Entrevista al músico vasco Fermín Muguruza: “Estamos frente a un nuevo Plan Cóndor, más sutil e inteligente”

por Carlos Aznárez
 
Recientemente, a su paso por Buenos Aires donde presentó el espectáculo teatral-musical “Guerra”, estuvimos con un gran amigo, como es el músico vasco Fermín Muguruza, Su nombre se asocia a bandas míticas del rock vasco, como  Kortatu en los años 80 y luego Negu Gorriak, pero también incursionó en experiencias como  “Brigadistak Sound System”, “Dub Manifest” o “Euskal Herria Jamaika Clash”, entre otras.
Luego, emprendió nuevos emprendimientos que han ido surgiendo al calor del tiempo y de la pasión que Fermín pone cada vez que se imagina una acción cultural de resistencia. Estuvo recorriendo Palestina junto a músicos del lugar y surgió en su momento “Checkpoint rock”, una obra fundamental para hablar de la pelea de ese pueblo por ser.
 
Podemos decir con orgullo que Fermín estuvo con Resumen Latinoamericano prácticamente desde su fundación y como pasajero solidario de este tren comunicacional participó junto a nosotros hace varios años en el lanzamiento de la edición vasca en una actividad que hicimos en Donosti (San Sebastián). Por eso, al reencontrarlo ahora nuevamente, él mismo lo recordó: “Desde que llegó el proyecto de Resumen Latinoamericano yo me volqué a apoyarlo y lo sigo haciendo. Creo que es un trabajo imprescindible el que hacéis”.
-Fermín, contanos, qué es esta “Guerra” dentro de tantas guerras que hay en el mundo.
 
-El concepto “guerra” a la gente le trae como primera imagen los bombardeos situados en un mapa concreto. Nosotros teníamos la idea de ir más allá, hablar del imperio del control y la vigilancia, del negocio del miedo, las jerarquías. Esta idea de Foucault, de que la guerra se perpetúa desde la misma familia, de padre a hijo, de profesor a alumno, de carcelero a prisionero, de médicos psiquiatras a enfermos, la torre panóptica del control contínuo y la construcción de los muros. La idea original de “Guerra” es de Albert Pla y yo he preparado todos mis textos trabajados con unos efectos especiales muy vanguardistas y sofisticados. Es una obra de teatro que innova muchísimo y ese es el impacto que está produciendo en la gente. Ya no es solamente el discurso, el humor por momentos ácidos que a mitad de la obra se transforma en algo contundente sino también las canciones, los efectos. Todo hace que “Guerra” tenga esta repercusión.
 
-Este control que mencionas nos recuerda a Georges Orwell. ¿Qué crees que genera en las poblaciones estos excesivos controles?
 
-Uno de los personajes de esta obra que es Raúl Fernández “Refree”, el guitarrista, va desapareciendo. Es una especie de ente superior, cuando hablamos de mercado parece que es algo intangible y sí que es tangible, en el Estado español ellos son los que están marcando cuál tiene que ser la línea política, desde los intereses de su propio grupo financiero, defendiendo sus privilegios. En Argentina es el mismo empresariado el que está en el gobierno. En cada lugar que llegamos intentamos poner esos elementos para que la gente identifique la obra desde el lugar en que está.
Al mismo tiempo, crea un discurso circense que provoca que a la gente que debería identificarse contigo le dé terror. Son elementos discursivos que van calando, porque la guerra mediática es poderosísima. Ya no interesa la realidad, interesa esa versión que nos están contando. Esos discursos son cada vez más impositivos, más hegemónicos y tenemos que prepararnos. O somos capaces de armarnos otra vez de cultura o son cosas que van colándose.
 
-Lo que pasa es que en estos años también se ha producido un proceso de desideologización muy grande en las sociedades. Se ha operado para restar conciencia a la población. En tu obra quizás usás el humor como un recurso para decir cosas que, dichas abruptamente la gente se tira para atrás. Con el terror y con el lavado de cerebro han generado que la gente se recluya. Los que hoy te agreden, edulcoran el discurso, te bombardean con mentiras. 
 
-Me atrevería a decir que estamos frente a un nuevo Plan Cóndor, de una manera más sutil, más inteligente, utilizando todo este imperio de vigilancia, y eso paraliza. ¿Y cómo operan? En Venezuela con la guerra económica, con la guerra propagandística, incluso con las armas. En Argentina, invertir para que pierdan las elecciones. En Brasil, inventar la corrupción, “que Dilma esto y aquello”. Están operando país por país.
 
-En la obra también aparece el tema de los refugiados. Ellos provocan las guerras para que esos refugiados luego huyan desesperados y cuando llegan a Europa buscando un lugar de sosiego “son el terror”. No es casualidad que vayan surgiendo y ganando gobiernos candidaturas neofascistas en todos los países europeos.
 
