Argentina: Panorama económico a seis meses de gestión macrista.

 

Por Guillermo Martín Caviasca, Resumen Latinoamericano, 30 julio 2016.-
Panorama económico
Medio año de gestión macrista
A siete meses de la asunción de Mauricio Macri, un punteo de los principales frentes de avance del gobierno y las nuevas tendencias económicas. El impacto de las medidas en el pueblo trabajador y una economía nacional que tiene un sector exportador y otro ligado el mercado interno.
Pasaron siete meses de gobierno de la derecha neoliberal y en julio empezó el segundo semestre, periodo que había sido profetizado como de inicio de la “recuperación” económica, después del conjunto de medidas de ajuste que se impusieron arrolladoramente esta primera parte del año.
Sin embargo los gobernantes han pospuesto sus expectativas hacia el siguiente año. Desde una fuerte propaganda, que tiene un efecto real en la opinión pública, se sustenta el programa aplicado en la idea de que la “magnitud del descalabro económico dejado por el kirchnerismo era mayor del imaginado”. Lo interesante de recordar es que los mismos economistas del grupo gobernante en los primeros tiempos de asumir el timón del Estado habían dicho que la cosa no estaba tan mal. Luego cambiaron su discurso, sin dudas porque tenían la necesidad de lograr apoyo social a las draconianas medidas implementadas. Las cuales tienden, en lo que hace a efectos inmediatos sobre el trabajador común, a establecer un nuevo reparto de la torta nacional en la que los asalariados disminuyan su apropiación del ingreso en un 20 o 30% en forma rápida.

La herencia Kirchnerista
Debemos aclarar que (no lo abordaremos a fondo en esta nota) la situación económica del país antes del balotaje no se asemejaba a la de una crisis grave, ni anunciaba una debacle recesiva inminente. Sí, había fuertes tensiones al interior del “modelo” que aumentaban desde hacía varios años, un estancamiento y el deterioro de diferentes variables económicas por causas internas propias de los límites del modelo, entre ellas la muy baja tasa de inversión que fue de 14% en el 2003, 24% en el 2011 y cayó al 18% en el 2015. Estos valores son un poco inferiores al medio de America Latina y están muy por debajo del 30 o 40% de los países que se industrializan. Son similares a la de las estancadas economías del primer mundo, la diferencia es que en ellas el ahorro interno es muy superior a la fugadora de capitales economía argentina[1].
Hubo también causas internacionales que impusieron. El final un amplio superávit de las cuentas internacionales que acompañó el primer periodo kirchnerista hasta el 2008/9 (superávit tanto financiero como comercial). De esta forma la capacidad de pagar deuda, en torno a los 10 mil millones U$S anuales, sostener la fuga de capitales y financiar con recursos propios sectores deficitarios de la economía como las automotrices o industrias de Tierra del Fuego[2], se comenzó a resolver con déficit y deuda interna. Se pagaron 70 mil millones y la deuda interna se multiplicó, es lo que se llamó ser “pagadores seriales”. Además la financiación de una fuga de capitales de mas de 100 mil millones y una cifra de transferencias al exterior de ganancias de las empresas extranjeras con un techo de 5 mil millones por año (hasta la implantación del control de cambios cuando unos 13 mil millones quedaron “bloqueados”[3]. No hay que hechar la culpa solo a factores externos ya que estos mismos muestran el caráter excesivamente transnacionalizado de la estructura nacional, pero es a partir de la crisis del 2008/9 donde se nota el primer embate fuerte luego hay una recuperación con un paquete de medidas activadores desde el estad, y en el 2013 comienza una nueva crisis que deviene en estancamiento. El “modelo K” había llegado hace un tiempo a su límite, ésta crisis en realidad no mostraba peores indicadores en general que en muchos otros países, el tema era hacia dónde se realizarán los ajustes y qué orientación tendría el cambio. Cuando la Cristina Kirchner anunció que había llegado el momento de la “sintonía fina” estaba reconociendo los problemas. Aunque no fue el reconocimiento de la necesidad de modificaciones estructurales que, aunque tardías, podrían haber ayudado a modificar la estructura económico-financiera que es causa de nuestras debilidades como indicamos arriba.
