Los palestinos: un pueblo de refugiados fuera y dentro de Palestina

Las políticas cotidianas expulsivas que vimos en acción

Por José Ernesto Schulman*, Resumen Medio Oriente, 14 junio 2016.- Cuando uno circula por Palestina siente que camina por el sitio justo donde se cruzan la historia de Occidente y de Oriente. Allí han ejercido dominios toda clase de imperios y proyectos coloniales.  Contar su historia de un modo objetivo requeriría separarse de los tres relatos religiosos universales: el cristiano, el Islam y el judío.
No es mi intención, ni está remotamente dentro de mis posibilidades, realizar alguna discusión histórica o bíblica;  aunque el ocupante actual, el Estado de Israel, sus fuerzas políticas hegemónicas (la derecha ultra religiosa y la derecha de origen sionista, liberal  en la acepción imperial o yanqui) recurren constantemente al argumento bíblico, pretendidamente “una verdad inapelable” porque es “palabra de Dios”, como argumento de legitimación de su supuesta “propiedad” histórica.
Simplificando hasta el extremo, el discurso de justificación de la usurpación del territorio palestino, y por ende de la consideración de sus pasados y actuales ocupantes como “intrusos” a los que hay que expulsar de un modo u otro, se basa en un silogismo falso: “el Estado de Israel es la continuidad de aquellos judíos que fueron expulsados por los  romanos siendo que a “ellos” Dios le había dado la “Tierra Prometida”, los judíos fueron perseguidos por todos los pueblos y en todas las ocasiones hasta llegar al paroxismo del Holocausto provocado por Hitler, por lo que el “retorno” a la Tierra Prometida por Dios al Pueblo Elegido es “legitimo” y no se puede tener misericordia a los que “ocupaban” su territorio en 1948; y si estas razones no fueran suficientes, los judíos tendrían derecho a ocupar Palestina como resarcimiento por los sufrimientos ocasionados por los ataques antisemitas europeos del siglo XIX y el odio asesino de los nazis”
El proyecto de crear un Estado para los judíos nació para fines del siglo XIX como respuesta a la situación discriminatoria que en casi todos los países de Europa sufrían los judíos.  No fue la única propuesta, hubo una fuerte corriente de judíos que optaron por integrarse con los pueblos adonde vivían y se incorporaron al movimiento revolucionario como los nombres de Carlos Marx, León Trotsky o Rosa Luxemburgo lo atestiguan.  En la Rusia zarista, en paralelo a la creación del Partido Bolchevique de Lenin, crearon el Bund como un partido socialista judío.
Estas dos tradiciones se expresaron con fuerza también durante la Segunda Guerra Mundial y aún en los Campos de Exterminio: la tradición socialista, comunista y revolucionaria se unió de un modo decidido a las fuerzas guerrilleras o makis de los países ocupados o de los Ejércitos de los Países enfrentados al Eje; una parte de la tradición sionista, la más elitista, optó en muchos casos por la negociación con las autoridades nazis para salvar algunos de ellos a cambio de dinero o la pura colaboración, como se probó en diversos juicios de la década de los 50 en  Israel (antes del juicio a Eishman,  un jefe nazi refugiado en Argentina y secuestrado en 1961 por la Mossad, se realizaron varios contra los judíos colaboracionistas de los nazis,  incluido una condena a muerte contra Yehezkel Ingster, aunque su pena fue conmutada) aunque cierto es que en los Campos y Ghettos la distancia entra las dos tradiciones se achicó a favor de la resistencia .
Durante muchos años el sionismo fue claramente minoritario entre las comunidades judías de Europa y América; fue en la posguerra de la victoria contra el Fascismo, en medio del clima de sublevaciones nacionalistas y operaciones colonialistas de creación artificial de nuevas naciones (especialmente en el “Oriente” que los imperios están creando a su medida y necesidades) que el sionismo se hizo fuerte y de la mano de grandes poderes imperiales logró su propósito, pero tuvo, y tiene tres problemas muy difíciles de resolver: en el lugar elegido había y hay una población originaria, el pueblo palestino; las tierras, las viviendas y las empresas que ambicionaba y ambiciona tienen dueño, hay pues una cuestión de propiedad que resolver  y por último, aún expulsando la población originaria y desconociendo sus derechos, queda por resolver el modo de colonizar el territorio.
