be logged in to post a comment Login