La toma del poder político en la actualidad por el equipo más radical de la derecha abrió una oportunidad histórica a los grupos económicos y financieros, al sector de la economía más vinculado a la “globalización”. Se encuentra en un país con una performance general bastante buena, con una clase dominante que acumuló riquezas y creció durante 10 años y que no sufrió ningún embate recesivo. Tiene actualmente la oportunidad de conducir la salida del “modelo K” y retomar el camino de profundización del modelo iniciado en 1976. Necesitan “capitales” financieros o reales para compensar el déficit comercial; deben sostener las ganancias y la liberalidad en el manejo del capital por las grandes empresas evitando el “proteccionismo” y necesitan darle un envión rápido a la tasa de ganancia con una caída del salario. Sin embargo es de destacar que se encontraron con un desafío complejo: ningún ajuste duro ni una política radical promercados se implementó sin una debacle económica y/o política previa que la legitimara.
Entonces las medidas tomadas son contradictorias en una economía como la argentina: una economía con cierto grado de industrialización y en la cual una parte de la producción depende del mercado interno y de cierto aislamiento de algunos precios respecto de los valores de mercado. Por lo tanto la tarea del “nuevo relato” es generar la idea de que la crisis actual en realidad es previa, y que ahora sólo llegaron sus efectos a los bolsillos, que se vivió una ilusión de consumo popular, que el despilfarro fue del Estado (y no de los grandes empresarios). Además de avanzar con una catarata de escándalos de corrupción que pueden colocar al antiguo equipo kirchnerista al borde la ilegalidad. Cosa sorprendente en un grupo de funcionarios cuya enorme riqueza es difícil de justificar y fácil de emparentar con las peores maniobras económicas realizadas en perjuicio del país.
Los frentes de avances del PRO
La economía como todas las ciencias se basa en hechos y datos de la realidad. Pero a diferencia de las ciencias duras es una ciencia en la que lo social es condicionante de lo matemático. Los datos duros, números, cuentas nacionales, balances por ramas, y datos de ganancias, impuestos y demás tienen un valor diferente de acuerdo con la mirada de clase con que se los encara, ni siquiera son los mismos los números relevantes de acuerdo al interés nacional o transnacional, obrero o patronal. Es bueno volver siempre a la misma pregunta ya planteada hace 100 años cuando había dudas de los objetivos de una política ¿A quién beneficia?
 En seis meses el gobierno avanzó en una blitzkrieg de transformaciones que van desde lo macro e internacional hasta lo micro y local mostrando su decisión de eliminar toda medida regulatoria o limitativa para el gran capital, tanto las generadas por el kirchnerismo como las que hubieran sobrevivido de etapas anteriores.
El primer día de su asunción se produjo la derogación de los artículos de la ley de medios clave, que tenían que ver con concentración, que imponían restricciones al mercado, al origen del capital en el sistema de medios manifestando así su voluntad desregulación y apertura a inversiones sin importar los efectos sobre el sistema reinstalando la idea de que el mercado se autorregula[4].
A fines de junio, se modificó la ley de tierras, así se tiende eliminar las limitaciones establecidas por el kirchnerismo de 1000 hectáreas en las zonas centrales (o equivalente en otras, que deberían fijar las provincias) mediante diversos artilugios. Eliminan el límite del 15% de territorio a vender al capital extranjero, flexibilizan la categorización de “extranjero” de un comprador y eliminan a las tierras en áreas industriales como parte del cómputo de las 1000hs, todo con el objeto de atraer compradores externos[5]. Según las discusiones existentes en el gabinete algunos sectores apuntan a sacar también estos límites.
Hagamos un listado de los principales frentes en los que el equipo macrista desarrolla su avance promercado:
Eliminó las retenciones al trigo, al maíz y a la minería y redujo 5% las de la soja. Se prometió reducir (eliminar en la campaña electoral) aun más, el problema que encontró el gobierno fue el vaciamiento fiscal que esto implicaba. Esto implicó en 5 meses una transferencia de ingresos del Estado a manos de estos sectores de 1059 millones u$s en minería 9150 millones en agro. En lo “cotidiano” los efectos sobre los consumidores que se deducen de la quita de las retenciones se pueden evaluar con este ejemplo: en noviembre del año pasado la tonelada de trigo costó en promedio $1260 en el puerto de Rosario, en diciembre pasó a $1720, en mayo costó $2420 y la última cotización de junio fue de $2631. La devaluación y la quita de retenciones dieron su fruto, sumada al efecto “monopolio” que en el área harinas tiene como único protagonista a Cargill. La soja, el girasol y el trigo aumentaron un 50% en pesos desde la asunción de Macri, auque interviene factores externos la curva ascendente y sus oscilaciones muestran que la política local es fundamental en estos precios[6].