Cada uno de estos problemas tiene su historia, y una historia trágica, donde ha predominado el factor militar. Los palestinos identifican dos momentos claves en este proceso: la Nakba, la “catástrofe” de 1948 y la Nazca, la “tragedia”, en 1967.  Con estos dos movimientos militares Israel expulsó primero a unos 700.000 palestinos mediante la técnica de arrasar aldeas, unas quinientas, asesinar y provocar la huida de las poblaciones indefensas.  Así  se apoderó del 78% de la superficie de la Palestina Histórica (lo que era objeto de la Dominación Británica desde 1920) para más tarde apropiarse prácticamente de todo el territorio, incluyendo toda la ciudad de Jerusalén, luego de la guerra de 1967 que produjo otros 300.000 palestinos refugiados (de los cuales 100000 ya eran refugiados desde 1948).  Israel expulsó fuera del territorio palestino a varias oleadas de refugiados constituyendo a los refugiados palestinos en el mayor grupo humano de refugiados del mundo y desde hace casi setenta años. Intentemos un resumen de la situación actual.
En los territorios bajo la administración palestina viven unos cuatro millones de palestinos; exactamente 4108630 entre la Franja de Gaza y Cisjordania
Dentro de lo que el Estado de Israel considera su territorio, y por lo tanto considera a los palestinos que allí viven en inferioridad de derechos con respecto a los israelíes judíos, viven en Jerusalén y otras ciudades un millón y medio de personas a los que se les reconoce la “ciudadanía” de Israel pero no la nacionalidad israelí por lo que hay que considerar que hay no menos de cincuenta leyes y acordadas de la Corte Suprema que diferencian, a favor de la nacionalidad, entre nacionalidad y ciudadanía.  Los palestinos de ciudadanía israelí tienen restringidos sus derechos de vivienda, movilidad y en general todos sus derechos civiles.  Por ejemplo, el dirigente palestino Omar Barghouti, inspirador del movimiento internacional de Boicot a Israel, con quien estuvimos reunidos, está impedido de viajar al exterior por una decisión arbitraria de las autoridades israelíes.
Veamos su caso para tratar de entender la complejidad del tema, reproduciendo unos párrafos de una entrevista actual:  Omar Barghouti: Cada dos años debo renovar mi documento de viaje israelí, sin el cual no puedo abandonar o reentrar en el país. Dado que soy un residente permanente en Israel no puedo salir con otro pasaporte excepto con este documento de viaje israelí.  P: ¿Tienes algún otro pasaporte?  Barghouti: Sí, tengo la ciudadanía jordana.  P: Pero para poder salir de Israel, necesitas este permiso cada dos años.  Barghouti: Sí. El 19 de abril el Ministro del Interior in Acre, donde vivo oficialmente, nos informó de que no nos iban a renovar mi documento de viaje, y por tanto prohibiéndome de forma efectiva el viajar. Esto llega como acertadamente has señalado, en un contexto de un incremento de la represión contra el movimiento BDS, el cual busca la libertad, la justicia y la igualdad para los palestinos. Busca los derechos para los palestinos bajo la ley internacional. Pero dado que se está convirtiendo en algo muy efectivo, dado que el apoyo ha crecido tremendamente en los últimos dos años, significa que ahora estamos empezando a pagar el precio por el éxito del movimiento.  P: En lo que a tu estatus en Israel se refiere y al derecho a viajar, si no estoy confundido tú vives en Israel con tu esposa, la cual es una ciudadana israelí, ¿correcto?  Barghouti: Sí, correcto, mi mujer es una palestina ciudadana de Israel.  P: Así pues ¿de qué forma ellos podrían revocar tu estatus de residencia permanente? Barghouti: Cuando se trata de los No-judíos, como somos llamados en Israel -cualquiera sabe a qué es aplicable esa definición y a qué no-, como sabes hay más de 50 leyes en Israel que discriminan a la población palestina, por supuesto dejando aparte a los palestinos de Cisjordania y Gaza, que ni siquiera son ciudadanos.  Así que un ciudadano palestino en Israel no tiene una carta de derechos completa como un ciudadano judío debido a que simplemente un palestino no es un “Judío nacional”, y sólo si eres un “Judío nacional” –sea lo que sea lo que eso signifique- entonces tienes completos derechos. Esto es una definición extra territorial de la nacionalidad dado que Israel no tiene una “nacionalidad israelí”, no existe tal cosa.[1]
Entonces, en la Palestina histórica viven unos cinco millones seiscientos mil palestinos, pero fuera de Palestina viven unos cinco millones de palestinos.  Refugiados de primera, segunda o tercera generación.  En Jordania 2.800.000, en Siria 465.110, en el Líbano 438.301, en Egipto unos 72.000, casi un millón en los otros países árabes  y casi trescientos mil en América (del norte y del sur).[2]
De todos ellos, la autoridad de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) registró en el 2010 más de 4.700.000 refugiados palestinos, de los cuales el 29% seguía viviendo en campamentos para refugiados en Medio Oriente y con eso que la UNRWA es muy estricta al momento de comprobar la condición de los refugiados y su descendencia.