-Yo soy un pesimista activo. Cuando intentas tener una práctica internacionalista e ir conociendo lo que pasa en cada país te das cuenta que lo que ocurrió en Siria es una estrategia geopolítica bien clara, cómo se arma el ISIS, cómo se armó Al Qaeda. Lo reconoció Hillary Clinton. Sólo que después se les descontroló. En Turquía pasa lo mismo, detienen a los periodistas que descubren que desde la inteligencia turca estaban llevando dinero, adiestrando y promoviendo que el ISIS sea lo que es. Están masacrando, destrozando, reventando todas las ciudades y robando el petróleo. En ese mapa ves que nosotros, los europeos, estamos creando todo esto. Esta es la lucha que tendremos que ir emprendiendo, cada uno desde su frente, como es el nuestro, el cultural, a través de este tipo de obras, creando conciencia.
 
-Es interesante y loable  el internacionalismo que siempre has practicado. No es fácil encontrar músicos, ni artistas en general, que apuesten al internacionalismo. Pero te llevo a tu propio país, ¿cómo ves Euskal Herria hoy, tú que has bregado fuertemente para lograr una apertura hacia la independencia o para que de alguna manera no  sigan machacando a los vascos y vascas como pueblo?
 
-Siempre he intentado en Euskal Herria combinar ese internacionalismo con la lucha por la independencia del País Vasco. Siempre hemos tenido claro que todo lo que ocurre en Euskal Herria debe traspasar las fronteras y que la gente sepa lo que está pasando. Con el grupo internacional de la izquierda independentista,  montamos la campaña “Free Arnaldo, Free Otegi, Free them all”, inspirada en la campaña de Angela Davis. La visita de ella tuvo un impacto increíble, esa mujer, con esa fuerza, con ese discurso, con todo el movimiento feminista, con la idea del empoderamiento de ella misma -que estuvo condenada a muerte y declarar ‘soy mujer, soy negra, soy comunista’-, todo esto creó un gran entusiasmo. El gobierno español no le permitió visitar a Otegi en la cárcel y eso dejó al descubierto la falta de democracia que existe en el Estado español, desde esa falsamente llamada transición, que es más bien transacción política que hubo en los años setenta y que en el País Vasco nos la hicieron pagar a sangre y fuego.
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Con el catalán Albert Pla en el espectáculo “Guerra”.
 
– ¿Cómo se siente la penetración cultural en Euskal Herria y en Europa en general? Tú vienes de una época del rock radical vasco, en que la música en general expresaba las luchas y las protestas. Hoy cómo ves ese movimiento frente a todo ese control del que precisamente habla “Guerra”.
 
-Yo vengo de un momento que a la hora de trabajar lo cultural, defendía la autogestión, conseguíamos abrir circuitos donde movíamos todo lo que hacíamos, ya fueran discos o libros con la editorial Txalaparta. Con la llegada de la era digital cambió todo completamente, nos hace resituarnos, no tenemos más sellos independientes sino que de alguna manera se atomiza todo lo que es producción cultural. Pero siguen existiendo herramientas –como las redes sociales- que podemos utilizar aunque estemos controlados. Entonces, quizás lo que veo es que estamos en un momento de transición, por esa entrada tan abrupta de lo digital, que muta y permuta rapidísimamente. Y en ese sentido, poco a poco vamos creando redes, otra vez.
Ahora hemos sacado un comic, que se llama “Black is Beltza”, con Jorge Alderete que es un argentino que vive en México. Este libro lo editamos en el País Vasco, autoproducido por mi sello Talka Record y hemos encontrado un aliado que nos ha editado en Francia, en catalán, en castellano, incluso en japonés, tenemos una edición en México, otra en Colombia, ahora en Argentina. Todo con editoriales independientes. Podríamos denominarlo como un “libro de guerrilla”, porque está situado en el año 65 y acaba con la muerte del Che en Bolivia.
Después está la escena del hip hop que yo siempre defendí. Que también pasó por una etapa comercializada pero a la vez es una manera de expresión entre los jóvenes, que son el altavoz de la calle. En cada país al que llego me encuentro siempre con una generación de jóvenes haciendo este tipo de música, que es una línea de resistencia.
 
-De alguna manera ellos son los representantes de lo que eran ustedes en su momento. Ahora estás combinando muchos estilos, no solamente música, también documentalismo y literatura.
 
-Si, fue una explosión. Ahora yo estoy con lo del teatro, con la música, el libro y un documental sobre Nueva Orleans, a diez años del Catrina. Sigo creando y resistiendo.

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