La quita de las retenciones a la minería es sorprendente ya que fue un sector privilegiado por el kirchnerismo, en el que la libertad al capital extranjero se mantuvo y fomentó (en la línea establecida por el código minero y la provincialización de los recursos del subsuelo, impulsan una economía tipo “enclave” digna de una “banana republic” a nivel provincias). Es uno de los sectores productivos que nos ubican en la economía global de saqueo, que muy poco aportó al país más allá de mínimas regalías a las arcas provinciales y nada a la industrialización local, son más los costos sociales y ambientales que deja como consecuencia que lo que obtenemos como contrapartida[7]
Eliminación de los controles cambiarios y devaluación. La tasa de interés del Banco Central LEBACS[8] (4) se elevó al 38%, tuvieron una rentabilidad de unos 44576 millones $ unos 3000 millones de U$S mientras duraron, el último mes fueron disminuidas al 31% con lo que el negocio se restringió y la especulación migró a bonos de deuda.
El Dólar pasó de 9,60 a 14,50 $, eso benefició a los exportadores en 69447 millones $ ya que antes el estado cambiaba U$S por dólar a 9,50 y paso a entregar 14,5 $ por dólar que ingresaron por exportaciones[9]. Además, la especulación del dólar futuro permitió ganar a los que apostaron a la devaluación unos 70000 millones por la diferencia entre lo programado por el anterior gobierno y lo realizado por el actual. No es posible juzgar aquí la idea del kirchnerismo en los “a futuro”, que ya implicaban una devaluación moderada del 14% contra el 50% de Macri, pero pareciera indicar la voluntad K de condicionar o impedir una devaluación brusca (como la que se produjo y que implicó las ganancias especulativas de los compradores de “futuros”).
Mientras tanto la inflación implicó una transferencia a través del consumo desde los asalariados hacia los empresarios en general de 86875 millones. El total por estos ítems especulativos: 281106 millones, unos 20000m U$S fueron a los bolsillos de las patronales como efecto inmediato de la política financiera.
Flexibilizó las restricciones a las importaciones con el objeto de dar más facilidades al mercado en el comercio internacional. Si bien es cierto que los permisos de importación (DJAI) no fueron eliminados sí fueron flexibilizados con la excusa de no trabar la importación de insumos que no se fabrican en el país, una crítica de los importadores de insumos desde los últimos años del kirchnerismo. El nuevo sistema elimina las restricciones a los insumos que no se fabrican, flexibiliza los que sí se fabrican e inclusive los productos de consumo final. Lo que “parece” es que esa simple flexibilización administrada se extendió con “excesiva libertad” (decenas de miles de permisos aprobados de un plumazo no parece una administración muy protectora). Además en un momento como éste, de crisis en varios flancos, se produce la suma de varios indicadores retractivos: consumo en baja, importaciones competitivas, tarifas en alza, que hacen una masa de desincentivos a la producción nacional. Todo esto desató las alertas de las cámaras patronales y obligó al gobierno a limitar sus ímpetus librecambistas, al menos por ahora, limita las versiones aún más duras (con sólo escuchar a Melconian, presidente del Banco Nación o Espern, un vocero del “subconsciente” económico del macrismo, sabemos que las medidas draconianas de Aranguren en energía no son sólo por “inexperiencia” en la administración).
El perfil exportador tradicional al que el gobierno intenta orientarse se refleja en la siguiente estadística del INDEC. Durante el mes de abril las exportaciones aumentaron 2,7% con respecto al mismo mes del año anterior, como consecuencia de un aumento de 10% en las cantidades compensado parcialmente por un descenso en los precios. Este aumento, por un valor de 138 millones de dólares, fue producto de las mayores exportaciones de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) y Productos primarios, en tanto disminuyeron las de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) y Combustibles y energía. Las exportaciones de mayo de 2016 aumentaron 3,6%: Macri pudo recibir con alborozo la información de que hubo un superavit comercial de 439 millones U$S cuando desde mediados del 2013 la situación era deficitaria; sin embargo las MOI siguieron cayendo. 