Jaled vive en el campamento de refugiados de Yenin y dice “Soy de Jaffa, antes de 1948 era el puerto más grande de Palestina.  Era un niño en 1948 pero te contaré lo que mi padre me contó. El partió con la esperanza de volver pronto a su pueblo. Tenía gallinas y les dejó suficiente comida para siete días, pensaba que pronto volvería…Después de 1967 regresé a mi poblado, habían construido una base militar. Traje un poco de tierra de mi poblado y se la di a mis hijos para que permanecieran ligados a ella”.
¿Puede pensarse en una solución definitiva y justa al conflicto palestino/israelí sin considerar la situación de estos cinco millones de refugiados que la propia ONU reconoce como resultantes de las operaciones militares de 1948 y 1967?
Pero Israel no está satisfecha con la situación actual y mantiene políticas muy activas para expulsar hasta el último palestino de “su “ territorio (los que viven en Jerusalén o algún otro lugar de Israel, los llamados palestinos de 1948) o de los territorios supuestamente “palestinos”: la franja de Gaza y Cisjordania.
Por Cisjordania y por Jerusalén Oriental anduve en la última semana de mayo, visitamos dos campos de refugiados, uno en Belén, Aída y el otro en Ramala, Al Jalazoon y con la ayuda de la organización Badil (www.badil.org) pudimos entender las políticas cotidianas que construyen una situación que procuran hacer insoportable la vida de los palestinos para que se vayan, abandonen su tierra en aras del proyecto colonial racista expansionista del Estado de Israel.
En base a la documentación de Badil y de la Agencia Alternativa de Turismo, y a nuestra propia experiencia (que incluye largas conversaciones con la compañera Tilda Rabi de la Federación Argentina de Entidades Palestinas y los funcionarios de la Embajada Palestina en Buenos Aires), intentemos sistematizar estas políticas.
  • Denegación de residencia, vivan donde vivan los palestinos es Israel quien decide si se quedan allí o no, el elemental derecho de vivir donde uno quiera está coartado en los territorios ocupados ya que cada Palestino requiere de un permiso de residencia para vivir donde aspira.  Hagamos un ejercicio de imaginación:  supongamos que una chica de Belén va a estudiar a Jerusalén, para ello deberá conseguir un permiso especial que le especifica los días y las horas del ingreso a Jerusalén.  Supongamos que conoce a un muchacho que vive en Jerusalén Oriental y tiene permiso de residencia en la ciudad.  Supongamos que se enamoran y deciden vivir juntos.  Gran problema.  Israel no le dará permiso de residencia a ella, porque significaría salir del territorio administrado por Palestina para entrar al territorio del Estado de Israel.  Y tampoco le dará permiso a él para ir a vivir a Belén, porque en el momento en que él se mude a Belén, podrá estar expuesto a la ley de expropiación de viviendas por la Ley del Ausente (1948) que permitía expropiar la vivienda de todo aquel que saliera del país o la de 1951,llamada del Ausente Presente que permitía expropiar la vivienda del que aún quedando en Israel abandonaba su barrio o pueblo.  Lo más probable que se arriesguen a alguna de las dos soluciones y que en algún momento sean apresados y juzgados por el Estado de Israel por “enamorarse” de la persona equivocada.
·         Régimen de permisos. Los palestinos debe pedir permiso para casi todas sus actividades.  Israel ha construido miles de kilómetros de muros que rodean las ciudades, los separan de los campos y obligan a cruzar por unos puestos militares llamados check points que hacen de “frontera” entre los lugares donde el palestino habita y el resto del mundo. Los muros tienen ya una dimensión superior a los 700 kms. y hay más de setescientos check point de modo tal que cada espacio palestino está encerrado como en el regimen sudafricano del Apartheid.  Hasta para ir al medico deben pedir permiso, hacer una cola ante un funcionario israelí racista y provocador que hará uso de su autoridad del modo más arbitrario que pueda. Así ha habido casos trágicos de mujeres embarazadas que abortan y hasta mueren en la cola del check point por no contar con el permiso correspondiente.  También para los productores agrícolas cuyas fincas han quedado de un lado del muro y su vivienda del otro.  Hace solo días, luego del ataque de Tel Aviv a comienzos del Ramadán (mes santo para los musulmanes) Israel volteó más de ochenta mil permisos para que las familias se encuentren[3] lo que confirma su poder discrecional casi absoluto sobre la vida de los palestinos
