Campesinas y sus nuevas luchas

Bibiana Ramírez – Agencia Prensa Rural

En la vereda Carrizal, de Remedios, Antioquia, se respira un aire diferente. Los niños corren por las calles de tierra, juegan fútbol en la única cancha, las cantinas suben el volumen de la música, motos van y vienen. Todo porque allí estará una de las zonas veredales transitorias de normalización acordadas entre el Gobierno y las FARC. Pero además porque se realiza el tercer encuentro regional de mujeres del nordeste antioqueño.

Por estos días de lluvia es complicado y peligroso transitar las carreteras del nordeste. Los viajes se pueden triplicar en tiempo y un carro puede quedarse atascado. Las mujeres de las veredas más alejadas fueron llegando a Carrizal desde el día anterior para el encuentro que duraría dos días. El cansancio del viaje se notaba y no paraban las historias de aventuras en el camino.

Al día siguiente llegaron el resto de mujeres con las botas empantanadas, pues toda la noche llovió. Todas fueron vistiendo una camiseta blanca que las organizadoras del encuentro, de Cahucopana, estaban entregando. Unas cien mujeres se reunieron en la caseta comunal de la vereda para cumplir con el propósito de constituir “nuestra coordinadora regional de mujeres del nordeste antioqueño”.

“Desde la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra estamos muy contentas de estar aquí en este escenario de participación de las mujeres. Cuando estamos juntas el pueblo se mueve, las mujeres somos fuerza, somos fuego, porque estamos construyendo paz”, dice Yurany Cuéllar en el saludo inicial. Representantes de organizaciones sociales y de veredas expresaron al resto de mujeres la alegría del encuentro.

Responsabilidades fuera del hogar

La principal carencia que ha tenido el movimiento social rural es la presencia de la mujer, pues históricamente han sido relegadas al hogar.

Pero en este siglo las campesinas han visto la necesidad de trabajar conjuntamente, pues tienen muchas historias que contarse, que comprender y que sanar. Han vivido el conflicto de cerca. “Nos reunimos porque es la mejor manera de visibilizar nuestro sufrimiento, todos los atropellos que nos han hecho en las regiones, el despojo, las hambres que hemos aguantado, los familiares que la guerra nos ha quitado”, dice Carmen, de la vereda Dosquebradas.

Y agrega Ligia Granda de la Coordinación Nacional de Mujeres en Marcha: “Es un esfuerzo de admirar porque uno sabe que la campesina cumple muchas funciones en su casa y que puedan llegar a estos espacios quiere decir que están viendo la necesidad de empoderarse, organizarse y de ser sujetas políticas, y el compromiso que tenemos las mujeres en estos acuerdos es grande, tenemos que ser partícipes de este proceso”.

Ojos oscuros, saltones, otros claros y retraídos, unas muy altas y corpulentas, otras bajas, mujeres de todos los colores adornaban a Carrizal. Atentas iban escuchando las propuestas que otras mujeres les traían, también hacían preguntas sobre los beneficios y complicaciones que les traerá el ser una de las zonas donde las FARC pasarán a la vida civil.

La inquietud que más marcó el espacio fue sobre el papel de la mujer en estas zonas, cómo protegerse cuando empiecen a entrar y salir personas de todos lados, periodistas, soldados, políticos, extranjeros. Se preguntaban por la seguridad de las niñas y las jóvenes, qué tipo de controles tendrán en asuntos de sexualidad.

“El hecho de que estemos aquí nos ayuda a desarrollar la conciencia de que nos tenemos que organizar, y se nos abre la agenda de trabajo con esas particularidades en una zona de normalización. Es muy importante que los comités de mujeres, especialmente el de Carrizal, se piensen unos protocolos de seguridad comunitarios”, afirma Estefanía Luna, encargada de mujer y género en Cahucopana.

Mujeres creadoras

Algunas llegaron con sus hijos a los que contemplaban mientras se analizaban políticamente. En sus camisetas decía: “Mujeres creadoras de vida, forjadoras de paz”. Doralba cantó el saludo a la bandera y recordó la época de violencia que les tocó vivir. Libia Rosa Rojo con su dulce tono de voz evocó a sus hijos y hermanos asesinados, sobre todo a Carlos Rojo, su hermano, quien fue alcalde de Remedios por la Unión Patriótica.

Las danzas de los niños estuvieron cargadas de emotividad, y enternecían a las mujeres que soltaban fuertes aplausos. En los momentos libres y de almuerzo se escuchaban risas, chistes y anécdotas.

Lo que más reunió gente fue el torneo de fútbol femenino. Ese día iniciaba la tercera fecha y se jugaba ahí mismo en Carrizal. Los alrededores de la cancha estuvieron repletos toda la tarde. Jugadoras con alto nivel, pues los partidos estuvieron muy reñidos y los goles se dejaron ver, lo que causaba un estrépito en los observadores. El sol quemaba las cabezas, sin embargo era más importante ver jugar a las mujeres.

Una particularidad en este encuentro fue que las FARC enviaron una representación femenina, quien al principio se mostraba tímida, pues era la primera vez que estaba en un espacio de estos y admiraba la alegría que expresaban todas. Leyó un comunicado que sorprendió al resto:

“Amigas campesinas, mineras, costeñas, chilapas, indígenas y morenas, muchachas rebeldes y soñadoras, hermanas en lucha: a todas las presentes damos nuestro saludo con el corazón henchido y orgulloso porque después de cinco décadas de guerras y sufrimientos por fin hemos llegado a buen puerto (…) La tarea es ardua y a pesar de la rica experiencia acumulada en la historia de las luchas por la equidad de género, aún en Colombia éste es un tema relativamente nuevo y en muchas de nuestras zonas rurales prácticamente desconocido, de ahí la importancia del aporte hecho por nuestra delegación en los diálogos en La Habana…”.

Comité regional

Al principio las mujeres estaban tímidas, pues la mayoría apenas estaban empezando a salir de sus casas, pocas hablaban, pero cuando se fueron soltando, no hubo tiempo para escuchar todas sus historias.

La coordinación regional de mujeres del nordeste antioqueño quedó conformada por una representante de cada vereda y crearon cuatro comités de trabajo que serán la base para iniciar el proceso de empoderamiento en la región: Relacionamiento político, elaboración y gestión de proyectos, comunicaciones, y cultura y deporte.

El propósito a largo plazo es poder hacer una asamblea regional donde puedan evaluar el proceso que empiezan a construir e incluir a las otras mujeres que faltan por llegar al espacio. “Cada encuentro de estos, cada reunión es un logro porque realmente es una lucha muy larga y muy fuerte en el tránsito de la casa, del espacio privado al espacio público. A nosotras nos toca hacernos cargo de nuestra vida política. En todas las instancias de poder público se está definiendo nuestra vida, entonces nosotras debemos hacer parte de ese poder”, concluye Estefanía Luna.

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