El sector industrial cayó un 16% en la participación en las exportaciones hasta mayo[10]. Mientras que las importaciones de los más variados rubros de consumo crecieron del 10 al 40% interanual[11] (con un notorio retroceso de las importaciones para el consumo industrial). En total los productos primaros pasaron a representar en Mayo el 31% de lo exportado, las MOI disminuyeron al 25% mientras que las MOA ascendieron al 42%[12]. De acuerdo con datos del Estimador Mensual Industrial (EMI), la actividad industrial de mayo de 2016 presenta una caída de 4,3% con respecto al mismo mes del año 2015. En los primeros cinco meses del año con respecto a igual período del año anterior la producción manufacturera muestra una disminución de 3,0%.
Los datos a lo largo de estos meses marcan la tendencia de la nueva etapa:
El consumo cayó un 20% aproximadamente, esto va de la mano de la intención del gobierno de hacer disminuir la participación de los asalariados en la renta nacional y recomponer la tasa de ganancia empresarial. La caída de la producción nacional se puede dar por dos vías: aumento de las importaciones y caída del poder adquisitivo de los salarios.
Según la CAME las ventas en los comercios minoristas no pararon de caer: 2,3 en enero; 4,5 en febrero; 5,8 en marzo; 6,6 en abril y 9,2 % en mayo[13]. Si comparamos los meses de junio del 2015 y 2016 la caída en todos los rubros de consumo varía del 10 al 20% (salvo alimentos y medicamentos, rubros inelásticos, con caídas en torno al 2%). Es consecuencia de la política antiinflacionaria del gobierno que se basa en una disminución del consumo a través de la caída del poder de compra de los asalariados.
La variación del consumo no se asocia en forma necesaria con la variación de la producción nacional, eso depende de la capacidad protectora del modelo y a la “competitividad” de la rama. Puede haber un boom de consumo de importados baratos con lo que la producción seguiría cayendo y aumentaría el desempleo, como sucedió con el “proceso” y el menemismo. En este sentido vemos como se expresa en el Congreso y a través de presiones de diversas asociaciones patronales el conflicto con el gobierno por la sanción o sostenimiento de medidas que protejan al empresariado asociado al mercado interno y con suficiente espalda: por ejemplo, el grupo de Massa asociado a De Mendiguren expresa esa posición. Éstas presiones parecen tener más repercusión y efectividad que las destinadas a defender los ingresos de los asalariados: todas la paritarias aún la de los gremios más fuertes (camioneros) o más combativos y ubicado en ramas de tasa de ganancia exorbitante (aceiteros) se firmaron a la baja, cuando hablamos de una inflación que superará el 40% (la mayoría de los gremios apenas supera el 30% y los no sindicalizados aún menos).
También es destacable que la cuestión de las exportaciones e importaciones se relaciona muy fuertemente con variables externas fuera de control directo del cualquier gobierno, acorde al grado de transnacionalización del aparato productivo. Nosotros en estos momentos debemos tener en cuenta la situación de los dos principales socios comerciales argentinos que es de crisis económica y política en Brasil, que se encuentra en recesión prolongada, y cierta disminución del crecimiento en China; como también la crisis económica y ahora política de Europa cuyas consecuencias aún se están por ver, pero que pueden preanunciar un mundo más competitivo y la caída de los precios de mercado de los comódities. Todo esto afecta negativamente los programas del gobierno macrista de mayor apertura económica y reinserción de “argentina en el mundo”. Es decir dificulta el avance de mayores vinculaciones con occidente e “inversiones masivas” y debería llevar a revalorizar algunas políticas alternativas ensayadas por el kirchnerismo con el tema, MERCOSUR, America latina, sur-sur, BRICS, acuerdos con Rusia, distensión con Irán, etc.
La reubicación geopolítica es un tema complementario, pero no menor, que impulsa el actual equipo. El acuerdo del MERCOSUR con la Alianza del Pacífico es una reedición del viejo ALCA o sea la creación de un área de librecomercio en América. Sin dudas de concretarse este avance planteará duros desafíos, un golpe al aparato industrial local que puede ser en muchos casos demoledor[14]. Argentina ya participó como observador con la nueva administración de CEOs
La dureza de los términos del TPP, así como el de los otros dos Tratados similares que Estados Unidos impulsa en Europa (el TTIP) y el resto del mundo (el TISA, que abarca a 52 países), es tal, que en los tres casos se vienen desarrollando negociaciones en secreto, y se propone y compromete a los Estados firmantes a seguir manteniendo ese secreto durante cinco años. Pretenden otorgar un marco de inversiones y libertades a las transnacionales por arriba de los estados y un status que las transforman un poder transnacional megaestatal. Inclusive las grandes corporaciones nacionales de países como Canadá han elevado sus protestas al conocer ciertos trascendidos de las cláusulas secretas.