  • Urbanismo discriminatorio.  Israel ha transformado la política urbanística en un arma de ocupación y genocidio.  En Jerusalén nos contaron que en todo el 2015 la oficina de permisos de mejoras y nuevas construcciones solo dio doce permisos de modo que condena a los habitantes de las viejas barriadas palestinas de Jerusalén, de los Campos de Refugiados, de las aldeas, etc. a seguir viviendo en el mismo espacio que hace décadas, con la consiguiente molestia y hacinamiento.  Y si alguien se atreve a mejorar su casa o construir una nueva sin permiso, corre el peligro cierto de que un buldózer le demuela la casa.  De hecho, los colonos del valle del Jordán utilizan uno de esos equipos de demolición como símbolo de la “nueva vida” (?)
  • Confiscación de tierras.  Hemos relatado la dinámica militar de la ocupación y expropiación de tierras.  Las guerras se complementan con leyes (del “ausente”, para los refugiados fuera de Israel, del “ausente presente”, para los que quedan dentro de las fronteras reclamadas como propias por el Estado de Israel) que se apoderan de las casas y las tierras de los palestinos.  Otro camino es el declarar a las tierras afectadas para “parques nacionales”, “territorios de tiro y adiestramiento de las fuerzas armadas” o simplemente “territorios afectados a la seguridad estatal” y con ese simple trámite, el Estado expropia y demuele las viviendas, en general para construir nuevas viviendas que den lugar a un barrio solo para Israelíes judíos, o sea Colonias, ya que el ocupante militar tiene prohibido construir nada que no sea imprescindible para su función militar (Segundo Convenio de Ginebra sobre conflictos armados)
  • Racismo Institucionalizado. Desde el momento mismo que Israel se piensa no como un Estado nación, con población y fronteras, donde todos tengan iguales derechos sino como el “hogar de los judíos del mundo” donde cualquier judío de cualquier país que acepte radicarse en Israel es tributario de una impresionante lista de concesiones, subsidios y derechos especiales por encima de los que tienen los habitantes originarios, los Palestinos del 48, el racismo es indiscutible.  Habría que agregar que en los últimos veinte años, la disputa entre las dos fracciones de la derecha en el poder, los ultra religiosos y los sionistas, se zanjó para el lado de los ultra religiosos con un viraje del racismo al fascismo desembozado donde hay ministros que escriben en los diarios que hay que expulsar a todos los palestinos o matar a las mujeres embarazadas para que no nazcan terroristas árabes.  Ya hemos dicho de la insólita diferencia entre nacionalidad y ciudadanía, acotemos que dado que los ultrarreligiosos consideran el canto de una mujer pecaminoso, han logrado que el Parlamento disuelva un coro mixto para dar lugar a un varón solista en la entonación del himno. Como muestra basta un delirio
  • Denegación de recursos naturales y de servicios.  En nuestra crónica sobre La Guerra del agua hemos hablado bastante sobre el modo en que Israel se apodera del agua de los palestinos, lo roba y encima luego les vende a precio vil la poca agua que les entrega.  Lo mismo hace con los otros servicios: de energía eléctrica o de aguas cloacales. La formula es siempre la misma: menos servicios y más caros para los palestinos; más servicios y subvencionados para los israelíes de las colonias y territorios ocupados.
  • Creación de colonias. Contra todas las resoluciones de los organismos internacionales, Israel tiene una política estratégica de creación de nuevas y nuevas colonias.  Unas de vivienda y otras de producción.  Todas ilegales puesto que usurpan territorio ocupado militarmente. Para las colonias de vivienda tienen  una política de seducción de los israelíes en problemas económicos puesto que les ofrecen créditos inmobiliarios más baratos, con mayor porcentaje sobre el costo total y con muchas más facilidades que para comprar en las ciudades pre existentes.  En una colonia muy cercana a Jerusalén nos contaron que una parte de los colonos había participado en las movilizaciones de los “indignados” del 2011/2012 y que fueron “sobornados” con la concesión de todas sus demandas y la oferta de casas baratas nuevas y trabajo bien renumerado.  Se podría decir que el Estado de Israel promueve una claudicación ética en su población de manera sistemática y perversa, pero eficaz;  que es resistida por una pequeña parta de la población, los otros israelíes, de los que hablaremos en nuestra última entrega

[1] http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=61347

[2] todas las cifras y datos históricos están tomados del libro en castellano: Palestina y palestinos del Grupo de Turismo Alternativo, www.atg.ps  donde pueden consultar toda la información

[3] http://www.infobae.com/america/mundo/2016/06/09/israel-suspende-visitas-de-palestinos-por-el-ramadan/

 * Secretario nacional de la   Liga Argentina por los Derechos del Hombre

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