La deuda externa nunca nos abandonó pese a la propaganda kirchnerista. Sin embargo la política K respecto de la misma permitió lo que llamaremos un desendeudamiento relativo: disminuir el monto global respecto del volumen del PBI e irse transformando los componentes de la misma en deuda intra-estado y en pesos[15]. A fines del 2014 la deuda pública con organismos y bonistas era de 130000 millones U$S y representaba el 39% del total que se aproximaba a los 250000 millones U$S, el crecimiento se explicaba con deuda interna, más que por toma de deuda externa y los vencimientos con organismos eran pagados luego de ser refinanciados (o haberles aplicado la famosa “quita” del 2005) con recursos genuinos. Sólo hacia el final el kirchnerismo comenzó a emitir deuda financiera, pero tuvo que enfrentar la voracidad de los grupos más rapaces del mercado, los cuales le imponían, para acceder a financiamiento externo, el pago de los bonos “buitres”[16].
Pero el PRO tiene una filosofía distinta. Para ellos tomar deuda en el mercado mundial y en dólares es sano. Aunque (según ellos mismos admitían) esta debía ser a tasas bajas gracias al shock de confianza que produciría un presidente promercado. No es así, la deuda tomada en estos 6 meses ha sido a tasas altísimas que no tienen que envidiar a las del periodo anterior (en torno al 7% cuando en el mundo las tasas en dólares rondan el 1% y una tasa común puede llegar el 3 o 4%) y pagó 16 mil millones a los buitres malos dejando abierta la posibilidad de nuevos juicios. 
En 2015 la deuda pública en Argentina que dejó el kirchnerismo (por todo concepto: pública y privada, externa e interna, en dólares y en pesos, bonos en litigio y deuda pensada para infraestructura) era de 300000 millones U$S lo que representaba más del 50% del PBI (una deuda que venía en crecimiento rápido). Aunque son 241000 millones la deuda bruta que es la que se toma para los cálculos inmediatos. Un crecimiento del 11% aproximadamente respecto del 2014. Aunque la gran mayoría era interna, en general asumimos que solo son exigibles las acreencias externas y no las intra estado, y que las deudas en litigio o presupuestadas no entran a la contabilidad. Entonces vemos que la deuda externa bruta total a fines de diciembre de 2015 (en torno al 40% del total) se estimó en U$S 157.792 millones, de los cuales U$S 83.844 millones correspondieron al Sector Público no Financiero y Banco Central; otros U$S 69.615 millones, al sector privado no financiero, y USD 4.333 millones al Sector Financiero (sin BCRA)[17].
En esta situación el gobierno de Macri aplicó su filosofía de volver a los mercados, transformar la composición del endeudamiento y avanzar en el endeudamiento externo (aunque no pudo dejar de recurrir al endeudamiento interno y sostener el déficit fiscal). En seis meses la deuda externa aumentó en 33000 millones de U$S. Aproximadamente creció un 11% del total y un 20 % de la deuda externa. Este endeudamiento se debe al pago a los buitres unos 16500 millones U$S, los 5000 millones U$S que recibió el gobierno (y que salieron rápidamente del país). Y las provincias comenzaron la emisión de bonos en dólares a altas tasas en dólares para financiarse, que explican gran parte del aumento de la deuda, tasas a 9 u 8 % (1100 millones solo la PBA, Chubut consiguió en Julio 650 millones a una tasa levemente superior al 7%) sumado a los bonos emitidos por nación que son 5000 millones (al 7%) 1100 al 8% y 1490 m U$S en letras. En julio se emitieron otros 2000 millones de deuda en bonos. El crecimiento de la deuda externa y en dólares parece ser una avalancha
Se incrementó la fuga de capitales producto de la liberalización del mercado financiero tema que el kirchnerismo no tocó salvo en los últimos años con medidas restrictivas pero que no alteraron el marco legal heredado[18]. Si hablamos de deuda y “necesidad de divisas” (dólares financieros) vemos que la principal razón de esta necesidad no está en la compra de insumos industriales, ni equipamiento de bienes de capital. Sino en el financiamiento de tres cuestiones básicas del sistema inaugurando por Martínez de Hoz en 1976: la remisión amplia de utilidades de las compañías extranjeras radicadas en el país[19], el pago de la deuda y la fuga de capitales (“formación de activos en el exterior”). Si tomamos solo el periodo kirchnerista: los giros de utilidades pasaron de 800 millones U$S en el 2003, a más de 4000 millones en 2008, cayendo con la crisis a unos 1000 millones y volviendo a elevarse hasta el 2013 cuando las restricciones frenaron la salida quedando bloqueaos hasta el 2015 unos 13000 millones. Con la deuda se fueron unos 70000 millones U$S; y 110000 millones U$S por “formación de activos en el exterior (según registros oficiales). Unos 230000 millones de U$S (mínimo según registros oficiales) aproximadamente en 12 años.
El Banco Central informa oficialmente que unos 4200 millones U$S salieron del país en 3 meses del 2016 para sumarse a la “formación de activos en el exterior”, incrementándose a más de 6 mil millones en los dos meses siguientes, lo que da una fuga de más de 1000 millones por mes. Habrá que ver como se estabiliza esta fuga, pero ya muestra un incremento respecto del periodo kirchnerista hasta que se instaló el “cepo” cuando la salida de divisas se complicó.
El sector privado acumula “activos externos brutos” por 226 mil millones U$S a fines del 2014 según datos del BC[20]. Los organismos internacionales calculan en más de 400 mil millones U$S el capital fugado del país, en esto radica la expectativa del gobierno de que sean en primera instancia declarados para que se les pueda cobrar impuestos, y en segunda instancia repatriados por “confianza” al estar en el gobierno los mismos fugadores de capital (cosa que no sucederá y que ha dado lugar a fuertes disputas al interior del equipo gobernante). En comparación deuda externa es de 158 mil millones. El titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, afirmó que “la economía argentina es acreedora neta respecto del resto del mundo, no deudora”. La política del gobierno para “atraer” esos capitales es más flexibilidad, buenas tasas y “blanqueo”, y la continuidad y profundización del modelo financiero inaugurado en 1976. Lo que probablemente signifique especulación, desinversión y mayores fugas de capitales como se ve en esos meses iniciales.
Avanzó la reducción de personal en la administración pública, en paralelo con señales claras de que el gobierno no intervendrá (o es su espíritu hacerlo lo menos posible) en las política de las empresas privadas relacionadas con el empleo. El objetivo es que las empresas regulen por reglas de mercado su personal. Recordemos que el kirchnerismo había desarrollado una política de contención de despidos y de sostén del salario[21]. Aunque sin cambiar la estructura de relaciones laborales heredadas, la rehabilitación de las paritarias, sumado a un inorgánico crecimiento de la economía y un impulso a la industria, permitió a los trabajadores defender mejor sus condiciones salariales y de estabilidad.
El veto a la ley antidespidos se transformó en una victoria patronal muy grande, al no contar con respuesta de las centrales sindicales, que jugaron a la desmovilización de sus bases. Teniendo en cuenta que esto fue después de un impresionante acto que mostró una capacidad de movilización y de fuerza sindical, desperdiciada en negociaciones bajo la mesa. Entre noviembre y mayo últimos se eliminaron 103608 empleos privados registrados y 64000 públicos. Hasta abril la caída del empleo privado había sido del 1,3 %. según el relevamiento de la Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo.
Los principales sectores afectados por disminución del empleo en la industria durante el primer trimestre del año fueron las fábricas textiles con una caída del 5%, la industria maderera con el 7,6%, la de maquinarias y equipos con el 3,1% y la automotriz con el 3,5%. Los porcentajes de caída son en toda la industria y aumentan en la disminución de horas trabajadas por obrero, lo que indica una caída mayor de la actividad con suspensión de horas extras, suspensiones rotativas (que aumentaron notoriamente a partir de abril) y demás estrategias para evitar despidos por parte de las patronales. 
Esta tendencia continuó los siguientes meses. Sólo en abril se perdieron 48.486 fuentes laborales, un 0,8 % respecto de marzo. Comparada con abril del año pasado la baja fue de 0,7 %. Los mayores retrocesos en materia laboral estuvieron vinculados con la construcción, con una baja interanual de 10,7 %[22], muy asociada al parate brutal de la obra pública. También se agregan en el último mes la crisis del sector petrolero, en este caso la caída de la actividad en este sector está relacionada con causas externas, sin embargo a pesar de los enormes beneficios que el gobierno da a las empresas, el empleo de unos 50000 trabajadores está en discusión. La misma situación de riesgo se extiende a Tierra del Fuego donde las políticas del gobierno colocan a la isla en situación de inviabilidad económica de consecuencias que aún no sabemos predecir.
Disminuyó los subsidios y aumentó en forma brutal las tarifas de luz, agua y gas. Esto merece un capítulo aparte, el tarifazo supera al de Celestino Rodrigo en 1975 y tiene la meta de cumplir la fórmula de Aranguren “el 20% del ingreso familiar debe ir a consumo de energía”. Los 200, 500 o 1000% de aumentos han hecho saltar el gasto familiar de un asalariado en servicios básicos (el salario medio ronda los 10000$) a niveles insostenibles sin poder disminuir el consumo de otras cosas. Además las empresas industriales han sufrido el impacto al incrementarse la energía que consumen para producir en cifras que afectan el costo final de sus productos encareciéndolos en momentos de caída del consumo y competencia externa (que en muchos casos parecen tornarlas inviables).
El relato oficial sobre los subsidios tiene una contradicción que es importante observar. Por un lado el Estado se “ahorraría” recargando en el bolsillo de los asalariados (haciendo disminuir el salario real) lo que antes pagaba a las empresas privadas: sin embargo éstas empresas siempre recibieron subsidios del Estado que no usaron para la inversión (ahora solamente cambia el hecho de que el dinero saldrá directamente de los trabajadores) ¿Dónde irá entonces el dinero que ahorra el gobierno? Sin dudas no a los asalariados En el mismo sentido se encuentra el aumento el transporte de pasajeros realizado también de forma también brutal. Esto generó fuertes movimientos de resistencia en la mas amplias capas sociales, obligando al gobierno a retrasar los aumentos a ver formas de disfrazarlos de “comunicarlos mejor” (sorprendente e hipócrita eufemismo) pero la voluntad de imponerlos no se ha evitado. O sea que antes de fin de año será aplicado y a principios del año que viene nuevamente se pretende completar el “readecuamiento de tarifas”.
La caída de los precios del petróleo también es un dato que afecta la política económica retrayendo las inversiones (por ejemplo en Vaca Muerta) y afectando la rentabilidad de las petroleras. La regulación del precio del barril es del 2007 cuando se fijó en 42 U$S mientras que el precio internacional superaba los 100. La política era precios bajos para el mercado interno (el precio internacional era libre). A partir de la hecatombe que obligó a la nacionalización de YPF los precios comenzaron a aumentar en el mercado interno. Con el derrumbe de los precios internacionales la política se revirtió completamente. Macri/Aranguren (ex gerente de Shell y Secretario de energía) sostiene precios subsidiados de 82 U$S para el mercado interno y de 67 U$S para exportación, mientras que el barril internacional ronda los 62U$S.
El gobierno se comprometió a transferirles a las exportadoras 5000 millones U$S, una cifra muy grande para un sector que tuvo enormes ganancias en la década K[23]. Las consecuencias son un elevadísimo precio del combustible local que se aproxima a los más altos del mundo e implica una transferencia desde los consumidores de 1000 millones U$S a las empresas. A pesar de lo cual no han logrado que vengan nuevas inversiones ni asegurar el empleo de los trabajadores. 
En una política de muy difícil explicación honorable se importa gas de Chile a precios más altos que lo que implicaría importarlo de Bolivia. Una política que más que regulada por intereses de mercado “parece” realizada por un agente de intereses corporativos devenido en ministro (en general la mayoría de los funcionarios de la Alianza PRO son agentes de este tipo en cada área), que a su vez intentó imponer un tarifazo a la población que rondaba el 1000% con la excusa de la falta de gas, a su vez generada por las mismas empresas y su desinversión y saqueo de dos décadas. Además de orientarse hacia el nuevo eje de los tratados de libre comercio y el acercamiento al eje del Pacífico. El tarifazo actual de gas va directo hacia los bolsillos de las petroleras[24], no es sólo la quita de subsidios sino que hay además un aumento directo en dólares del precio que se les paga por metro cúbico de gas producido. Esa transferencia es de alrededor de U$S 2.800 millones anuales. Esta suma la embolsan las petroleras sin ningún tipo de contraprestación, ni en inversiones, ni en compromiso de no despedir trabajadores, ni en nada.
La estructura económica
La economía argentina se compone de dos sectores con intereses divergentes: uno articulado principalmente al mercado externo u otro al mercado interno. El primero es el hegemónico y parte del sistema mundial. El kirchnerismo mantuvo un equilibrio entre ambos intentando ayudar a que el sector industrial encontrara proyección en mercado exterior para mejorar su escala y rentabilidad. Podemos simplificar y decir que los grupos económicos y las transnacionales, el sector financiero y el complejo agrario se encuentran articulados al mercado externo (las automotrices por ejemplo venden sus productos en el MERCOSUR y son parte de un complejo regional), mientras que la pequeña y mediana empresa, los productores de bienes finales de consumo y los contratistas del Estado se articulan con el mercado interno.
También podemos simplificar y decir que de las 500 empresas más grandes menos de un tercio son nacionales, y explican menos del 15% de las utilidades[25] ¿Como sostenía el modelo K el equilibrio? manteniendo e incentivando los negocios globales y locales de la empresas transnacionales y paralelamente sosteniendo la demanda popular en el mercado interno y a través de la obra pública. Ante los límites de este modelo el macrismo responde inclinando la balanza claramente hacia el sector externo[26]. 
Gasto público con el Kmo rondaba el 40% hacia el final y habia crecido sostenidamente. Era una de las medidas anticíclicas con las que se intentaba mantener la actividad económica. Macri siguiendo recetas ortodoxas lo disminuyó al 15 en estos meses, lo que produjo un parate en la economía que realimento la recesión. Se vio obligado a ir subiéndolo frente una crisis que puede transformarse en catástrofe. Quizá el segundo semestre la tendencia alcista siga; ese camino es parte de las disputas al interior del gabinete entre el ministro de economía (ajustador “blando”) y el presidente del Central (“ajustador duro”). Las peleas entre estas dos tendencias en el gabinete se extienden a lo que fue el alza de tasas (otro elemento que coadyuba al freno de la producción  y en nada alimenta a inversión productiva.), el ajuste de las tarifas de servicios y energía en general,
El gobierno deberá encontrar una salida a los cuellos de botella que la situación le impone a la realización de su plan. Si la idea maestra estratégica es posicionar a la Argentina geopolíticamente a la derecha del tablero regional, profundizar la inserción agroexportadora y terminar la reconversión estructural argentina iniciada en 1976, deberá ganar tiempo e impedir que el descontento termine en un desbarranque de levantamiento o motines por hambre que impidan sus objetivos centrales. Por un lado el “cuco K” parece aun tener efecto, sin embargo la crisis generada por el macrismo deberá ser atemperada en un plazo no muy largo, en ese sentido quizás el PRO acepte algunas correcciones a sus políticas inmediatas, sosteniendo el déficit e intentando reactivar la obra pública. Dependerá indudablemente de cómo lo ayuden los factores externos: precio de los “comodities”, préstamos e inversiones, situación de los mercados globales y una evolución política regional y mundial que lo acompañe. Tiene la base del sostén de los precios de los productos agrarios y una organización de la deuda que “permite” endeudarse.
El actual gobierno vuelve a replantear el viejo dilema oligárquico de “las industrias naturales” que son las articuladas al complejo exportador y con ventajas comparativas vs. las “industrias artificiales” que son las que cubren el mercado interno a costos mayores que la media mundial, que requieren mayor inversión en equipos complejos para mantenerse a tono con el progreso técnico y no se articulan directamente con el complejo exportador de bienes primarios (metalúrgica por ejemplo). Es el más interesante debate nacional, que se origina en el siglo XIX, se da en la década del 30 y con el Plan Pinedo del 40. Un debate que fue resuelto temporalmente por Perón con un programa de incentivo de las industrias de consumo que reemplazaban la producción importada y con ellas de la expansión de la clase obrera industrial moderna y un sindicalismo poderoso, articulado con un programa de largo plazo de desarrollo de industrias básicas y tecnificación (que no llego a cumplirse). Debemos recordar que el mismo Pinedo planteaba que el modelo agroexportador debía ser complementado con un desarrollo industrial ya que no podía sostener a la población moderada pero creciente del país, y en ese sentido se esforzaba por dar una solución oligárquico dependiente al problema de la industria. Cuando se habla de “distorsiones populistas” no debemos perder de vista que en el plano económico y social se refiere a este debate de origen, que remite a la Argentina en general y a un lugar específico en la división internacional del trabajo como granero del mundo.
Guillermo Martín Caviasca UBA/UNLP julio 2016
Los datos duros de la nota fueron tomados de estas páginas:

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